Nathaniel había comenzado a dibujar desde que era un niño. A esa temprana edad ya tenía talento, quien fue a instituciones para aprender las técnicas de dibujo. A medida que pasaba el tiempo fue aprendiendo más y más.

Empezó creando pequeños dibujos, luego en lienzos había creado pinturas.

Al terminar la escuela, fue una universidad de arte. Se había presentado en concursos y la mayoría los había ganado, de a poco comenzó a ser conocido.

Y sin previo aviso. Había conocido a su musa.

Su verdadera fuente de inspiración, la que le robaba el sueño y la que le incitaba retratarla. A dibujar sin cesar; Era su heroína, la que lo rescataba y lo salvaba incontables de veces. Era Queen Bee y para su sorpresa era Chloé Bourgeois.

Sin embargo y aun así, ella, se había convertido en su inspiración. En la que lo alentaba, lo incitaba a seguir dibujando aun si ese no era un recurso suficiente para ganarse la vida.

Ella se había convertido en lo que necesitaba. Si ella estaba podía dibujar con el corazón y expresar todo eso en pinceladas. Se había enamorado y eso se le notaba en todos los retratos que tenia de Chloé con el disfraz y sin el disfraz.

Ellos. Se habían enamorado.

Ocasionando que su vida se llene de diferentes colores. Eran tan distintos, pero se complementaban a la perfección. Era una combinación de colores perfecta.

...

— ¡Tomatito! —Grito Chloé sentada cómodamente en el sillón de la sala de estar— ¡Esta pateando! ¡Está pateando!

Al oír eso. De inmediato se levantó en medio de la creación de una pintura. Se limpió las manos y salió de la habitación para encontrarse con su esposa con una mano sosteniendo su celular y la otra acariciando suavemente la abultada barriga.

Se acercó a ellas con una sonrisa y luego se dirigió a la panza apoyando su mano. Sintiendo las fuertes patadas que su hija daba.

—Esta así, porque quiere helado— Dijo Chloé esbozando una sonrisa ladeada.

—Tú quieres helado—Espetó el pintor.

Ella sonrió más grande y proclamó: "Es un antojo"

Sin contradecirla. Besó a Chloé en la frente y en la panza. Emitiendo un: "¡Ya vuelvo!" antes de marcharse, quien en su camino de comprarle lo pedido a su esposa. Comenzó a sonreír cada vez más grande al saber que su vida es como un lienzo. Uno que se llenaba de colores cada día.

Tener una hermosa esposa, su futura hija. Todo eso le hacía darse cuenta de lo que se formó. Y mirar a Chloé con su abultada panza era una clara prueba de ello.

Después de muchos años, Nathaniel podía decir que había creado la mejor y su más grande obra de arte.