Y todo por el arroz…

Pequeño fic sobre como puedes descubrir a tu verdadero amor.

A punto de cumplir sus quince años, la joven Bra Briefs ya tenía ilusiones de mujer. Su mamá, Bulma Briefs, siempre le ha remarcado lo bella y perfecta que es, toda una señorita agraciada; y su papá, Vegeta, el Príncipe Saiyajin, siempre le ha dicho "Princesa" cuando no lo hace enojar. Y en cuanto a su hermano Trunks… bueno, él había sido un Casanova desde que tenía su edad hasta que empezó a trabajar con mayor seriedad en la Corporación Capsule, aparte de ya andar hace algunos meses cacheteando las banquetas por una linda rubiecita amiga suya, así que no le preocupaba mucho su opinión.

Lo que sí le hacía reflexionar en esos momentos era no llegar a equivocarse cuando tuviera que tomar la decisión más importante de su vida, así que consultaría con su mamá todos esos asuntos que la inquietaban. Aprovecharía que su papá y su hermano se encontraban entrenando en la Cámara de Gravedad, en esa hermosa tarde de verano, para platicar sin ser interrumpidas.

Oye, mamá — le habló asomándose a la cocina —, ¿puedo hacerte una pregunta?

Bulma lavaba el "cerro" de trastes (en realidad programaba el lavavajillas) que habían dejado Vegeta y Trunks después de despacharse una "botanita" antes de ir a realizar su rutina diaria de ejercicios… más valía estar siempre en forma. Sin voltear a ver a su hija le contestó en tono dulce.

Con esa sería más de una, Bra — observó encendiendo el aparato en cuanto terminó de acomodar la segunda tanda de platos —. Pero dime, cariño, ¿de qué quieres hablar? — ahora sí la miró y le sonrió, yendo a sentarse a la mesa —. Soy toda oídos.

Bueno, tengo curiosidad, mamá — la chica se dejó caer en una silla imitando a su progenitora, su expresión reflejaba seriedad —, ¿cómo sabré distinguir al hombre de mi vida? — preguntó con interés.

Bra, querida — la dama no cambió el gesto bondadoso y tierno, acariciándole una mejilla con suavidad —, ¿no crees qué aun estás demasiado joven para angustiarte por detallitos? — y después le recalcó en tono de suficiencia —. Además no debes olvidar lo bella que eres, por lo que no tendrás ningún problema para encontrar un novio que te ame de verdad — le puntualizó.

Bueno, sí, en eso tienes razón, mamá — observó la muchacha con modestia (¿a quién se parecerá?) —, sé que soy irresistible — para posteriormente volver a inquietarse —. Pero de todos modos me interesa saberlo, y así darme cuenta cuando ya haya llegado — mirando a su madre con una expresión ansiosa.

Oh, Bra, cariño… — Bulma no borró la sonrisa y le tomó a su hija una mano con suavidad —… lo sabrás porque sentirás que tu corazón late con más fuerza cuando estés a su lado — y hasta le guiñó un ojito con picardía —. No te desesperes que todavía no es tu tiempo.

La muchacha se quedó en silencio por un minuto más o menos, lo que fue aprovechado por la dama para levantarse y sacar de entre los cajones un recetario de cocina. Era menester preparar la cena porque, en aproximadamente dos horas, el par de hambrientos hombres que eran su marido y su primogénito se presentarían en el aposento exigiendo su ración de alimento.

Oye, mamá — Bra volvió a la carga, pues aun no le quedaba claro —, ¿y tú cómo te diste cuenta de que papá era tu hombre ideal? — preguntó con visible curiosidad —. Todos tus amigos dicen que no te quiere mucho porque no lo demuestra muy seguido… pero yo sé que sí te adora… — susurró en voz baja, esperando no haber ofendido a la autora de sus días con ese comentario —… aunque no se parezca a los galanes de telenovela que pasan todo el tiempo besando a la protagonista — agregó con timidez, queriendo ocultar una sonrisita traviesa, pues no imaginaba a su padre derramando miel por los poros.

Bulma se sonrió más abiertamente antes de volver la vista hacia su hija, pues dentro del recetario de cocina encontró una nota muy peculiar de hacía varios años atrás… de mucho antes de que Trunks fuera siquiera concebido. Era un secreto para descubrir al amor de tu vida.

Hace muchos años atrás…

Una hermosa joven de cabellera azul celeste leía distraídamente varias publicaciones en rosa, aunque sin prestarles mucha atención en realidad.

¡Estoy aburrida! — bostezó grandemente y exclamó en voz alta después de botar la última revista que cayó en sus manos, tumbándose en el sillón y estirándose lo más que pudo —. ¿Pero cómo se atrevió Yamcha a dejarme así… sola? — se preguntó con un poco de irritación.

Bulma Briefs se sentía frustrada en ese momento de su vida. Le parecía una completa pérdida de tiempo el que Yamcha, su novio, se hubiera desaparecido para entrenar en el desierto y abandonarla así como si nada, siendo ella una mujer joven y encantadora, a la que cualquier hombre quisiera complacer en lo más mínimo. Se enfureció con él porque el muy descarado únicamente le dejó una nota explicándole sus absurdos motivos, y diciéndole que regresaría en unos tres meses aproximadamente. Así que en todo ese lapso tuvo que salir a pasear sin más compañía que la de su madre o alguna de sus pocas amistades, porque no podía contar con sus amigos, los guerreros "Z", debido a que todos estaban entrenando también. Y eso incluía al antipático Príncipe Saiyajin que se había alojado en su casa y tomado posesión de la Cámara de Gravedad que su papá, el doctor Briefs, había hecho con tanto trabajo… ¿quién le mandaba a ser un alma tan bondadosa y caritativa con el prójimo? Ni hablar.

¿Acaso no se cansará Vegeta de estar metido ahí todo el día? — Bulma suspiró mirando de reojo por la ventana que daba hacia el jardín, en donde destacaba la silueta de la Cámara de Gravedad —. Saiyajins… — remarcó en tono mordaz —… son unos verdaderos maniáticos.

Decidió levantarse para tomar un baño refrescante, así que se llevó sus revistas y se encaminó a su habitación. Después de ducharse volvió a tumbarse en la cama y siguió hojeando los suplementos mientras pensaba en voz alta.

Este test es inservible… — dijo arrojando el rotativo a un lado y tomando otro —… Esto ya pasó de moda… — observó y repitió la acción anterior —… Noticia vieja… — recalcó al ver la portada de otra gaceta, mandándola a volar por encima de su cabeza —… Mmm… ¡Esto sí se ve interesante! — exclamó al revisar otro de los impresos, sentándose en el colchón para leer mejor.

En una sección de un artículo cuyo título rezaba "¿Cómo sabes si es amor?" resaltaban también unos pequeños anuncios publicitarios de videntes y astrólogas que te ofrecían su ayuda profesional para resolver tus dudas sobre varios aspectos de la vida. Uno en particular llamó su atención, pues conocía personalmente a la adivina que se anunciaba ahí.

Creo que no estará de más preguntarle a la vieja bruja si tengo un futuro aceptable con Yamcha — se dijo a sí misma recortando el cupón —. Aunque soy una brillante supergenio, la más bella en mi clase porque conmigo se rompió el molde (modesta la muchacha) — y guardándolo cuidadosamente en el interior de su bolso —, nunca está de más el pedir una ayudita — se sonrió y decidió arreglarse adecuadamente.

Una media hora más tarde…

Voy a salir con rumbo al centro, mamá — Bulma entró a la cocina y se dirigió amablemente a su madre, quien estaba cocinando… pasteles —, ¿se te ofrece algo? — preguntó.

¡Ah, Bulmita querida! — exclamó Bunny Briefs a manera de saludo —. Que bueno que te veo, hija. El guapo Yamcha habló hace un rato cuando te estabas bañando… — le dijo muy sonriente —… y dice que se tomará unos días de su entrenamiento para venir a visitarnos esta noche — agregando sin disimular su alegría —. Así podrán ir a pasear… ¿no te parece maravilloso?

Oh, si, mamá… es estupendo — exclamó la joven un poco efusiva, aunque en realidad no se sentía muy contenta, pues precisamente ese día no esperaba ver a ese novio ingrato —. Entonces consideraré comprar más comida y así preparar una buena cena… porque, por como come Vegeta, nos va a dejar sin nada de alimento — y se carcajeó levemente por su comentario. Le pareció el mejor chiste que se le había ocurrido.

Bueno, cariño, suena bien — le dijo su madre sin borrar la sonrisa y sin entender el chascarrillo —. Te traes algo especial y delicioso porque también el apuesto y sexy Vegeta va a cenar con nosotros — y soltó un suspirito mal disimulado —. ¿Tú crees qué algún día de estos acepte salir conmigo al cine? — preguntó en tono esperanzado —. Yo espero que sí — y se dio ánimo ella misma.

Bulma parpadeó por unos segundos… y después trató de no contestarle mal a su progenitora.

Mamá, no empieces — le dijo con seriedad —. No está nada bien que pretendas salir con ese… australopitecos enfrente de papá.

Ay, Bulmita, no te enojes que te vas a arrugar pronto — respondió la sonriente dama —. No me negarás que el joven Vegeta es demasiado atractivo… y también te gustaría que te lo pidiera — agregó con picardía.

¡Ush, mamá!, ¡eres insufrible! — la joven se enojó por la agudeza de su madre y prefirió abandonar la cocina —. ¡Adiós! — gritó antes de azotar la puerta de entrada.

Adiós cariño — dijo Bunny Briefs sin dejar de sonreír.

Ya montada en su auto último modelo, Bulma no pudo guardarse lo que pensaba.

Mi mamá y sus cosas… — bufó encendiendo el motor —. Sólo a ella se le ocurre pensar que a mí me gusta ese… pesado de Vegeta — recalcó sacudiendo la cabeza con disgusto.

Pasó al centro comercial más prestigiado de la capital y encargó, en la mejor tienda de autoservicio del lugar, la lista de comestibles y otras cositas de uso personal que llevaría a su casa, especificando que las recogería más tarde porque tenía otro importante compromiso que cumplir. Así que tomó rumbo a un área de la ciudad que no era muy frecuentada por gente de su categoría, deteniéndose frente a una casa modesta.

Bien — se dijo revisando la dirección y comprobando que fuera la misma que venía anotada en el cupón de la revista —, veamos que puede aconsejarme la bruja habladora.

Llamó a la puerta y fue recibida por un jovencito, quien amablemente la hizo pasar al interior.

Uranai Baba la atenderá en seguida, señorita Briefs — le dijo con educación, dedicándole una leve inclinación a modo de cortesía —. Espere aquí, por favor.

Gracias, eres muy amable — respondió la millonaria muchacha y se acomodó en el mejor asiento que encontró, pues varias personas también se encontraban ahí, esperando ser atendidas.

"Bueno" pensó al cruzarse coquetamente de piernas ", ojalá Urania Baba sí pueda ayudarme". Y empezó a checar los mensajes que había recibido en su teléfono móvil. Unos diez minutos después…

¡Oh, Uranai Baba, muchísimas gracias por todo! — una mujer de gruesa anatomía salió de detrás de una puerta, haciendo muchas reverencias —. ¡Los entrenaré de inmediato como usted me lo ha señalado! ¡Ohy, que emoción, mis hijos serán campeones en una nueva edición del Budokai Tenkaichi! — exclamó antes de retirarse de la vivienda.

Bulma la miró por un momento, y en su rostro estaba dibujada una expresión de extrañeza, así como en la cara de los demás.

¿Quién sigue? — exclamó una diminuta anciana asomándose a la puerta abierta.

Señorita Briefs, es su turno — dijo el joven acercándosele —. Adelante, por favor — le dio una mano para ayudarla a levantarse.

Eres muy amable — la joven le sonrió con bastante presunción mientras se incorporaba del asiento

Algunas personas murmuraron algo así como "Yo llegué antes que ella".

La señorita Briefs hizo su cita con anticipación — aclaró el muchacho a modo de disculpa, guardándose muy bien el billete que la científica le había ofrecido en la entrada.

Muy bien, entonces adelante, Bulma Briefs — dijo Uranai Baba entrando a la habitación que usaba como consultorio —, y cierra al entrar — especificó.

El caballerito cerró la puerta cuidadosamente en cuanto Bulma cruzó el umbral.

¿Así que compraste a mi asistente? — le dijo Uranai Baba volteando a verla —. Que bajo has caído, Bulma Briefs.

¡Bah!, no se haga la inocente conmigo, señora — le contestó la joven un tanto seca, sentándose en la silla frente al escritorio —. A usted le gusta el dinero, y yo le voy a pagar muy bien.

Bueno, ¿y qué te trae por aquí? — preguntó la mujer acomodándose en su lugar, mostrando su interés.

Siendo adivina deberías saberlo — expresó la científica un tanto irónica.

No me vas a pagar por adivinarlo — observó la bruja con un poco de irritación —. Así que, si quieres mis servicios, más vale que me digas todo lo que necesito.

Oh, vamos, señora, no tiene porque enojarse tanto — se defendió la joven tratando de sonar más amable —. Sólo era una broma para crear confianza — y sonrió tontamente para expresar su vergüenza —. Usted disculpe.

Más le valía ser amable y comportarse como era debido si realmente quería aclarar sus dudas.

Bien, así está mejor — Uranai Baba se puso seria y la miró fijamente —. Entonces… ¿cuál es tu problema?

Eee… bueno…. verá — carraspeó Bulma sintiéndose más abochornada, pues a nadie le había contado lo que ahora pasaba por su mente —… hace algún tiempo me vengo preguntando… um… es difícil decirlo, ¿sabe? — susurró en voz muy baja, como si esperara que la viejecilla se conmoviera por su causa.

¿Y qué más? — más, sin embargo, el gesto de la hechicera no cambió ni un ápice —. Aun no has dicho nada que valga la pena.

¡Oiga, cómo se…! — la muchacha se sintió molesta con la grosera observación, pero se contuvo a tiempo y retomó el tono cortés —. Discúlpeme, tiene usted toda la razón — y le dedicó una leve inclinación de cabeza —. Bueno, verá, lo que pasa es que tengo dudas en cuanto a… mi novio — recalcó volviendo a ruborizarse —. No sé si… si él sea… si él sea realmente el hombre de mi vida — farfulló lo más rápido que pudo, como si las palabras le quemaran la garganta.

Umm… — Uranai Baba la miró fijamente por un largo momento, y la científica se sintió más nerviosa… ¿acaso la anciana bruja había visto algo más que ella no sabía? —. Tu novio se llama Yamcha… ¿o me equivoco? — preguntó la hechicera en voz firme al cabo de uno o dos minutos.

Eto… sí, así se llama — afirmó la joven un tanto dubitativa —. Yamcha y yo somos novios desde hace algún tiempo.

¿Y por qué no se han casado ya, eh? — le cuestionó la mujer sin quitarle la vista de encima —. Ya recuerdo que tú y ese joven andaban desde que Gokú era niño… y ahora, a estas alturas de su vida, él ya tiene familia — mencionó rememorando aquel día cuando los conoció —, y se me hace raro que ustedes aun no sean un matrimonio. Dime, Bulma Briefs, ¿acaso no lo amas? — razonó con ella.

¡No! — exclamó la muchacha toda enrojecida —. Es decir… sí… — y volvió a tartamudear.

Mmm… — la adivina la miró con más suspicacia.

Eto… bueno, la verdad… — la chica prosiguió balbuceando —… por eso quiero que me ayudes porque… porque… porque ya no estoy muy segura — especificó bastante nerviosa.

Bulma Briefs… — habló la bruja con seriedad —… ¿hay algún hombre más en tu vida? — cuestionándole con severidad.

¿¡Pero qué cosa está diciendo! — la aludida se levantó ofuscada —. ¡Claro qué no! ¡Yo nunca traicionaría a Yamcha!

Mmm… ¿está completamente segura de que no ves a alguien más aparte de él? — le cuestionó nuevamente queriendo sacarle algo más.

¡Por supuesto que no! — le respondió airada —. ¡¿Por quién me ha tomado usted?

Bueno… sólo era para descartar esa posibilidad — dijo la anciana minimizando el enfado de la señorita —. ¿Y Yamcha no ve a otras damitas aparte de salir contigo? — preguntó con curiosidad y una sonrisita mordaz en los labios.

¡Si hace eso lo mato! — respondió Bulma antes de sentarse bruscamente en el asiento —. Eso ya lo sabe… Pero, además… — recalcó con vanidad —… no hay otra mujer más hermosa que yo en la Tierra, así que se perdería de mucho si se atreve a cambiarme — puntualizó en tono orgulloso.

Bien, entonces… — la anciana revisó los cajones de su escritorio y sacó varios folders de colores. De uno de ellos extrajo un pequeño papel —. Esta es una receta que te mostrará si Yamcha es tu verdadero amor — le dijo extendiéndole la hojita, hablándole en tono considerado —. Si lo preparas siguiendo las instrucciones al pie de la letra podrás darte una idea.

¿Una… receta de cocina? — la muchacha se extrañó al leerla.

No es cualquier receta — Uranai Baba se ofendió un poco —. Es una receta mágica traída de China, cuyas propiedades fueron comprobadas por los budistas tibetanos.

¿En… serio? — la científica no pareció muy convencida.

Bueno, pues si no la quieres no puedo hacer nada más por ti — la bruja le quitó la hoja de entre las manos —. Pero acuérdate que toda consulta cobra honorarios.

¡Deme eso! — Bulma se la arrebató y la guardó cuidadosamente en su bolsa de mano —. Ya veremos si funciona… y te pagaré al triple si realmente aclara mis dudas.

Entonces no olvides prepararlo siguiendo la receta en el orden establecido, y funcionara — Uranai Baba se levantó para conducir a su clienta amablemente hasta la puerta, sonriendo grandemente porque ya veía una gran cuenta bancaria a su nombre —. Y recuerda que eres bienvenida cuando quieras, querida.

Gracias por todo, Uranai Baba — por su parte, Bulma se despidió inclinándose cortésmente antes de retirarse.

En cuanto la científica se fue la anciana hechicera volvió a su trabajo, riéndose internamente porque ella conocía parte de la verdad… aunque la señorita Briefs se negara a verla todavía.

Nota: Ya se imaginaran lo que sigue… y si no les recomiendo ver el capítulo 149 del anime de Ranma ½ para que sepan por donde va el asunto… Saluditos.