Volverte a ver.

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Prólogo

Dean corrió rápidamente fuera de la casa, lo más veloz que sus cortas piernas le permitían y eyectado por la nueva sensación que fluía por su sangre al tener el pequeño cuerpo de su hermanito en sus delgados brazos.

Él tenía miedo, por la seguridad de Sammy, por la angustia que rodeaba el ambiente y por su padre, que se había quedado en la segunda planta de la casa, buscando a su madre.

El rubio había acatado las ordenes sólo por que su padre había usado ese tono firme y autoritario, un sonido al que Dean nunca ignoraría; sin embargo, si hubiera sido una elección propia, él se habría quedado, hubiera buscado a su madre y al encontrarla la hubiera salvado de ese peligroso fuego que se extendía por todos lados en compañía del sofocante humo. Pero tuvo que irse, tuvo que dejar a sus padres y la culpa le picaba a cada paso que daba.

Tosió un par de veces pero no fue nada importante, en menos tiempo del pensado el niño de cinco años y brillantes ojos verdes estaba fuera de su hogar, varios metros lejos, sujetando protector el pequeño bulto acunado en sus brazos. Las llamas seguían elevándose hacia el oscuro cielo, parecía una enorme fogata, una tenebrosa fogata echa de sus seres queridos. Y Dean, a pesar de verse tan inocente e ingenuo, no lo era. Sabía lo que pasaría si sus padres no salían de esa casa. Sabía lo que pasaría si Mary y John Winchester no salían y les llevaban a él y a Sammy a un lugar seguro. Él sabía el significado. Sabía.

Sam y él.

Solos. Solos en el mundo.

Entre un sollozo el chico se encogió al escuchar las sirenas de ambulancias y camiones de bomberos. El fuego comenzaba a propagarse en el jardín, absorbiendo los árboles y plantas que su madre tanto procuraba. Por que Mary era una amante de la naturaleza y se reñía hasta con las ardillas por mordisquear tallos o llevarse las bellotas.

La gente, indiferente de su sufrimiento, pasó de largo y se aglomeró en la calle, viendo maravillados y perturbados el espectáculo. Realmente no lo pensó demasiado, simplemente, al sentir por un momento como una de las vecinas le miró fijamente, con pesar, el rubio se echó para atrás, temeroso. Bajó la cabeza y miró al pequeño bulto que con ojos vidriosos le miraba entre pucheros. ¿Acaso su hermanito también sabría lo que estaba pasando? Él deseaba que no. El menor aún era muy chiquito, muy inocente, muy dulce… no debía sufrir. Dean no podía dejar que nada, absolutamente nada le pase a Sammy.

El rubio tomó esa decisión como una promesa.

"¿Dean? Querido, cuanto lo siento." Dijo una chillona voz que, sin el aludido darse cuenta, estaba de rodillas frente a los hermanos.

Se alarmó enormemente.

"No." Susurró echándose nuevamente para atrás.

A los cinco años un niño no sabe mucho de la vida, él era conciente. Pero muchas cosas que sus padres no le enseñaron aún, él las veía por televisión. Un instrumento maravilloso para niños curiosos como él y para mujeres románticas como su madre. Y una de las cosas que había tenido el disgusto de ver fue una tonta novela en la que dos niñas eran separadas por una mujer extrañamente muy parecida a su vecina, algo sobre que no podían vivir solas y sin supervisión y por eso las llevaban a sitios diferentes. El final de esa tragedia la relató su madre semanas después, por pura casualidad y aburrimiento. Las dos niñas, jamás se encontraron. Vivieron separadas y aunque fueron felices de cierta forma, nunca llenaron el vacío de la hermandad.

Ciertamente Dean no le dio importancia a esa estupidez. ¡Era sólo una novela de chicas! Pero… ¿y si su vecina era igual que la mujer que separo a esas dos niñas? Y… ¿y si le quitaba a Sammy?... ¡No! No le dejaría, Sammy era suyo, era su responsabilidad. Él podía ser padre de su hermanito. No lo podían llevar lejos.

Las lágrimas le resbalaron poco a poco y la brisa nocturna le acarició la pecosa piel al niño. Miró de soslayo su casa ahora rota y quemada, no supo como ni cuando, sólo se vio a sí mismo corriendo, lejos de todos. No necesitaba confirmar lo que ya estaba más que dicho. Sus padres estaban muertos, en el cielo. Ya no tenía nada que hacer ahí y si no se iba pronto lo atraparían y lo separarían del pequeño. Sollozó desoladamente, asumiendo que si sus padres ya no estarían con él, él estaría con el castaño que se revolvía inquieto entre su pecho.

"¿A dónde vas amigo?" Escuchó ahora la voz de un hombre que lo atrapó en media carrera.

"Mark, que bueno que lo alcanzaste. La Sra. Smith de servicios sociales viene en camino." Informó algo agitada la mujer de antes. El rubio pensó que tal vez los había venido siguiendo y no pudo más que gruñir y forcejear con su captor. Ese tipo estaba apretando demasiado su cuerpo y el de Sammy, podía hacerle daño.

"No. Déjeme, no soy su hijo, no les intereso. ¡No, suéltennos!"

"Cariño, no te vamos a hacer daño. Soy la Sra. Alice. ¿Me recuerdas?" La mujer de unos treinta años sonrió tímidamente mientras tomaba con su mano la húmeda mejilla del rubio. "Alguien va a venir por ti y tu hermanito. Les llevará a un lugar seguro, ¿si?"

Dean tembló. Efectivamente iba a suceder igual que en la novela. ¡Pero él no podía permitirlo! El chico estaba seguro que sus padres jamás querrían algo así. ¿Pero quien había sido el ser desalmado que hará que lo separen de su hermanito?

A pesar de sus esfuerzos, la tal Alice retiró el bultito de sus brazos y sonrió tristemente. El tal Mark lo agarró con firmeza de la muñeca y no lo soltó para nada, por más que le chilló, le pegó, le insultó, pero nada parecía afectar al fornido cuerpo de pelo oscuro. Fue casi media hora más tarde, cuando la policía, los bomberos y ambulancias comenzaron a retirarse cuando una camioneta negra, casi como la que su padre usaba para trabajar, aparcó frente a los vestigios de su casa y de ese mismo vehículo bajaron dos mujeres de quizá cuarenta años. Su porte era elegante, pero muy serio. Parecían maestras en trajes de abogado.

El rubio miró detenidamente como Alice se acercaba a esas mujeres y comenzó a agitarse en llanto otra vez cuando una de las recién llegadas, de pelo rojizo y ojos oscuros tendía la mano para hacerse de Sammy.

"Es un pequeño muy lindo, ¿cuántos años tiene?"

"Creo que acaba de cumplir un año. Mary me contó que el pequeño se enferma muy fácilmente, por eso no hizo una celebración pública, mucha gente alrededor de un ser tan pequeño y enfermizo puede ser malo…" Comentó no muy segura la mujer de pelo rubio y ojos pequeños. Dean sentía, sin conocerla, un desagrado infinito por esa mujer. ¿A ella que le importaba? ¿Por qué le estaba haciendo eso? "Y él… es Dean." Lo señaló.

La segunda recién llegada, una señora de cabello un poco más largo, hasta la barbilla y de color oscuro sonrió de forma poco amistosa. El rubio juraría que no le cayó bien, y no es que deseara que fuera al revés, total, él también estaba fastidiado de todos esos adultos metidos que no tienen vida propia.

"¿Cuántos años tienes niño?"

"Muchos."

El rostro de la mujer no fue precisamente una mueca divertida, pero Dean no se intimido por ello. Era una razón más para no dar su brazo a torcer. ¿A quién le agradaba la gente tan mala como ella?

"Lane, vamos. Debemos recoger a otros dos niños." Dijo de repente la mujer de pelo rojizo que, con Sammy en brazos desaparecía al entrar en la camioneta negra.

El pequeño rubio forcejeó con el tal Mark que seguía sin soltarle. Él quería ir tras su hermano. La impotencia abrumaba su pequeño cuerpo. Y, claro, todo se volvía peor a cada minuto. Ahora la mujer de nombre "Lane" le sujetó rudamente de donde Mark lo tenía y casi a rastras se lo llevó directamente a la camioneta. El niño no podía evitar derramar lágrimas.

Al acercarse a su destino, el mayor de los hermanos escuchó el llanto lastimero de su hermanito. Su Sammy.

Dean supo en ese momento que eso era sólo el comienzo.


Ola:)!

No me pude resistir. Amo supernatural y quería escribir. xDD

Bueno, éste es el prólogo de mi historia, como separan al lindo y protector Dean de su pequeño bultito llamado Sammy. (Adoro a Sammy bebe!) Ok, ok, también a Sammy grande, je. La verdad creo que este fic va a ser Drama, Familia, Drama, Romance, Drama, General, mmm... ¿ya mencioné Drama?

Sip, cómica no soy...

Reviews son amor... y carita Hellman´s iwal! :)

*- Jennifer Winchii Here!!