"Per aspera, ad astra…" Seneca; (4A.d.C.–65), filósofo, político, orador y escritor romano.
Todos los personajes son de Masashi Kishimoto-sama.
Noches de luna llena
Especialmente dedicado a Tarian Drachen Dhe Lakur, por su apoyo de última hora con un genial video que colocó en el grupo Sasunaru.
Advertencias:
OcC.
Yaoi (SasuNaru).
AU.
Lemon/Lime.
Algunas groserías.
Miel, empalago, cursilería, ñoñería, romanticismo.
La siempre presente falta de ortografía.
El lector podría morir de aburrimiento.
Por favor, ten en cuenta que Zaphyrla es una autora que suele usar tratar contenido YAOI (Relación Hombre X Hombre).
¡Si no te gusta, no leas!
Una gota de sudor le resbaló por el pálido rostro, mientras ajustaba las flechas sobre la ballesta y a su vez, ésta la estabilizaba sobre su brazo. Podía escuchar con claridad los gruñidos de los animales salvajes que lo rodeaban, cortándole el paso, envolviéndolo, cazándolo… Vaya lio en él que el muchacho se había metido.
Un desagradable chasquido producido por unas fuertes mandíbulas lo obligó a tirarse a un costado, y segundos después astillas volaron por todos lados, originadas de madera destrozada por unos afilados dientes. El cazador maldijo por lo bajo su distracción, pero al mismo tiempo preparó su arma y disparó contra el enorme lobo negro que lo atacaba. Conocía perfectamente al animal, por eso no se sorprendió cuando, con una agilidad monstruosa, el lobo esquivó las flechas de su ballesta y se dirigió directo hacia él. Sus reflejos humanos no le permitieron apartarse por completo de las fuertes garras, que se hundieron en la carne de su brazo derecho como si sólo fuera mantequilla.
Mordiéndose los labios para contener un grito de dolor, el cazador estrelló su ballesta contra el lomo de la oscura criatura, buscando que lo soltara. El animal apenas sintió el golpe contra su cuerpo, pero se apartó del hombre con un gruñido bajo, un sonido asombrosamente similar a una risa burlona.
El lobo retrocedió hasta una zona despejada que dejaban los enormes y antiguos arboles a su alrededor, sin quitar sus ojos negros de la figura temblorosa en la que se había convertido el cazador. Ahí, alzando su enorme cabeza hacia el cielo nocturno, aulló hacia la luna llena que opacaba el brillo de las estrellas. Al hombre se le erizó la piel del cuerpo al reconocer el aullido de caza del hombre lobo, ¡esa maldita criatura estaba llamando al resto de la manada dispersa para reunirlos y asesinarlo!
Después de soltar su llamado, el animal bajo lentamente la cabeza, y poco a poco todo el pelaje oscuro dio paso a una piel blanca, las patas delanteras se alzaron hasta formar brazos y una figura bípeda apareció. Sólo vestía unos pantalones cortos hechos jirones, dejando al descubierto parte de sus fuertes piernas, además de su torso. El ahora hombre tenía el cabello negro, dos mechones le enmarcaban el rostro y el resto estaba erguido en la parte de atrás de manera extraña, pero sus ojos seguían siendo tan oscuros como la noche. A pesar del peligro, el cazador miró con desprecio al ser que se erguía delante de él; Uchiha Sasuke, tercero al mando en el Clan Uchiha, la más poderosa manada de hombres lobo que todavía merodeaba por la zona, e hijo menor del líder de dicho grupo.
- ¿Sangre? –preguntó con desprecio el moreno mientras agitaba su mano para quitarse ese viscoso líquido rojo de la piel, como si le quemara-. Parece que tus queridos amos todavía no te han convertido, a pesar de los años de leal servicio… -dijo Sasuke en un susurro, con la voz cargada de veneno.
- ¿Qué sabrá un perro como tú? –contestó el cazador con el semblante tranquilo, a pesar de que el dolor le ahogaba un poco la voz.
Los ojos oscuros del Uchiha se afilaron ante esas palabras, y le enseñó los blancos dientes al hombre. Hacía tiempo que el moreno deseaba acabar con la vida de ese sujeto, ¡la sola certeza de que seguía respirando no lo dejaba dormir por las noches!
El cazador al que había herido Sasuke no era cualquiera, se trataba del dirigente de los cazadores, de hecho. Los cazadores eran un grupo de hombres que por diversos motivos habían entrado al servicio de los vampiros, tenían una mayor habilidad y destreza que el resto de sus congéneres, pero al fin y al cabo seguían siendo humanos. El motivo por el que Sabaku no Gaara había acabado en esa organización era una deuda de vida hacia el miembro más joven de la Familia Namikaze, un ancestral clan de vampiros, pero la razón por la que buscó alcanzar el escalafón más alto, hasta ganarse la confianza del mismísimo líder Minato, era sólo porque de esa manera alguien como él podría aspirar a ser el consorte de un vampiro. Y no de cualquier vampiro, habría que recalcar. A veces el pelirrojo pensaba que sus compañeros tenían razón al decirle que sus ojos verdes miraban demasiado alto, pero entonces volvía a toparse con ese sonrisa sincera y toda la fuerza de voluntad regresaba. Sin embargo, todos sus sueños se vendrían abajo si no conseguía escapar del hombre lobo.
"Regresare al castillo como sea" pensó Gaara, apretándose el brazo herido para contener la hemorragia "Te lo juro, Naruto".
- ¡Gaara! –gritó una voz por encima de las cabezas de ambos jóvenes, como sí contestara a los pensamientos del pelirrojo. Al segundo siguiente una tercera figura se alzaba entre las otras dos, proveniente desde lo alto de los arboles.
El hombre lobo gruñó cuando el olor a vampiro le inundó las fosas nasales y en respuesta, la otra criatura le mostró los largos colmillos, advirtiéndole que se quedara atrás. Sasuke vio con el entrecejo fruncido el cabello rubio del recién llegado, sus impresionantes ojos azules y esas tres marcas de garras en cada mejilla. A diferencia del Uchiha, el otro muchacho vestía de manera mucho más soberbia, quizás porque el rubio no necesitaba destruir sus ropas cada vez que se transformaba. El chico llevaba puestos unos pantalones de cuero negro, junto con unas gruesas botas de montar. Una camisa blanca de lana le cubría el pecho, que se ajustaba con unos cordones por el cuello, y encima de la cual vestía un chaleco marrón, con un sencillo bordado dorado en la parte derecha que representaba una especie de remolino. Un collar hecho con un hilo común le pendía desde la garganta, con una brillante piedra celeste en la punta. Sasuke sonrió cuando pudo distinguir el fino aro de oro que rodeaba la cabeza del muchacho, pasando por su frente y que apenas se notaba entre las hebras doradas de su cabello. El Uchiha no se sorprendió cuando tres figuras más salieron de entre los árboles, interponiéndose entre él y el vampiro, evidentemente para proteger al último.
- Por supuesto, ¡tenía que venir todo el maldito clan para proteger a su principito! –dijo el moreno con sorna, y como respuesta tres gargantas sisearon molestas en su dirección.
- ¡No necesito que nadie me defienda, teme! –gritó Naruto haciendo ademán de ir a enfrentar al hombre lobo, pero una mano pálida se apresuró a sujetar la suya.
Al sentir esa tibia piel sobre la de él, el rubio recordó la razón por la que se había aventurado en esa parte del bosque con tanta prisa. El muchacho se giró con rapidez hacia el pelirrojo y se concentró por completo en su estado, ahora que no tenía porque estarse cuidando las espaldas de Sasuke.
- ¡Estás sangrando, dattebayo! –chilló Naruto, cuando al apartarle la mano a Gaara, la sangre brotó de la enorme herida, aunque ahora con más lentitud que al principio. Por supuesto que su fino olfato ya le había indicado eso al Uzumaki, pero el de ojos azules tenía más que claro la naturaleza frágil de la vida humana, y ante cualquier herida no podía evitar ponerse algo histérico, al siquiera surgir la posibilidad de perder al pelirrojo.
- Estoy bien –contestó Gaara a pesar de todo, mientras colocaba una mano sobre la fría mejilla del rubio. Ahora que había conseguido escapar una vez más de las fauces de ese perro del Uchiha, podría llegar al castillo y recuperarse con tranquilidad.
Naruto siseó molesto por las palabras del cazador, y por un segundo todos los presentes se tensaron ante el sonido que consiguió emitir el muchacho. Usando sus manos, el rubio rompió con facilidad la desgarrada manga de la camisa de Gaara, dejando la herida descubierta al completo. El pelirrojo soltó un jadeo debido a la sorpresa cuando el Uzumaki se inclinó sobre su brazo y lamió sin muchos miramientos la piel lastimada.
El rubio consiguió que su espesa saliva evitara que el líquido rojo siguiera manando, pero eso no era lo que tenía en mente Gaara mientras el flexible órgano recorría su brazo, provocando en su cuerpo algo más que alivio. Sólo unos centímetros más y llegaría hasta el hombro, de ahí al cuello y entonces…
- Con eso basta, dattebayo –dijo Naruto con voz satisfecha, mientras se limpiaba con el pulgar el pequeño rastro de sangre que le había quedado a un costado de los labios.
El pelirrojo frunció el entrecejo y, descontento, tomó al Uzumaki por el cuello de la camisa, atrayéndolo hacia él.
- No hagas eso de nuevo –le advirtió el Sabaku con un susurro, cosa innecesaria ya que a pesar del detalle todos los presentes en el lugar podían escuchar con claridad su voz-. A menos que vayas a terminar el trabajo… -añadió a lo último, dejando escapar de su boca una minúscula sonrisa de suficiencia.
Gaara vio orgulloso como un ligero signo de color se agolpaba en las mejillas del rubio. En condiciones normales sería imposible para un vampiro sonrojarse, pero Naruto acaba de "comer", y el pelirrojo estaba satisfecho de que bajo la piel del Uzumaki fuera su sangre la que consiguiera el milagro.
- Yo… -empezó a decir el de ojos azules con voz trémula, pero antes de que pudiera terminar la frase, el muchacho la cerró de golpe y se puso de pie.
Todas las cabezas, excepto la del pelirrojo, se giraron hacia la dirección en la que se encontraba el Uchiha, y éste sonrió con satisfacción ante la renovada hostilidad que presentaba la horda de vampiros. El resto de los acompañantes veían de vez en cuando a su futuro líder, como pidiéndole que indicara el siguiente paso a dar, mientras Gaara veía el grupo con cierta confusión, preguntándose qué demonios estaba pasando.
- Nos vamos –dijo Naruto con un gruñido, viendo a Sasuke con profundo desagrado, cosa que al moreno pareció divertirlo aún más-. No tardará en amanecer…
Segundos después el muchacho tomó al pelirrojo por el brazo sano, pasándolo por detrás de su nuca, al tiempo que con la otra sujetaba la cintura del más alto. El rubio dio un potente salto, quedando finalmente a varios metros de distancia, y uno de los otros vampiros se apresuró a colocarse delante de él sin dejar de avanzar, mientras que los otros dos se colocaron a sus costados, a modo de escolta.
Justo cuando el extraño grupo se perdió de vista entre los árboles, dos gruñidos salvajes surgieron a los costados del Uchiha, pero en lugar de las bestias descomunales de las que parecían haber surgido, aparecieron un par de muchachos jóvenes.
- ¿Sasuke? –preguntó extrañado uno de ellos, él que tenía unas marcas rojas en las mejillas a modo de triángulos, mientras olisqueaba el aire a su alrededor.
El chico notó con desagrado el rastro que dejaron tras de sí los no-muertos, pero su extrañeza se debió al darse cuenta que la sangre derramada era fresca, de un humano sin duda alguna. El compañero a su lado, un chico algo más alto que él que había hablado y con unas gafas de cristales oscuros, a pesar de ser de noche, permaneció impasible.
- Kiba, Shino –los llamó el moreno torciendo un poco la boca. Si la manada se hubiera tardado un poco menos, le habría podido hincar el diente a ese maldito cazador-. Dejemos que las ratas aladas se oculten del sol, para la próxima no se escaparan.
Sin dar más explicaciones a los chicos, Sasuke se dio la vuelta hacia el este, encontrándose con que algunos rayos escarlatas ya comenzaban a darle color al cielo nocturno. El hombre lobo sonrió mientras se pasaba la lengua por los incisivos. Estaba cansado, como todos después de las escaramuzas contra los vampiros, pero para él, la diversión apenas empezaba.
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Cuando Naruto finalmente llegó al castillo, sus pasos lo condujeron directo a su habitación. El rubio cerró la pesada puerta del cuarto detrás de sí con un portazo, que resonó por todo el lugar de manera estremecedora. El Uzumaki todavía tenía vivo el recuerdo de los negros ojos de Sasuke clavados sobre los suyos.
"Ese maldito perro…" pensó el rubio, mientras soltaba un siseó enojado.
Gruñendo por lo bajo, el muchacho se quitó el chaleco que llevaba encima y lo arrojó a alguna esquina del lugar sin fijarse. Pronto las botas le hicieron compañía, y el suave sonido de sus pies descalzos resonó hasta llegar a sus finos oídos.
El rubio recargó las palmas de sus manos sobre el adornado tocador que estaba en el cuarto. Podía sentir como le temblaban, y en el momento en que alzó el rostro hacia el espejo, unos ojos rojos le regresaron la mirada. Naruto comenzó a respirar profundamente, tratando que sus iris recobraran su habitual color celeste… ¡Había estado tan cerca de perder el control por culpa de ese teme! Y además… todavía tenía en la boca el sabor de la sangre de Gaara.
Justo en ese momento, al Uzumaki le llegó un nuevo olor que no correspondía al resto de los que habituaban en su habitación. Era… ¿lino?
Naruto tomó rápidamente un puñal que había sobre la superficie del tocador y se giró justo a tiempo para que la hoja se encontrara con el filo de una daga, que era sostenida a su vez por un encapuchado. El rubio no se sorprendió cuando al quitarse la negra capucha de la cabeza, se rebelara el rostro de Uchiha Sasuke, sonriendo de manera prepotente. El manto oscuro ocultaba por completo el cuerpo del Uchiha, y ahora el Uzumaki podía asegurar que estaba hecho de lino. Lino, esa maldita tela que ocultaba prácticamente cualquier rastro de olor que pudiera dejar un hombre lobo, de la misma manera que el algodón podía hacerlo con el de los vampiros (1).
- Te van a descubrir, teme –le dijo el rubio al otro muchacho, enseñándole los colmillos.
- Ya he entrado otras veces, usuratonkachi –le respondió el moreno con una sonrisa de lado, empujando hacia el Uzumaki las armas enfrentadas, acorralándolo contra el mueble que estaba detrás de él. Con un ágil movimiento de su muñeca, Sasuke giró ambas hojas y la que era sostenida por el rubio terminó sobre el suelo de piedra de la habitación-. Y todavía no me han detectado, ni una sola vez –dijo el chico con prepotencia, acercando el filo de su daga al cuello del más pequeño.
Con el entrecejo fruncido, Naruto tomó decidido la cuchilla con la mano desnuda, pero casi al instante la soltó dejando salir un siseó de dolor. El Uchiha sonrió aún más ante la piel enrojecida del rubio, mientras que éste soltaba improperios contra el moreno. ¡La hoja tenía algo de plata! ¡Jodido perro! Sasuke se aprovechó de la momentánea distracción del Uzumaki para girarlo, de cara al espejo, y colocarle la daga contra el cuello de nuevo. Esta vez el rubio tuvo bien cuidado de alejarse del filo.
- Cuidado con lo que tocas, dobe –susurró el moreno contra su oreja, y Naruto abrió mucho los ojos cuando sintió la tibia mano del Uchiha deslizarse sobre su frío estómago, hasta escabullirse debajo de su camisa.
- Es en serio, teme –dijo el rubio mientras la mano de Sasuke ahora regresaba sobre sí misma y se dirigía al borde de sus pantalones, donde comenzaron a desatar sin muchos preámbulos los cordones que los sujetaban-. ¡Van a descubrirte, dattebayo! ¡Es peligroso! –le advirtió el chico al tiempo que trataba de liberarse del agarre.
- No quiero… –contestó el Uchiha con terquedad, hundiendo su rostro en el cuello del rubio y saboreando con la punta de la lengua la piel helada, piel a la que en unos momentos se encargaría de darle el calor con su propio cuerpo. Ese olor enloquecedor le inundaba las fosas nasales, embotando sus sentidos y enviándole placenteros escalofríos por toda la espalda.
- ¡Vete de una vez, Sasuke! –gritó Naruto furioso, mostrando toda la longitud de sus largos colmillos.
En respuesta, el moreno soltó un gruñido ensordecedor, tan alto que por un segundo el rubio temió que el sonido llegara hasta los oídos de su padre. No tuvo mucho tiempo para preocuparse, ya que en ese momento el Uchiha clavó con todas sus fuerzas la daga sobre la superficie del tocador y después giró su cuerpo hacia él.
Sasuke rodeó con ambas manos el cuello de Naruto, deslizándolas un poco en dirección hacia la nuca, y atrajo al Uzumaki contra su rostro. Unió sus labios con brusquedad, robándole al rubio un beso salvaje en el que hundió su lengua dentro de la cavidad que le pertenecía. El moreno evitó conscientemente rozar los afilados colmillos del vampiro, sabiendo lo fácil que era cortarse la lengua con ellos, y sabiendo también lo mucho que le gustaba a Naruto que eso ocurriera, aún cuando insistía en negarlo. Por un momento el Uchiha estuvo complacido con la respuesta del rubio, quien llevó las manos hasta su espalda y se aferró a ella.
Entonces Sasuke se separó con rudeza de Naruto, soltando un gruñido, ante la extrañeza del muchacho. El rubio vio confundido como el otro chico comenzaba a caminar de un lado a otro de la habitación, como si se tratara de un animal enjaulado, lanzándole de vez en cuando una mirada cargada de odio. Al Uzumaki le llegó hasta la nariz el olor de la furia, y enojado, se dio cuenta que el moreno hacia grandes esfuerzos para no lanzarse sobre él para atacarlo.
- ¿¡Qué demonios te pasa, teme? –preguntó Naruto con un grito, sin preocuparse de que pudieran escucharlos. Estaba hartó de no comprender la mayor parte del tiempo lo que pasaba por la mente de esa bestia.
Al Uchiha sólo pareció enfurecerlo más el sonido de la voz del rubio, porque de un salto estuvo de nuevo a su lado, sujetándolo con fuerza por ambos brazos. Naruto soportó con el entrecejo fruncido que el moreno le tomara la barbilla con brusquedad, alzándole la cara, mientras lo taladraba con la mirada y el gruñido bajo que salía de su boca le erizaba la piel.
- ¿Porqué bebiste su sangre? –preguntó Sasuke en un susurro, y por unos momentos el rubio lo miro confundido.
Cuando finalmente cayó en cuenta de lo que reclamaba el Uchiha, el vampiro lo empujó con fuerza, alejándolo de él hasta que lo soltó.
- ¡Estaba herido, dattebayo! –se defendió el rubio, poniendo ambas manos sobre su cintura.
- ¡No me importa! –gritó el moreno en respuesta, para después abrazar al muchacho por los hombros, en un claro ademán posesivo-. Huelo su maldito olor dentro de ti… -casi gimió el Uchiha contra el cuello del otro.
- Teme… -dijo Naruto dando un suspiro, mientras respondía al abrazo, algo resignado. No le molestaban las extrañas muestras de cariño que le profesaba el hombre lobo, lo que le molestaba es que siempre salieran a relucir por la misma razón, celos. Celos a los que el rubio podría además ponerle nombre, apellido y un llamativo cabello rojo.
- No lo soportó –dijo Sasuke, haciendo un poco más fuerte el agarre que tenía sobre el Uzumaki, y éste solo atino a soltar otro suspiro.
El rubio sabía que la situación le molestaba al Uchiha tanto como le molestaba a él. Le había pedido al moreno de mil maneras que dejara en paz a Gaara, incluso el Uchiha había aceptado, aunque a regañadientes. Sin embargo, el instinto de pertenencia que sentía el hombre lobo hacia él, era algo con lo que ambos chicos no contaban. Una vez que Sasuke olfateó la atracción que el pelirrojo dirigía hacia su pareja, nada pudo evitar que el licántropo saltara sobre él. Al cabo de varios intentos inútiles por contenerse, el Uchiha había dejado de resistirse a su naturaleza. Lo bueno era que a nadie parecía extrañarle que el hijo de Fugaku quisiera la cabeza del líder de los cazadores, aunque desconocieran el motivo de tanta saña.
"Si tanto quieres que no lo maté, busca tú la manera de que no se cruce en mi camino, dobe" había dicho Sasuke con un gruñido, y antes de que Naruto pudiera reclamarle algo, el moreno colocó una mano sobre su mejilla y le susurró dos palabras más "Lo siento…".
Esa fue la única ocasión en que el Uchiha se disculpó con el chico.
Una vez que Sasuke pudo respirar tranquilo, soltó con lentitud al rubio y dirigió ambas manos hacia su rostro. El moreno deslizó sus pulgares sobre los rasguños que sobresalían sobre la piel del Uzumaki, pero entonces se apresuró a concentrar su atención en la mirada celeste del vampiro. Todavía no sabía quien había sido capaz de dejar esas marcas hacia ya mucho tiempo, y no quería volver a descontrolarse por culpa de sus celos, sobre todo por un asunto que ni siquiera Naruto podía recordar, pero que terminó desencadenando de alguna manera esa absurda lucha de clanes.
El rubio fue quien se irguió un par de centímetros para alcanzar la altura del Uchiha, uniendo sus labios en un beso suave mientras sus manos se perdían en la maraña negra que era su cabello. Una vez, dos veces, y a la tercera el moreno dejó que su lengua serpenteara tentadora entre los labios del otro, hasta que encontró el camino por el que pudo adentrarse en ese dulce hueco. El Uzumaki gimió por lo bajo cuando el sabor metálico de la sangre le inundó el paladar. Naruto había previsto que el Uchiha no volvería a besarlo mientras todavía pudiera percibir algún rastro de Gaara, y no había mejor forma de borrar la presencia del invasor que con su propia sangre, pero de todas formas la sensación del líquido rojo recorriendo su garganta fue tan enfermiza como la primera vez. Era tan intoxicante, era tan perturbador, era tan jodidamente adictivo; un poco más y el vampiro juraba que la sangre correría de nuevo por sus venas, que el corazón le latiría otra vez.
Sasuke bajo de manera pausada sus manos, dibujando en el proceso el cuerpo que se percibía bajo la camisa, hasta que al fin alcanzó las caderas de su seductor acompañante, al que estaba decidido a convertir en seducido antes de que cayera la noche. Naruto mordió los labios del moreno, conteniendo un gemido más profundo, y su boca se tiñó de escarlata, después de que el Uchiha deslizara los dedos sobre sus piernas, sujetando con firmeza sus muslos hasta alzarlos y guiarlos para que rodearan su cintura. Un estremecimiento recorrió la espalda del Uzumaki cuando pudo sentir la evidente excitación del otro a través de la ropa, no se sorprendió de que la suya fuera en aumento a cada segundo mientras entrelazaba sus pantorrillas tras el talle del moreno, acercándolos todavía más. El calor corporal de Sasuke lo calentaba en más de un sentido, pero a pesar de eso titiritaba como si se estuviera congelando.
Naruto se dio cuenta que el moreno lo llevaba hacia otro sitio de la habitación, y después de un momento la suavidad de su cama le acarició la espalda. El Uchiha siguió besando al rubio, mientras deslizaba ambas manos por su abdomen, reconociendo la piel que se le entregaba, descubriéndola para complacer a su vista. Sasuke sonrió en medio de la caricia al llegar al pecho del de ojos azules, hallando dos pequeños montículos que, erguidos, parecían querer llamar su atención.
- N-no… -balbuceó el Uzumaki entre gemidos y gruñidos de protesta, cuando el moreno dejo de atender sus labios. Pero sus quejas dejaron de oírse cuando una lengua caliente surcó su piel, haciendo que en su lugar el rubio soltara un ronco jadeo.
El Uchiha asió el borde de la camisa de Naruto, siguió elevándola hasta que pudo sacársela al Uzumaki. Sasuke se tomó un segundo para ver con satisfacción el torso descubierto de su pareja, y su vista se dirigió automáticamente al ángulo derecho del cuello, donde, justo antes de llegar al hombro, dos hileras de dientes estaban levemente marcadas. El moreno se inclinó sobre ese lugar, besándolo, soltando un suspiro al recordar la noche sin luna en que la había hecho. Su marca, reluciendo sobre esa piel morena. Era suyo, le pertenecía, era de su propiedad; tantas maneras de decirlo y un solo significado.
Sólo entonces el hombre lobo notó otro detalle. El rubio escuchó extrañado que Sasuke soltaba una carcajada burlona, y ante los aterrados ojos azules del otro, hundía la cara en la tela que cubría la cama, aspirando su aroma.
- ¿Sábanas de lino? –preguntó el moreno con una sonrisa de suficiencia, provocando que el Uzumaki desviara la mirada a otro sitio-. ¿Estabas esperando que viniera, dobe? ¿Ibas invitarme a tu cama? –susurró el Uchiha contra el oído ajeno, para después lamerlo con lentitud-. Tentador…
- ¡Cállate, baka! –contestó Naruto con los dientes fuertemente apretados. No iba a dejar que ese perro siguiera burlándose de él.
De repente Sasuke tomó ambas muñecas del vampiro, y las elevó por encima de su cabeza. El rubio trató de removerse, incómodo al darse cuenta que la mirada del Uchiha se tornaba repentinamente seria. Por lo visto lo que fuera que tuviera que decir el licántropo, distaba mucho de ser un juego.
- Las mías no son de algodón, Naruto –dijo el Uchiha mientras soltaba una de sus manos, y seguía con el agarre usando sólo una. Naruto trató que las palabras no perdieran sentido, mientras veía como la mano libre se deslizaba sobre su pecho y abdomen, hasta alcanzar el límite de sus pantalones desabrochados-. Tú no vas a entrar al lugar donde está la manada –sentenció Sasuke con firmeza.
El rubio soltó un resoplido ante sus palabras. ¡Como si él quisiera entrar a una cueva sucia repleta de olor a chucho mojado! ¡De hecho no sabía como el teme podía colarse tan campante al castillo cada vez que se le daba la gana, sin que la presencia del Clan lo alterara! Tampoco entendía como el moreno podía tocarlo de manera tan ansiosa, justo como lo hacía en ese momento…
- Mm… ¡Ah! –soltó de pronto el Uzumaki, saliendo de golpe de sus pensamientos, y el moreno sonrió con orgullo ante el sensual sonido que consiguió de esos dulces labios. Sasuke deslizó con lentitud su dedo índice por toda la longitud del miembro del rubio, constatando la excitación que invadía a la figura debajo de él. Su cuerpo mismo se vio dominado por la lujuria al saberse el causante de semejante reacción-. ¡Oye, teme…!
- No me estas prestado atención… -le reclamó el Uchiha antes de que el chico pudiera terminar la frase. La voz se deslizó áspera por su garganta, hechizando poco a poco los sentidos del rubio, persuadiendo al chico para que se dejara hacer bajo su toque.
Naruto se apresuró a luchar para liberar al menos una de sus manos y llevársela a la boca, al darse cuenta que los colmillos mordiendo con fuerza sus labios no serían suficientes para contener todos los sonidos que salían de ella, cuando el suave roce se volvió un agarre en toda regla, y al dedo sobre esa sensible parte de su cuerpo se le unieron cuatro más.
- Buen chico… -susurro Sasuke con voz burlona, para después morder el lóbulo de la oreja del rubio, mientras su mano subía y bajaba a la velocidad que mejor le pareciera.
El tono socarrón pareció despertar un poco a Naruto de su embelesamiento, porque su entrecejo se frunció y consiguió con grandes esfuerzos apartar la palma que cubrían sus labios. Los dedos morenos se entrelazaron con el broche de la oscura capa de Sasuke, soltándolo, y la tela escurrió por la espalda del licántropo. Los ojos del Uchiha adquirieron un brillo peculiar al ver que el rubio se dedicaba ahora a desabrochar los botones de su camisa, pero al mismo tiempo no perdió la atención sobre su tarea, al menos por unos momentos más.
- ¡Sasuke! –gritó Naruto sorprendido, aferrándose a la espalda del moreno. El Uchiha había dejado de atenderlo de improviso, para tomar la cintura de sus pantalones y bajarlos hasta sus pies, acariciándole los muslos en el proceso.
- Yo también estoy ansioso –dijo Sasuke a modo de respuesta, aunque en realidad nadie había hecho pregunta alguna. Mientras hablaba, el moreno se había situado entre las piernas del Uzumaki, de tal manera que ambas extremidades quedaron colocadas a los costados de sus caderas.
El rubio volvió a morderse los labios al ver que el Uchiha terminaba el trabajo que él había comenzado, quitándose la camisa y arrojándola sobre la cama, pero tuvo que desviar la mirada, apretando fuertemente las sábanas bajo sus manos, cuando pudo sentir el miembro erecto de Sasuke rozar contra su entrada.
- Mmm… -gimoteó Naruto, cuando un delgado dedo fue introducido en su interior, abriéndose paso entre su estrecha carne.
Vagamente y al mismo tiempo con toda claridad, de la misma manera que ocurre en un sueño, el rubio notó como el Uchiha mimaba la piel de su pecho de nuevo, esta vez introduciendo dentro de su boca uno de los receptivos pezones del Uzumaki, succionándolo con fuerza hasta provocar más jadeos provenientes de Naruto, que sólo atino a rodear con sus brazos el cráneo del moreno, perdiendo sus dedos en la cabellera negra ante la necesidad de hacer algo para poder soportar las emociones que lo asaltaban por completo.
- Oye, dobe –lo llamó Sasuke mientras acercaba su rostro al del rubio-. Mírame… -ordenó con voz suave, pero sin admitir réplica, deslizando su pulgar por la fría mejilla del vampiro. Besó a Naruto con anhelo, con el mismo anhelo que veía en la mirada azul.
- ¡Oh…! –gimió el rubio, rompiendo la caricia, cuando el Uchiha saco su dedo bruscamente y lo penetró finalmente-. Sasuke… -suspiró el rubio, mientras el Uchiha se hundía una vez más en su interior. Entonces el moreno giró el rostro hacia él, relamiéndose los labios. Depositó un suave beso sobre la boca de su pareja, al mismo tiempo que una de sus manos se dirigía hacia su propio cuello.
Los ojos del Uzumaki se nublaron más cuando una uña larga y afilada cortó la fina capa de piel, y la roja sangre se esparció sobre la pálida garganta.
- Bebe -ordenó Sasuke con la voz ronca, embistiéndolo de nueva cuenta.
- ¡N-no! –respondió el rubio tratando de mantenerse firme. Colocó una mano temblorosa sobre la herida, tratando de contener la hemorragia, sólo consiguió que la tibieza de la sangre se colara entre sus dedos, provocándole un estremecimiento-. E-es mucha…
- Bébela –repitió el moreno con un gruñido.
El Uzumaki no pudo evitar fruncir el entrecejo ante la voz de mando que había usado el otro, pero era otro de los detalles con los que tenía que aprender a vivir al ser pareja de ese teme. No importaba que aún fuera joven, nada podía negar el hecho de que Sasuke era un macho alfa, y al estar tan ligado a él, al rubio cada vez le costaba más rebelarse contra lo que el hombre lobo deseaba.
- S-sasuke… -susurro Naruto con voz suplicante, y en ese punto el rubio no supo si lo hacía para que el Uchiha no se detuviera, o para que Sasuke desistiera de la idea de querer hacer de nuevo semejante barbaridad, o por todo el deseo que sentía de querer hundir sus colmillos en él.
- ¡Bébela ya! –gritó el moreno, impaciente, pero se sorprendió cuando el vampiro se irguió de golpe sobre su espalda, todavía con las torneadas piernas rodeando sus caderas.
Sasuke detuvo su respiración mientras Naruto dudaba una milésima de segundo, dejando caer el aliento helado sobre su piel, pero entonces el rubio deslizó la punta de su lengua sobre la herida sangrante, recogiendo todo rastro del líquido rojo sin desperdiciar una gota, y finalmente, un ligero chasquido, más la punzada de dolor que sintió, le indicaron al moreno que los largos colmillos habían atravesado su cuello.
El Uzumaki tembló mientras el pulso de Sasuke golpeaba contra su boca. Seguramente el estado en el que se encontraba podría equiparase al de la embriaguez o al de la locura, porque solo un ebrio o un demente habrían caído en la tentación de sostener una relación como esa, prohibida en más de un sentido. El rojo fruto de la sangre había hecho caer al rubio en el juego seductor en el que el hombre lobo lo envolvió, pero al cabo de un tiempo se dio cuenta que no podía apartar su mirada de esos ojos negros, que se estremecía con solo percibir su olor cerca, que comenzaba añorar esos encuentros en lugares recónditos del territorio, que incluso extrañaba sus continuas quejas y su mal humor. Simplemente, la vida eterna que había conseguido Naruto no tenía sentido si Sasuke no estaba a su lado.
Todavía extasiado por el doble placer que le brindaba el sabor metálico en su garganta, al mismo tiempo que sentía dentro de sí al Uchiha, el rubio comenzó moverse contra las caderas contrarias, iniciando un lascivo baile que complació a ambos cuerpos. Naruto buscó con desesperación los labios de Sasuke, obteniendo a cambio un beso hambriento en el que boca, lengua y dientes trataban de fundirse, mientras que un brazo del moreno aprisionó su espalda, encerrándolo contra su pecho. Cuando se separaron el Uchiha notó que la respiración del vampiro se había vuelto desenfrenada, como si de verdad necesitara del oxígeno para sobrevivir, y supo que la ilusión terminaría en poco tiempo. Una media sonrisa salió de su boca, divertida, cuando el rubio tanteó alrededor en busca de su mano y la alzó hasta la altura de su rostro. El Uzumaki prácticamente desgarró el brazalete de cuero que envolvía su muñeca, y hundió sus colmillos en ella, conteniendo un gemido salvaje que todos los entes a su alrededor hubieran escuchado a pesar de las gruesas paredes.
Con rapidez, el moreno alejó su mano de la boca del vampiro, quien soltó un afligido siseo, y lo besó con fiereza mientras lo recostaba de nuevo sobre la cama, adentrándose en su cuerpo lo más profundamente que le fue posible.
Mientras Naruto trataba de normalizar sus sentidos, el Uchiha deslizó con agrado su nariz sobre la piel morena, absorbiendo el olor a excitación que destilaba por los poros del rubio, al que ahora se sumaba su propio olor. No permitió que lo perturbara el pensamiento de que el de ojos azules tendría que borrar esa señal por su propia seguridad. Incluso eso estaba bien si era por el bienestar del contrario.
El moreno se extrañó al notar que el cuerpo del muchacho se tensaba de repente, y permanecía cuidadosamente quieto, escondiendo su mirada de sus irises oscuros. Cuando el Uzumaki alzó por fin la cara, vio con ojos culpables a Sasuke.
- El viejo quiere que yo convierta a Gaara –dijo el rubio en un balbuceó nervioso, dudando antes de continuar-, y eso… lo haría mi pareja ante todo el Clan.
Naruto vio con mala espina la actitud tranquila del Uchiha, quien se limitó a tomar una de sus mejillas y mientras atraía la otra contra sus labios, hasta que de pronto sintió los dientes del moreno clavarse en los músculos de su cuello, penetrando lo más posible esa zona.
- ¡Eres un animal, baka! –chilló el rubio mientras golpeaba a Sasuke en la espalda para que lo soltara. En respuesta, el moreno cerró más su mandíbula, y no quedó satisfecho hasta que el chico dejó de resistirse.
- Casi se había borrado… -susurró el hombre lobo después de un tiempo, recorriendo con un dedo las punzantes marcas que había dejado, hablando más para él que para el rubio-. No debo olvidar hacerla de nuevo.
El de ojos azules soltó un siseó bajo, enojado, maldiciendo interiormente al perro que tenía a su lado, hasta varias generaciones atrás. Estúpidos y extraños perros, con sus todavía más estúpidas y extrañas costumbres…
- Esa piel de vampiro tuya la borra en unas semanas –se quejó Sasuke viendo con mala cara al Uzumaki, cómo si el muchacho lo hiciera a propósito-, si no fuera porque soy un lobo la borraría en horas.
- Si tú no fueras un lobo no tendrías porque estarme marcando, teme –dijo Naruto con un puchero.
El Uchiha quizo reclamarle que si él no se hubiera convertido, ahora no existieran motivos para mantenerse separados, pero se mordió la lengua, justo a tiempo. Al fin y al cabo, el moreno tenía que reconocer que las condiciones de ambos no eran el único obstáculo que se alzaba contra su relación, aunque fuera la más importante.
- Es peligroso que la lleve –murmuró el rubio, pasando de manera pensativa una mano sobre la marca en su cuello. Hasta el momento había conseguido ocultarla con éxito, de la misma manera que ocultaba el olor de haber estado con Sasuke, pero sabía que pronto llegaría el día en que no podría hacerlo. Y la sensación de que ese instante se acercaba noche con noche ya no lo dejaba vivir tranquilo.
Sasuke soltó un hondo suspiro, para después tomar con suavidad la barbilla del Uzumaki, consiguiendo que lo viera directo a los ojos. No quería preocuparlo aún más, pero era su deber advertirle para que tuviera más cuidado de ahora en adelante.
- La manada sabe que tengo pareja. Mi olor está cambiado… -dijo el Uchiha, con un ligero tono de pesadumbre transmitiéndose en su voz-. No tardaran mucho en descubrir quién es.
"También es peligroso para el teme" pensó el rubio cerrando los ojos, y mordiéndose los labios con preocupación.
- ¿Qué vamos a hacer, Sasuke? –se lamentó Naruto mientras se acurrucaba en los brazos del moreno, buscando un refugio que lo protegiera de la tormenta que se cernía sobre ambos.
Sintió unas inmensas ganas de echarse a llorar como cuando era un niño, pero ahora eso no era posible. Los vampiros no tenían lágrimas para derramar.
- Sobrevivir –fue lo único que pudo decirle el moreno al final, un susurro apagado que se arrastró hacia los oídos de ambos.
(1) Eso es cosa mía -_- Pero es que, ¿cómo jodidos van entrar uno en la guarida del otro con todo eso del los sentidos súper-desarrollados? -_- No me quedo de otra, aunque haya quedado ridículo.
Bien, hay tanto sobre la mitología de los vampiros y sobre los hombres lobo que me confunden e_e Así que hice lo que toda niña floja y decidí basarme en una película n_n Dirás: "¡Crepúsculo! D:", pues no ¬¬ "Inframundo", más específicamente "La Rebelión de los Lycans". Amo esa película, no sé, para mí es justo como una película de vampiros debe ser. Mucha sangre, muchos lobos, muchos vampiros, muchas batallas, ¿ya dije que mucha sangre? El romance trágico fue un extra XD ¡A mí me encanto! ¿OK? ¬¬ Críticas sobre eso son como las citicas a mi RoyxED, se las tragan ¬¬ En cuanto al fanfic, ese sí, descuartícenlo u_u
Ya lo había dicho en otra actualización, pero por si no lo leyeron, la frase de Séneca es algo así como "A través de la adversidades a las estrellas". Sé que había prometido que este lunes sería actualización de Okane, pero pensaba actualizar el lunes Okane y el 31 publicar el especial de Halloween, hasta que caí en cuenta que el 31 y el lunes eran el mismo día. Debí escoger uno de los dos, gomen ¡El próximo lunes será, lo juro! D:
Quisiera que le dieran un vistazo a las dos páginas que cree en facebook, creo que les van a interesar n_n Ya saben unan los puntos, y vean las Notas xD
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Zaludos
Zaphy
Sela Yal than Rami usa te, finta Zaphyrla... Temo si la ura le.
