¿Recuerdas esta conversación?
Beckett: ¿Esa inspectora tuya, exactamente cuánto se va a basar en mí?
Castle: Pues no es muy lista y es algo golfa.
Beckett: ¿De qué vas ahora, de listillo o de graciosillo?
Castle: De graciosillo.
Beckett: Hummm.
Castle: Nah, en serio, no tendrás nada de qué avergonzarte. Va a ser muy lista, muy avispada, muy guapa, muy buena en su trabajo,... y algo golfa.
(1x04, minuto 4:00 watch?v=pDsRIrRijKU )
Digamos que me he pasado un poco con el "un poco golfa" pero... me apetecía escribirlo. Mi primer fic. Por favor, sed sinceros ;)
Puedes descargar los primeros 10 capítulos de este fic para leer en tu ebook (formato .epub, .mobi y .pdf) desde un enlace que he puesto en mi perfil!
Un sexto sentido le indicaba a Nikki Heat que algo iba a ocurrir, así que cuando vio a aquellos dos hombres entrar al salón todas sus alarmas internas se dispararon a la vez. La policía. Hora de largarse.
Dio un último trago a su copa, se colgó el bolso al hombro y se disculpó del hombre que tenía al lado con la excusa de ir al lavabo. Recorrió la habitación en dirección a la cocina mientras varios pares de ojos masculinos la recorrían con la mirada.
Por suerte, atravesó la puerta trasera de la mansión sin que nadie se interpusiera en su camino, y en cuanto sintió el frío invernal colarse por debajo de su elegante pero a la vez provocativo vestido se maldijo internamente por haber dejado atrás su abrigo. No era tonta, sabía que en apenas unos minutos la casa se llenaría de policías, y ella no podía estar allí cuando eso ocurriera.
Había un par de coches aparcados en la calle que reconoció inmediatamente como propiedad del FBI, e intentó pasar desapercibida, pero en la oscuridad nocturna no se percató de la presencia del agente que salió de su escondite para cortarle el paso y pedirle un carnet.
El hombre que tenía delante era muy joven y se le notaba nervioso, probablemente recién salido del entrenamiento. Rubio y musculoso, parecía decidido a enfrentarse a ella, que repasó mentalmente sus opciones. Desde luego, enseñarle la placa no estaba entre ellas. Era demasiado tarde para fingir una borrachera y no estaba segura de que el chico no optara por dispararla en un hombro o algo así si salía huyendo. Nikki se acercó a él mientras se debatía entre quitarse los tacones para correr más rápido y no delatarse con el ruido, o quedarse con los zapatos y proteger sus pies de los obstáculos que cubrían los oscuros callejones de Nueva York. Con una sonrisa juguetona en la boca, le dijo que se había dejado el carnet en el abrigo, dentro de la mansión. A escasos centímetros de la oreja del chico, le susurró que estaba helada de frío, y le pidió que le prestara su chaqueta mientras paseaba su mano por el escote del vestido. Ningún hombre era capaz de resistirse a sus encantos, y este pobre agente no sería una excepción.
El joven, totalmente descolocado ante la mujer, no tuvo tiempo de oponer resistencia cuando ella empujó una de sus piernas, haciendo que perdiera el equilibrio, y le quitó la pistola mientras caía al suelo.
-Lo siento - se disculpó ella al oír un pequeño gemido cuando el peso del rubio hizo retumbar el suelo.
Para cuando el joven levantó la cabeza su compañero ya estaba corriendo tras Nikki, que dobló la esquina pocos segundos antes que su perseguidor.
No es fácil correr con unos tacones de 10cm y un bolso que te va golpeando a cada zancada, pero Nikki ya estaba más que acostrumbrada, así que no tardó en escuchar cómo la respiración del hombre que la seguía se iba haciendo cada vez más trabajosa, e iba quedándose cada vez más atrás. Parecía haber tomado la decisión correcta respecto a su calzado. Se permitió entonces girar la cabeza para hacerse una idea más precisa de la situación. Comprobó que, en efecto, era un solo agente el que corría tras ella, y que ya estaba bastante mayor. Por un momento le preocupó haber hecho más daño del que pretendía al joven, y estuvo a punto de caer de morros por distraerse. Así que simplemente descartó la idea y aceleró aún más, tratando de pensar en cómo desaparecer.
Las calles estaban prácticamente desiertas a esas horas, así que no había manera de perderse entre la multitud. ¿Dónde habría una boca de metro cercana? Tardó un par de minutos en situarse, porque no conocía muy bien esa zona, pero pronto recordó que había una apenas a un par de manzanas.
La velocidad de ambos fue disminuyendo poco a poco. Nikki comenzaba también a notar la fatiga... aunque estaba segura de que su "amigo" no aguantaría mucho más.
Siguieron corriendo por callejuelas durante al menos dos kilómetros, mientras Nikki esperaba su oportunidad. Escuchó cómo el hombre que la seguía caía al suelo por una baldosa suelta que ella acababa de saltar. Perfecto. Fue lo único que la detective necesitó para desaparecer de su vista tras la esquina del callejón y esconderse junto a unos cubos de basura situados a pocos pasos de la boca del metro.
Como era de esperar, el agente ni siquiera se planteó la opción de que ella no hubiera bajado y pasó corriendo por su lado sin percibirla entre las sombras.
Una sonrisa se dibujó en la boca de Nikki, "ya era hora". Metió la pistola que aún sostenía en su mano derecha en el bolso, se quitó una piedrecita que se le había metido en el zapato y se levantó sin esperar a que su respiración se calmara. Tenía que salir de ahí, y sería una larga caminata a casa si no encontraba un taxi libre. Al menos ya no tenía frío. Así que, aún con la adrenalina fluyendo por sus venas, puso rumbo a su apartamento con paso ligero. Aquellas situaciones eran las que más le gustaban, las que la hacían sentirse realmente viva.
