hetalia ni ninguno de los personajes me pertenecen (si no a estos dos les daria como caja)

este no es el primer fic q subo a la pagina, solia ser una mitad de Brujiprimas pero perdimos la contraseña y bueh... esta cuenta es solo mia por si acaso. eso...

Capitulo uno

Frunció el ceño. No le gustaba, nunca le había gustado, que su hermano se colgara del cuello del alemán de esa manera siempre le había desagradado.

Lovino se levantó, se alisó las arrugas de sus pantalones Gucci, les lanzó una mirada nuevamente, suspiró y salió dejando solo el eco del portazo detrás de si.

Ludwig vio como Lovino se levantaba y salía de la habitación mientras trataba de desembarazarse del pequeño italiano. Se mantuvo mirando la puerta hasta que la retahíla de Feliciano le hizo prestarle atención.

...

Lovino entró a su oficina y se sentó frente a un montón de documentos que el ministro del interior le había dejado. Desde algunas décadas el y Feliciano se habían puesto de acuerdo para dividir la cantidad de trabajo, Lovino se encargaba de los asuntos internos del país y Feliciano se encargaba de los asuntos externos, de las relaciones internacionales, por que enfrentémoslo, Feliciano siempre había sido mejor relacionándose con la gente. Eso si, si había que encargarse de algún problema con el Estado Vaticano ambos tenían que hacer acto de presencia.

Revisó los papeles, siempre lo mismo. Petición de aprobación del presupuesto para la mantención de El Coliseo, siempre lo mismo, que Venecia se está hundiendo en el agua, siempre lo mismo, siempre lo mismo, que La Torre Inclinada de Pizza se está enderezando, siemp-¡¿Cómo demonios era posible eso?! Suspiró, ¡¿por qué mierda suspiraba tanto últimamente?! Como si no lo supiera.

Siguió con el papeleo, terminaría rápido con eso, lo intentaría, quería hacerse tiempo en la semana para ocuparse de sus hortalizas ¡Maldición, sus tomates necesitaban atención! Mas papeleo; que la mafia estaba lavando dinero mediante pequeñas fabricas de producción de vino. Mientras se mantuvieran tranquilas no había que preocuparse demasiado, pensó, mantenían a flote la economía del país.

Le aburría el papeleo, siempre monótono. Echó un vistazo general al resto de los documentos, todos lo mismo, excepto por uno, un documento de asuntos internacionales. Lo comenzó a revisar mientras maldecía a su hermano por traspasarle trabajo que no le correspondía, pero pronto se olvido de él. El documento tenía la mitad de los artículos en alemán, los colores se le subieron al rostro. Sintió rabia, quiso arrojar el documento, quemarlo. Sintió vergüenza ¡¿Qué carajo hacía sonrojándose por un papel?! ¡¿Qué mierda hacia preocupándose por el macho patatas?!

Decidió que tomaría el documento, se lo llevaría a Feliciano y le gritaría el mismo sermón de siempre acerca de no congeniar con el cabeza de musculo a menos que fuera estrictamente necesario, que era preferible relacionarse con el pervertido del hermano Francia si es que la economía estaba mal que con cualquiera de los hermanitos aliento de papa.

Eso se dijo, pero al final se quedo en su estudio, repasando con el dedo las bruscas y finas líneas de la firma de la otra nación; Ludwig B. Deutschland.

...

Ludwig estaba preocupado, se encontraba en Italia, porque Veneciano le había pedido ayuda con su propio trabajo, Feliciano le había rogado y llorado y gimoteado para que lo ayudara porque el trabajo lo estaba matando y las embajadas ya estaban enojadas con el y tenía el sueño trastornado y etc, etc, etc… así que había pedido que desviaran todo su trabajo desde Berlín a Roma, lo que significaba e-mails que no llegaban, faxes que se atoraban, papeles que desaparecían de la nada, en fin, simple e ineludible caos. Todo esto lo tenía al borde del colapso, al limite de golpear a la próxima nación que le dirigiera la palabra, por supuesto con esto a la única nación a la que se refería era a su hermano, jamás se atrevería a golpear a otra nación, no otra vez, tal vez gritarle a Francia, a EEUU, tal vez incluso hasta a Italia. No de hecho sobre todo a Italia, que lo había arrastrado hasta su casa y solo lo había visto para las comidas ¡¿Dónde demonios estaba el documento que debía haberle entregado a principios de la semana?! ¡Mein gott! Una de las razones por las que había aceptado viajar hasta Roma era para poder recuperar el documento, pero Italia entre mas sollozos y disculpas le había dicho que lo había perdido y que en esos momentos se encontraba buscándolo, claro que por buscar se refería a estar tomando siesta.

Eso era una cosa. La otra cosa que lo tenía preocupado era la actitud de Romano. Si, Romano. Sabía que al italiano nunca le había gustado, pero no podía evitar notar como el moreno parecía evitarlo más de lo normal, había dejado de intentar matarlo con la mirada, de ponerle trampas estúpidas que solo los hacían pasar vergüenzas a ambos, había incluso dejado de gritarle. Sabía que eso debería tranquilizarle, que Romano ya no estuviera sobre el, pendiente de cada movimiento que hacía para saltar y decirle que se alejara de Veneciano debería ser un hecho que le permitiera trabajar más tranquilo, pero que la estruendosa voz del mayor de los italianos ya no se escuchara tan a menudo en la animada casa de Italia solo le producía mas intranquilidad, algo parecido a desasosiego y nostalgia. Ahora si es que se llagaba a cruzar con Romano en alguna habitación este solo lo miraba desde lejos con una emoción en los ojos que Ludwig no lograba identificar, una mezcla de derrota y algo mas, hasta que el italiano decidía dejar la habitación con un portazo.

Eso era lo que se escuchaba, portazos, en vez de la grave voz de tenor del mayor de los hermanos Italia ahora se escuchaban portazos, le llegaba a sorprender la firmeza de los goznes que no permitían que las puertas se desplomaran a pesar se ser tan sacudidas.

...

Ludwig salió de la habitación de invitados que le habían asignado, estaba dispuesto a despertar Veneciano y soportar sus llantos para poder rescatar el documento que estaba atrasando todo su horario, lo que significaba retrasar el horario de su jefe que retrasaba a toda su gente lo que retrasaba las negociaciones con otras naciones, lo que empeoraba la crisis económica europea… en fin, un pequeño retraso que acarrearía el caos.

Caminó por los pasillos del antiguo palacio de arquitectura renacentista llenos de obras maestras. Más de una vez se había detenido a apreciar los cuadros de diferentes épocas y artistas, algunos incluso hechos por Feliciano y la mayoría con motivos religiosos.

Escuchó a alguien hablar a regañadientes, probablemente Romano, algo común en la casa de Italia, el palacio estaba diseñado para que el sonido viajara de una habitación a la otra, y a pesar de ello los hermanos se gritaban de habitación en habitación y ambos eran bulliciosos a su manera, así que a pesar de que Romano no le hablara aun podía escuchar algo de su voz protestando, rezongando en ese italiano cadencioso con dejos de español que le producía una fascinación especial, un calor en la base del estomago que no quería asociar a pensamientos comprometedores.

Ocupado y distraído como estaba en buscar a Veneciano e intentando descifrar algunas palabras sueltas de aquellos dialectos que entremezclaba el otro italiano no notó que la voz subía de volumen en cuanto más caminaba. Y como el andar del alemán siempre había sido un paso firme y decidido fue inevitable la violenta colisión con el italiano que avanzaba con un paso acelerado y ligero.

- ¡merda! – exclamó Romano aterrizando desordenadamente en el suelo de mármol, los papeles de ambos escaparon de sus manos y se esparciéndose de forma revuelta en el suelo y sobre Lovino.

Alemania se vio empujado hasta dar de espaldas contra la pared y en cuanto distinguió al Italia con el que había chocado sintió el calor reptar hacia sus mejillas, lo cual no era bueno ya que con su pálido semblante cualquier rubor lo hacia ver como un semáforo en rojo. Tubo suerte de que Lovino estaba mas ocupado quejándose en italiano y quitándose los papeles de encima que en fijarse en el, un malestar se asentó en su pecho al pensar en esto, pero se apresuró a descartarlo como efecto de haber perdido el aliento al haber chocado contra la pared. Se apresuró ayudar al otro hombre a recoger los papeles, escondiendo el arrebol de sus mejillas de la mirada del otro, pero Romano no lo miraba.

Lovino de hecho hacía todo lo posible para no mirarlo, ya sentía el corazón acelerado solo por el súbito encontrón con el rubio y si lo miraba sabía que perdería el control de sus acciones. Definitivamente adoptaría el color de aquella fruta que tanto le gustaba, tal vez se pondría a gritarle como hasta hace poco tiempo había hecho o tal vez se pondría a coquetearle incómodamente en italiano (ya se reprimía enormemente las ganas de aplaudir cada vez que lo veía, costumbre muy arraigada en el*), una opción peor era que empezara a balbucear incoherencias en una mezcla de ingles, italiano y español, otra opción tan mala como la ultima era que se quedara embobado mirándole, como ya se había descubierto mas de una vez. La opción que le pareció mas segura, aunque también era la mas cobarde, era correr. Salir corriendo de ahí como alma que lleva el diablo. Pero si huía ahí quedarían todos los documentos que Feliciano no recogería y que Alemania no debía ver porque eran asuntos privados del país, y si Alemania llegara a verlos tendría que soportar los regaños de su jefe y del ministro del exterior y una sarta de cosas con las que no estaba dispuesto a perder el tiempo.

Tomó una decisión, recogería todos los documentos y huiría… uhrg… huir siempre le arruinaba el genio, esa cobardía inherente a su naturaleza lo ponía enfermo.

¡Y la forma en que se habían encontrado! ¡Tan cliché de comedia-romántica norteamericana! ¿Cuándo se había metido en una de las películas de EEUU? Percibió con el rabillo del ojo que Alemania se agachaba a ayudarlo a juntar los documentos, separándolos en dos montones, uno de los de él y otro de los de Romano, quien ignoró olímpicamente cuando el rubio le preguntó si se encontraba bien.

Lovino comenzó a recoger los papeles a su vez, separando los que estaban en italiano de los que estaban en alemán. Se preguntó si debía pasarle el documento internacional al macho patatas o si simplemente se lo pasaba a su hermano. Se lo pasaría a su hermano para poder gritarle a gusto y descargar un poco de la rabia que en ese momento estaba sintiendo, buscó el documento en el suelo, pero la gruesa voz del alemán lo detuvo.

- ¿Tú… tú firmaste esto? – Ludwig recogió el documento. Era el tratado por el que Italia lo estaba haciendo esperar, pero estaba aprobado por una letra distinta a la caligrafía perfecta de Feliciano, esta era mas tosca y mucho menos adornada pero igual de elegante, con un regusto a soberbia.

- ¿Eh? – Romano alzó la vista hacia el documento ¡Perfecto! Ya no podría ir a gritarle a Veneciano - … si… - Lovino se obligó a mantener la boca cerrada. Normalmente no tenía filtro cuando hablaba, y desgraciadamente al segundo que salían las palabras de su boca reparaba en todo lo que había dicho, y si empezaba a hablarle al alemán, lo mas probable es que no le hablara, sino que le gritara, y que le gritara todo, desde que detestaba su cocina y su impecable presentación hasta que sus ojos azules le provocaban sueños que la decencia le obligaba a callar (aunque lo mas probable es que le gritara el contenido de los sueños también)

Romano se apresuró en recoger el resto de sus papeles y se levantó para salir de ahí pero el firme agarre de la mano del alemán en su muñeca lo detuvo.

- Porca miseria – susurró mientras se daba vuelta para ver que quería el macho patatas

- Romano… - esperó que la otra nación volteara a verlo, esperando los gritos por haberse atrevido a tocarlo, pero los gritos nunca llegaron. Ese silencio incomodo lo molestaba, incluso mas que el usual bullicio que el moreno provocaba por donde quiera que fuera, ese silencio no era normal y eso le producía una sensación de vacío en el pecho - ¿Estas bien? No has hablado para nada desde hace algún tiempo… ¿No estarás enfermo? – sintió nuevamente el color reptar por su rostro pero Romano ya no lo estaba mirando - ¿No necesitas na… -

- No necesito nada, cara de papa – le interrumpió el italiano deshaciéndose del agarre – y tu solo lo empeorarías – agregó apresurándose por el pasillo logrando exitosamente ocultar el carmín de sus mejillas.

Ludwig se incorporó para seguirlo pero el súbito peso en sus espaldas se lo impidió.

- ¡Ve~* Alemania! – lo saludó el menor de los morenos - ¡Oh! ¡Encontraste el documento perdido!

- Ha-hallo Italia – saludó recuperando el equilibrio – Ja, Romano lo tenía – respondió con la mirada fija en el punto donde la espalda del aludido había desaparecido.

Veneciano dirigió la mirada al mismo punto que su amigo.

- Alemania – Feliciano esperó a que Ludwig asintiera para preguntar - ¿Cuándo le vas a decir a fratello que lo amas?

(* Por ahí oí que los italianos aplauden cuando ven a una mujer bonita en la calle.

Por ahí oí también que el "Ve~" que hace Feliciano es una forma corta de decir "Vene" que a su vez es una forma corta de decir "va vene", o sea, hola)

reviews please?

este cap esta medio denso con eso de los sentimientos y pensamientos y cosas, pero desde el cap 3 ya va a estar mejor encausado en cuanto a trama se trata, voy a estar subiendo caps con cierta frecuencia, por lo menos hasta el 4, pero de todas formas me bajoneo si veo que no esta siendo leido o no recibo feedback. espero que lo hayan disfrutado. :D