Naruto es propiedad de Masashi Kishimoto.
Este escrito también fue publicado en Mundo SasuSaku.
Caminaba a paso tranquilo por un simple camino de polvo y piedras pequeñas. Entre sus jóvenes manos había una gran cantidad de hojas amarillas, anaranjadas y marrones. En su rostro infantil se podía presenciar una sonrisa angelical e inocente, que derrochaba alegría infinita. Dando saltitos se acercó al centro del patio de la residencia en la cual vivía con sus padres y hermano. De un momento a otro, arrojó las hojas y las comenzó a acomodar, apilar y modelar. De vez en cuando daba pequeñas carcajadas aniñadas. Con una felicidad poco habitual en su vida cotidiana, observó cómo el montón de hojas comenzaba a adquirir una forma similar a la de una pequeña cueva.
Corriendo fue a visitar a sus vecinos con el fin de pedirles más materiales para aquella peculiar construcción. La dulce parejita de ancianos que vivía al lado de la mansión Uchiha sonrío al ver al pequeño Itachi Uchiha recoger todas las hojas que habían en su patio. El ojinegro de grandes ojeras, luego de realizar un par de trabajos comunitarios en las casas de su barrio, arrastró una pequeña caretilla llena con hojas de diversos colores otoñales. El niño de cabellos oscuros casi tropezó cinco veces debido a su exagerada emoción pero, con la ayuda de su coeficiente intelectual, logró evitar tocar el frío suelo. Al llegar a su hogar, se dirigió rápidamente al jardín, en donde su magnífica construcción se llevaba a cabo. Ignorando a su madre, quien había salido a ver qué estaba haciendo, volvió a su trabajo. De un momento a otro, se detuvo al escuchar una risita infantil. Giró su rostro y por fin puso atención a su progenitora y a su pequeño hermanito, un recién llegado. Sasuke Uchiha, un azabache de apenas tres años, observaba con admiración la maravillosa cueva que su querido hermano mayor había ideado.
—¡Hermano! ¿Puedo ayudarte? —quiso saber el más joven de los presentes.
El aludido miró al interrogador con una leve sonrisa.
—Claro que puedes, Sasuke —respondió acercándose y agachándose a su altura.
El nombrado sonrió y salió corriendo en busca de más recursos. Mikoto miró a su primogénito sonriendo.
—Eres un gran hermano, Ita-chan —mencionó la mujer antes de besar a su retoño en la frente y entrar a la casa.
Con una sonrisa de medio lado, el moreno siguió con su labor. Las horas pasaron. Ya eran las siete de la tarde y logramos apreciar a una pequeña comadreja oculta entre un montón de hojas. El Uchiha estaba dentro de un escondite que por la mañana ya estaría completamente destruido. La extraña calidez que las hojas le otorgaban lograba que la tranquilidad lo llenara. De un momento a otro, lanzó una carcajada; por fin había cumplido su más grande sueño: construir un refugio de hojas. A pesar de que la energía continuaba llenándolo, el sueño empezó a surtir efecto.
—Buenas noches, señoritas hojas. —Y así el heredero Uchiha cayó en un dulce y extraño sueño, después de bostezar con cansancio.
Y esta fue la grandiosa historia de Itachi Uchiha en un día de otoño.
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