Deseo y Nada Más
Sus jadeos resonaban por toda la alcoba, haciendo que sus alientos chocaran calida y delicadamente sobre los labios del otro. El calor que los estaba invadiendo aquella noche, podía palparse con mucha más facilidad que en otras ocasiones, esa noche mas que nunca se necesitaban el uno al otro. Y sus labios se entrelazaron nuevamente, explorándose como tantas otras veces. Mientras sus caderas se movían en un vaivén desenfrenado, obsceno, demandante.
-Near…- susurro el rubio entre beso y beso, en una frase que nunca podría culminar. Esa noche era infinitamente diferente a muchas otras en las que había gozado de la compañía de su pequeño rival. Esa noche de febrero se celebraba un día sumamente especial para muchas personas. Pero lo que estaban haciendo en las penumbras de aquella noche no estaba de ninguna manera relacionado con el hecho de que fuera 14 de Febrero. No, lo de ellos era puramente físico, únicamente para saciar sus mas bajos instintos, solo eso y nada mas. La relación que sostenían no se le podría llamar amistad, y mucho menos amor, era mas bien una enfermiza obsesión. Pero acaso no es eso el amor. Una enfermedad que te lleva hacer locuras, que te lleva a besar tan descaradamente a la persona que más odias en el mundo y para que sea aun mas bizarro, lo disfrutas y necesitas mas de ello. Por que si había algo que a Mello volviera completamente loco, eso era Near, su voz tan sumisa y suplicante, esa que solo Mello escuchaba, esa mirada vidriosa y llena de placer, Esa que solo Mello conocía, ese suculento y exquisito cuerpo, ese que solo Mello probaría.
-Ahh…!- un gemido travieso había escapado de los labios del peliblanco, sacando a Mello un poco de sus pensamientos para volver a concentrarse en el objeto de sus mas grandes delirios, para volver a besar aquellos labios.
-Mello- susurro ahora Near entre beso y beso. Bien sabían ambos que esto era puramente físico, únicamente para saciar sus mas bajos instintos, pero…- F-Feliz día de Sa-San Valentín.
Y sus ojos azules se ensancharon delicadamente antes de hundir sus labios en el cuello del menor, intentando no parecer sorprendido ni afectado por aquellas palabras.
-Igualmente- respondió antes de intensificar aquel movimiento de caderas, haciendo que los gemidos y jadeos volvieran a inundar aquella alcoba. Que tantas veces había sido testigo de aquellos actos indecentes, pero que esa noche había presenciado algo que no muchos tendrían el privilegio de ver, el florecimiento de algo que para ellos era innombrable, el nacimiento de algo que tal vez podría llamarse amor.
