Pues, como le he agarrado el gusto al límite de palabras, ahora vengo con una pequeñísima colección de capítulos de 270 palabras. Son sólo tres capítulos, y raro en mí, no hay romance. La historia está basada en diferentes sucesos en los que intervino Inglaterra, ya sea desde un punto de vista hetaliano o histórico. En sí, es una cadena de acto-consecuencia.
Los títulos de los capítulos están basados en la canción Bang Bang (My baby shot me down) los cuales modifiqué ligeramente y traduje al español. Como sea, el escuchar la canción o no, no afecta en nada.
Espero que lo disfruten.
BANG BANG
Capítulo 1:
Por ti las campanas de una iglesia sonarán
Cuando los ojos de la nación y la doncella coincidieron, esta frunció el ceño sintiéndose levemente ofendida por advertir en aquella mirada un deje de lástima y arrepentimiento.
—Pudiste haber salvado tu vida —susurró Francia consciente de que la respuesta que la joven había dado no sería del agrado de su enemigo, y contaba con que el ansia de poder de Inglaterra traería una fatal consecuencia para ella.
Jeanne d'Arc negó suavemente con un gesto.
—Se burlaron de usted, mi señor —él alzó ligeramente la comisura de sus labios reconociendo que esa no era la primera vez que aquello pasaba. Ella ignoró el gesto y acarició suavemente su cuello—. Sé que me quieren muerta, él y su pueblo, porque creen que de esa manera tendrán poder sobre usted. Y créame cuando le digo que eso jamás sucederá.
Él asintió con algo parecido a una sonrisa al atisbar en esa mirada aún inexperta la valentía que había visto en ella desde aquella primera vez que coincidieron sus miradas. Con paso vacilante se acercó hacia ella y tomó entre sus dedos la cruz que colgaba de la cadena que rodeaba el cuello femenino.
—Tan sólo me hubiera gustado que hubieras conocido el amor de un buen hombre —expresó con devota sinceridad depositando un dulce beso sobre la cruz.
Ella le miró sorprendida y su rostro se adornó con una sonrisa llena de gratitud.
—Ya lo he conocido, mi señor —admitió en un murmuro, su voz sonó grácil, y temiendo a ser impertinente, le besó la mejilla. Y para él, aquella muestra de afecto se volvió en algo único y muy doloroso.
