Title: Everything You're Not Supposed To Be

Rating: T (menciones sobre sexo y drogas, lenguaje altisonante). Con posibilidad de aumentar en el futuro.

Characters/Pairs: Blaine Anderson, Kurt Hummel; historia íntegramente Klaine. Noah Puckerman. Posibles menciones futuras sobre otros personajes.

Spoilers: Ninguno. Sólo dosis insanas de Klaine y un posible futuro en Nueva York.

Disclaimer: Glee y los personajes mencionados en esta historia no me pertenecen; son propiedad de sus creadores y la cadena FOX. Yo sólo fantaseo con ellos en historias como ésta.


EVERYTHING YOU'RE NOT SUPPOSED TO BE

...

...

Capítulo 1

"New York I love you, but you're bringing me down"

Blaine Anderson suspiró con desesperación por enésima vez en aquella mañana. El resultado en la pequeña pantalla de la calculadora no dejaba lugar a dudas: el gasto de la electricidad era correcto. Una cantidad que, si bien no era exagerada —es más, podría jurar que nunca antes había consumido tan poco—, se convertía en elevada al sumarle los consumos de agua y luz y el alquiler del apartamento. Cantidad que, desde luego, su ridículo sueldo como camarero en Maggiano's no podía pagar. Aquel mes había sido especialmente horrible, y aunque las facturas no solían asustarle —un chico que apenas pasaba tiempo en casa y vivía solo consumía lo justo—, tenía que admitir que estaba con el agua al cuello. Ni siquiera sus ahorros podían salvarle esta vez: había gastado todo lo que le quedaba en el banco el mes pasado para abonar los tres pagos de alquiler que tenía pendientes.

Frotándose las sienes, cerró los ojos con fuerza, intentando descansar la vista por un momento. Aunque le gustaría poder hacerlo, Blaine no culpaba a nadie por su desgracia. Él había escogido abandonar Ohio: se había negado a escuchar a sus padres y había dado el paso para salir de aquel agujero. Estaba seguro de que Nueva York sería su trampolín hacia el éxito, de que no necesitaría el abrigo económico de su familia para labrarse una carrera en Broadway y dedicarse a lo que único que sabía hacer: cantar. Precisamente esa decisión le había hecho renunciar a su cómoda vida, a sus estudios y a la gente que quería. Ahora se daba cuenta de lo ingenuo que había sido, y deseaba poder retroceder en el tiempo para enmendar ese error. La ciudad que nunca duerme es una jungla, y él actuaba como un cachorrito asustado a punto de ser devorado por las fieras.

Necesitaba pensar. Encontrar una solución lógica y ponerla en práctica. Había intentado buscar un empleo mejor, pero las cosas estaban jodidas por todas partes y a nadie le interesaba contratar a un cantante con limitadas habilidades para servir mesas. Tendría que conformarse con Maggiano's, el restaurante eternamente anclado en los ochenta y situado en su misma calle. Lo único que tenía que hacer allí era engominarse el cabello, ponerse un absurdo delantal naranja y llevar hamburguesas y refrescos a las mesas de la primera planta. A pesar de todo, desde su llegada ocho meses atrás había esquivado el despido con una habilidad sorprendente. Sus compañeros solían decir que era gracias a su encanto, pero él sabía que no estaba allí por su inevitable cordialidad. Aún recordaba perfectamente el día en que había sido contratado. Todo porque el jefe del local le veía tomar café allí desde hacía un tiempo —cuando aún iba de casting en casting recorriendo Off Broadway— y su rostro le había resultado familiar. El tipo, un cabrón bigotudo con aspecto de mafioso, se presentó como Topher Maggiano. Blaine no tardó en reconocerlo: había estado con él más de una vez cuando aún vivía en Ohio y se dedicaba al negocio. Él acababa de montar allí el restaurante después de mudarse desde Westerville… y por eso le había dirigido la palabra como si se conociesen de toda la vida. Por eso le había contratado. Y ocho meses después, todavía continuaba mirándole como un asqueroso depravado que sólo pensaba en follárselo cada vez que entraba por la puerta. Por eso Blaine evitaba pensar en las verdaderas razones que mantenían su puesto de camarero, porque le asqueaban y le provocaban escalofríos. Comunicaban directamente con una etapa de su vida que prefería enterrar en el olvido.

Como si vagar por el diminuto apartamento fuese a brindarle una solución, comenzó a recorrer la sala, clavando sus ojos en la estantería escasamente decorada por algún marco de fotos y una serie de cartas, tarjetas y notas desordenadas que no sabía dónde guardar. Instantáneamente se fijó en un pedazo de papel cuadriculado con un número de teléfono garabateado bajo un nombre que le arrancó una sonrisa perspicaz nada más leerlo.

—Exacto —murmuró para sí mismo, cogiendo su teléfono y marcando las cifras con rapidez.

Recordó aquella tarde en Manhattan, poco después de su llegada, y lo mucho que se había alegrado al ver una cara conocida. Él había insistido en que todo le iba sobre ruedas —Harlem no está tan mal, tengo trabajo, estoy comenzando a acostumbrarme a vivir en la ciudad—, pero sólo había obtenido aquella nota a cambio. Llámame si necesitas algo, Blaine, prometo ayudarte.

Un pitido, dos, tres... Al superar los ocho, Blaine pensó que aquello no tenía ningún sentido. Cuando iba a darse por vencido, el casi inaudible chasquido al otro lado de la línea hizo que mantuviese el teléfono pegado a su oreja como si de un objeto sagrado se tratase.

—Hola. Soy Blaine.

Blaine… ¿Blaine? —una pausa. El moreno pasó la mano por sus desordenados rizos, comenzando a ponerse nervioso— Tío, pensé que no volvería a escucharte

—Sé que esto va a sonarte raro, pero te necesito. Estoy jodido, no llego a fin de mes y no tengo a nadie más… por favor, dime que puedo contar contigo.

Quizá se estaba arriesgando demasiado, y no podía negar que mostrarse tan vulnerable le asustaba, pero su voz sonó inexplicablemente firme al exponer la delicada situación. No dudaba que él era su hombre. Su único contacto en Nueva York y, por encima de todo, la única persona que podía sacarle de aquel lío.

Esquina de la séptima con Central Park North. En media hora.

.

—No has cambiado nada.

Blaine desvió momentáneamente la mirada de su rebosante taza de café para fijarla sobre Noah Puckerman, quien parecía divertirse con su evidente desconcierto. Después de la desesperada llamada, le preocupaba especialmente lo que el chico pudiese pensar de él. Aunque confiaba en que un chico que se movía entre todo tipo de trapicheos —la mayoría al margen de la ley— no tuviese el valor de juzgar a alguien que necesitaba dinero rápido… su sonrisa burlona parecía expresar todo lo contrario.

—Bueno… han pasado ocho meses, no ocho años.

—No lo digo por el físico —sin borrar esa expresión de superioridad, el joven le dio un trago a su bebida—. Sigues siendo el chico soñador que salió de Ohio para ser artista. Ingenuo, inocente…

—Déjalo, Puck —atajó el moreno, visiblemente incómodo—. ¿Vas a ayudarme sí o no?

Él sí que no había cambiado nada. Mirada desafiante, sonrisa socarrona… incluso su peinado mohicano se mantenía igual que en sus años de instituto. Buscaba su desesperación, quería verla y corroborar que Blaine Anderson se arrodillaría ante él con tal de conseguir ayuda. Aunque siempre se habían llevado bien, la dura ciudad le había curtido; sabía meter el dedo en la llaga para dar el golpe de efecto.

—Claro —aseguró, relajándose y cambiando su tono burlón por la serenidad más absoluta—. ¿En qué habías pensado?

—Un trabajo bien remunerado estaría bien… que no me ocupe demasiado tiempo, quiero seguir en el restaurante. De momento puedo dejar pasar el alquiler un mes más y encargarme de los gastos de la casa con lo que me queda. Supongo que podré arreglármelas temporalmente…

—Dinero rápido y fácil —no le llevó demasiado tiempo llegar a una conclusión con cierto sentido—. ¿Piensas volver a las andadas, Blaine? Pensé que habías dejado ese mundo.

—Claro que lo dejé —visiblemente turbado, el joven de ojos avellana evitó el contacto visual con su interlocutor—. Mucho antes de venir aquí.

—Una pena —chasqueando la lengua, Puck adoptó una postura distraída que aumentó el nerviosismo de Blaine—. Conozco a un tipo, uno de los recepcionistas del hotel de la 97… tiene un buen negocio entre manos. No acepta menos de quinientos dólares por noche. Y anda buscando a chicos como tú, ya me entiendes…

—Ni de coña, Puck. Prefiero cualquier cosa antes que eso.

—Aquí todos estamos jodidos, Blaine —cruzándose de brazos, el chico mostró una actitud defensiva—. No tengo ofertas a tu gusto, y tampoco pienso buscártelas. ¿Quieres dinero rápido?, esto es lo mejor.

— ¿Y si trabajo contigo? Tampoco te va tan mal, ¿no?

—Hace un par de semanas hubo redada en una de las discotecas donde solemos estar. Encerraron a un amigo mío por venderle coca a una cría. Yo me libré de casualidad —suspirando, Puck se echó hacia atrás sobre su silla y descendió notablemente el volumen de su voz—. No intento asustarte, no es nada del otro mundo y ya nos ha pasado antes… pero esa vida no te conviene, Blaine. Tú aspiras a más, tienes sueños… sólo pasas por una mala época, ya está.

—Pero no puedo aceptar lo que me ofreces…

— ¿Por qué? —el chico mohicano parecía no comprender su oposición— Ya lo has hecho antes, conoces el negocio. Lima no era muy grande, y todos esos maricas reprimidos te llamaban a ti. Incluso entonces ganabas muchísimo… ¿qué te hace pensar que en Nueva York no será igual?

Esa era la gran desventaja. Puck conocía su pasado; había sido testigo de aquella época, y aunque definitivamente su mentalidad de chico malo le impedía juzgarle, no por ello iba a dejar de recordárselo. Blaine se avergonzaba sólo de pensar que alguna vez había vendido su cuerpo a extraños —que, tal y como Noah había dicho, habían terminado convirtiéndose en conocidos— por pura rebeldía. Sus padres podrían haberle dado todo cuanto se le hubiese antojado… y él prefirió meterse a chapero. Incluso cuando se empeñaba en pensar en ello fríamente, desde una prudencial distancia espacial y temporal… las arcadas terminaban por golpear su estómago con una virulencia feroz, haciendo que su cuerpo se sacudiese como un muñeco de trapo en medio del océano. Terminaba odiándose a sí mismo.

—Yo… no creo que pueda.

Su casi inaudible murmullo fue interrumpido por el sonido del móvil de Puck, que el joven rápidamente extrajo de su bolsillo. Tras leer lo que parecía ser un mensaje de texto, sacudió la cabeza a ambos lados en señal de desaprobación y se levantó de su silla.

—Blaine, tengo que irme. Ha surgido algo, uno de los novatos la ha cagado en el almacén y tengo que ir a ver qué pasa…

—Claro. No te preocupes.

—Piénsatelo —no se iba a rendir tan fácilmente—, y llámame esta noche. No te voy a culpar si no lo aceptas… pero en serio, Blaine, es lo que estás buscando.

No obtuvo una respuesta. Tampoco se empeñó en buscarla, y tras un último gesto de despedida abandonó rápidamente el local. En cambio, Blaine —café intacto, mirada perdida, expresión cansada— no fue capaz de moverse. Y cuando por fin lo hizo, también salió de allí y comenzó a caminar calle arriba, en dirección a su casa.

Blaine no quería admitirlo, pero Puck tenía razón. En un lado de la balanza estaba su surrealista propuesta de meterse a gigoló clandestino en un hotel… y en la otra, perder su casa y quedarse en números rojos. Necesitaba otro trabajo si no quería que las deudas terminasen ahogándole, y tenía muy claro que jamás encontraría nada que se ajustase a su demanda y estuviese… digamos, dentro de la ley. Y volver a Ohio ni siquiera era una opción para él; jamás se rendiría mientras hubiese una mínima posibilidad de mantenerse a flote en Nueva York.

No le quedaba otra: tendría que volver a las andadas.

.

— ¿Noah?

Te he dicho mil veces que prefiero "Puck"—pudo sentir su sonrisa socarrona al otro lado de la línea—. ¿Ya te lo has pensado?

—Sí.

¿Y bien? Dispara, Anderson.

—Acepto. Avisa a tu colega y dime dónde y cuándo.

Perfecto. No te arrepentirás.

Y más que nunca, Blaine deseó de todo corazón que así fuese.


Esta mañana me levanté pensando en esta historia. No he parado hasta escribir el primer capítulo. Ahora espero que nadie se piense que estoy loca (aunque un poco sí lo estoy).
Anyway, gracias a los que leen. Es el primer fic "futuro" que escribo y espero no haberlo hecho demasiado mal.
Soundtrack en mi perfil, como siempre.

Reviews are love :3