Sakura Card Captor no me pertenece, es propiedad de CLAMP, yo sólo tomo prestado a los personajes para fines de esta historia.

Advertencias: posible Ooc (personalidades fuera de personaje), cliché XD y Universo Alterno.


Capítulo 1. Ecos del pasado.


.

.

Él dejó de tratar de traerla de vuelta. Ella tan sólo se hacía presente en escasas ocasiones, en algunos sueños, algunos recuerdos… algunos pensamientos. Antes solía confundirla con cualquier chica de menuda complexión; cualquier mujer con el cabello castaño podría ser ella y desafortunadamente cuando era osado para acercarse a ellas descubría con pesar la verdad tras sus miradas, que ellas no poseían la belleza exquisita y la inocencia escondida tras aquellas orbes que añoraba volver a mirar.

Para su desgracia nunca eran "Ella".

"Ella" era la persona más maravillosa que alguna vez pudo haber conocido, poseía una cándida personalidad que lo había abrumado al punto de quedar prendado de su brillante luz, una sonrisa infantil y el dulce sonido de una risa angelical y por sobre todo, un alma bondadosa que miraba lo bueno incluso donde no lo había.

Una desconocida: Eso fue al principio.

Una molestia: Cada vez que se empeñaba en hablarle a pesar de los desplantes que él adrede le dedicaba.

Una intrusa: Cuando sin saber ya formaba parte de su vida.

Una amiga: Estando presente en los momentos importantes procurando su bienestar, dedicándole vastas sonrisas de felicidad para alejar sus tristezas y soledad.

Un complemento: Él carecía de las virtudes que ella poseía.

Mudarse a un nuevo lugar fue difícil, no obstante había soportado ese radical cambio gracias a su presencia; gracias a ella conoció a nuevas personas que lo acogieron de inmediato como uno más de ellos.

Pero el papel más importante que jugaba en su vida en aquel lejano tiempo, fue el de su persona especial en todo ese mundo: porque la amaba. Su primer amor, aún cuando ella jamás se diese cuenta de ello y cuando él jamás tuvo intención de que ella se enterará de su situación para no causarle problemas; ella, la única que había cambiado su mundo haciendo que todo lo demás perdiera importancia.

Una burbuja que se rompió cuando él se marchó de su lado sin explicación alguna.

El estrepitoso abrir de las puertas cortó sus intrusivos pensamientos justo a tiempo, nunca supo cuan profundo escarbaba en su mente hasta que alguien lo sacaba de ese mar de recuerdos. Una inusitada presencia entró triunfal a la oficina del joven hombre, caminando a prisa hasta el escritorio donde golpeó la madera con las palmas de las manos provocando un exponencial eco.

Syaoran Li soltó un pesado suspiro. Estuvo a punto de botar la pila de papeles que yacían pulcramente ordenados sobre su escritorio gracias a la llegada de su prima, en primera instancia el joven se cuestionó sobre su presencia en las oficinas, siendo que a Meiling Li no le interesaba el ámbito empresarial ni el manejo del capital familiar ¿entonces por qué se había presentado así tan de repente frente a él?

— ¿Regresaras? —inquirió la joven sin apartar las manos del escritorio, invadiendo así el espacio personal de su compañero. Sus ojos rubí se clavaron en él, expectantes.

Y toda duda quedó disipada con aquella simple cuestión. Demonios, se avecinaba un interrogatorio.

—Le dije a la secretaria que no podía recibir a nadie ¿no te lo dijo?

—Lo hizo —respondió Meiling toscamente. Como si una simple advertencia fuese a detenerla de obtener la información que quería —. ¿Y bien, es cierto o no?

Hubo un silencio prolongado, más bien uno intencional. Pero incluso Syaoran sabía que con alargar el tiempo de respuesta no lograría hacerla desistir de querer escucharla.

—La empresa necesita verificar las sucursales, las ventas no son óptimas por lo que necesitamos levantarlas. Me reuniré con los gerentes para hablar con ellos —La seriedad y su rostro estoico ocultaron a la perfección el pequeño atisbo de ilusión que le hacía sentir su próximo viaje —. Son sólo negocios.

Meiling entornó los ojos en dirección a su primo, patentando una potente mirada que le pondría los pelos de punta a cualquiera por tal escudriño. A cualquiera menos a Syaoran, quien con años de práctica volvió obsoleta aquella arma mortal de su prima.

—Así que son sólo negocios ¿verdad?

Él asintió apenas sin apartar la mirada de los papeles que ahora tenía en manos, un informe detallado de las utilidades del último mes; de seguir así sería un excelente año para la empresa.

— ¿Cuántos días estarás en Japón? —atajó de nuevo Meiling sin querer dar por zanjado el tema.

Syaoran quiso sacarla de la oficina de inmediato, sabía hacia donde se encaminaban todas esas preguntas.

—Lo que sea que estés pensando Meiling es mejor que lo olvides —Li levantó la mirada únicamente para mirarla mientras le dejaba muy en claro sus intenciones—. Me iré el viernes por la mañana y regresaré el miércoles por la tarde, ni un día más ni un día menos ¿entendiste?

Quizá la voz del castaño no era lo suficientemente brusca pero si lo bastante clara. Meiling bufó audible mientras se cruzaba de brazos en señal de molestia, odiaba esa faceta de seriedad en Syaoran, prácticamente vivía por y para el trabajo.

—Quizá deberías aprovechar para…

—No. —Syaoran levantó la mano cortando la diatriba de la joven mujer.

—¿Acaso no quieres verla? —insistió la pelinegra, era tan testaruda como podría llegar a ser.

Una fibra sensible abrió la pequeña herida en el joven hombre. De los dos, Meiling era la que no dejaba morir las esperanzas como él ya lo había hecho desde hacía algún tiempo.

—No he sabido nada de ella desde hace once años. —masculló Syaoran con pesar. Las palabras eran amargas en su boca.

Aunque lo cierto era que él no tenía razón alguna de sus amigos desde hacía ya bastante tiempo, al regresar a Hong Kong fue como si su vida en Japón se hubiese borrado por completo; aquellos que una vez fueron cercanos a él ahora no eran más que unos completos extraños. Intentó estar en contacto los primeros meses, sin embargo tras los acontecimientos que forzaron su regreso la comunicación fue perdiéndose gradualmente hasta reducirse a nada.

Incluso Meiling, quien en un tiempo le hizo compañía en aquella pequeña ciudad y había forjado lazos con sus compañeros, Syaoran sabía que eran escasas las ocasiones en las que se ponía en contacto con alguno de ellos.

—Daidouji me dijo que Kinomoto está en Tokio —reveló la prima de Li—. Quizá deberías aprovechar tu estadia en la ciudad para buscarla.

El comentario de la joven captó la atención de Syaoran quien dejó a un lado los papeles para enfocar su mirada en ella.

—¿Tokio? —cuestionó incrédulo, después de un par de segundos negó con la cabeza como si la sola idea fuese la más absurda de todas—. Eso es imposible Meiling, nadie me dio razones de ella o mencionó siquiera que estaba en esa ciudad. Lo último que supe es que se había casado y mudado a Kioto.

—¿Entonces debo suponer que te rendiste cuando supiste sobre la noticia no es verdad? —Ahora todo tenía sentido para ella, Syaoran simplemente se había rendido y ya.

La acusación de su prima lo abrumó de repente, durante todo ese tiempo su excusa más creíble fue el trabajo y la falta de tiempo para retomar los vínculos perdidos con sus amigos, en especial con Kinomoto; quien se suponía era su mejor amiga. La culpa por desaparecer así tan de repente lo persiguió por un tiempo pero después, cuando quiso enmendar su error supo que ella había seguido con su vida; Syaoran intentó alegrarse de ello sin embargo no pudo evitar que una leve punzada de dolor le molestara en el pecho, al final aceptó que dejar las cosas como estaban era lo mejor.

Cada uno tenía una vida hecha.

—Tu sabes que no es eso Meiling —Se defendió Li—. Después de la muerte de mi madre tuve que ocupar el puesto como el nuevo líder, no tenía tiempo para buscar a mis amigos o salir con ellos, el trabajo…

—¡Exacto siempre es el trabajo! —Se exaltó Meiling golpeando con mayor fuerza la madera de la mesa, haciendo tambalear los papeles al punto de casi hacerlos caer—. Desde que Tia Yelan murió no haces más que trabajar, como si con ello pudieses compensar algo. No hablas con tus hermanas a menos que sean asuntos relacionados con los negocios o la empresa, me ignoras a mí y lo peor del caso es que eres tan miserable que te da miedo reconocerlo.

Sus miradas se cruzaron desafiándose, pero Syaoran se negaba a reconocer la verdad en las palabras de Meiling, porque muy en el fondo odiaba admitir que ella tenía la razón. Desde su regreso de Japón tras la muerte de su madre se había escudado tras el trabajo, asumiendo su papel como heredero de su clan; su estado natural designado desde su nacimiento al ser el único varón en la familia.

—No hables a la ligera Meiling, tú no eres la que carga con el peso familiar, tú no sabes lo que es que toda la responsabilidad caiga sobre ti —Syaoran cuadró los hombros para aparentar más presencia, no quería hablarle así a su prima pero ya no soportaba que ella le recalcara lo obvio. Se sentía tan estresado con su sola presencia—. No soy miserable, yo sabía cuál era mi lugar desde que tuve uso de razón y creo que tú también deberías saber cuál es el tuyo.

Y eso era lo más triste de todo, pensó Meiling. Que su primo aún desde muy pequeño había forjado ese carácter frío debido a la constante educación que se le inculcó, llenándole la cabeza de obligaciones y deberes para con la familia, forjándolo como el futuro líder. Una infancia perdida sin oportunidad de juegos, sonrisas, sueños o esperanzas.

Syaoran dio por zanjado el tema pidiéndole que se retirara para poder terminar de revisar los informes, culpándola de que estaba retrasándolo pues debía dejar todo en orden antes del viaje. Ella no chistó al respecto sabiendo que de nada serviría sus alegatos, no obstante Meiling recordó el motivo de su visita y se atrevió a hablar en última instancia antes de retirarse.

— ¿Aun la amas? —dijo con la esperanza de recibir una respuesta sincera de su parte, aunque en el fondo sabía que tal vez no recibiera absolutamente nada.

Pero se equivocó.

—Ella ya tiene su vida hecha.

—Eso no fue lo que te pregunté Xiao Lang. —objetó de regreso la pelinegra tentando su suerte. Al menos había recibido una respuesta aunque no era la que quería escuchar.

Meiling quería estar segura de algo antes de cuestionar el asunto de mayor importancia, algo que la haría salir de dudas de una vez por todas. Durante años había guardado recelosamente una duda que la carcomía por dentro.

—Xiao Lang. —insistió Meiling.

Syaoran exhaló bruscamente para que ella le escuchara.

—Sí. —Se limitó a decir. Aunque aquella verdad no cambiaba en nada su realidad.

A la prima de Li no le sorprendió que a pesar de todos esos años él aun guardara ese sentimiento por la chica japonesa, tendría que ser ciega para no notar los indicios de un corazón roto que añoraba a su amada.

Un silencio se instaló en la estancia, ensordecedor y desesperante. Ella seguía ahí de pie como queriendo decir algo pero al mismo tiempo meditando al respecto, Syaoran pensó que tal vez ella estaba buscando la mejor manera de decir lo que quería. Algo extraño en Meiling ya que su naturaleza impulsiva y agresiva le hacía decir las cosas sin delicadeza y directo al punto.

—Cuando te fuiste de Japón ¿pasó algo entre Kinomoto y tú? —Meiling se cruzó de brazos fingiendo indiferencia, trató de atajar el tema con la mayor sutileza posible.

La ceja de Li se alzó en incredulidad primero y luego una vez procesadas las palabras frunció el ceño. No estaba diciendo lo que creía que estaba diciendo.

— ¿Qué quieres decir? ¿Qué se supone debió de pasar entre ella y yo?

—Ah maldición Xiao Lang —Las manos de Meiling abandonaron su antigua posición para frotarse la frente despeinando su largo flequillo en desesperación—. ¿Entre Kinomoto y tú nunca pasó nada? es decir ¿ella y tú nunca estuvieron juntos?

Él captó a dónde iba todo aquello y se apresuró a responder.

—No —fue su rotunda respuesta—. Ella era mi amiga y además…—Syaoran titubeó por un segundo—, a ella le gustaba otra persona, yo simplemente era su amigo tal como lo era Daidouji.

Meiling lo miró fijamente, inspeccionando su rostro pero lo único que encontró fue la seriedad de antaño que lo caracterizaba; entonces estaba diciéndole la verdad. No atendía y estaba un poco confundida con los hechos, por una parte sabía que él era incapaz de mentir y menos sobre algo como eso, pero por otro lado los hechos le decían otra cosa ¿podría ser que lo que ella sabía por boca de Daidouji fuese solo una gran casualidad? No había otra explicación.

Derrotada se acomodó el cabello y le dio la espalda a su primo, dispuesta a salir por la puerta, necesitaba hacer una llamada.

—Ni siquiera fuiste capaz de confesarle tus sentimientos ¿verdad? —increpó ella encaminándose hacia las enormes puertas de madera que sellaban la oficina.

Li clavó la mirada en esos papeles entre sus manos, sin prestar atención a lo que éstos decían sino como una excusa para no mirarla porque sabía que para ese entonces los ojos de Meiling ya estaban de vuelta hacia él.

—No quise causarle problemas, sabía que si le decía algo ella se pondría a pensar en una manera para no lastimarme, iba a preocuparse y yo no quería… Daidouji me dijo que lo hiciera pero al final no pude.

La joven esbozó una pequeña sonrisa ante la nobleza de su primo, en el tiempo en el que había vivido en Japón debió admitir que sufrió un cambio considerable, uno que perdió apenas regresó a casa. A Meiling le hubiese gustado que el Syaoran de Japón perdurara hasta ese día.

—No cabe duda de que eres un tonto —soltó ella de repente pero no como un insulto sino en un tono cariñoso, más bien como un elogio—. Adiós Syaoran, ten un buen viaje. —Se despidió en ese instante pues sabía que no podría ir a hacerlo al aeropuerto el viernes.

Meiling abrió la puerta y salió.

El joven reconoció que tal vez ella tuviese la razón, tal vez era un tonto después de todo por no decirle sus sentimientos a Sakura Kinomoto en aquel entonces, se llamó incluso un cobarde por ello, pero ¿Qué opción tenía? No quería causarle molestias, lo mejor fue desaparecer como lo había hecho.

Retomó su tarea, revisando los informes faltantes. Sin embargo su mente no podía prestar real atención a lo que estaba haciendo, no cuando las palabras de Meiling revoloteaban sin cesar y se dijo entonces que ella era muy molesta por sacar a flote los viejos sentimientos de repente… pero también reconoció que él era un gran mentiroso.

Dejó a un lado los papeles y se volvió hacia la ventana de cristal, era tarde y la vista sobre los edificios era magnifica. Syaoran se permitió divagar en las profundidades de su mente, hacia uno de los recuerdos más preciados que tenía de ella, un recuerdo que se prometió guardar hasta el día de su muerte.

-FlashBack-

Once años atrás.

Despertó gracias al calor que sentía en su cuerpo, su frente estaba empapada al igual que la cama humedecida por el sudor. Sintió cómo un brazo se aferraba a su cintura, parpadeó varias veces para enfocar su vista y rodar sobre el colchón hasta quedar frente a la chica que yacía a su lado durmiendo tranquilamente; piel blanca y cabello castaño lo bastante corto que apenas sobrepasaba su nuca.

Su cuerpo se paralizó, la muchacha no parecía estar desnuda pero sólo traía su ropa interior y lo único que cubría su cuerpo era una fina sábana. El chico intentó despertarla moviéndola con un dedo pero no dio señales de vida, y sopesando la situación era lo mejor, él tampoco tenía una apariencia favorable, a diferencia de ella él no tenía absolutamente nada que lo cubriera debajo de las mismas sábanas que compartía con la menuda chica, su amiga, no… mejor dicho su mejor amiga.

¿Qué había sucedido ahí? No podía recordar con claridad los hechos, las imágenes eran bastante borrosas y lejanas, el muchacho trató de incorporarse, debía buscar su ropa a como diera lugar antes de que su amiga despertara sino las cosas se pondrían muy feas para él, para ambos. ¿Cómo explicaría la situación?

Una punzada de dolor se hizo presente en su cabeza, dolía como el infierno y podría jurar que la sed que estaba sintiendo en esos momentos era señal de su deshidratación extrema, tal como si se hubiese abstenido del vital liquido durante varios días, eso solo quería decir una cosa… resaca… el resultado de beber en exceso.

Pero eso era extraño, él no era de los que ingirieran gran cantidad de alcohol -en el remoto caso de que lo hiciera- ¿entonces cómo es que tenía ese insoportable dolor de cabeza y esa sed implacable? En esos momentos era lo de menos, lo primordial era encontrar sus prendas, que por cierto yacían esparcidas por el suelo de la habitación. Otra cosa rara, esa habitación no era suya, conocía a la perfección dicha habitación y sabía que la dueña permanecía aun dormida sobre la mullida cama.

Con pasos torpes pero sigilosos llegó hasta el baño, entró de inmediato y como pudo se vistió. El chico se acercó al lavamanos para enjuagarse la cara y así aliviar los martilleos en su cabeza, se quedó observando su reflejo en el espejo así como las gotas de agua escurrían por sus parpados, cejas y mejillas. No tenía la menor idea de lo que estaba ocurriendo ahí ni de lo que había sucedido para encontrarse en la misma cama que su amiga y en semejante situación.

¿Qué había ocurrido la noche anterior? Lo único que podía ver eran vagos recuerdos de una salida en grupo para festejar en un karaoke, ¿celebrar qué? No podía tener la certeza; recordaba estar sentado ahí mientras los demás conversaban de lo más animados mientras bebían, en especial su amigo Yamazaki…

¡Yamazaki! ¡Eso era! Él le había ofrecido un poco de alcohol mientras contaba historias inéditas sobre los karaokes y las canciones que se cantaban, continuó entregándole una bebida luego otra y otra más, ahora sabía quién era el responsable de su resaca.

Bien, pero aun así algo faltaba.

— ¡Hoe eso duele!—gritó alguien en tono audible desde la otra habitación, seguido de un par de ruidos de objetos cayendo.

Eso fue suficiente para que las imágenes regresaran a su mente, él saliendo del karaoke con su mejor amiga, ambos lo bastante ebrios que incluso les costaba caminar por la calle de camino a casa, sin embargo el chico se reusó a regresar a su departamento y la chica estuvo de acuerdo en ello. El castaño comenzó a sudar frío.

Otra imagen llegó, él y ella entrando a la habitación mientras se devoraban el uno al otro y reducían aun más el espacio entre sus cuerpos al igual que sus prendas que caían al azar en el suelo. La cara del chico se tornó de un tono carmín intenso y sus mejillas ardieron con la intensidad del sol de verano.

Imágenes de ella tocándole las mejillas mientras le decía que se quedara, de sus ojos esmeralda ardiendo con una chispa especial mirando en su dirección; no importaba cuán noble intentó ser, con su nombre saliendo de los labios de su amiga había sido suficiente para encender esa llama que yacía dentro suyo desde hacía algún tiempo, desde que la conoció cuando se mudó a Tomoeda.

Y de nuevo pudo sentir la sensación de los dedos de ella recorrer la longitud de su espalda, los dedos de él enredándose en la sedosa cabellera castaña mientras se posicionaba entre sus rodillas abiertas, sus manos tocando la piel desnuda y los gemidos que inundaron la habitación.

La sensación de empujar dentro de ella lo más gentil que pudo evitando que sus instintos salieran a flote en ese momento de anhelo, las rodillas de ella sostenidas a sus caderas en un agarre fuerte mientras se mordía el labio inferior, las uñas de los dedos incrustándose en su espalda y los ojos apretujados mientras él se balanceaba dentro y fuera hasta colapsar finalmente sobre ella mientras gemía.

"Mierda" pensó el chico, ahora recordaba todo. Después de eso ella optó por tomar un baño, adormilada debido a los efectos del alcohol en su organismo que ni siquiera reparó en su presencia -ya de por sí era una despistada de primera- y en ese estado aún más ¿ella recordaría algo de eso?

El chico escuchó otro grito en la habitación, era mejor salir y enfrentar las cosas de una vez por todas. Temió lo peor pero regresó a donde su amiga estaba, por suerte ya traía algo encima y se sostenía la cabeza tal como el muchacho lo había hecho.

— ¿Sucede algo? —Bueno, el joven quería tantear un poco el terreno, no era fácil para él tampoco. Se sentía la peor basura del mundo.

Pero la única respuesta que obtuvo fue otro grito con el tan característico sonido -palabra- de su amiga acompañado de un fuerte almohadazo. El pobre muchacho golpeó el suelo con un sonido sordo emitiendo un gemido de dolor agudo.

— ¡Lo siento mucho! Escuché tu grito y vine corriendo —dijo él intentando levantarse del suelo y haciendo una mueca, masajeando su cabeza a medida que se incorporaba.

— ¿Syaoran? —La chica contempló con horror las consecuencias de sus acciones. Tan confundida como podría llegar a estar en esas condiciones. Iba a decir algo más pero se detuvo al sentir una arcada—. Creo que voy a vomitar y me duele la cabeza. —Se quejó llevando ambas manos a su cabeza para acunar su frente y su cien con éstas, el dolor era casi insoportable que sentía que se le partiría en cualquier instante.

—Sakura cálmate por favor. —Syaoran corrió hasta ella para frotarle la espalda en un gesto compasivo. Se veía tan mal, en peores condiciones que él.

Sakura no era una chica que bebiera en exceso, la única vez que lo había hecho juró ante el propio Syaoran y Tomoyo que no volvería a hacer algo tan estúpido como eso. La noche anterior claramente era la ruptura de ese juramento.

—A eso se le llama resaca, es normal que te sientas así después de la manera en la que bebiste. —continuó Li, explicándole cual niña pequeña.

Sakura lo miró con horror, bueno no exactamente a él sino al reconocimientos de sus acciones. Se cubrió la cara con las manos para evitar que él la mirase, que mirase su vergüenza ¿Qué pensaría Syaoran de ella? sin embargo la vergüenza pasó a segundo plano cuando la joven se percató realmente de la presencia de su amigo en su casa, se levantó observándolo de pies a cabeza como si de una aparición se tratara.

— ¿Qué haces aquí? ¿Cómo fue que llegamos a mi casa? No recuerdo nada. —Sus lejanos recuerdos flotaban en una estela de humo que cada vez se hacía más difusa, ciertamente ignoraba la presencia de Syaoran ahí, de no ser por su abrupta aparición ella no se hubiese enterado.

Una punzada atravesó el pecho del chico, una mezcla de alivio y pesadez, la chica estaba muy confundida, de cierta manera se sentía culpable y algo decepcionado.

—Tú ¿no recuerdas lo que ocurrió anoche? —Syaoran trató de modular su voz para que no tartamudeara.

Ella negó con la cabeza ¿Que si recordaba?, se quedó pensativa por unos momentos hasta que los ojos esmeralda de Sakura se agrandaron a más no poder como si algo le hubiese causado un miedo extremo.

— ¿Dormiste aquí?—El pánico se apoderó de ella ante la sola idea de lo que su mente estaba maquilando, eso no podía ser cierto.

Syaoran se preparó para lo peor pensando que lo que había sucedido la noche anterior sería tema de conversación. Ella tenía novio y él era su mejor amigo. Estaba mal.

—Sakura yo…

Pero sus conjeturas eran erradas.

—Debes irte antes de que mi hermano llegue de su viaje, podría llegar en cualquier momento y encontrarte aquí.

¿Eh? Sakura de un momento a otro había re direccionado el asunto. Tomó a Syaoran del brazo y lo haló fuera de su habitación, por las escaleras y en dirección a la puerta de salida.

— ¡Sakura espera! —Se quejó Syaoran dejándose arrastrar, se encontraba muy contrariado para oponerse.

—Touya podría malinterpretar las cosas y tratar de golpearte.

Se detuvieron justo a tiempo antes de chocar de lleno con la puerta, Sakura la abrió y empujó a Li por ésta sin dejarle mediar palabra alguna, o en todo caso explicar lo que ella le había cuestionado con anterioridad.

— ¡Espera Sakura necesitamos hablar! —reaccionó al fin.

—¿Hoe? Pero Syaoran —Ella observó el rostro serio de su amigo, un rostro que sólo había visto cuando él recién se mudó de Hong Kong, pero aún así—. Muchas gracias por traerme a casa, lamento todas las molestias que te causé Syaoran, pero de verdad tienes que irte, no quiero que mi hermano te lastime.

La sincera disculpa y preocupación de Sakura le impresionó. ¿Cómo podría explicarle lo que había sucedido la noche anterior sin llegar a lastimarla?

¿Contar la verdad o mentirle al respecto? Había muchas cosas en juego, como su amistad y el noviazgo que su amiga mantenía con un tipo que no le caía demasiado bien, pero a fin de cuentas se había hecho a un lado al ver que ella era "feliz" con el tipo aquel. Hubo un tiempo en el Syaoran quiso confesar sus sentimientos, Tomoyo incluso le había animado para que lo hiciera… sin embargo no pudo hacerlo, no quería empañar la felicidad de Sakura al no poder corresponderle de la misma manera.

No había tiempo para poner en una balanza todo, optó por lo más sensato posible.

—Tú no eres una molestia Sakura. —los puños de Syaoran se apretujaron a los costados, estaba conteniéndose.

Conservar el bienestar de su amiga no estaba de más, no quería que su amistad se terminara de aquella manera, él no quería desechar siete años de amistad por un desliz, aunque claro que para él había sido más que solo eso.

Una vasta sonrisa se instaló en los labios de Sakura.

Syaoran no dijo nada más, se frotó la nuca antes de marcharse, se sentía culpable con ella, por omitir la verdad y por no arrepentirse de haberlo hecho; el remordimiento por haber compartido una sola noche con su amiga se hacía patente al verla agradecerle y sonreírle de esa manera tan típica en ella.

Sus sentimientos hacia Sakura habían permanecido al margen hasta ese momento, sin llegar a entrometerse en su relación y permaneciendo a su lado; es verdad sentía amor por ella pero por sobre todo estaba su lealtad como amigos.

¿Irónico?

Tal vez, pero era lo necesario para preservar aquella amistad, manteniendo aquel secreto sólo para él, era egoísta pero era lo mejor.

Desde aquel momento la vida de ambos no fue la misma, Syaoran había desaparecido de la vida de Sakura, y con él aquel secreto que guardaba recelosamente en su memoria.

-Fin de FlashBack-

Syaoran abrió los ojos, los sentimientos comenzaban a embargarlo de nuevo así que para aplacarlos se volvió hacia su escritorio y siguió con su trabajo, la única manera que conocía para acallar los pensamientos intrusivos de su consciencia. Meiling tenía razón, desde que regresó de Japón vivía por y para el trabajo.

.

.

.

Continuará…


N/A:

Bueno en primera, amo el cliché y sí, está historia es uno de mis clichés favoritos XD

Este fic en realidad lo tenía planeado para mi otro fandom pero de verdad que me ha pegado muy fuerte el amor por el SyaoSaku desde que salió la nueva temporada así que no me resistí a adaptarlo para Sakura. La historia la tenía en la computadora, en una de las tantas carpetas de historias que nunca vieron la luz, así que dije ¿Por qué no? Además la temática de este fic me encanta, es algo que va a quedar muy claro en el segundo capítulo o incluso desde este primer capítulo XD

Es un proyecto muy pero muy cortito, de no más de cinco capítulos (que trataré de subir cada quince días), no es algo tan dramático en general pero tiene algo de eso.

En fin, espero saber sus opiniones al respecto ¿les gustó? ¿Alguien ya adivinó de qué va la historia? ¿Fui muy obvia? ¿Syaoran es muy serio? Hasta la próxima…