Chapter 1: Un visitante inesperado
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Un fuerte y fresco viento cubría las calles de Seattle amenazando con caer una fuerte llovizna. Las hermanas Puckett caminaban con bolsas del supermercado riendo a carcajadas por la diversión que tuvieron con "sus" amigos a escondidas de sus padres. Melanie; la más responsable, linda, educada, inteligente y fan del color rosa. Todo lo contrario a su hermana gemela; Samantha. Samantha, o Sam (como le gustaba que le dijeran), es la más irresponsable, mala, sin modales, no muy lista y que aborrece el color rosa.
Las gemelas Puckett no se le llamarían tanto que se diga como "Gemelas Idénticas", al menos no en la actitud. Eran exactamente iguales en el sentido del aspecto físico. Si a una le salía un barro en la mejilla izquierda, a fuerzas, a la otra también. Lo único que las diferenciaba era que Melanie tenía un lunar en su hombro izquierdo y Sam en su hombro derecho
En fin, las dos chicas reían a carcajadas por la diversión que pasaron con sus amigos a escondidas de "sus" padres. Al llegar a su casa, en un pequeño vecindario, se encontraron con un demonio mirándolas con enojo y negando con la cabeza; su madre.
-Mamá, yo…- trató de decir Melanie para justificar su ausencia pero su mamá la interrumpió bruscamente.
-Quiero que me expliquen por qué llegaron tan tarde si solo iban al supermercado a comprar unas cuantas cosas- dijo enojada con los brazos cruzados.
-Es que mamá, nosotras estábamos en el supermercado pero la fila para cobrar era gigantesca y por eso nos tardamos tanto ¡Nunca había visto una fila tan grande mamá!- dijo Sam, la más habilidosa para mentir. Se le hacía fácil porque nada se le quedaba en la conciencia, pero a Melanie sí.
-A ¿sí? Porque no me pareció eso al escuchar esta grabación- dijo su madre mientras apretaba el pequeño botón rojo del ordenador del teléfono para reproducir la grabación de la última llamada.
"-¿Hola cómo estás?- decía una voz de chico muy alegre.
-Estoy en mi casa, saldremos al supermercado- dijo una chica muy aburrida.
-Pues los chicos saldrán un rato y nos veremos en los Licuados Locos- decía muy animado- ¿Quieres ir?- preguntó aún con su sonrisa muy grande.
-es que…- trató de decir la chica pero el chico la interrumpió.
- Ándale Melanie, llama a Sam y nos vemos en los Licuados locos, ¿Ok?- dijo el chico- ya, no te puedes retractar. ¡Adiós!- finalizó para después colgar."
-¿Me podrían explicar "esto"?- decía su mamá aún con las manos cruzadas.
-Mamá… es que…- trató de decir Sam pero su mamá la interrumpió y les dijo que estaban castigadas y que no irían ni se verían con sus amigos durante un mes. Que solo podrían verlos en la escuela, pero nada más. Les dijo que subieran a su cuarto después de dejar la despensa en la barra de la cocina y que no bajarían hasta que se les dijera.
La chicas subieron a sus cuartos como les había dicho su mamá, y soltando las mil primeras maldiciones que se les venían a la mente.
Cuando Sam llegó a su cuarto, azotó la puerta y le puso seguro. Encendió su computadora de escritorio y, en cuanto se quiso meter a internet, le salió una nota que decía "Lo sentimos, pero el internet fue desconectado. Revise su modem y verifique la disponibilidad de la red."
-¡Mamá!- gritó enojada la chica.
-¡El castigo implica nada de internet!- decía su mamá desde afuera de la habitación de su hija.
La chica se puso una almohada en la cara y, mientras pataleaba, gritaba como si su vida dependiese de ello. La pobre almohada recibió la furia y rabia que soltaba la rubia con cada grito.
Mientras, Melanie se encontraba en su cuarto leyendo un libro muy tranquila mientras pensaba "Ahora qué le hiso mi mamá a Sam" al escuchar los gritos de las dos…
Un chico castaño, muy atractivo, cargaba unas maletas hacía la cajuela de un pequeño auto mientras de su boca salían maldiciones y maldiciones para todo mundo y todo ser vivo. Un hombre de estatura baja y un poco gordinflón subía, también, muchas maletas al carro mientras veía como su hijo, el chico antes mencionado, le dedicaba unas miradas de desprecio.
-Hijo, es necesario- dijo su padre mientras cerraba la cajuela del pequeño auto ya que ya habían terminado de subir las maletas.
-Papá, esto no es necesario- decía el chico con los brazos cruzados –Solamente… nos pudimos haber quedado en un departamento- el chico muy enojado se agachó y empezó a atar sus agujetas.
-Hijo, entiende- decía su padre sin comprender por qué su hijo se encontraba tan enojado por la mudanza que se llevaría a cabo –Mi amigo Harry me dijo que nos recibiría en su casa y…- trató de explicar el hombre pero el chico lo interrumpió.
-Papá, hay chicas… ¡Dos chicas!... en esa casa- dijo levantándose rápidamente y cruzándose, otra vez, de brazos.
-Y…- decía su padre sin entender poniendo las manos a la altura de sus orejas y moviendo la cabeza de un lado a otro.
-¡Odio a las mujeres!- dijo el chico enojado –Son tan… tan… ¡tan todo!- se recargó en el carro.
-¿Cómo que "tan todo"?- preguntó su padre sin entender.
-Pues tan malas, tan exageradas, tan enojonas, tan sentimentales, echan sus sermones de ochocientas mil palabras, son tan presumidas, son tan queda bien, tan… como ya te dije, ¡tan todo!- dijo caminando de un lado a otro haciendo ademanes con sus manos.
-Pues también pueden ser tan guapas, lindas, sacrificadoras, tan buenas, tan… ¡tan todo!- dijo su papá.
-Tsk- dijo simplemente el castaño.
-Ya no hay vuelta atrás- dijo su padre subiendo al auto- sube al auto, si no, no llegaremos con luz a Seattle- dijo y serró la puerta del piloto cuando estaba ya arriba.
-Bien, pero si me acosan, me hieren o me hacer cualquier otra maldita cosa estúpida o peligrosa, sean mujeres u ogros, las mataré- dijo y se subió al asiento del copiloto.
No pensaba en que cualquier chica de Seattle lo enamoraría hasta el no poder. Tal vez era cierto que detestaba a las mujeres, pero eso era seguro, conocería a una chica que cambiaría todo su ser y su breve opinión hacía las mujeres. "Tal vez no fue tan malo aceptar el favor de Harry…"
-¡Mamá!- gritó una Sam con enojo mientras bajaba las escaleras.
-¿Qué quieres?- dijo con enfado su madre que se encontraba al teléfono -¿Qué no vez que estoy al teléfono?- tapaba el teléfono para el que aquel que estuviera en la otra línea no escuchara los gritos y discusiones de las dos.
-¡Tengo hambre!- decía mientras caminaba hacía la sala para terminar frente a frente con su mamá.
No, no puedes comer hasta que lleguen los invita…- pero se calló antes de decir todo –Mira, hija. No puedo estar perdiendo el tiempo con tigo, ¡Ya vete a tu cuarto!- decía su mamá pero Sam solo volteaba los ojos y decía "Si, ajá, ajá, mjh."- Mira, sé que me estas ignorando… en menos de cuatro horas las quiero, ¡A las dos!, bien arregladas y bañadas… por favor- finalizó para después continuar en la llamada.
-Bien- dijo y rápidamente subió a su cuarto.
-Bueno, ¿Qué decías?- continuó su mamá con la llamada –Ah, ok. Yo le digo a Harry que te llame Gustavo… descuida, no se me olvidará- finalizó para después colgar y empezar a llamar a su Esposo; Harry.
En el cuarto de la rubia Sam se encontraba la "Rubia Sam" haciendo un tiradero y poniéndose el pijama –Si mi mamá quiere a una hija presentable, le daré lo que quiere… Una hija MUY presentable- dijo con una sonrisa- o bueno, para mi "esto" es ser presentable-….
En el cuarto de alado se encontraba otra rubia en su laptop chateando con su amiga; Wendy.
-Mi mamá nos castigo pos salir con ustedes- dijo mientras comía un chocolate.
-Hay amiga, lo siento tanto- decía con pena –Todo fue culpa mía- se tapaba la cara casi llorando.
-Claro que no, nosotras sabíamos que estaba mal porque mi mamá tarde o temprano se enteraría- empezaba a explicar para que su amiga no se sintiera mal- técnicamente, fue nuestra culpa, no tuya ni de los chicos. ¿De acuerdo?- dijo y la señalo a su amiga dentro del monitor.
-De acuerdo- dijo su amiga - pero no que tu mamá les quitó el internet- se extrañaba ya que para el chat se necesita el internet.
-Sí, pero se le olvido que yo tengo Banda Ancha- dijo con una sonrisa. Se empezaron a escuchar pasos hacía la habitación- tengo que irme. Adiós- finalizó y serró la laptop. Rápidamente se abrió la puerta; era su madre.
-Hija, tal vez Sammy no te dijo, pero quiero que se bañen, que se arreglen y que arreglen la casa- decía con una voz calmada a comparación de la que tenía cuando hablaba con Sam.
-Ya voy mamá- dijo, pero antes de que su mamá cerrara la puerta de la habitación para salir Melanie la detuvo -¿Por qué?- preguntó con extrañes.
-Solo háganlo, por favor- dijo su madre y cerró la puerta. La "Bruja" como le decía Sam se dirigió al cuarto de esta rubia pero al querer girar de la perilla no se pudo; Sam le había puesto seguro a la puerta.
-Sammy, ábreme la puerta- decía su mamá calmada, ya que si empezaba a gritar Sam solo la ignoraría.
"¿Qué le ocurre a mi mamá?... Tal vez piensa que así me controlará; se equivoca"
La rubia solo guardaba silencio, si su mamá no la oía no le preguntaría nada más. Su mamá empezó a tocar la puerta muy fuerte y ya, muy enojada, tomo las llaves que siempre guardaba en su cajón.
-¡Oh, Oh!- dijo Sam al escuchar a su mamá abriendo la puerta. Cuando su madre logró abrir la puerta Sam se quedo en shock. ¿Qué le iba a decir? ¿Qué quería ser la chica más presentable del universo y que por eso destrozó su cuarto y se vistió con el pijama?
-¡Quiero que arregles este cuarto! ¡Te bañes y te arregles! ¡AHORA!- grito su mamá furiosa y azotó la puerta.
"¿Ahora qué hago?... destrozar es fácil, pero ordenar no."
-Si mamá- dijo la rubia cuando su madre ya se había ido. Era evidente que a su mamá nadie la vencía; nadie.
Melanie bajó las escaleras para llegara a la sala donde se encontraba su mamá –Mamá, escuché gritos horribles ¿Qué pasó?- dijo con preocupación.
-Nada hija, ¿Puedes hacerme una favor?- pregunto sobándose la cabeza, que le dolía mucho por los gritos que había dado todo el día. La chica asintió a la pregunta de su madre –Ve a la tienda y compra un poco de espagueti y un frasco de salsa con carne para hacer espagueti a la boloñesa- La chica asintió tomo el dinero que su mamá le dejó en la mesa de centro de la sala y se retiró de ahí.
La chica caminaba por las calles, hasta que llego a la tienda…
-Papá, ya me canse de este tonto viaje- dijo un chico castaño en el asiento del copiloto de un pequeño auto quejándose con los brazos cruzados.
-Deja de quejarte- decía el hombre con fastidio- mira ahí hay una tienda, bájate y compra unos refrescos y unas papas- dijo su papá estacionándose para que su hijo bajara.
-Ya voy- dijo el castaño con fastidio. Bajó del auto y se dirigió a la tienda. Al entrar vio a una chica rubia tratando de alcanzar un paquete de espagueti crudo que se encontraba en uno de los estantes de hasta arriba.
"tonta" pensó el chico; solo la ignoro. Pero al ver que la chica se cruzo de brazos muy triste él se acerco y bajo el paquete de espagueti crudo.
-¡Wow! Gracias- dijo la chica muy simpática con una sonrisa.
-De nada… adiós- dijo el chico y se dispuso a buscar lo que tenía que comprar, pero alguien lo detuvo del brazo.
-¡Espera! Al menos, quiero saber tu nombre- dijo la rubia con una sonrisa.
-¿Para qué?- dijo el chico sin saber porque esta tonta rubia le pedía su nombre.
-Pues tu me ayudaste… quiero saber tu nombre, yo me llamo Melanie- dijo sin borrar la gran sonrisa de su cara.
-Fredward- dijo el chico, se soltó del agarre de la chica y se fue a buscar sus papas y su refresco.
"¡Wow! Que chico más simpático" pensó la chica embobada. Cuando la rubia terminó de pagar se fue a su casa pensando, todavía en aquel muchacho.
Cuando el castaño terminó de pagar se salió de la tienda y se fue con su padre.
-Ya- dijo el castaño cuando subió al carro.
-Hijo, prepárate- decía su papá muy animado –en menos de 5 minutos estamos en la casa de Harry- dijo arrancando rápidamente.
-Que emoción- dijo sarcásticamente el chico mientras comía sus papas...
Una rubia entró a la casa de los Puckett -¡Ya llegué!- gritó para que su mamá la escuchara y, como nadie respondía, dejo la bolsa donde se encontraba el espagueti y el frasco de carne con salsa en la barra de la cocina.
Cuando subió a su cuarto se acordó lo que su mamá le había dicho "Quiero que se bañen, que se arreglen y que arreglen la casa" Al acordarse se puso a arreglar su cuarto y a barrer la sala y la cocina para después rápidamente bañarse y arreglarse muy bien.
Cuando terminó de arreglarse y arreglar la casa entró al cuarto de Sam y la rubia se encontraba en la cama acostada comiendo un chocolate en pijama viendo hacia el techo.
-Sam, mi mamá se va a enojar, báñate y arréglate- dijo con preocupación de que su mamá llegara y Sam sin arreglar.
-Ya voy- dijo y se paró de la cama para dirigirse al baño en donde iba a darse una ducha.
Al entrar al baño escuchó que tocaron el timbre y escucho la voz de su papá; ya había llegado del trabajo.
La rubia se bañó y se dirigió a su cuarto en toalla mientras prendía el pequeño estéreo que tenia y empezaba a bailar después de haberse puesto la ropa interior. Bailaba como loca y se peinaba el cabello al mismo tiempo.
-¡Ya llegamos!- dijo el padre del castaño mientras se estacionaba.
-¡No!, No iré - dijo el castaño cruzándose de brazos
-Vamos hijo, sino entras no te comprare la laptop que tanto quie… ¿Hijo?- empezó a decir su padre pero se dio cuenta que el chico ya había salido del carro.
-Ya, toca el timbre- dijo el castaño a su padre cuando ya estaban frente a la puerta. El padre de este toco el timbre y puso una sonrisa gigante al ver quien le abrió.
-¡Harry!- dijo el Hombre y le dio un abrazo a su amigo, su amigo correspondió el gesto y los dejo pasar para que se acomodaran en la sala –Hola Pamela, ¿Cómo has estado?- saludó el hombre al ver a la mujer de su amigo
-Bien y, no te molestes, dime Pam- dijo la rubia de cabello corto saludando al hombre.
-Gustavo, así que este es tu hijo- dijo Harry señalando al muchacho- Hola joven- saludó al chico.
-Hola, soy Fredward- saludo y se presentó el chico.
-Bueno, mis hijas aún no bajan pero en lo que bajan este… pues pónganse cómodos- dijo Pam señalando los sillones.
-Fredward, ¿puede subir las maletas?- se dirigió a su amigo Harry. Su amigo asintió y Gustavo mandó al chico a subir las maletas después de que le dijeron en qué habitación.
Los mayores se quedaron en la sala mientras el chico subió las escaleras para dirigirse a su habitación. Al dejar las maletas en la cama de la habitación de huéspedes escucho música; en la habitación de enfrente se escuchaba música. El chico se acerco a la puerta y toco, como nadie contesto nada, abrió y se encontró con una rubia semidesnuda peinándose el cabello y saltando al ritmo de la música. Pero no era cualquier rubia, era la rubia que había visto en la tienda hace unos minutos; o al menos eso pensaba. La chica escuchó cómo se abrió la puerta y giró a ver quién había sido; ¡Era un chico!... y no solo eso, ¡La estaba viendo en ropa interior!
La chica lanzó un grito, agarró una almohada y se la aventó al castaño que se encontraba asomando la cabeza por la puerta. El castaño cerró la puerta rápidamente y se disculpó.
-Lo-lo sien-t-to- decía tartamudeando –Yo solo…- pero en vez de seguir disculpándose se dirigió a su habitación y cerró la puerta con seguro.
"Soy un tonto. Esa chica se veía buena onda en la tienda y ahora me va a odiar… pero… ¡Yo la odie primero!... bueno, siempre termino adiando a las mujeres sean las mas lindas del mundo con migo, son chicas y… ¡Las odio!, así que si me odia, no me importa, yo también la odio" pensó el chico…
"¿Qué clase de idiota es ese chico?... me vio en ropa interior y lo único que dice es "lo siento"… ¡Tonto! ¡Tonto! ¡Tonto! ¡Tonto! ¡Tonto! ¡Tonto! ¡Tonto!"
La rubia salió del cuarto, ya vestida: salió con unos jeans y una blusa. Bajó las escaleras y se encontró con su mamá y su papá charlando con un hombre un poco regordete.
-¿Hola?- dijo para que los mayores le hicieran caso.
-¡Ah! Hola, tus debes de ser Melanie- dijo el hombre, pero la chica lo corrigió.
-Sam- dijo con una sonrisa, demasiado forzada
-¿Y Melanie? hija- preguntó su papá – Necesito que vengan- la chica asintió y subió nuevamente las escaleras. Al estar en el segundo piso chocó con alguien; con el chico… ese chico.
-Hola- saludó la rubia con una sonrisa muy grande extendiéndole la mano al chico.
-H-hola- dijo el chico tartamudeando por recordar lo de hace unos momentos –me disculpo por lo de hace…- pero la chico no dejo que terminara.
-Descuida- dijo la chica, el castaño se sorprendió por la reacción de la chica; no se enojó, no le dio una bofetada… nada. Pero eso se acabó al escucharlo que diría la rubia–Yo sé como son los chicos de tu edad: pervertidos y morbosos- dijo con la misma sonrisa, pero con más burla.
-Disculpa, pero no creo que nadie quisiera verte, ME-LA-NIE- dijo el castaño –no tienes nada que enseñar- se burlo.
-Primero, me llamó Sam no ME-LA-NIE- dijo la rubia- Segundo, tengo el mejor cuerpo del mundo, por si no lo sabes. Y tercero, sí eres un Pervertido- finalizó y se fue al cuarto de su hermana
Cuando la rubia Sam llegó al cuarto de su hermana le dijo que su papá las llamaba y quería que estuvieran las dos abajo.
-Hijo- decía Gustavo al ver a su hijo bajar las escaleras -¿Por qué tardaste tanto?-
-Por nada, es que estaba cansado y me acosté un rato en la cama- dijo nervioso rascándose la nuca.
-¡Ya estamos aquí!- dijo Melanie bajando con Sam por las escaleras y poniéndose enfrente de los mayores.
"¡Son gemelas!" pensó el chico con sorpresa.
-Bueno, ella es mi hija Melanie Puckett- dijo Harry presentando a su hija como si fuera la mismísima emperatriz Kogo de Japón –y… ella es Sam- dijo rápidamente que casi no se había entendido.
-Deben tener hambre, siéntense, por favor- dijo Pam muy alegre y educada, señalando las sillas en las cuales les pedía que se sentaran los Benson.
-Claro- dijo Gustavo y se sentó en el extremo izquierdo de la mesa e indicándole a su hijo que se sentara alado de él.
-Bueno, no sé si les guste- dijo Pam sacando una cacerola color roja en forma de corazón –Hice espagueti a la Boloñesa- sonrió.
-¡Nos encanta! ¿Verdad hijo?- dijo con emoción dirigiéndose al castaño.
-Sí, si- dijo con una sonrisa.
-Bueno, ¿Qué estamos esperando?- dijo Harry - ¡A cenar!- se abalanzó sobre el plato para empezar a devorarlo todo.
La cena transcurrió muy rápido y los mayores se quedaron hablando y hablando hasta que dieron las 11:50.
-Bueno, creo que es hora de dormir- dijo Pam entre un bostezo.
-Creo que sí- dijo Gustavo –Me iré a la habitación… por cierto, ¿Cuál es?- preguntó, los Puckett mayores le enseñaron dónde era su habitación, le desearon buenas noches y se dirigieron a su cama para dormir tranquilamente.
Una rubia se encontraba en la terraza de la familia Puckett…
"Creo que otra vez fui solo una molestia para mi papá en ese lugar, ya que me dijo que me fuera a dormir porque ya era tarde… ¡Y apenas eran las 9:40 p.m.!... A mi papá no le importo, solo le importa Melanie; la perfecta de Melanie, la inigualable Melanie… ¡La todo Melanie!... Mi padre no cree que sea lista, nada lista; no cree que sea tan bonita como Melanie, tan femenina como Melanie… ¡No puedo tratar de ser tan Melanie cuando yo soy Sam! Qué acaso a mi papá le desagrada tener a una chica que no es tan femenina, que saca solamente seis y sietes en los exámenes… ¡Porque rara vez saco siete punto tres!... Mi papá solo hablando de la famosa Melanie. ¿Qué tiene ella que no tenga yo?... TODO…"
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Bueno, yo aquí con una nueva historia… Ojalá les guste.
NOTA: Pondré agradecimientos por los Reviews al final de la historia…
Próximo capítulo: "La escuela no es mi lugar favorito"
Cualquier queja o felicitación en el botón de abajo… Por favor…
