Aquí tienen otra de mis historias. Es bastante nueva y también tiene algo que ver con la nueva adicción por Draco que he desarrollado. En fin, es bastante original (según yo) y espero que les guste. Acepto sugerencias y comentarios pero no sean tan duros aun. Por las otras historias no se preocupen, seguiré actualizando. Los invito a pasarse por ellas y adejarme reviews para saber si les gustan. El segundo capi de Granger, tenemos un problema, está terminado, así que pronto lo pondré.

Quiero dedicarle esta historia a mi amiga Chio (San Juan de Weasley) que me ha apoyado bastante con esta historia, muchísimas graciass!! saludos a todos y a leer )

Yo soy la espía

Por Natalia Potter

Capítulo I: Misión escobas

-Señorita Weasley ¡quiero verla en mi oficina! –dijo la cabeza del señor Oakmore desde la chimenea, haciendo que la pelirroja levantara la mirada y comenzara a guardar los papeles que tenía sobre el escritorio- ¡Ahora!

-Si, señor Oakmore, ya voy.

Ginny se levantó y salió de su despacho inmediatamente, la cabeza del señor Oakmore desapareció de la chimenea. Caminó apresuradamente por el extenso pasillo hasta llegar a la puerta que lucía el letrero "Warbick Oakmore, dirección de aurores".

-¿En qué puedo servirle señor Oakmore? –preguntó abriendo la puerta.

-Pase Weasley, tome asiento –indicó el señor Oakmore.

El jefe de Ginny era un hombre mayor, corpulento, algo calvo y muy malhumorado. Era imposible verle sin un puro en la mano, gritando a diestra y siniestra instrucciones sobre cómo debía realizarse un trabajo. No soportaba perder un segundo, era la persona más perfeccionista que pudiese conocerse. Y era precisamente esto, lo que le había ganado el puesto de director del Departamento de Aurores en el Ministerio de Magia, cada misión que hacía era exitosa, su liderazgo sobre el escuadrón era notable, explotaba en cada elemento las habilidades apropiadas. El Ministerio había logrado recuperar el respeto de la comunidad mágica debido al excelente trabajo de este hombre después de la guerra.

-Tengo una misión para usted, Weasley –dijo el señor Oakmore soltando una bocanada de humo- es muy importante, y sólo una investigadora tan inteligente y calificada como usted puede llevarla a cabo.

-¿Y de qué trata esta importante misión? –preguntó Ginny interesada.

-Verá Weasley, el señor Potter –ya empezamos mal, pensó Ginny al escuchar el nombre del que algún día fue su novio, y ahora después de haber vencido a Voldemort, la ignoraba- necesita información sobre un exmortífago del cual tiene sospechas, se dice que se ha reivindicado, pero usted sabe cómo son estas cosas, el mito de la limpieza de sangre tiene fuerza en muchas personas. Necesito que se infiltre en la empresa de la cual es propietario, quiero que tome un puesto en el que tenga mucho contacto con él para que se gane su confianza, e investigue su trato a muggles, ya le enviaré específicamente la información que necesito.

-¿Y de qué mortífago se trata? –preguntó Ginny. Temía a la respuesta, era muy conocida entre los mortífagos, primero por ser una Weasley, segundo por haber estado en el Ministerio, en el departamento de Misterios cuando murió Sirius Black, y tercero, por haber sido amiga cercana y novia de Harry Potter.

-Draco Malfoy, el dueño de la firma Nimbus, debes conocer esas escobas, son fantásticas.

Ginny se quedó perpleja ante estas palabras. Conocía a Malfoy de sobra. Era imposible que él confiara en ella algún día, era imposible conseguir trabajo en su empresa, esa misión no era para ella.

-Nada que supere a la Saeta de Fuego –dijo ella como si el tema fuera de poca importancia- pero no creo poder llevar a cabo esta misión, señor Oakmore, Malfoy me reconocerá inmediatamente, él sabe quién soy, conoce a mi familia, la relación es bastante mala. Siento mucho esto, pero será mejor que le asigne esta misión a otra investigadora.

Lo había hecho. Había tirado por la borda la misión que le daría el mayor éxito en su carrera. Había desaparecido la escalera por la que ascendería. Pero no podía hacer nada más, no podía espiar a Draco Malfoy, no podía siquiera presentarse ante él.

-No lo creo, Weasley, conozco sus habilidades, sé que puede superar eso y llevar a cabo su misión, el hecho de conocer a Malfoy no será problema para alguien tan capaz como usted. Confío en que empiece a trabajar cuanto antes en el asunto.

Y así, sin decir una palabra más, salió de su despacho, dejando a Ginny Weasley con las palabras en la boca, y un millón de cosas en la mente. Aquello era una locura.

-¡Potter! –gritó Ginny entrando en el despacho de éste hecha una furia.

-¿Qué sucede, Ginny? ¿Por qué entras así? –preguntó él asustado desde detrás de su escritorio.

-¿Qué sucede? ¡Me han enviado a espiar a tu amigo Malfoy, para que sepas si tus malditas sospechas son ciertas, eso es lo que sucede! –contestó sentándose frente a Harry.

Él la miró consternado. No sabía qué decir.

-Lo siento –dijo con la mirada baja- pero ¿cómo esperan que lo hagas? Malfoy sabe quién eres y…

-¡Exacto! ¡llegaste al punto, Potter! Tengo que ganarme la confianza del hurón a pesar de ser una traidora –dijo Ginny con fingida calma y una sonrisa cínica- y no tengo la más mínima idea de cómo lo voy a hacer. Lo que más me frustra es saber ¡QUE LA MALDITA INVESTIGACIÓN NO TIENE MÁS MOTIVOS PARA SER REALIZADA QUE TU PARANOIA CON RESPECTO AL IDIOTA ESE!

No esperó a que Harry le contestara, salió de la oficina, justo como el señor Oakmore lo había hecho hacía minutos.

-Delia, necesito que busques si hay bacantes en Nimbus Broomsticks Corporation, para mí, no des mis datos, pues tal vez quieran cambiar mi nombre. Sólo quiero que sea algo en lo que tenga mucho contacto con el dueño Draco Malfoy.

-Muy bien, señorita Weasley –contestó su secretaria- ¿desea algo más?

-Uhmmm, sí, un jugo de naranja helado, hace muchísimo calor. Los muggles deberían tomar más precauciones contra el calentamiento global, menos mal que nosotros no contaminamos.

Delia salió del despacho asintiendo. Ginny fijo su mirada en el expediente de Malfoy, que Harry le había enviado por medio de Delia, ya que no quería cruzar palabras con ella después de la discusión que habían tenido algunas horas antes.

Después de huir de Hogwarts, y poco antes de que Voldemort fuera destruido, Malfoy acudió al Ministerio pidiendo resguardo diciendo que estaba arrepentido de haber actuado bajo las órdenes del Señor Tenebroso, fue juzgado y sentenciado a dos meses en Azkaban por los delitos ya cometidos. Salió y fue resguardado junto con su madre por el Ministerio. Después de la muerte de Lord Voldemort, invirtió buena parte de la fortuna de la familia en la adquisición de Nimbus Broomsticks Corp. Con lo que logró la aceptación de la sociedad mágica de nuevo, y además, obtuvo millones de galeones en ventas. Sin embargo, nada se sabía de sus viejas prácticas oscuras y si habían sido reanudadas.

La verdad, no había razón para sospechar que lo hiciera, pero Ginny muy bien sabía, que Harry jamás dejaría de sospechar de Malfoy, y no desperdiciaría la oportunidad de enviarlo de nuevo a Azkaban.

Al cabo de unos minutos volvió Delia con un enorme vaso helado de jugo de naranja, y una lista de puestos a los que podía aplicar en la empresa Nimbus.

-El señor Oakmore me pidió que le dijera, que ya que el señor Malfoy la conoce, usted no usará su nombre real en la misión.

-Bien Delia, gracias por avisarme, mañana será un día bastante difícil, tengo que conseguir ese trabajo sin que él se de cuenta, y conservarlo cuando lo haga. Después decidiré cómo obtener toda la información –suspiró-. ¿Puedes comunicarme a la casa de mi hermano Ron?

-Si, señorita Weasley –dijo Delia y desapareció por la puerta.

La cabeza de Ron apareció en la chimenea del despacho unos minutos después, Ginny se sentó en el sillón de frente a su hermano.

-¿Qué sucede, Gin? –preguntó él. La luz y el crepitar del fuego hacían lucir el cabello de Ron como si se hubiera camuflajeado, y le daba a sus pecas tanta iluminación que parecían no estar en su rostro.

-Es la misión que me han dado, ¡tengo que espiar a Malfoy por culpa de Potter! El señor Oakmore quiere que entre a trabajar a Nimbus Corp. Y obtenga información sobre si volvió a las andadas –explicó Ginny sacudiendo la carpeta que contenía los detalles de su misión. Sentía unas ganas tremendas de lanzarla al fuego, pero sólo conseguiría golpear a Ron y tal vez picarle un ojo, pues los papeles no se consumirían debido a la red flu.

-No puede ser, ¿cómo piensas llevarla a cabo? –preguntó con algo de angustia Ron.

-¡No tengo idea! ¿Puedo ir a tu casa? Ya sabes, seguramente Hermione tendrá una mejor idea para resolver este caos.

-¡Claro que sí! Sólo que tengo que advertirte que es bajo tu propio riesgo, el embarazo la tiene algo alterada, tú sabes, está muy susceptible…

-A partirte la escoba en la cabeza yo no le llamo susceptible –dijo Ginny riéndose por primera vez desde que se le asignó la misión- yo le llamo saber llevar las riendas de su matrimonio.

-Oh, qué graciosa, me sorprende tu ingenio –contestó sarcástico- bien, aquí te esperamos a cenar entonces. Otra advertencia: si no quieres pasar la noche enferma del estómago trae la cena, ya sabes que a Hermy no se le da lo de la cocina.

-Muy bien, yo llevo la cena –dijo Ginny y un instante después la cabeza de Ron se había ido, junto con las llamas que habían hecho de marco.

Ginny acudió a la casa de su hermano en cuanto salió del trabajo esa tarde. Hermione y Ron se habían casado tres años después de salir de Hogwarts, y ahora, un año después, estaban esperando a su primer hijo. Ron había conseguido trabajo en el Departamento de Aurores también, sólo que como verdadero auror, y no como investigador. Vivían en una casa muy agradable, no muy grande, pero suficiente para sus necesidades y sus planes a futuro, como lo era el pequeño mago que habitaba en el vientre de su cuñada. Ella había conseguido un puesto en el Departamento de Control de Criaturas Mágicas, donde día a día luchaba por los derechos de los elfos domésticos, y ahora también, por los semi-gigantes, hombres lobo, enanos, entre otros.

Tocó la puerta de madera y esperó a que le abrieran. No tardó en abrirse la puerta, apareciendo Hermione detrás de ella, con un prominente estómago.

-Hola Hermione, ¡cada día está más grande ese bebé! –dijo Ginny saludando a su cuñada.

-Mientras sea niña no hay problema, imagínate tener dos varones en esta casa, me volvería loca –contestó Hermione sonriendo- pero pasa Ginny.

Pasaron a la sala, discreta, pero muy bien decorada y acogedora. Se sentaron en los mullidos sillones.

-Ron me contó lo de tu misión –dijo Hermione interesada-. ¿En qué piensa el señor Oakmore? Espiar es algo bastante arriesgado como para hacerlo sólo porque Harry quiere, y además a Malfoy… deben estar locos.

-Lo están-aseguró Ginny.

-Ginny, qué bueno que ya estás aquí –dijo Ron apareciendo por la escalera.

-Sí Ron, oh, casi lo olvido, traje pollo para cenar –dijo mostrándole una gran bolsa que hizo que la mirada de su hermano se iluminara. Ginny comenzó a moverla en forma de espiral y rió al ver que los ojos de él viajaban en la misma dirección siguiendo a la cena.

-Vamos a la cocina y ahí sigues contando, Ginny –dijo Hermione tomando la bolsa y apartándola del hambriento de su esposo, que parecía dispuesto a saltar a ella como felino salvaje en cualquier momento.

Hermione dejó la bolsa en la mesa y comenzó a sacar platos para servir el pollo. Ginny le ayudó a poner la mesa, mientras Ron observaba con la boca hecha agua. Parecía no haber probado comida decente en mucho, mucho tiempo.

-Necesito ideas, Hermione –dijo Ginny colocando los vasos- en cuanto Malfoy me vea me echará a la calle con una maldición, eso si me contratan ¿qué tal si en recursos humanos tienen a alguien igual de racista que él?

-Pero tú eres sangre pura, Ginny –dijo Hermione.

-Da igual, es como si no lo fuera, soy traidora a la sangre. Necesito trazar un plan, y no hay nadie mejor para eso que tú.

-¿Que yo? –repitió Hermione atónita- no sé qué puedas hacer. Lo único que se me ocurre es que cambies tu identidad, pero en cuanto descubra quién eres, Malfoy se volverá loco y te despedirá, nadie puede saberlo, y eso será muy complicado, tendrás que teñirte el cabello.

-Una Weasley no puede teñirse el cabello –objetó Ron sin apartar los ojos de la comida.

-¿Ah, sí? ¿Por qué no? –preguntó Ginny retadora, poniéndose una mano en la cintura.

-Porque… Porque es el sello distintivo. Aunque seas una espía, sería como, negar tu identidad –explicó Ron sin saber muy bien lo que decía.

-Ronnie, eso es precisamente lo que quiere Ginny –explicó Hermione- si quieres entrar a trabajar a esa empresa, y que nadie se de cuenta de quién eres, será mejor que te crees una nueva identidad, así eres libre de hacer lo que quieras en la empresa, sólo ten mucho cuidado de no ser descubierta.

Ginny no podía negarlo, el hecho de tener otra identidad en esta misión era algo que le llamaba mucho la atención, y pensaba hacerlo. Incluso esa misma noche pediría que le prepararán documentos falsos para empezar en Nimbus Corp. cuanto antes.

Cenaron comentando lo raro que se había vuelto Harry Potter últimamente, los obstáculos que ponía la sociedad mágica ante la búsqueda de igualdad de los hombres lobo, y el tamaño de la pansa de Hermione.

-Bueno, creo que es hora de que me vaya a casa, tengo varias cosas que hacer y mañana iré a "buscar trabajo" temprano –dijo Ginny después de cenar levantándose de la mesa y llevando consigo sus platos a la cocina.

-No te molestes, Ginny –dijo Hermione levantándose también.

-Déjala que se moleste –dijo Ron- si no vas a querer que los lave yo.

-¡Ronald! ¿No puedes comprender que en mi estado me resulta difícil dedicarme por completo al hogar? ¿No puedes ayudarme un día sin renegar? ¡Bien me lo decía mi madre, no te cases con un hombre incomprensivo! ¡Si hubiese sabido la clase de holgazán que resultarías ser…!

-Creo que se acabó la fiesta –susurró Ron al oído de Ginny.

-Te dejo con tu amorosa esposa –dijo Ginny caminando hacia la chimenea- hasta luego Hermione, muchas gracias por todo. Tienes toda la razón, no dejes que este sinvergüenza se salga con la suya.

-Gracias Ginny –dijo Hermione, y luego continuó- ¡ahora te quejas de que estoy embarazada, pero no te oí quejarte a la hora de…!

Ginny dio gracias a Merlín a la hora en que la chimenea se la tragó para transportarla a la madriguera.

Cuando llegó ya todos estaban dormidos, por lo que quitándose los zapatos para no hacer ruido subió a su habitación. Envió una lechuza al Ministerio, solicitando que se le preparara un cambio de identidad, y se fue a dormir.


Ok.. ahora viene la parte difícil ¿qué sucederá cuando llegue a nimbus corp? dejen muchos reviews y pronto lo sabrán )