Trágame Nieve
Es Navidad, la tierra está cubierta por la nieve así que es más difícil esconder la vergüenza. Un benefactor con una importantísima suma de dinero es un caritativo con los huérfanos y sabe que les encanta el cuento de la Bella Durmiente. [Levísmo Huddy... creo
Disclaimer¿es necesario que diga que los personajes no me pertenecen? uu
Datos curiosos: 1) Los pensamientos de Cuddy sobre Chase y House los escribí antes del sorteo de personajes. 2)El sorteo es real, escribí papelitos con nombres de los protagonistas de House M.D. y otros con los de la Bella Durmiente y salió lo que sale aquí, así que no es mi mente pervertida la que lo hizo, ni lo haría. 3) Me guío para la obra con el cuento resumido (versión para niños de 5 años) de Charles Perrault y un poco por la película de Walt Disney, pero una escena solamente.
Gracias a NessylovesRoger por su ayuda para subir esto ... por tus molestias... te lo dedico!! y gracias también a xuanny87 que escribe unos Huddy's que me parten de la risa y que me dejan metida siempre... también para ti va esta locura!
Capítulo 1: persuasiones.
—Nieva.
A través de la ventana del despacho de la decana de medicina se ve el bello espectáculo, pero ella estaba demasiado ocupada como para darse cuenta. Sin embargo, su enano interlocutor de tímido aspecto, se lo hizo notar y no tuvo más que darse vuelta ante la insistencia en el silencio que se formó después de esa palabra.
—Ahmmm… Sí — trató ser lo más suave posible. Luego le volvió a mirar.
—Doctora Cuddy¿a usted le gusta la Navidad?
—Eh… — ¿Qué responder¿Qué responder a este hombre bajo con sombrero de copa, monóculo, calvo, redondeado y aspecto de niño que venía a ofrecerle algún beneficio para su PPTH? Fuese cual fuera el beneficio debía satisfacerle en esta entrevista, pues de ella dependería a lo menos la semana que viene y a lo más quién sabe. Se veía embelesado con los copos de nieve observó, por lo que la mejor respuesta debería ser un "sí". ¿Cómo sonar natural? —Sí. A veces me trae un poco de nostalgia, pero a la vez me anima. No sé… Me produce muchos sentimientos a la vez, pero es una linda fecha.
—A mí igual me encanta. Pero, simplemente, me hace feliz.
—Que bueno… Y… Dígame señor Smith¿de qué viene a hablarme?
—Ay, doctora Cuddy, sea paciente… Quiero hacer una importante donación a este hospital, pero quiero poner una condición, que tiene que ver con la respuesta que me ha dado. No es que desconfíe de usted, pero sólo quiero estar seguro de estoy haciendo un trato con una persona que entiende que los niños son el alma del mundo y que hay que hacerlos felices. En estas fechas es mucho más fácil hacer cosas así y dada su respuesta debo suponer que no le costará tanto acceder a mi condición.
—Muy bien… —susurró en tono asustado.
—Yo dono US$500.000.000 —(a Cuddy los ojos se le desorbitaron) — siempre y cuando usted sea capaz de reunir a los médicos más importantes de su staff y llevarlos a Orfanato San José para la víspera de Navidad y…
—¿Y? —apuró Cuddy, que ya tenía el "sí" en la punta de la lengua para escapar de su boca.
—Y —con voz soñadora: —representar la obra la Bella Durmiente del Bosque que les gusta tanto.
—¿Qué? —dijo casi sin voz.
—Pero claro que bajo ciertas instrucciones que le voy a dar dependiendo su respuesta.
Cuddy estaba en un dilema… Aunque se partía de la risa por dentro pensando en House vestido de príncipe medieval despertando de un beso a Chase… ¡Espera, espera, espera! "¿En qué momento se te ha venido eso a la cabeza? Me hace falta ir a ver si este idiota está pasando consulta". Pesándolo bien, podría ser, tenía que buscar a sus mejores médicos y ella no tenía porqué actuar. Además estaba ese gordo poso que no ganaría ni en una lotería.
—Sí. Sí señor Smith, acepto las condiciones.
—¡Perfecto! Mañana vendré a esta misma hora para ajustar los últimos detalles.
—Muy bien. Ehmmm… ¿Cuánta gente va a necesitar?
—Mmm… Seis… ¡No! Cinco. Sí cinco, porque el sexto es usted, debe participar por obligación, como una condición más.
A Cuddy se le cayó el pelo. ¿Ella actuar¡Imposible! Y si esa escena que había imaginado sin darse cuenta, en vez de ser chistosamente patética, fuese patéticamente atroz como en lugar de Chase fuese ella, Cuddy quien tuviese que besar a House… ¡Guacala!
—Pero…
—Son mis condiciones.
—Está bien.
¡Maldición¿Qué tenían que hacer 500, preciosos, millones de dólares en manos de un tipo tan loco¿Actuar ella? Hacer el ridículo, un papelón frente a un montón de niños que no tenía la culpa de los delirios de un viejo orate. ¿Por qué demonios el bendito dinero lo tenía que poseer gente tan lunáticamente excéntrica?
Cinco de sus mejores médicos. Obvio es a quienes escogería. Foreman, Cameron y Chase eran excelentes médicos y no permitirían que se salvaran de esto. Wilson era su amigo y tendría que estar con ella en un momento tan… ¿difícil? Y House… ¡maldito seas! Él sin duda alguna iba a estar allí. Si iba a tener que humillarse ella, él también tendría que estar ahí humillándose con ella, además se lo debía.
La bella durmiente… ser la princesa sería patético, sobre todo si tuviese que besar a House… ¡o a cualquiera! Eso sí que haría una humillación redonda. La otra opción era ser la bruja… demasiadas burlas de parte de House¡ya lo estaba oyendo! "¿harás de ti misma¡No se vale!". O estaban las hadas, decir estúpidos encantamientos y… "¿¿hacerse" la buena persona??
Pensaba en cómo convencerles o cómo contarles. Luego, simplemente, en que ella era la jefa, ella mandaba y los obligaría y no daría paso atrás aunque se pusieran a gritar "¡Attica!" para obtener apoyo, creyéndose las víctimas de esta Dominatrix… ¡Bah!
Y hablando de revoluciones ahí venía entrando el crío de Gregory House, sin previo aviso.
—¿Sabías que existen ciertas normas de conducta regidas por el sentido común? Como que uno debe tocar cuando se cruza con una puerta cerrada.
—No me des clases de normalidad, jefa, que tú no eres el mejor ejemplo. ¿Me puedes explicar en qué maldito momento mis consultas pasaron a ser de cuatro horas diarias a seis?
—Desde que se me antojó joderte la existencia —¿Ella había dicho eso? En sus labios escuchó más a Gregory House que a Lisa Cuddy.
—¡Hey! No era necesario que fueras tan linda… ¿No te basta acaso con el simple hecho de mantenerme trabajando en tu Hospital como un maldito esclavo a tu jodida disposición?
—No —se levantó y acercó su cara a la de él a través del escritorio, con una sonrisa maliciosa.
—Hey, hey, hey… esa sonrisa… me asusta. ¿Qué te traes entre manos? Sé que soy irresistiblemente atractivo, pero no estoy dispuesto a caer en la tentación. Aunque como sigas en esas posición, mostrando a tus amigas descaradamente por ese escote, no estoy muy seguro de poder evitar que una parte de mi cobre vida propia.
—Ja… ja… Ya me reiré yo más mañana.
—¡Ay! Que susto. Cuddy, realmente cuando quieres, aterrorizas. ¿Qué me ibas a decir?
—Entérate mañana. Ahora desaparece de mi vista que tengo trabajo que hacer. Y como me sigas mirando tan descaradamente los pechos te juro que subo a ocho tus horas de consulta.
—¡Oye!¿Y en qué tiempo voy a atender el departamento de diagnósticos si me obstruyes mi día con tus consultas?
—No sé, me da lo mismo. Ahora sal, antes que te eche a patadas.
—Trátame bien, soy cojito.
—Tus ocho horas de consulta empezaron hace media hora.
—¡Uy! Parece que a la doctora Cuddy no la han consolado en varias noches.
—¡Te lo advertí¡Sal de aquí! —se paró y agarró a House de un brazo y si bien no lo sacó a patadas, sí a tirones.
—¡Oye¿De dónde has sacado tanta fuerza?
—¡Vete! —rugió y le dio un último empujón, cerrando la puerta de golpe y con llave.
Se volteó y se agarró por la frente y puso la otra mano en la cadera. Se fue a sentar rápidamente y al mirar la puerta, House seguía allí con la cara pegada al vidrio, empañándola.
"Lisa, ignóralo" se dijo a sí misma y se absorbió en su trabajo. Pero la infantil reacción que tuvo no la dejaba en paz. Para aminorar su rabia se paró y cerró la cortina para dejar de ver un rato las estúpidas caras de pucheros que hacía House pegado como un caracol al cristal. Definitivamente esa maldita obra la tenía histérica.
House estaba muy intrigado por lo que tendría que averiguarse mañana, así que empezó a interrogar al nuevo sexy-tario.
—Oye, guapo¿sabes con quién ha hablado la doctora Cuddy durante la mañana?
—No sé si deba decírselo señor.
—¡Vamos! Dime. No le diré nada.
—¡¡¡¡HOUSE¡¡¡¡DEJA DE ACOSAR A MI SECRETARIO Y VE A HACER TU TRABAJO!!!! —le aulló la decana furiosa, desde el interior de la oficina.
House hizo un gesto como "esto es normal en ella" y el secretario lo miraba asustado.
—Chico, tu jefa te quiere, te ha salvado de mi interrogatorio, pero sólo por hoy… ¡oye! No me mires así… es la jefa, yo también debo hacerle caso de vez en cuando, a mi pesar.
Y salió poniendo cara de pánico.
Llegó el día y la hora.
House no pudo enterarse antes, pues Cuddy se encargó de echarle a perder el día llenándolo de trabajo, con todo lo que se le ocurriera o sino mandaba a Wilson a ocuparse de él.
Ahora Cuddy los citaba a él House, Wilson, Cameron, Chase y Foreman. ¿Qué querría cuando estaba tan "entusiasmado" trabajando?
Estaban los seis en el despacho más un viejito pequeño con cara de niño despistado.
—¿Quién es el llavero?
—¡House! No le haga caso señor Smith. Saquen un papel.
—¿Qué?
—Esto House, saquen un papel del sombrero del caballero —dijo haciendo la acción.
—¿Por qué?
—Porque soy tu jefa y lo ordeno. Y de ustedes también —afirmó amenazante. Los otros se asustaron y sacaron un papel cada uno. —House, sólo faltas tú.
—¿Cuántas horas más de consulta me podrías agregar si no lo hago? La jornada laboral legal es sólo de ocho horas, así que estarías pasando por sobre la ley.
—Son acumulables a través de los años.
A regañadientes House sacó el papel y fue el primero en leerlo, pues los otros no se habían atrevido.
—¿Princesa Aurora¿Es el nombre ficticio de alguna prostituta que me quieres obsequiar¡Que generosa eres!
—Es tu papel en la obra —sonrió divertida.
—¿De qué hablas?
—El señor Smith es un posible benefactor de este hospital, pero para que ello ocurra debemos realizar una obra de teatro para los niños de un orfanato. La Bella Durmiente para ser precisos.
—¡Es que les encanta! —acotó el señor Smith.
—El señor Smith ha querido que los papeles salieran al azar, porque…
—¿Y tú estás trastornada o qué? Yo no pienso hacer esto.
—¿Porque te tocó ser la princesa? —rió Cameron. —A mi me parece bien, si es por alegrarle el día a unos niños huérfanos. ¿Qué les tocó a ustedes? A mí ser el hada roja.
—A mí el hada verde —dijo Foreman incrédulo. —Por primera vez estoy de acuerdo con House desde el principio.
—A mí el hada azul —dijo Wilson en tono ceremonioso. —¡oh¡Vamos¡Que no les dé vergüenza! Es por una buena causa, los niñitos huérfanos necesitan que se acuerden de ellos.
—¿Te recuerdan a tus mozalbetes peladitos de oncología, mi querido Wilson?
—House, House… Velo por el lado positivo: eres "la" protagonista.
—¡Oh¡Sí! Para que me vean todo el rato y se burlen de mí porque no me he depilado.
—Vamos dos a dos —anunció Cuddy, terciando. —Así que con Chase nos queda votar.
—¿Cuddy? —preguntó House interrumpiendo a Chase. —¿No serás tú el príncipe? De ser así acepto el papel. Las cosas buenas siempre implican un sacrificio.
—No, para tu desgracia soy la bruja y la que te hará la vida imposible.
—¡¡Pfff!!… ¡Pero si eso ya lo haces¡No se vale! Ella hace de ella misma.
Cuddy rodó sus ojos.
—¡Esperen! Entonces Chase¿tú…?
–Sí soy el príncipe y me encanta la idea, de no ser porque tendría que besarte a ti, por lo tanto estoy en desacuerdo.
—¡Genial! —chilló Cuddy sarcástica, sintiéndose como en un déjà vú —es un empate.
—¿Entonces qué hacemos? —preguntó Foreman con los brazos cruzados.
—Nada. Yo soy la jefa, así que mi voto vale por dos. Punto. Se hace la obra. Señor Smith, sé que se va, así que me despido afuera de usted.
Salieron.
—¿Ven cómo es tirana? A ustedes los puede despedir, por eso deberían temerle. Yo sé que soy más poderoso que ella, pero para que esté tan empecinada… quizás por cuánto nos está vendiendo.
Cuddy volvió a entrar.
—Es una versión un poco modificada y nos tendremos que juntar a ensayar. ¿Les parece a las nueve estos cinco días previos al estreno? Y si no les parece, no me importa, porque es una orden.
Cameron, Wilson y Chase asintieron.
—¡No! —gritó House —y tú eres un traidor —le dijo a Chase.
—House. Vamos. No doblegarás mi voluntad así como así. Yo soy la todopoderosa decana de este hospital y si se me antoja te hago trabajar hasta el 3023 o te puedo hasta reducir tus horas de consulta.
—Chantajista. ¿Cuánto por hacer el ridículo? Y piénsalo bien que soy difícil.
—Lo dejamos en cinco horas de consulta diarias y una salida conmigo.
—Siempre aprovechándote de mí¿cierto?
—¡Oye! Yo creía que lo de la salida te gustaría para joderme la existencia un rato. Para mí no es ningún gusto. Sólo lo hacía para persuadirte, dr. House.
—Dra. Cuddy, siempre tan gentil. Aunque mi cuerpo no lo utilizará, por más que quiera. Así que satisfaga sus bajos instintos arrendando sexo.
Cuddy se sintió incómoda, pero no por lo que House le había dicho, sino porque escucharan los demás, sobretodo los patitos.
—Vas a actuar —moduló cada sílaba.
—No —y salió del despacho.
Cuddy miró asesinamente a los que quedaban adentro.
—Yo actuaré —aseguró Wilson. —A las nueve, a la salida, hoy —y salió tras House.
—Yo también—dijo Cameron para salir luego.
Chase también lo afirmó y salió.
—No se preocupe. Sé que no tengo tanto poder sobre usted como House, así que a mí sí me despediría sin chistar. No queda otra cosa —y Foreman salió.
—House no tiene poder sobre mí.
Wilson alcanzó a House por el pasillo.
—House, no puedes hacerle esto a Cuddy.
—¿Hacerle qué? Ella quiere humillarme.
—Nah, hombre. Ella sólo quiere el bien para el hospital y bueno, tú eres parte del plan. No eres el centro del mundo.
—Sí lo soy. Al menos el de ella. ¿Por qué entre todos los médicos fue a elegirme a mí?
—¿O a mí¡Vamos! No seas crío. A parte, yo creo que fueron condiciones del viejito, o ¿crees tú que ella querría actuar?
—Pero es diferente. Si yo hubiese tenido que ser el Príncipe Encantador sería perfecto, todas querrían conmigo¡¡pero con un vestido!! Y ella, tan sólo debe hacer de ella misma, pero más tapada. ¡Rayos! Si fuese la versión para adultos la hubieran vestido en cueros y podría tener algo entretenido todo esto, siempre las malas están más buenas que las buenas.
—House¿en qué filosofía barata te fuiste?
—Nah, ese eres tú, Jimmy. Y no me mires con esa cara. No lo voy a hacer… ¡Ay¡Mierda!
—¿Qué te pasa?
—No, nada. Sólo es esta estúpida pierna —sacó el frasco de Vicodina, pero… —¡Puta mierda¡Se me han acabado! Jimmy, debes hacerme una receta.
—Bueno hombre, vamos a mi despacho.
Llegaron, le hizo la receta y se la entregó. No lo acompañó más pues lo llamaron a ver a un paciente.
House llegó hasta donde estaba el farmacéutico del hospital, pero…
—Lo siento, pero la dr. Cuddy dio orden de que no le podíamos suministrar más vicodinas.
—¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Queeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡CUDDY!!!!!!!!!!!!!!!!
Se aventó hasta el despacho de la decana y abrió la puerta con violencia.
—¿Qué quieres House? —preguntó con voz cansada sin levantar la vista de su papeleo.
—Mis vicodinas. ¡Me duele la pierna Cuddy! Me duele mi maldita pierna. ¿Acaso esta es tu medida de presión para que acepte actuar en esa estúpida obra?
—No. El hospital gasta mucho con tus excesos de medicación y debía hacerlo, porque me lo estaba exigiendo el consejo. Se dio la casualidad que calzó con el incidente, así que bueno, lo usaré—recién con esa última frase lo miró con una sonrisa apretada y desafiante.
—No voy a actuar.
—No te daré tus vicodinas.
—¡Mujer¡Compadécete de mí!
—¡No pidas lo que no practicas!
—¿Que no te doy lástima?… ¡Mírame cuando te hablo¡Me revuelco en mi dolor¡Ay¿¿Ves¡Me duele demasiado¿¿Qué quieres que haga¿Que me quite los pantalones para que recuerdes qué es lo que me tiene así?, eso haré —cerró la puerta y se bajó los pantalones.
—House no seas patético —le reprochó comenzando a dudar. —No te las daré.
—¿¡Cuddy, tú crees que yo quiero pasar por esto¡¡Estoy desesperado!! Me duele como a una puta cuando se lo hago, con la diferencia de que no lo estoy disfrutando. Podrías tener un poquito de la piedad de Cameron y compadecerse de este… ay… lisiado con un dolor insoportable.
—House, yo te doy dos vicodinas ahora si aceptas, dos a la noche si llegas a las nueve. Y durante todos estos días así, a medio día y a las nueve. Si actúas bien el día de la función te devuelvo tu autorización, sino seguirás con este régimen hasta que me aburra de verte todos los días la cara.
—Eres una vil serpiente.
—Lo sé. Tómalo o déjalo.
—Canalla… Dame mis dos pastillas.
—¿Aceptas?
—¡No me queda otra! Y dame las pastillas.
—Quiero oírlo.
—¡Ay! Por qué las mujeres son tan difíciles. Ya… ¡ay, mi pierna! Voy a actuar —aseguró entrecortadamente tomándose el muslo.
Cuddy sacó el frasquito de un cajón con llave, dos pastillas y lo metió y cerró y se las pasó. House las tragó al instante.
—Súbete los pantalones antes de irte, no vayas a asustar a mi secretaria nueva, como ya lo hiciste con mi secretario.
—Él no comprendió mi encantadora personalidad. Y tu secretaria… te daría las gracias. Bruja.
Bueno, qué tal? Me gustan las historias cómicas, más que las románticas, pero hay gente que para esto último tiene un toque adorable... hay niñas que escriben hermosos Huddy's, a mí sólo me alcanza para HousexCuddy (Rowen hace un pucherito). No me maltratéis mucho por favor... , pero decid la verdad... Dejad reviews!!! Ya vengo por el capi dos "Los Ensayos". Besitos!
