Era una noche como cualquiera en la casa Loud solo con un pequeño detalle.
-Papa te dijo hasta que hora se quedaría trabajando mama? -Pregunto Lori.
-No cariño, solo me dijo que su jefe le pidió que se quedara a hacer inventario con él y que no sabía a qué hora volvería. También me dijo que cenáramos y que no lo esperemos. - Explico Rita.
Pasaron unos segundos hasta que se escuchó la puerta abriéndose y el señor Loud entrando.
-¡Hola papi! - Exclamaron las gemelas en unísono, mientras que las mayores saludaron a su padre de una manera más serena.
Las menores Lana y Lola salieron a abrazar las piernas de su padre que mostraba una sonrisa pequeña, pero que se notaba en sus ojos que algo lo acomplejaba. Su esposa se dio cuenta de esto apenas entro a la casa, pero no quería decir nada pues sabía cómo reaccionarían todas sus hijas.
-Si ya terminaron de cenar, vallan a limpiarse y acostarse que mañana tienen escuela mis niñas. -dijo Lynn padre dirigiéndose a todas y a Lincoln.
Todas las hermanas de Lincoln subieron las escaleras en una forma que podría compararse a una estampida de elefantes con Lincoln subiendo al final de la fila. El también noto algo extraño en su padre y cuando estaba a la mitad del camino en la escalera volteo a ver a sus padres sentados en la mesa. No quiso hacer preguntas y fue a obedecer lo que su padre les dijo.
-Lynn, que paso. - Pregunto Rita con una cara de preocupación.
El señor Loud se quedó viendo los platos en la mesa por unos segundos sin decir nada para después dirigir su vista a su esposa y decir.
-Rita, casi muero hoy día-
Su esposa abrió los ojos con una cara de asombro quedando con la boca abierta.
-Pero como, que paso o que fue lo que viste. Lynn dime por favor, que paso. ¿Estás bien, te hicieron daño? –dijo exaltada y entre cortando su voz.
-Ya habíamos terminado el inventario de los artículos con mi jefe. Salimos juntos del edificio, pero me pidió que echará llave el cerrojo de la puerta mientras el subía a su auto para irse. Apenas terminé de echar llave la puerta, sentí algo frio en mi espalda y un aliento en mi cuello. Quede petrificado sin saber cómo reaccionar. Aquel hombre me dijo que o era la cartera, o la vida. Le suplique mientras aún estaba de espaldas. Me dijo que era mi última oportunidad y me dio la vuelta agarrándome del hombro. Vi que no era 1, sino 3 los hombres que me estaban robando. Volví a suplicar que no me hicieran nada para después recibir un fuerte golpe en el estómago dejándome sin aire y cayendo de rodillas. - Conto Lynn, tomando un descanso para tomar aire y continuar mientras veía a su esposa llevándose la mano a la boca.
-Sentí el frio metal en mi frente. Cerré los ojos para poder pensar en ustedes. No escuche el sonido de una bala, pero si la de algo cayendo, cuando abrí mis ojos, pude presenciar como un hombre encapuchado había matado al ratero que me estaba apuntando. Los otros dos sacaron sus cuchillos de sus bolsillos, pero este tipo los derribo con gran facilidad. Una vez ya ambos sujetos en el suelo, el encapuchado saco lo que parecían unos cuchillos de su muñeca para acabar con la vida de los asaltantes. Quede en shock, esperando a que también me matara a mí, pero no. No le pude ver su cara pues la capucha que portaba y la oscuridad lo evitaban, pero como dos luces blancas, pude distinguir sus ojos que me miraban fijamente. No intercambiamos ni una palabra, aunque yo le quise decir gracias, pero mi cerebro no pudo reaccionar. Después de esos segundos que parecieron días el encapuchado empezó a trepar la pared agarrándose de lo que podía para desaparecer. Me quede un par de segundos más en el suelo viendo a esos hombres desangrándose para después levantarme y tomar un taxi a unas cuadras de la oficina. – Concluyendo la historia que parecía sacada de alguna película de súper héroes.
Su esposa, aun anonadada por el relato que su marido le acababa de contar, se quedó viendo al vacío sin decir una palabra. Tras unos segundos, levanto la mirada para ver a su esposo que aún tenía la mirada puesta en ella para decirle.
-Lynn, te juro que si esto es algún tipo de broma yo…-
-Lo que te digo es la pura verdad Rita, no podría jugar con algo así. -Le dijo Lynn cortando a su esposa.
Rita aún estaba procesando todo, viendo de reojo a su esposo.
-Querida, lo mejor será que vayamos a dormir, mañana será un nuevo día y con el tiempo todo este asunto habrá quedado en el pasado como una mala anécdota. Por favor, no les digas nada a las chicas ni a Lincoln. - Dijo Lynn levantándose de la mesa.
-Por supuesto que no diré nada, no te preocupes por eso. Lo que si me preocupa es que no cenes algo. – Respondió Rita mientras le agarraba el brazo a su esposo.
-Con todo lo ocurrido, no tengo ganas de nada más que tumbarme en la cama y dormir. -
-Bueno, solo te pido que me ayudes con los platos para no dejar la mesa todo sucia. Si la dejamos así, las niñas podrían sospechar algo. -Rita comenzó a levantar los platos mientras le decía esto a Lynn.
Tras recoger todos los platos y lavarlos, apagaron las luces de la planta baja para después entrar a su habitación y acostarse. Al día siguiente Lynn recibió una llamada de su oficina diciéndole que debía acudir con gran urgencia a su oficina pues se habían encontrado tres personas muertas en la entrada del edificio. Después de dar las declaraciones necesarias podría volver a su hogar pues el edificio entero quedaría cerrado para no estorbar las investigaciones policiales por el resto del día. Al llegar al lugar, Lynn dio una declaración falsa, pues nadie le creería que un hombre encapuchado que apareció de la nada le salvo la vida y mucho menos que él había sido el que mato a aquellos delincuentes. Se limitó a decir que el cerro la oficina con total normalidad sin notar nada extraño y después se fue a su residencia. Tras algunas otras preguntas sin relevancia, se subió devuelta en Vanzilla y volvió a su casa. Estaba completamente vacía pues todas sus hijas estaban en la escuela y su esposa en el trabajo. Aprovechando aquel silencio que solo escuchaba una vez cada mucho tiempo, se sentó en el sofá de su sala de estar y reflexiono, que fue lo que realmente había pasado la noche anterior, que cosa era aquel hombre que le salvo la vida, pero que al mismo tiempo fue capaz de matar a tres hombres armados con tanta facilidad para después trepar la pared agarrándose de dios sabrá donde y desparecer en el techo de la casa aledaña que era mucho más baja que el edificio donde trabajaba él y por ende, más rápido de escalar hasta arriba. Tras unos minutos de tratar de buscarle algún sentido lógico al asunto, decidió que lo mejor sería dejarlo atrás y no preocuparse más por el asunto, tal como se lo había dicho a su esposa la noche anterior.
