Harry Potter es de J. K. Rowling.
Este fic participa en el reto Long Story 3.0 del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black.
Creciendo juntos.
Prólogo.
Sumario: Cuando la familia de Hatty Potter es asesinada, Sirius es el encargado de cuidarla. ¿Podrá el animago, y padrino de la niña, educarla bien o la descarriará completamente?
Sirius no podía estar más enojado, hace pocos minutos que se enteró que los Potter murieron asesinado por culpa del traidor: Peter Pettigrew. Originalmente, él era el encargado de revelar ninguna información y así seguirse asegurando que el Fidelius no se rompiera, cuando los Potter le propusieron cambiar al guardian, Peter fue la opción adecuada tanto que se lo contaron a Dumbledore. ¿Y qué se ganaron con eso? Que los delatara con Voldemort, lo único bueno del asunto era que, gracias a eso, Sirius no fue encarcelado, Peter sí.
El animago veía a la bebé que Hagrid le había entregado minutos atrás, sólo porque sabía que iba a hacer algo de lo que arrepentiría se quedó en Grimmuld Place. Era deprimente que Hatty haya pérdido a la única familia que la amaba, la hermana de Lily no contaba ya que ni siquiera se hablaban. El joven Black se sentó en la cama acunando a la pequeña Hatty, quien abrió sus ojos verdes esmeralda. Una marca en forma de un relámpago se veía en la frente de la bebé; Sirius sabía que la niña iba a ser aclamada por haber sobrevivido a la Maldición Asesina. Lo que tendría que soportar. Al Black no le hacía gracia el asunto.
¿Qué sabía el sobre bebés? Prácticamente nada, dudaba poder educarla bien como sus difuntos padres hubieran querido, ¿qué iba a hacer ahora? Ni idea.
—En los líos en los que me metes —le tocó la punta de la nariz a la niña.
Sería tan complicado, sin dudarlo.
Ocho años después, Hatty se había vuelto una pequeña aventurera, como su padre. A ella le encantaba volar en la escoba de juguete que le compró su padrino; ella tenía el pelo cortado por encima de los hombros, y generalmente vestía ropa deportiva. Decidió educarla en casa, como lo hicieron Orión y Walburga con él, con la pequeña diferencia de que le permitía hacer hasta la mayor locura que se le ocurriera a la niña... bueno, casi todas, hubo una vez en la que casi tomaba los polvos floo para irse al Caldero porque quería comprarse no la dejó ir... sola.
Sirius hacía lo mejor que podía. Había investigado la forma adecuada de alimentarla y trataba de cumplirlo; Hatty sería tan aventurera como quisiera pero no era ninguna rebelde, mal hablada ni nada por el estilo. En ocasiones se parecía más a Lily, en otras a James; más a su madre que a su padre. Como era de esperarse Sirius la malcrió comprándole todos lo regalos que ella le pidió y, recordando cómo era Lily, le enseñó a cuidarlos.
A veces, no era tan sencillo hacer el papel de papá-padrino dado que debía de acoplarse a lo que sus amigos hubieran querido para Hatty, quien odiaba que todo el mundo mirara su cicatriz, razón por la que andaba un cepillo que lo ocultaba; desde que se le cortó así dejaron de quedársele viendo.
Black prefirió renunciar a su puesto como Auror, conociendo que en cualquier momento podría morir y dejarla desamparada. Así que, aprovechando que Bellatrix estaba en Azkaban, el retomó su posición como un Black, quedándose él con la herencia de toda esa familia; se deshizó de los retratos de Walburga escondiéndolos en el sótano y redecoró a su gusto toda la vivienda.
Todo iba bien, por el momento.
Dos años más tarde, Sirius y Hatty estaban volando por los alrededores. El primero descubrió que la segunda tenía talento como buscadora así que se encargó de enseñarle todo lo que debía de saber para hacer las pruebas para el equipo de Gryffindor, donde él estaba seguro que quedaría; de pronto, apareció una lechuza parda y se posó sobre la cabeza del animago, quien reconoció con satisfacción el sello de Hogwarts, le pagó al ave, llamó a Hatty.
—¡Entré a Hogwarts —se emocionó—, ¿no es genial?! —le preguntó a Sirius, quien sonriendo asintió— ¿Me llevarás al Caldero Chorreante?
—Eso no lo dudes —le aseguró— ¿Continuamos? —le preguntó.
No le sorprendió que Hatty tomara rápidamente su escoba y se elevara. A Sirius le gustara que fuera una jovencita tan alegre. Y pronto comenzaría sus estudios mágicos, sería tan divertido saber las aventuras de su ahijada.
