Esta historia es del punto de vista de un narrador, o sea yo, por lo que voy a poner algunas de mis ideas.

Capítulo 1

Hay decisiones que le pueden dar un giro de 180 grados a tu vida. A veces para bien y a veces para mal. Algunas de ellas son, la Universidad, el tamaño de la casa en a que vas a vivir, el color del auto, etc. Pero una de las que son esenciales para tu vida es la pareja que escojas. Muchas veces puede ser para bien, pero también existe la posibilidad de que no sea lo que esperas.

Para tener un buen final debes tener un buen comienzo, o en algunos casos un comienzo extraño. Ese es el caso de Isabella Swan y Edward Masen. Son polos opuestos, y según la física se atraen. Pero su comienzo no fue precisamente de cuentos de hadas en el que él la invita a bailar y ella acepta, se enamoran y se casan. No, en esta ocasión el destino decidió jugar con ellos por un buen rato hasta que se cansó y se dio cuenta de que eran el uno para el otro.

Todos a su alrededor sabían que terminarían juntos, menos ellos. El principio fue en un baile, era de noche y todos iban de etiqueta. Edward era conocido por su padre, Edward Masen, un muy reconocido abogado en un bufet de Nueva York. Isabella era solo una invitada más sin nada espectacular.

La vida de Edward siempre había estado planeada por sus padres, tenía una linda prometida llamada Tania, a quien desde el principio él dejó en claro sus sentimientos. A Tania le gustaba Edward, pero si le hubieran dado a escoger entonces no hubiera sido con él. Ambos se toleraban lo suficiente como para saber que su vida de casados sería sencilla y sin discusiones.

Isabella era una chica rebelde, quien había escapado de sus padres para ir a vivir con su tía hippie. Ella era libre y feliz. Era algo feminista y no dejaba que su vida fuera reinada por hombres. Había terminado la preparatoria y se estaba preparando para entrar a Princeton.

Esa noche era algo fría, el lugar estaba atestado de gente y no se podía ni respirar bien. Alice, amiga de bella, la había preparado con un hermoso vestido, corsé incluido. Isabella la había conocido en la preparatoria y desde entonces eran inseparables. Esme y Carlisle Cullen eran sus padres y ambos de clase alta, él médico y ella decoradora de interiores. Es por eso que Alice tenía pase libre a cualquier fiesta de la alta sociedad. Había invitado, o más bien forzado, a Isabella a asistir. Ya estando ahí, Isabella sabía que no podría hacer nada para frenar a la loca e hiperactiva chica que tenía por amiga.

Isabella se dirigió rápidamente a la barra de comida donde nadie la molestaría ni la sacarían a bailar. Se sentó en una silla al lado de la mesa y se dispuso a comer cualquier cosa que hubiera ahí. Aparentemente ya tenía todo solucionado pero había alguien en planes de cambiar su noche.

Edward llegó con su prometida del brazo, mientras no estuvieran casados no se sentían obligados a estar juntos, por lo que ambos se dispersaron en direcciones opuestas. Edward sintió sed y fue a la barra de bebidas, al lado de la barra de comida. Pidió algo y después se fue. Recorrió la barra de comida de una esquina a otra, nada apetecible hasta ahora. Entonces la vio, sentada aburrida y haciendo caras graciosas porque al parecer había probado el caviar. Edward se rió y se encaminó al lado de esa linda mujer.

"Disculpe que la moleste señorita, pero noté que está algo aburrida."

"Mi novio está por ahí así que a volar." Dijo ella cortante y sin ni siquiera voltear a verlo. Él no se rindió.

"¿A si? Creo que me gustaría conocer al dueño de su corazón."

Sin saber porqué a Isabella eso la enfureció, ella no le pertenece a nada ni a nadie y nunca entregaría su corazón a un hombre. Se puso de pie y lo miró de frente. "Escúchame bien, nadie es mi dueño y quiero que me dejes en paz en este momento o juro que te golpearé tan fuerte como para dejarte sin descendencia."

"Veo que tiene carácter señorita…" extendió su mano para presentarse.

"Swan para ti." No tomó su mano. Edward la bajó un poco ofendido.

"Soy Edward Masen a su servicio."

"Veo que no te rindes." Su voz se hizo un poco más suave. Se acercó a él y quedó muy pegada. Edward estaba respirando con dificultad, algo que era raro. Ninguna mujer había tenido ese efecto en él. "Dijiste que estabas a mi servicio, lo que significa que puedo hacer lo que sea contigo ¿cierto?" su voz sonaba endemoniadamente sexy y Edward no pudo más que asentir. "Bien" se acercó a su oído. "Pues quiero que… ¡Me dejes en paz!" le gritó derramando en su cabeza un ponche.

Ella huyó dejando a Edward con una sensación de disgusto y algo más que ninguna mujer había ocasionado en él, vergüenza. Esa mujer era algo nuevo para él y quería tomar el reto y conocerla.

Isabella corrió al baño con su orgullo muy en alto. Cuando entró comenzó a sentir culpa, siempre había hecho cosas así, su tía le había enseñado. Pero rememorando la situación pasada se dio cuenta de que Edward no había dicho ni hecho nada ofensivo. Entonces se propuso a pedir disculpas, aun cuando su orgullo fuera a ser herido. Después de lavarse la cara fue a buscar a ese extraño que la había dejado desconcertada. Lo encontró limpiando su saco negro y hablando con un chico de cabello negro, alto y musculoso.

"Te lo digo Emmett, esta chica es única. Me dijo que se apellidaba Swan pero no me dijo su nombre."

"Edward, mira como te dejó y aun quieres conocerla. Si que estás loco amigo."

"Tengo el presentimiento de que ella lo vale." Bella se sintió algo mal al escuchar eso así que se acercó para que dejaran de hablar de ella.

"Hola." Dijo con voz tímida. Edward levantó la mirada y sonrió.

"Hola, Emmett, ella es la señorita SWAN." Remarcó su nombre para que Emmett lo entendiera.

"Hola… ¿Puedo saber tu nombre? Yo soy Emmett McCarthy."

"Si lo siento, soy Isabella Swan." Extendió la mano hacia Emmett pero antes de que él la tomara, otras manos suaves y cálidas la tomaron.

"Encantado de conocerte, tienes un muy hermoso nombre Isabella." Dijo Edward, después besó su mano e Isabella notó un brillo singular en los orbes verdes de este joven,

"G-gracias." Dijo algo sorprendida por la actitud de él a ella después de lo ocurrido.

"¿Aceptarías bailar conmigo una pieza?"

"Lo siento pero no sé bailar y no quiero lastimarte."

"Por mí no te preocupes, mis pies son resistentes."

Ella aceptó como una forma de agradecimiento. La pieza comenzó y Edward la tomó y la subió en sus pies. A pesar de ser complicado Edward pudo bailar por ambos.

"Siento mucho haberte tirado el ponche en la cabeza." Dijo sonrojándose.

"No te preocupes por nada, todo queda olvidado por bailar conmigo." Sonrió de lado y le quitó el aliento a Isabella.

Siguieron hablando, conociéndose. Pero Edward hizo un comentario que molestó a Isabella. Causando que recordara porqué era indiferente con los hombres. "Me gustan los retos, por eso me acerqué a ti."

Eso fue como una puñalada en el pecho. Se alejó bruscamente de él y le dio una cachetada. "Pues si tanto te gustan ve a buscarte a una prostituta que te cumpla lo que quieres maldito idiota." Se fue dejando a Edward congelado en su lugar.

No pudo dejar de pensar en ella en toda la noche, estuvo dándole vueltas al asunto hasta que se dio cuenta de que Isabella era definitivamente una chica única y que quizá tenía una forma de pensar tan única que los cumplidos que alguna vez funcionaron con otras chicas no funcionaban con ella. Estuvo recordando una y otra vez la discusión y las palabras que había dicho hasta que se durmió. Antes de caer completamente tenía claro en su cabeza que no la iba a dejar pasar y que la buscaría para averiguar el acertijo en la mente de la joven que cautivó su atención. Isabella Swan.

¿Y bien? ¿Qué les parece? Espero sus opiniones ya que sin ellas no puedo continuar. Espero que les haya gustado el comienzo.

Bueno para hacerlo más interesante voy a poner partes o tramas de películas y con un review me van a decir si les recordó a alguna película. No tengo planeada completa la historia así que va a tomar algo de tiempo.