Araña
Cuando Roxanne Ritchi cruzó la puerta de la oscura y vieja guarida, no pudo evitar toser con todo el polvo que se levantaba hacia su cara. Un poco de viento provocado por sus manos fue suficiente para dar paso a la vista de una escena alarmante: Todo estaba desordenado, destrozado o en el peor de los casos, quemado.
-¿Megamente?- se atrevió a preguntar, no sin antes tomar el primer objeto que a su paso pudiera servirle de arma. -¡Megamente!
Roxanne tragó saliva para tomar valor y se introdujo en la profundidad del lugar. Lo conocía de memoria, pero en ese momento nada le era familiar.
Quiso nombrarlo de nuevo, pero un par de manos se adelantaron y la guiaron hacia el interior de un estante que continuaba en pie.
-¡Roxanne! -exclamó Megamente mientras la abrazaba- Oh, gracias a Dios. Roxanne, ¿estás bien?
-Si no cuentas que casi me da un infarto al creer que te había pasado, sí, estoy bien.
-Lo siento...
-¿Me quieres decir que está pasando?
Megamente la miró indeciso por un momento antes de asentir, entre abrir la puerta de su escondite y señalar al fondo del lugar- Ahí, ¿Ves?
Ella afinó la vista sin éxito alguno.
-¿Ver qué?
-Eso. Ese… monstro.
-Megamente, no veo nada
Ella intentó asomarse más, pero él lo impidió con un grito.
-¡No salgas! Es peligroso. He intentado deshacerme de ella toda la mañana pero nada funciona.
-¿Deshacerte de qué? ¡Deja de espantarme!
-¡Shh! Te va a oír...¡Está ahí! ¡Mira bien! ¡Esa maldita areña del fondo que no deja de acecharme!
Hubo silencio total. De pronto las puertas se abrieron con brusquedad y una muy enojada Roxanne salió del lugar.
-¿¡Todo esto por una araña!? ¡Tienes un robot basado en una!
Y sin más, caminó hacia donde la acusada estaba y la aplastó sin remordimiento.
-Listo
-Oh, así que era tan fácil…
Roxanne sólo giró los ojos. Había mucho que limpiar.
