Hermione Granger cosía el decimoquinto vestido de esa tarde. Sus dedos estaban llenos de vendas por descuidos con la aguja. Hermione sabía que de usar magia podría terminar fácilmente con todos sus encargos, en menos de un santiamén, pero esto no era posible. El uso de magia en menores estaba restringido durante las vacaciones.
Terminó de coser y dio un suspiro. Esperaba que llegara pronto el torneo mundial de Quidditch, momento en que habría de partir hacia la casa de la familia Weasley. Mientras tanto, debía ayudar a su familia. Sus padres estaban desempleados, y la recesión los había afectado de muy mala manera.
Bien, ahora tenía que vivir en la miseria, pero cuando volviera a Hogwarts tendría sus gastos cubiertos. Esto debido al sistema de becas para alumnos de pocos recursos. Gracias a sus buenas notas, Hermione podía vivir bastante comodamente en Hogwarts (incluso podía decirse aparentaba mejor situación que su amigo Ron). Con lo que ganaba en este trabajo, además, podría ayudar a su familia.
Sintió un tirón en su vestido, que la hizo salir de su ensimísmamiento. Su gato Crookshanks era el culpable.
-¿Qué pasa Crookshanks?
Crookshanks soltó su vestido y corrió hasta la ventana, mirando hacia arriba. Una lechuza estaba parada en el marco, agitando sus alas. Hermione se levantó de inmediato.
-Disculpame, estaba en las nubes -le dijo a la lechuza, mientras abría su paquete-. ¿Es de Hogwarts? Seguramente la respuesta a mi solicitud de beca de... ¡ay!
Soltó un gritito porque el paquete había lanzado una exclamación.
-Mmprff... mpprrrrrf -masculló el paquete en forma de pergamino-. ¿Prfdrías apupfrarte en apfrirme?.
Hermione lo desenrrolló rápidamente, y se encontró con un retrato mágico. Su ocupante, un mago de aspecto antípatico, había caído de su silla.
-Estúpida lechuza. -dijo levantándose-. He viajado en dragones con vuelo más suave que tú.
-Disculpe -dijo Hermione-, ¿puedo ayudarlo?
-¿Tienes un cuadro de un firewisky? -preguntó el mago sarcásticamente-. No, entonces no lo creo. Phineas Nigellus, tú debes ser Hermione Granger. Dumbledore me ha enviado.
Hermione abrió la boca para preguntar el motivo, pero un estornudo la interrumpió.
-¡Chhistt! ¿Sabes que está lloviendo a cántaros allí afuera? Ese Dumbledore, no sé que estaría pensando. ¿Acaso cree que sólo porque soy mágico eso me hace resistente al agua? Todo porque...
Phineas se sacó el sombrero y lo exprimió. Más que agua, cayó una combinación extraña de varios colores de pintura. El gorro ahora parecía más gris.
-Genial, ahora necesitaré un repintado -Phineas miró a una Hermione bastante incómoda-. ¿Sigues ahí, chica Muggle? Bien, si quieres saberlo, te contaré lo que me ha sucedido. Todo ocurrió hace tres días, cuando llegaron las solicitudes de becas académicas.
-Mi solicitud... -comenzó Hermione, pero nuevamente fue interrumpida.
-Normalmente no me preocupo de este tipo de cosas. Es decir, es mi deber ayudar al director actual, pero mis habilidades están muy por encima de revisar documentos. Sin embargo, por casulidad noté un pequeño error.
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"¿Dumbedore?" pregunté "Esa Hermione Granger es la chica que sacó las mejores notas de tercer año?"
Hermione sonrió complacida de que se la reconociera por esto. Sin embargo, pronto la sonrisa se le borraría completamente.
"Así es, Phineas" me respondió.
"Pero Dumbledore, acaso vas a estampar el sello de aprobado en esa solicitud de beca?" pregunté.
"Sí, Phineas, eso pensaba hacer" volvió a responder.
"Dumbledore, sabes que no me gusta señalar cada vez que cometes un error, peeeero... estoy aquí para ayudarte" dije, con mi modestia habitual.
"Phineas, no hay ningún error en esta solicitud, si tú..." comenzó.
"No, no, Dumbledore, nuevamente tu conocimiento de las reglas te traiciona. El error no está en la solicitud, sino en tu aprobación de esta, según las reglas de Hogwarts. Recordarás que el código 6.b del reglamento de fondos para becas estipula en su subíndice g.3 que las becas serán 'otorgadas a alumnos que realmente las necesiten, a menos que puedan cumplir una función especial en servicio de Hogwarts, en cuyo caso deberán aceptar ese trabajo como requisito para su obtención'".
"Pero la señorita Granger... " empezó nuevamente Dumbledore.
"No, no, Dumbledore. Recuerdo bien a esa tal señorita Granger" dije. "Hija de Muggles, la mejor de tercer año (seguramente un error, esperaría que hubieran muchos Slytherins por sobre ella), amiga de Harry Potter. Seguramente una chica como ella podría cumplir muuuchos trabajos en beneficio de Hogwarts. Hay una larga lista de trabajos disponibles. Nada que un elfo doméstico no pudiera manejar, claro, pero...".
"Phineas!" exclamó Dumbledore, y me pareció notar un tono de enfado en su voz, totalmente injustificado. "Sí, creo que tienes razón. La señorita Granger está más que calificada para cualquier servicio en beneficio de la escuela. Por eso, no estamparé esta solicitud".
"Veo que te he hecho entrar en razón. No hay..." comencé, pero me interrumpió.
"Así pues, le enviaré una nueva forma. Pero, como no puedo permitirme otro error en este caso, la enviaré contigo. Sólo así podré estar seguro que llegará bien".
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-Y, ¿puedes creerlo?, me desenrrolló y me metió a este sucio paquete, con esta fea lechuza... -terminó Phineas.
Hermione encontró la nueva solicitud, dentro del paquete.
-SOLICITUD DE TRABAJO A MEDIO TIEMPO EN EL CASTILLO DE HOGWARTS.
Leyó rápidamente. No parecía diferente a la solicitud anterior. Sólo había una sección extra de "Habilidades y Cualificaciones". Hermione fue hasta su escritorio y comenzó a llenar todos sus datos.
