ReBaSaNDo_aL_DeSTiNo
Hello... heme aquí con una historia nueva después de mil años de ausencia. Espero les guste. Y doy gracias a todos los que me han ayudado a que esto sea posible.
(&&&- Cambio de escena)
CAPÍTULO 1
Palabras Arrolladoras
Un día más en aquel estúpido trabajo que odiaba. Suspiró cansada, harta de esos días que tan largos se le hacían. Estaba en un salón especial del autódromo, justo donde la prensa esperaba para las entrevistas. Todos sus colegas, si es que podía llamarlos así, miraban atentos las pantallas que a ella no le interesaban nada.
"Reportera de deportes…" –pensó para sí misma tan desanimada como siempre, porque eso no era ella, nunca lo quiso así pero de algún modo lo que fue una ocupación para salir al paso de sus gastos más indispensables se convirtió en lo único que hacía.
Suspiró y volteó hacia la pared, donde no había nada más que pintura blanca, después bajó la vista y notó su propia ropa. Una blusa rosa de botones y una falda café hasta la rodilla… ¡qué inapropiado! Como siempre, era la única que cubría eventos así y se vestía como damisela en apuros, toda femenina y fuera de lugar… pero… ¿dónde tenía ella un sitio?
Escuchó un varias exclamaciones a sus espaldas en el desorden de cuerpos y vio que la carrera acababa de terminar –por fin- ahora los ganadores pasarían por la revisión habitual y después irían para la aburrida conferencia de prensa. Ella era una artista, si esos hombres corrían o no, no le importaba. Pero ése era su trabajo, ésa era su vida.
Esperó paciente lo necesario, hasta que los tres primeros lugares irrumpieron en el salón y los demás aplaudieron. La mayoría de los otros reporteros eran hombres emocionados, con conocimientos verdaderos de todo ese mundo de autos y velocidades exorbitantes. Nada que a Lin se le antojara como algo más que una manera estúpida de arriesgar la vida. Pero de nuevo… reportera de deportes, ese era su trabajo. Y se forzó a poner atención.
- No tengo comentarios al respecto. –habló un hombre, o más bien "el"hombre.
Ese que desde hacía un par de años era la súper estrella. Casi todos los trofeos de primer lugar descansaban en sus repisas, ni un solo accidente, un segundo lugar y un primero en los dos campeonatos de la categoría mayor sin mencionar los récords que contaban menos. Todos lo adoraban y casi besaban el suelo donde él pisaba… o corría. Pero para ella nunca tuvo sentido, pues más allá de su talento y un físico… impresionante –el único calificativo que pudo pensar si era honesta consigo misma- no era nada agradable. Nada de sonrisas, ni unas palabras amables, sin amigos en el trabajo, sin novia, nada de familiares entre el público… sólo él y sus autos, su fama a la que no le hacía mucho caso. Para Lin, Sesshoumaru Tashou –el gran corredor de los últimos tiempos- era nada más que un maniquí encerrado en un cubo de hielo gigante.
Y por un momento pudo ver lo más patético de su vida… tener que conseguir a toda costa una serie de reportajes del cubo de hielo. Y todo por un desliz… por un comentario inoportuno y descuidado delante de su jefe.
FLASH BACK
- ¿A dónde te asignaré ahora? –masculló distraído y sin verla, oculto detrás de unas hojas. – Al parecer la liga de base ball no es lo tuyo… así que… ¿qué se te antoja?
Lin no pudo responder con facilidad porque la respuesta sincera no era conveniente "Quiero renunciar" hubiese dicho con gusto, pero todavía necesitaba el dinero.
- ¿No tienes opciones? -la presionó y ella negó con la cabeza.- Entonces… irás ala categoría de corredores principiantes, algo sencillo. Te metes a las carreras, haces preguntas y presentas a las nuevas promesas del automovilismo ¿correcto?
Lin lo meditó por unos segundos, sería mejor eso a estar todavía entre beisbolistas escupiendo el suelo en todo momento, como un tic nervioso, pero… ¿carreras? Ella no sabía nada de eso, ni tenía la más mínima idea de cómo se manejaban las categorías de principiantes… pero… quizás… claro. Su amiga –"su", porque sólo la tenía a ella- podría abrirle las puertas ¡cómo no lo pensó seis meses atrás!
- Señor… yo… me preguntaba si podría… ir a la categoría… principal.
- ¿Tú? Si con trabajos sabes lo que es un óvalo ¿qué vas a hacer cubriendo los grandes eventos? –él se burló sarcástico mirándola por primera vez.
- Es que mi amiga… ella… -dudó por un segundo pero por alguna extraña iluminación divina se decidió a continuar- Conozco a la jefa de mecánicos del equipo Sengoku.
Fue una ráfaga de palabras tímidas que dejó a su jefe desconcertado, con la mirada perpleja como si le hubiera confesado que era la princesa oculta de un reino distante… aunque en cierta forma –tuvo que admitirlo- sí sonaba raro que ella tuviera una amiga… y en especial ésa amiga.
- ¡Me estás tomando el pelo! –le exclamó poniéndose de pie para tomarla de los hombros con ambas manos y verla al rostro… parecía no creerle pero él lo sabía bien. Lin podría ser rara y solitaria, pero no era mentirosa.
- No… es verdad, ella y yo nos conocimos hace mucho, en la escuela y desde entonces, somos amigas.
- ¿Y por qué no lo dijiste antes? –exclamó el hombre de canas, el jefe de la edición de deportes en aquel importante periódico- ¿Hace cuánto que te asignaron aquí y no pudiste abrir el pico hasta ahora? –la regañó mientras volvía a su sitio detrás del escritorio.
- Yo… no lo creí… necesario.
- No voy a discutir eso contigo. –le habló fuerte, como siempre, dejándole claro que antes hizo una pregunta retórica. – Lo importante es que ya hablaste. Ahora vas a estar ahí. Cada carrera, cada conferencia, cada ensayo. Tu trabajo va a ser algo grande… sí… te auguro un futuro brillante…
Los ojos del hombre se pasearon por Lin, de arriba abajo la barrieron varias veces como si la estuviera visualizando en diferentes situaciones, quizás la notaba como el tipo de mujer que debería ser para estar ahí. Alguien decidida, segura de sí misma, con actitud.
- Pero… -murmuró y él pareció interrumpir su escrutinio.
- ¡Qué!
- Es que… yo no sé nada de autos… ¿cómo voy a escribir sobre eso?
- ¿Y de qué sabes tú? –le preguntó claramente en burla y Lin sintió sus mejillas arder. Ella sabía de cosas… sólo no del tipo de cosas que interesaban en una redacción de deportes. – Lo que me importa, es que obtengas una serie de reportajes íntimos, desde el mismo corazón del equipo. Los mecánicos, los dueños, gerentes, proveedores… y, sobre todo, los pilotos. Esos hermanos. Especialmente la estrella. Ese muchacho Sesshoumaru es todo un misterio, nunca da entrevistas ni se deja ver. Así que tú vas a cambiar eso. No me importa si tienes que meter micrófonos a su casa. Ya tienes el acceso y quiero el primer reportaje el domingo por la tarde en mi correo.
- Pe… pero… -objetó con la voz débil y la mirada perpleja ¿espionaje? ¡Claro que no!
FIN DEL FLASH BACK
Así fue como perdió la batalla con su jefe, porque nunca hubo una en realidad. Por más que trató de hacerle ver que su asignación se salía de todos los límites, él no se lo permitió. En ese momento una risa general la interrumpió. Todos sonreían al chico que ganó el segundo puesto, al parecer el "objeto" de su asignación había acabado de hacer la entrevista y su lugar ya hasta estaba vacío… eso era muy mal augurio. Ahora… ¿cómo iba a hablar con él?
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Qué fastidio. Formalidades que debía cumplir por términos de contrato. Algún día encontraría la forma de que nadie lo obligara. Apenas era su tercer año ahí y ya iba bien encaminado por su segundo primer lugar. Dentro de poco sería tan codiciado por todas las escuderías que nadie se atrevería a hacerlo acudir a estupideces como ruedas de prensa. De todas formas, lo que pasaba durante las carreras se quedaba ahí justamente. El mundo no debía enterarse de nada.
Caminó inexpresivo por el pasillo solitario, iría a su vestidor a bañarse y cambiarse ropa, después saldría por la puerta de atrás para evitar a los molestos reporteros e iría a casa a ver la retransmisión de la carrera, así solía analizar sus movimientos y perfeccionar hasta el más mínimo acelere, por eso era el mejor. Pero delante de él notó a una figura femenina que conocía bien.
- ¿Huyendo de los reporteros? –preguntó sonriendo calculadora la joven de cabello negro, recargada en la pared imitando una pose casual. Aunque ambos sabían que lo esperaba.
- De la gente en general. –murmuró Sesshoumaru al pasarla, aunque sí la miró.
Se veía bien como siempre, vestida de rojo y blanco, pantalones ajustados y una blusa femenina con algo de escote, hermosa como pocas e interesante como casi nadie. Pero no lo suficiente.
- Sólo venía a decirte que hiciste un buen trabajo. –le dijo sin moverse, con voz en volumen normal mientras él se alejaba. –Te veré en las prácticas. –se despidió y emprendió camino hacia el lado contrario.
- Deberías conseguirte una vida. –el comentario fue hiriente y sin malas intenciones, simplemente así era él, pero ella reaccionó y se quedó quieta, él también detuvo sus pasos cuando escuchó que los tacones de aguja no avanzaban más.
- Pronto voy a tomar posesión. –le informó indiferente- Mis padres son dueños de la escudería y yo lo seré un día. Así que acostúmbrate a tenerme alrededor.
- Kikyo… ¿se te olvida que tienes una hermana? –le dijo sin mirarla, ambos se daban la espalda.
- Kagome es muy niña y tiene muchos problemas. Yo soy mil veces mejor para ésto.
- Si eso crees…
Sesshoumaru dejó la frase en el aire y empezó a caminar otra vez, dos latidos de corazón después Kikyo hizo lo mismo dispuesta a volver a donde debería estar, observando todo para aprender.
Cuando él entró en su camerino encontró lo que debía estar ahí, sus cosas personales en u sillón, el escritorio con su computadora portátil, el mini refrigerador con botellas de agua, jugos naturales y bebidas energizantes… y nada más. Un lugar con lo más indispensable solamente. Ni siquiera se molestó en llevar consigo el trofeo que recién le entregaron, de eso se encargaría alguien más. Esas cosas pequeñas iban más allá de lo que él, estrella… el mejor, debía hacer.
Así con la mente fija en los recuerdos de la carrera se metió en la ducha de agua caliente dejando que el vapor inundara su habitación por completo.
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- ¡Sango! –llamó a su amiga con un grito para que la escuchara en medio de todo ese alboroto de festejo.
- ¡Lin! Qué bien que estés aquí. –la joven se acercó pasando gente hasta la puerta, ahí los guardias hacían su trabajo sin dejar entrar a nadie que no perteneciera al equipo.- Está bien, ella puede pasar. –les informó y los dos hombres concedieron la entrada a la otra mujer. - ¡Viniste! –luego la abrazó por un momento alegre de que estuviera ahí.
- Te dije que lo haría. –sonrió y observó a su amiga.
Tenían la misma edad y una amistad muy fuerte en común, pero además de eso no se parecían en nada. Sango era varios centímetros más alta, muy atractiva y segura de sí misma, una mujer que se abrió paso en un mundo de hombres a base de talento y esfuerzo. Ahora era la jefa de mecánicos de uno de los mejores equipos de las "ligas mayores". Extrovertida y feliz, siempre la vio así… o casi siempre. Aunque por razones profesionales no podían frecuentarse tanto.
- Desde luego, tú nunca mientes. –Sango sonrió de nuevo y la tomó de la mano para llevarla hasta la mesa donde habían un montón de bocadillos y bebidas listas.
A su alrededor todos conversaban animados por dos victorias, su piloto estrella en primero y el más joven en tercero. El bullicio era grande, tanto, que se vieron obligadas a hablar casi gritándose después de tomar un vaso y brindar por el éxito. Aunque rodeada de tanta gente Lin se encontraba muy cohibida.
- ¿Y bien? –le preguntó Sango- ¿Qué tal tu primer día en las pistas?
- Me estoy acostumbrando.
- Ya sé que no es lo tuyo. Pero deberías venir a las prácticas entre semana. Vamos a estar en otra pista. Para que te vayas familiarizando con el medio.
- Gracias… creo que lo haré. –suspiró pensando en su rotundo fracaso del día, lo más que podría entregar sería un resumen del ambiente festivo en ese saloncito, nada que fuera a satisfacer a su jefe ni de lejos.
Sango negó con la cabeza y cambió su expresión, de alegría total a preocupación. Lin no lo entendió y no pudo hacer nada más que observar cuando su amiga dejó el vaso que sostenía en la mesa y le quitó el propio de las manos para hacer lo mismo, luego, la haló hasta estar fuera de ahí… lejos del ruido en un pasillo silencioso y casi solitario.
- ¿Qué te pasa? –le preguntó- Creí que… por lo menos te alegraría la novedad.
FLASHBACK
Sango estaba sola en casa, acaba de tomar un baño y ahora sacaba cosas para prepararse una sencilla cena, cuando el teléfono sonó.
- ¿Sango? ¿cómo estás? –dijo la voz de su amiga desde el otro lado.
- ¡Lin! Excelente… todo va muy bien ¿y tú? ¿Qué dicen los periódicos?
- Pues… todo igual… mucha tinta y un jefe… enérgico.
- ¿No has pedido tu cambio? –preguntó sentándose en el sofá, sabiendo que su amiga no sentía la más mínima atracción por los deportes que ahora se veía obligada a analizar.
- Sí, varias veces… pero no le veo mucho futuro a eso. Alguien parece estarse empeñando en mantenerme ahí.
- Yo… lo siento…
- No, está bien. En realidad… es por algo así que te llamo… necesito un favor… si no es mucha molestia.
- Sabes que puedes pedirme lo que sea. –respondió calmada y casi contenta por ser útil a su amiga, ésa que no era la misma de antes.
Muchos años atrás, cuando iba a la misma escuela que Lin, la adolescente era muy distinta de la adulta. La recordaba como una muchacha alegre que conversaba con todos, la que siempre invitaban a las fiestas y no paraba nunca de hablar. Como el polo opuesto de la persona en la que se convirtió. Y ella conocía la razón de su cambio, sabía que todo era por la frustración… por sentirse fuera de su ambiente. Lin era una artista, una escritora que no planeó nunca su vida en un periódico pero que tampoco tuvo mucha suerte a la hora de encontrar editores dispuestos a publicarla. Así la necesidad de sostenerse la llevó a encerrarse en un mundo que ante sus ojos creativos era monótono y sin sentido.
- Mi jefe… -empezó a hablar sacándola de los recuerdos para depositarla en el momento otra vez, su departamento… y una amiga pidiendo un favor- Él quiere que haga una serie de reportajes sobre tu… categoría de carreras. Y pensé que podrías ayudarme a entrar… a empaparme del medio… lo siento.
- ¿Por qué te disculpas? –la cuestionó casi irritada.
- Porque es mi culpa. Sin querer le mencioné que eres mi amiga, no debí hacerlo porque ahora piensa aprovechar la oportunidad y quiere que escriba cosas que nadie más sabe… pero no quiero comprometerte a ayudarme.
- No seas tonta. –la regañó levantándose del sillón- Claro que puedes venir. Te llamo mañana para ponernos de acuerdo y entregarte tu pase de prensa. Para empezar debes ir el domingo a la carrera, es un gran circuito y nuestros autos están en excelentes condiciones. Puede que hasta te guste. –intentó bromear al final y pareció dar resultado, del otro lado de la línea Lin se rió un poco como tantos años atrás.
- Muchas gracias. Entonces… te llamo mañana.
- Sí, de nada. Será muy lindo tenerte cerca cuando trabajo, como en los viejos tiempos… ¿recuerdas?
Como primera respuesta Lin se rió otra vez y sin quererlo se embarcaron en una larga conversación de memorias agradables, un cambio sin duda positivo para la joven reportera.
FIN DEL FLASH BACK
- No, es decir, sí. Es bueno tener cosas nuevas para mirar. Nada de bates y pelotitas. Estar aquí es mucho más interesante. –intentó Lin encontrar el lado positivo.
- Sé que sigue sin gustarte esto de los deportes.
- Me gusta poder verte. –le sonrió intentando parecer feliz.
- ¡Sango! –las interrumpió una muchacha que iba corriendo desde la entrada, vestía casual y agitaba la mano sonriendo. - ¡Felicidades! Lo escuché en la radio de camino…
La recién llegada abrazó a Sango con entusiasmo durante unos segundos y después, todavía sonriendo, miró a Lin, como esperando las presentaciones.
- Ella es una amiga, Lin… y ella es Kagome. –dijo sus nombres y esperó porque se llevaran bien, después de todo eran sus mejores amigas.
- Mucho gusto. –dijeron las dos desconocidas y después rieron un poco por la coincidencia.
- ¿Eres de la prensa? –preguntó Kagome viendo el gafete distintivo que llevaba la otra.
- Sí, del periódico.
- Acceso total ¿verdad? –Kagome sonrió y rozó a Sango con el codo. – Bien, pues… vamos a la fiesta ya que me perdí toda la carrera.
- Más vale tarde que nunca.
- Yo… debo irme. –se disculpó Lin con una pequeña reverencia dando dos pasos para salir de ahí, justo en la dirección de la que Kagome llegó un poco antes. – Tengo que escribir el reportaje para mi jefe y enviarlo. Pero… las veré después. Gracias y mucho gusto de conocerte, Kagome.
Lin agitó la mano y salió casi corriendo antes de que alguna de las otras mujeres pudiera objetar. No estaba de ánimo para más celebraciones o interrogatorios de Sango. Mejor sería buscar una salida y marcharse para terminar con el estúpido reportaje de una buena vez.
Caminó algo perdida por los pasillos, inclusive tuvo que preguntar un par de veces por la salida pero todas las indicaciones la llevaron a la puerta principal, donde más reporteros andaban por ahí entrevistando a quien se dejara. Probablemente lo correcto era unírseles y sacar algo más de información pero ese día ya había sobrepasado su límite.
Dio media vuelta caminó, otra vez preguntando, pero ahora más bien por la puerta de atrás. Le tomó más tiempo encontrarla pero por fin frente a ella se extendió una puerta metálica grande, por suerte entreabierta y con un guardia vigilando. El hombre no tuvo inconveniente en dejarla salir puesto que su trabajo era más bien no permitir entradas indebidas y así al empujarla y chocar con la luz del sol frente a ella sintió que todo se le venía encima.
No supo por qué, tal vez era por ver a Sango en su medio, feliz como cuando ella también lo era, cumpliendo sus sueños como ella no pudo, tal vez era el hastío por esos insípidos reportajes sin nada de magia… o quizás sólo hormonas femeninas. Pero indiferentes a la causa verdadera las lágrimas se agolparon en sus ojos cegándola, volviendo todo ante ella un borroso collage, fundiendo el sol, el pavimento, los pocos autos estacionados y la calle en una imagen acuosa y sin sentido. Suspiró y parpadeó avergonzada por su debilidad y contenta por estar sola. Sin pensarlo empezó a andar casi corriendo.
El lugar desierto no fue difícil de atravesar, una línea de autos aparcados, una callecita, más autos y unos metros después llegaría a la avenida para tomar un taxi y largarse de ahí.
Avanzó sin mirar y de pronto mezclados con los sonidos más cotidianos llegaron a sus oídos un claxon y unos neumáticos chirriando al ser detenidos en seco.
Sintió el miedo y el dolor del golpe, se vio a sí misma rodando un poco encima de un cofre rojo y después de vuelta al asfalto caliente. Un leve gemido se escapó de sus labios cuando aterrizó y se golpeó la cabeza. La confusión del momento no se logró disipar antes de que perdiera la conciencia.
CoNTiNuaRá...
Hello de nuevo. Espero que se hayan quedado intrigadas!!!! Disfruté mucho este cap de introducción. Si tienen 2 segundos les pido un comentario porfitas. Críticas, dudas, sugerencias, etc etc. Mil Grax!!!!
