... estás deprimido, hoy no jugaste, te dejaron sentado. ¿Cuál fue el resultado?
¿Ganaron, perdieron? ¿Un empate tal vez? No logras recordarlo.
Sólo recuerdas el roce de su cabello contra tu mejilla en el momento en que lo abrazaste. Podrías seguir perdido en ese recuerdo, si no fuera por esa mirada que te incomoda, la sientes en todo el cuerpo. No es esa mirada cariñosa, protectora y un tanto lasciva a la que estás acostumbrado. No. Ésta vez es diferente, está cargada de reproche, parece reclamarte el por qué tenías que hacerlo.
Realmente es algo que no comprendes, no has hecho nada malo, sólo lo abrazaste como tantas veces él lo ha hecho. Eso te enoja. Se supone que sólo César tiene dercho a abrazrte, besarte o "rozarte casualmente" cuando se le pega la gana y tú no puedes hacerlo? Como si fueras el juguete bonito de un niño caprichoso.
Ese hecho te supera y decides enfrentarlo, sabe porque lo que hiciste es tan grave.
Te encaminas a los vestidores que, para suerte de ambos, están vacíos; sólo están él y tu.
-¡Javi! ¿Por qué has tardado tanto?
antes de que puedas reclamar cualquier cosa, la dulzura con la que ha pronunciado tu nombre te demustra que su enojo ha desaparecido. Pero decides ignorar ese hecho y hacer la pregunta
-¿Por qué te molestó tanto que te abrazara? - ¡Por Dios! tu tono de voz es tán patético
Su enojo ha vuelto a aparecer y te da la espalda, buscas sus manos, las toma entre la tuyas; necesitas una respuesta a como de lugar.
-Había una cámara frente a nosotros- responde al fin César con un hilo de voz
Ese hecho te agrada, te da la sensación de que, por hoy y por este momento, tienes el control.
Por fin sueltas sus manos y lo abrazas por la cintura.
-Aquí no hay cámaras. ¿O si?- le dices mirándolo a los ojos.
Y lo besas como si no hubiera un mañana, porque nada te hace más feliz que estar a su lado. Y en este momento todo méxico podría estarlos observando y daría igual lo que dijeran o pensaran.
César se libera de tus brazos y con cierto dejo de malicia en la voz y una sonrisa que no revela nada bueno te dice:
-Pero... deberás tener más cuidado para la próxima... o te puede ir mal
Acto seguido se da media vuelta y de va por el pasillo como si nada, dejandote sólo y confundido.
¡Demonios! Has vuelto a caer en su juego y de nuevo el juguete eres tu.
Y bien? Que tal?
Gustó? No Gustó?
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