Pareja: Lulu Bell x Miranda.
Advertencias: Yuri, tema de adultos, AU.
Este drabble también tomara parte del reto anual del Kinktober. Día 8: Blindfold. Aunque será solo una leve mención. El drabble está escrito desde el punto de vista de Lulu Bell.
Disclaimer: D. Gray-man es propiedad de Katsura Hoshino. Este Drabble participa en la Tabla de frases general del foro "Resurgiendo entre las cenizas".
Frase:
La arena del desierto es para el viajero fatigado lo mismo que la conversación incesante para el amante del silencio.
Proverbio Persa
Miranda Lotto era una persona aburrida, temerosa y de clase baja. Había muchas cosas que detestaba de ella, su personalidad sumisa, por ejemplo. Pero fue precisamente por ese rasgo que quiso tenerla.
Ella era el juguete que no quería dejar ir. Y aunque no sabe por cuánto tiempo será así, se permite recordar el cómo y el por qué.
Fue la sensación de un momento que deseó fuera eterno. Fue el roce de sus manos en aquella blanca y temblorosa piel, los acaramelados ojos acuosos que no eran capaz de verla directamente y el sentimiento de poder al ser la causante de aquel profundo miedo.
Decidió a partir de ahí ser la dueña absoluta de todas aquellas emociones. No era algo a lo que ella estaba acostumbrada, pero había captado su atención y eso había sido suficiente para ella.
Conquistarla fue sencillo. Manipular y moldear sus sentimientos, satisfactorio.
Después de aquel mínimo contacto en la oficina de su empresa, le siguieron más. Miranda se convirtió de la noche a la mañana en su secretaria personal. Se acostumbró a los desastres que causaba al tratar de servir un té o entregar unos simples papeles. Aun no era capaz de entender cómo podía aguantar cosas como esa viniendo de ella, pero en alguien más era simplemente insoportable y en su mayoría terminaba en despido.
Su incompetencia le enojaba, más los momentos de placer sobre los muebles de su oficina le recompensaban. Justo como ahora.
Había decidido hacer su relación un tanto más emocionante. No es como si hacerlo en la oficina no lo fuera, pero era parte de su territorio y a pesar que se sentía cómoda allí la monotonía no era de su agrado.
Lo que si lo fue, fue ver a su novia con una venda y sin más ropa que la interior. Temblaba de anticipación, y el sonido que salía de sus labios al pasar el látigo por cuerpo la alentaba a seguir. Pensó que el no poder ver sus expresiones iba a aburrirla, pero era todo lo contrario. El simple hecho de vendar sus ojos intensificaba sus reacciones, algo más sencillo y satisfactorio que intimidarla.
No era que la amara, no. Ella amaba sus reacciones, sus expresiones, sus emociones. Y mientras siguiera teniendo esa personalidad que la hacía tan... ella. No escaparía de sus manos. Seguiría siendo el trofeo a presumir en su elegante sala de estar.
