Capítulo I – Una Nueva Amenaza

Tierra. Año 770.

Han pasado tres años desde la destrucción de Cell y la banda de Bojack.

El mundo parecía finalmente estar en paz. La vida parecía que transcurría con una tranquilidad sin precedentes. En la Montaña Paoz, una familia se encontraba viviendo de forma apacible en una cabaña de tamaño medio bastante acogedora. Allí dentro vivían cuatro personas. Un gigante pacífico que en otro tiempo había sido un fiero rey-guerrero temido por todos, Ox-Satán; una bella mujer de pelo oscuro, estricta pero dulce y amorosa, Milk, quien hacía poco había cumplido 32 años; y sus dos hijos: Goten, un bebé de dos años de edad; y el mayor, de 14 años, Son Gohan.

Puede que por fuera el muchacho vestido con ropas orientales, cabello negro y unos ojos castaños que mostraban paciencia e inteligencia, se pareciese a cualquier otro de su edad. Pero por dentro, Son Gohan era el guerrero más poderoso de la Tierra, y el protector de la misma en ausencia de su padre.

El hombre más poderoso del Universo, Son Gokú.

Pero esta bella tranquilidad pronto iba a ser interrumpida.

Mientras Gohan se encontraba jugando con su hermano menor afuera, en tanto que Milk se encontraba charlando tranquilamente con su padre al tiempo que preparaba la comida de la tarde, el cielo comenzó a oscurecerse poco a poco. Todo parecía indicar que una gran tormenta se aproximaba.

En circunstancias normales, la familia Son no le daría importancia. Después de todo, ya estaban acostumbrados a que en la Montaña Paoz, el clima solía ser un tanto impredecible durante los veranos. El día podía empezar con un sol magnífico y una hora después se encontraba lloviendo a cántaros.

Sin embargo, algo se sentía… diferente.

Goten se comenzó a poner inquieto y empezó a llorar pidiendo por su mamá. A los pocos segundos, Milk estaba afuera confortando a su hijo. Mientras lo tomaba en sus brazos, Milk no pudo evitar notar que la expresión de su hijo mayor cambió a una de preocupación mientras miraba al cielo con los puños cerrados.

Conocía esa mirada. Esa mirada la había visto tantas veces en Gokú cuando parecía que algo iba mal. Inmediatamente, Milk comenzó a mostrarse asustada.

—Gohan… ¿Qué sucede? —Milk le preguntó con una voz llena de angustia a su hijo.

—Algo está mal, mamá. Siento… un ki —contestó Gohan con la mirada fija en el cielo, como si tratara de encontrar la fuente del problema.

—Y… ese… ese ki, ¿es malo? —preguntó la mujer, rogando que no fuera la respuesta que ella creía.

—Es un ki maligno. Y bastante poderoso. No había sentido un ki así desde… —Gohan guardó silencio y dejó la frase en el aire. Era imposible. La última vez que sintió una fuerza similar había sido hace ya 7 años, en Namek. ¡Y él está muerto! ¡Trunks lo mató!

Los pensamientos de Gohan se vieron interrumpidos cuando un gran relámpago cayó justo entre Gohan y Milk, quien apenas y alcanzó a retroceder.

—¡Cuidado, mamá!

Otros relámpagos comenzaron a caer y el viento había comenzado a soplar salvajemente, como si fuese un huracán. Era tal la intensidad del viento que incluso las paredes parecían vibrar. Ox-Satán no fue ajeno a aquella sensación y desde una ventana gritó.

—¡Milk! ¡Entra a la casa! ¡Rápido!

Gohan ayudó a su madre, quien cargaba a su hermano pequeño, a entrar a la cabaña. Por suerte, Ox-Satán se había encargado de construir la vivienda con los materiales más resistentes y adentro estarían más seguros.

Una vez que ya todos parecían estar recuperándose de aquél susto, el teléfono sonó. Gohan se apresuró a contestar la llamada. Él ya sabía quién era.

Gohan, ¿sentiste eso? —dijo una voz preocupada del otro lado de la línea.

—Lo sentí, Krilin. Es un ki muy poderoso y maligno. No dudaría que, sea lo que sea, es el responsable de ésta tormenta —conjeturó Gohan.

Eso es lo que creo yo también. Por eso el Maestro Roshi ha decidido que todos los que estamos en Kame House nos vayamos con Bulma.

—¿Qué hay de los demás? —preguntó Gohan.

Bulma no ha podido establecer contacto con la nave de Vegeta. Tampoco tenemos noticias de Tenshinhan o de Yamcha. ¿Tú sabes algo de Piccoro?

—No. Lo único que sé es que el señor Piccoro dejó el Templo y está entrenando. Pero no le dijo ni a Dendé ni a Mr. Popo a dónde fue.

¡Maldita sea! —dijo Krilin desde el otro lado de la línea— No sabemos a lo que nos enfrentamos, Gohan. Quizás pueda ser algún nuevo enemigo y todos están separados.

Gohan podía sentir su frustración desde el otro lado de la línea. A él tampoco le agradaba mucho la idea de enfrentarse a lo desconocido sin el resto de los Guerreros Z.

Supongo… que depende de nosotros, ¿verdad? —preguntó Krilin no sin cierto grado de temor en su voz.

Gohan sabía por qué Krilin estaba asustado: por Número 18 y el bebé que estaba esperando. No quería abandonarlos.

Fue en ese momento cuando Gohan supo que era él quien tenía que ir.

—No, Krilin. Iré yo. —dijo con decisión. Su madre, quien estaba escuchando al otro lado de la habitación, no pudo evitar que sus ojos se llenaran de lágrimas.

"No. Otra vez no"

Pero Gohan… —comenzó a decir Krilin, sólo para ser interrumpido por el joven saiyajin con decisión.

—Krilin, hace apenas unos meses que te casaste con Número 18. Hace poco te enteraste, nos enteramos, de que ella está embarazada de su primer hijo. *Tu* primer hijo. No es justo para ellos, ni para ti. Tengo que ir.

Gohan, ¿estás seguro?

—Soy hijo de mi padre, Krilin. Soy el hijo de Gokú. Y le hice la promesa a mi padre de que protegería a la Tierra. Tengo que hacerlo.

Ambos permanecieron en silencio por un momento. Krilin se sentía culpable por no poder hacer más, pero sabía que tenía un deber con su esposa y su futuro hijo. Pero el que Gohan se haya mostrado comprensivo con él y con sus preocupaciones le hizo sentir mejor.

Gracias, Gohan. Eres un buen amigo. Tan sólo… quiero pedirte un favor.

—Lo que quieras, Krilin.

No te vayas a morir, Gohan… ¡y dale su merecido!

Gohan sonrió…

—Descuida. Estaré bien.

Sin decir más, Gohan colgó el teléfono y se volvió con su madre.

Sus miradas se encontraron. Milk seguía derramando lágrimas silenciosas mientras que su abuelo le ponía sus gigantescas manos sobre sus hombros para tranquilizarla. Ella sostenía a su hermano, Goten, en sus brazos; quien finalmente se había quedado dormido.

Milk miró a Gohan suplicante. No dijo ninguna palabra. Tan sólo esperaba que con aquella mirada pudiera persuadir a su hijo de no salir a jugarse la vida contra otro monstruo.

La imagen casi hizo que a Gohan se le partiera el corazón. Pero sabía que de no hacer algo, los primeros que sufrirían serían su familia. Tenía que hacerlo.

—Mamá… sé lo que piensas. Pero… —parecía que su determinación se iba a quebrar por momentos. Pero su sentido de deber era más grande— …tengo que hacerlo. Sabes que es lo correcto.

Milk lanzó un hondo suspiro de resignación. Por mucho que detestara admitirlo, Gohan tenía razón. Era lo correcto. Además… Gokú habría hecho lo mismo. Aquella realización hizo que se sintiese más tranquila; e incluso orgullosa de su hijo.

Aún con lágrimas en los ojos, Milk le dedicó una sonrisa dulce a su hijo y asintió. No sin antes decirle…

—Regresa pronto, hijo. Acaba con ellos.

Gohan le devolvió la sonrisa a su madre y fue hacia su habitación. Allí, al pie de su cama, se encontraba un baúl en donde Gohan guardaba algunos libros; y también su posesión más preciada.

Un Gi de color naranja y azul, complementado con botines azules y muñequeras del mismo color. Es un traje de artes marciales que le había pedido a su madre, similar al mismo que Gokú siempre usó en su batalla contra Freezer y contra Cell.

Un traje que, en cierto modo, lo hacía sentirse más cercano a él. Le hacía recordar por qué luchaba.

Gohan se cambió rápidamente el traje y tras despedirse de su madre y su abuelo, y de darle un beso en la frente a su hermano dormido, Gohan salió fuera de su casa. El viento seguía arreciando con fuerza y varios relámpagos caían en varias direcciones. Incluso en algunos lugares parecía que habían provocado incendios.

Gohan cerró los ojos para sentir con mayor precisión la fuente de aquella energía maligna. Tras unos pocos instantes, la pudo sentir. Se encontraba justo hacia el noroeste.

Gohan hizo uso de sus fuerzas y se rodeó de un aura plateada que lo hizo levitar unos pocos metros del suelo. Después de enfocarse y encontrar su centro, Gohan salió disparado a toda velocidad hacia el océano.

El guerrero más fuerte de la Tierra, el Heredero de Gokú, una vez más marchaba a la guerra. Una vez más iba a defender el planeta.

Y dentro de poco se daría cuenta que era una amenaza bastante peculiar.