¿Alguien conoce el grupo Tronic? Pues les recomiendo escuchar su canción "Titas y drogas" y entenderán como se me ocurrió este fic jajaja
Espero que les guste.
Bar estrafalario.
Otro termino de una larga semana, pero Gilbert iba feliz. Al fin podría hacer cosas de adulto con su esposa durante toda la noche. Como la amaba tanto, decidió demostrarle su asombroso amor regalándole sus chocolates favoritos y una botella de algo fuerte para poner mas entretenida la noche. Llego a su casa y entro silencioso, tal vez Elizabetha aún no llegaba, pero escucho ruido en la habitación. Se quita la chaqueta, desabrocho dos botones de la camisa y se aflojo la corbata, también se despeino un poco el cabello y puso su "sonrisa sexy y cautivadora". Abrió la puerta y…
- ¡Buenas noches a la esposa mas asombrosa de todo el mundo! -dijo Gilbert con su estridente voz.
- ¡Cierra la boca! -fue el "cariñoso" salidos que recibió de vuelta- ¿Acaso no puedes llegar en silencio al menos un día a la semana? ¿Y porque estas tan desarreglado? Ni siquiera eres capas de llegar bien parecido a la casa. -el hombre no lo entendía. Él venia en plan amoroso y terminaban regañándolo.
- Pero Eli, mi amor…
- ¡Cállate! -grito lanzándole el control remoto- Me duele mucha la cabeza, cierra la puerta.
Gilbert cerro la puerta y empezó a enfurruñarse, se puedo otra vez la chaqueta y tomo las llaves. Si Elizabetha no quería que le diera amor a la francesa, como decía su amigo Francis, entonces iría a tomarse una cerveza por ahí. No dejaría que siguieran insultando a su asombrosa persona.
Llego a un bar un tanto estrafalario, pero hoy estaba de humor para probar cosas nuevas. Dentro, estaba iluminado con varias luces de colores y música sensual. Había carias chicas bailándole e insinuándoseles a los clientes. Derepente, una de las chicas se le acerco y le beso la mejilla sonoramente, la miro con cara traviesa y ella rió cantarinamente mientras le ofrecía una cerveza. No alcanzo a probarla y la voluptuosa mujer le robó un apasionado beso y después…
- ¡Gilbert! -un sartén le dio de lleno en la cabeza- ¡¿Qué diablos haces aquí?! -era su esposa, al parecer ya sin dolor de cabeza y con esa expresión que siempre le provocaba escalofríos.
- ¡¿Qué acaso no vez, mujer?! Me tomo una cerveza porque mi esposa no me quería ni ver. -dijo actuando extremo dolor en sus palabras.
- ¿En un bar atendido por travestis? -pregunto entre risas.
- ¡¿Qué?! -enfoco mejor la vista y ¡Era verdad! Las chicas de aquel bar no tenían NADA de femeninas.
- Vaya, no te conocía estos gustos -y no paro de reír en todo el camino de vuelta a la casa.
Una vez que ya habían llegado, Elizabetha lo abrazo y lo beso dándole las gracias.
- Gracias por lo chocolates, Gil -el otro la beso de vuelta- y perdón por ese mal humor, pero las pastillas aún no me hacían efecto.
- Tranquila, nada que tu asombroso esposo no pueda soportar.
- En un bar de travestis. -susurro aun entre risas y la cara de asco de su esposo.
¡Gracias por leer!
Onny.
