Prólogo
Nuestra historia comienza en la infancia de la maga de espíritus celestiales más famosa, Lucy Heartphilia.
-Mami, mami! Cuéntame es historia otra vez – pedía una linda niña rubia de cinco años.
- ¿Otra vez? Pero si ya te la sabes de memoria… - decía Layla con una sonrisa.
Ante la tierna imagen de su hija haciendo carita de pena, Layla no tuvo más remedio que soportar sus ganas de reír y comenzó con la historia.
Hace mucho, mucho tiempo, la magia fue otorgada a los humanos. Esta magia no era buena ni mala, pero como siempre ocurre en la historia de la humanidad, las personas no comprendieron la responsabilidad que conllevaba la magia, y eso, fue su perdición.
Pueblos, ciudades, países y naciones comenzaron una guerra por conseguir un poder mayor y obtener magos más poderosos que los demás. Era el fin, el corazón humano había sido corrompido por la avaricia y la arrogancia, solo quedaba esperar a que llegase el trágico final.
Pero no todo el mundo era así, en un pueblo, en el lugar más apartado del país, se encontraba una joven cuyo nombre era Hikari.
Hikari con sus 25 años ya era madre d una hermosa niña que había heredado su rebelde y castaña melena. A esta melena le acompañaba unos hermosos ojos azules, de un azul tan profundo que te podías perder en ellos, una sonrisa que alegraba el día de quien la veía y una figura bien proporcionada con una suave piel aterciopelada. Lo más destacable de Hikari no era su apariencia, sino su corazón.
A pesar de que su infancia estuvo llena de dolor, eso no le impidió convertirse en la alegre persona que era, y eso se notaba. Era amada por todos, contaba con grandes amigos a los que consideraba hermanos y, como había sido demostrado a lo largo de su vida, hasta la naturaleza la amaba. En resumen, como su propio nombre decía, Hikari era la luz que iluminaba la vida de los demás.
-Mami, lo he decidido! – exclamó Lucy interrumpiendo el relato.
-¿El que, cariño?
-De mayor voy a ser como Hikari. Tendré grandes amigos y haré felices a todos siempre que pueda. – al decir esto, una gran sonrisa se dibujó en su cara.
Layla se sentía orgullosa y feliz de las palabras de la niña. La abrazó con cariño y le dio un beso en la mejilla. Cuando se separó se podía ver que su mirada estaba llena de amor hacía su hija.
-Mientras sigas sonriendo y sea tu misma, estoy segura de que lograrás hacer cualquier cosa. – respondió - ¿Seguimos con la historia?
- Siiii! Ahora viene lo mejor.
- Vale, vale. Continuo – dijo riendo.
A pesar de todo, la guerra llegó al pueblo de Hikari. Un día, se despertó con gritos que pedían ayuda, con el olor de casa y campos quemados… se despertó con el final de todo ante sus ojos. Su primer impulso fue coger a su hija y buscar a su amado y amigos para escapar juntos. Pero al salir solo vio destrucción, ninguna señal de sus seres queridos. Ante tal desesperación solo pudo orar a todo ser divino del que tenía constancia.
Sus suplicas fueron escuchadas, pero no por quien ella creía, si no por los mismísimos creadores de la magia. Ante ella apareció un dragón cuyas escamas reflejaban los colores del arcoíris, un majestuoso ángel de alas blancas, un ser con una belleza cautivadora de alas negras y un anciano con un gran bigote y una reluciente armadura. Estos seres le ofrecieron el poder para parar la guerra a cambio de su sacrificio ya que su puro corazón convocaría a la magia más poderosa.
Sin duda ni temor, Hikari aceptó el trato propuesto, con la única condición de que mantuvieran a salvo a sus seres queridos, para siempre. Los creadores aceptaron y Hikari fue envuelta en un halo de luz que se extendió por todo el mundo.
Los magos al ser bañados por esta luz, sintieron en su interior la suya propia, la cual había sido olvidada a causa de la guerra. Recapacitaron y se negaron a continuar con la absurda lucha proclamando que solo utilizarían su magia para el bien. De esta forma se crearon los gremios cuyo propósito era ayudar a los demás.
Al mismo tiempo los restos de luz del alma de Hikari tomaron forma y cada uno desarrolló mentalidad propia, aunque todos tenían algo en común, mantendrían la promesa hecha a su creadora de equilibrar la balanza de luz y oscuridad en los magos. Algunos decidieron irse con uno de los Creadores, quien a partir de ese día fue conocido como el Rey de los Espíritus Celestiales, mientras que otros partieron en su misión en solitario con la promesa de volver a reunirse cuando el equilibrio peligrase y su creadora volviese con ellos.
-Mami ¿Los espíritus celestiales son los que se fueron con el Rey bigotudo? – preguntó Lucy
- No se sabe, algunos creen que si, otros solo creen que esto es un cuento sin fundamento – le aclaró la madre – Y tú, Lucy ¿Tú qué crees?¿Es mentira o verdad?
-La absoluta y verdadera verdad – declaró Lucy con toda la confianza del mundo.
- ¿Y por qué crees eso? – Preguntó curiosa la madre.
- Porque tú siempre dices que la magia nace del amor que hay en el corazón, y no puede haber una magia más potente que aquella que nació de un corazón puro que solo quería proteger a los que amaba – respondió Lucy tranquilamente.
Layla quedó impresionada ante las palabras de su hija, pro antes de poder decir nasa, se escuchó el ruido de la puerta principal cerrándose, eso solo podía significar que el señor de la casa, Jude Heartphilia, había llegado.
-Papi!- exclamó Lucy feliz mientras saltaba a los brazos de su padre.
Layla veía con amor la escena ante sus ojos y antes de unirse a ellos, sin que nadie se diese cuenta, dijo
-Lucy, no olvides esas palabras, te harán falta en un futuro. Sé que ya no estaré aquí para ti y que sufrirás mucho, por eso espero poder darte todo el amor y felicidad que pueda hasta el último momento.
Con estas palabras, Layla se acercó a su familia sabiendo que su final estaba cerca y que su hija pasaría por muchas penalidades antes de volver a ser feliz.
Si a alguien le suena la historia es porque tambien publico en wattpad
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Sarisa
