Este es un fic, que propuse como reto en Potterfics. Amé la respuesta que me dieron, pero haré la mía y pediré que me dejen publicarlo aquí (la respuesta) Espero que les guste. Si me dejan, amarán más aquel. Saludos y besos. A medias.
M&S
Disclaimer: Nada me pertenece, excepto ideas.
E S T U V O Z:
Nymphadora Tonks/Severus Snape.
Todo se había terminado, con el soplo de una vela. La guerra se había llevado todo aquello que importaba. Lo demás no tenía ya por qué mencionarse. No tenía ya el sentido. Ella estaba allí, en el suelo. Sostenía el demacrado cuerpo de su amado. De aquel que iba a ser su esposo. De aquel que se quedó allí, para siempre. De su sombra.
De su sombra. Pronto no tendría imagen. No tendría pensamiento. Lo había perdido todo y no quería levantarse de allí. No quería entender que el mundo seguía. No quería entender que él se había ido sin decirle adiós. Sin derramar una lágrima por aquello que se perdía. Por aquello que ellos una vez fueron y ya no serían.
Por el amor que se tuvieron. Adiós a Remus Lupin. Adiós a Nymphadora Tonks de Lupin.
Pasaban las semanas y meses, pero nadie tuvo idea de ella. Nadie supo más qué había pasado con su cuerpo y con su pensamiento. Se había esfumado y lo único que sabían de ella, era su mirada lastimera sobre los cuerpos apilados. Susurros sobre ellos, diciéndoles el último adiós. ¡Cómo desgarraba su carne! ¡Cómo había gritado, al verlos caer!
Eso, terminó con desgarrarla totalmente. Terminó con hacerle sentir muda. Con perder sus lágrimas y sentimientos, en gritos vacíos, de dolor y de ilusiones que no se iban a cumplir nunca más.
Y todo se había terminado, tal cuál vana ilusión. Nunca escucharon más su voz. Ella estaba encerrada en los confines de su alma. Sus cuerdas vocales estaban envejecidas. No por el paso de los años, sino por el paso del dolor que no dejaba de atormentarle. Los "Si hubiese hecho esto", "Si hubiese hecho aquello". Su vida se estaba consumiendo, ante el ideal de la muerte segura. Pero estaba bien. Ella quería irse con ellos. Irse con él.
- Tiene meses así- dijo una voz gruesa- no sabemos qué ocurre con ella.
- ¿Están seguros? ¿No se lo preguntaron?- dijo un hombre alto, de tez cetrina y amarillenta. Aquellos medimagos, negaron con la cabeza y lo contemplaron. Aquel hombre de negro, dio un paso hacia esa habitación y miró a la mujer que estaba sentada en la cama. A la mujer que en vida, fuese una llama chispeante. Ahora, no era más que leñas.
- Nymphadora- dijo, pero ella no lo miró. Tenía sus manos apretadas en un pedazo de papel y miraba hacia el frente- Nymphadora, ¿Qué es lo que sucede contigo?
- No habla- dijo uno de los medimagos- No habla desde hace meses. No come desde hace unos días y solo está allí sentada, sosteniendo ese pedazo de papel que no podemos quitarle.
- ¿Su hijo?
- Ya lo perdió. En la batalla. Lo derramó, literalmente.
Severus Snape, no dijo nada. Alzó la cabeza hacia la mujer que estaba allí sentada. Aún era joven, aún podría avanzar en su vida. Estaba pensándolo. No era que le interesara, simplemente le impactaba verla de esa forma. Los medimagos hicieron "n" cantidad de preguntas, pero Severus solo quería hacérselas a ella.
- Déjenme, tengo que comprobar.
Tenía que comprobar qué se sentía en su interior. Qué se sentía sentir, pero no estar vivo para contarlo. Qué se sentía, tener un reflejo de él, en aquella cama. Lo dejaron solo y él, simplemente la miró con mucho cuidado. ¿Cómo se sentía no saber quién eras y no poder decirle a alguien que te describiera, cuando tenías tus ojos cerrados al mundo?
- Nymphadora. ¿Por qué no hablas?
No le contestó, no hubo respuesta mayor. Solamente alzó la cabeza y lo miró. Estaba sorprendida. De todos los fantasmas que quería ver allí, solo estaba él. ¿Por qué volvían los muertos? ¿Por qué los fantasmas del infierno, regresaban, pero los ángeles no lo hacían? En sus ojos podía perderse muchas veces, pero no representaba nada que le interesara. No estaba viendo más que su reflejo, en aquellos pozos oscuros, que representaban los ojos de aquel hombre.
- Nymphadora, estoy hablándote. Sé que en el pasado, tu voz me pareció atorrante, pero ahora te exijo que- dijo, colocando su mano sobre las sábanas, cerca de ella. La mujer soltó una especie de movimiento involuntario y rápidamente, retiró la mano. Severus no era tonto, entendía los gestos que estaba presentando- Bien, no te tocaré...Solo dime...
No hubo respuesta. ¿Para qué responderle a él, si nadie respondió sus preguntas? Si nadie respondió sus ruegos antes, por qué atender al llamado del otro? Esperaba que todo aquello diera a entender, que hasta que él no volviera o todo terminara "feliz", ella no regresaría. ¿Para qué volver, si no había nada que buscar ya? Se preguntaba si haciéndole perder su tiempo, él se iría y la dejaría en paz.
- Al menos, deberías decir una palabra- su comentario abrupto, la sorprendió- una palabra de que estás viva. Una palabra bastaría para recordar.
Tu voz.
No tuvo éxito, no tuvo oportunidad de oírla. Ella simplemente permaneció allí, en silencio. Él se fue, él no estaba dispuesto a perder el tiempo y mirarla allí sentada. Al poco tiempo, a los pocos días, se preguntaba si estaba muerta ya. Si estaba muerta y nadie escuchó su pedido de auxilio. Las lágrimas eran silenciosas también.
A veces lo eran... Pero ella estaba llevándolo al extremo.
Negó en silencio, no se iba a preocupar. Si ella no quería su ayuda, entonces él no se la ofrecería. Pero aún así, siguieron llegando cartas. Habían comenzado a llegar desde aquella visita. Cartas médicas, cartas que ella solía escribir.
"Quiero morir" "Ya no puede escuchar mi voz, entonces ya no quiero hablar"
Comenzó a acumular montones y montones de aquellas cartas. La forzaban a escribir, a mantenerse vivia. Pero eso era lo menos que quería.
Se estaba muriendo.
- Severus, tienes que hacer algo- suspiró Minerva McGonagall.- Tienes que ayudarla de una u otra forma- dijo, mientras miraba aquellas cartas. Aquellas súplicas por despedirse.
Pero él no sabía qué hacer, él no sabía cómo ayudarle. ¿Cómo diablos iba a saberlo, si no hablaba? ¿Cómo iba a traer a la vida, a aquella familia muerta? No podía, ni siendo Inferis, serían felices.
No iban a serlo más. Pero ella ya ni siquiera tenía oídos, para escucharlo.
E iba. Día tras día, iba a verla. Día tras día quería convencerla de volver a la vida. Morirse no los traería a su lado, no los reviviría y los haría felices. Todo lo que tuvo a su lado se lo aventó, pero estaba bien, al menos quería oír un grito de su parte.
Vasos y copas, vajillas y medicinas. Todo fue a para a un lado de él. Una vez se cortó. Pobre estaba enloquecida, estaba deprimida. Los medimagos no lo podían entender. Tan amable que parecía, tan sonriente. Ahora estaba apagada y blanca.
"Blanca", como su cabello.
- ¡Ya basta, Nymphadora!- se quejó Snape, cuando sostenía su mano, pero ella forcejeaba. Ella quería lastimarlo. Pero...Ella era una mujer y no iba a conseguirlo- Ya basta...
No le dijo nada ¿Por qué esperaba oírle hablar? Pero hubo un cambio en toda la situación. Hubo un giro sorprendente.
Ella se echó a llorar. Ella lloró frente a sus ojos y...Ella dejó caer su cabeza, ella esperaba que la consolaran y él...
El gran cambio fue, que él aprendió a consolar lágrimas.
