"Al final del Arcoíris"

Disclaimer: La serie Pokémon y todos sus personajes son propiedad intelectual de Satoshi Tajiri y 4kids Entertainment.

Clasificación: NC-17

Género: Romance

Pareja: Ash/Misty

Notas de la autora: Aunque los personajes no me pertenecen, la historia y su desarrollo fue producto de mi loca cabeza que deseaba una historia en donde Ash y Misty fueran felices y demostraran su amor. No pretendo tener ningún tipo de recompensa con esto, salvo un poco de recreación y la satisfacción de crear una historia para estos personajes. No me queda nada mas por decir más que espero les guste y que lo disfruten!

Capítulo 1°

Nueva Vida

La joven de cabellos naranjas suspiró, su cascada de rizos rojos se meció graciosamente, cayendo por su pálido cuello hacia delante. Bajó su cabeza un poco y cerró sus ojos un tanto cansada, para después volver a abrirlos y seguir admirando el bello paisaje que se extendía ante ella. Sus ojos aguamarina reflejaban los suaves y delicados destellos del lago, que parecía estar ofreciéndole un espectáculo reservado solo para ella. No sabía si llorar, reír, gritar o simplemente dormir y no despertar.

Solo quería dejar de recordar y pensar. Dejar de pensar en él. Eso suponía que se deshiciera de su cerebro, lo cual era prácticamente imposible, por lo que la opción de dormirse era la más razonable. No podía seguir como una nena toda su vida, ya había crecido, ya no era una niña.

Veinticuatro años tenia ya…la mitad de su vida amando a ese muchacho, ese muchacho que ahora era todo un hombre maduro.

Se rió al pensar eso, Ash Ketchum era todo, menos maduro.

Se había ido de nuevo. Desde que se había convertido en maestro Pokémon era una de las figuras más reconocidas en el mundo de la fama, todo el mundo sabía quien era, lo respetaban, lo admiraban y tenía un montón de mujeres a sus pies. Había dejado su hogar, sus amigos, a su madre, todo por seguir su sueño.

La había dejado a ella.

¿Acaso eso le importaba al entrenador? Seguramente no. Pensó la muchacha. Si algo le sobraba a Ash Ketchum eran mujeres. Que ironía. De pequeños era un niño bajito, le llegaba por debajo de la frente, tenía unos ojos demasiado expresivos, lo que lo delataba como un niño, su cabello y manera de vestir también mostraban que era un chiquillo. Era ruidoso, chillón, insensible y muy poco caballeroso, sin mencionar el hecho de ser un niño extremadamente obsesivo y necio.

Suspiró al recordar a ese hombre… El nuevo y mejorado Ash. Era un hombre de un metro noventa, con un cuerpo de pecado debido al constante entrenamiento al que se sometía, un cabello azabache y un tono bronceado que le daba un toque seductor, y esos ojos castaños, que eran lo único que conservaba de niño. Su carrera le había enseñado a ser un coqueto de primera, amable y caballeroso, menos ruidoso aunque tenía algo que todavía lo hacía insoportable. Lo único que conservaba del antiguo Ash era lo que más le gustaba, ese toque infantil que no perdía por nada y esa terquedad que la volvía loca.

Ese era su pequeño amigo Ash, su amigo de 24 años. El entrenador más reconocido mundialmente, el hombre que todos deseban tener como amigo, el soltero más codiciado por las mujeres más hermosas y acaudaladas de todo el mundo.

Ella, Misty Waterflower. La bióloga marina especializada en Pokemon acuáticos, con una buena posición, radicada en uno de los mejores puntos de Florida, codiciada por todos sus compañeros de trabajo, querida por sus amigas, las cuales había ido haciendo con el paso de los años en ese lugar, sus hermanas, y sus viejos amigos.

Su viejo amigo, que tal vez ya se había olvidado de ella.

La última vez que había hablado con él parecía tan lejana ya. Ambos estaban de visita en sus hogares, recordando viejos tiempos y riendo como hacía tanto tiempo no hacían.

Odiaba este asunto del cambio de hogares. Tenía que olvidar todo lo que dejaba en esos lugares, alejarse de su vida y comenzar otra. Ese era su trabajo después de todo. Recorrer el mundo en busca de nuevas cosas que hacer, conocer cada rincón de los lugares más hermosos y exóticos del mundo. Rincones vacíos y huecos para ella.

-"Pensar que tengo que mudarme de nuevo"- pensó con fastidio y resopló mientras intentaba disfrutar el paisaje.

Justo cuando empezaba a adaptarse a Florida, su jefa le comunicaba que tendría que mudarse a un lugar que en su vida había pisado, un lugar en Europa. Sabía que tarde o temprano tendría que irse, después de todo su trabajo le exigía hacerlo siempre. Pero sentía que su vida se estaba convirtiendo en algo monótono. Sonrió con sarcasmo al pensarlo, era irónico que sintiera que su vida era monótona cuando viajaba y veía tantas cosas nuevas. Pero a pesar de eso, su vida se estaba convirtiendo en una rutina.

Le faltaba algo. Algo que la hiciera experimentar nuevas sensaciones, que la hiciera sentir dichosa, completa…plena. Y se negaba a aceptar que lo tenía al alcance de su mano. Después de todo, Misty Waterflower se caracterizaba por ser necia. Extremadamente necia. Y lo peor de todo…

Orgullosa.

Jamás demostraría que estaba enamorada de él. Jamás le diría que lo había amado en secreto la mitad de su vida. Él no podía saber que desde que tenían los doce años lo admiraba y lo amaba en secreto, que le gustaba cada gesto que hacía, cada acto impulsivo que parecían desagradarle tanto ante todos y sobre todo ante él, era lo que cada vez y poco a poco la enamoraba más.

Tenía que seguir fingiendo como lo había hecho todos esos años, fingir que le molestaba cada cosa que decía o hacía, que no soportaba su manera de ser algunas veces, y regañarlo o reclamarle cada estupidez que cometía, esa era su manera de amarlo.

-"Me pregunto si estará pensando en nosotros"- sonrió ante su pensamiento tan estúpido, Ash no tenía tiempo para desperdiciarlo en pensar en ellos, mucho menos en ella.

Intentó pensar en otra cosa y después de mucho intentarlo, logró enfocarse en la conversación que hacía unas cuantas horas había tenido con su jefa, el motivo por el cual se sentía así, por el cual se encontraba en ese lugar tan solitario y apartado.

No quería mudarse de nuevo. No soportaba la idea de instalarse en otro hogar completamente diferente, sin nadie conocido, sintiéndose sola y desubicada en un lugar con distintas tradiciones y costumbres, en donde todos tenían cosas que hacer y no estarse preocupando porque la "nueva" se sintiera adaptada.

En Florida todo había sido diferente. Todos habían sido extremadamente amables con ella y habían hecho hasta lo imposible porque se sintiera en casa, a pesar de ser una mujer solitaria y que disfrutaba de sus momentos de soledad, había hecho montones de amigos, se sentía acompañada…y querida.

Pero Roxanne había cambiado de nuevo sus planes. Tenía que admitir que llevaba una relación estupenda con su jefa, pero el hecho de que la catalogara como la mejor del equipo de biólogos le había traído más responsabilidades, entre ellas estaba el viajar de un lado a otro para observar nuevas especies acuáticas pokémon, para dar conferencias o para dirigir distintas investigaciones importantes a nivel mundial.

Y ahora que se mudaba, era para hacer las tres cosas.

Roxanne le había hablado de manera serena y le había dicho que la necesitaba en ese nuevo proyecto. Era una oportunidad única para la corporación, para Roxanne, y para ella. El proyecto la lanzaría a la cima de su carrera, le recompensaría con creces todo su esfuerzo y su estudio en los pokemon acuáticos y lo más probable es que la mantendría estable en ese lugar, pues tenía demasiado por hacer. La última opción era la que más le gustaba.

No tendría que mudarse de nuevo una vez ahí, pero le daba un poco de miedo dejar Florida y radicarse en Europa. No sabía nada a cerca de sus costumbres, no sabía ni en que país estaría siquiera, y eso le daba miedo. Después de todo, siempre había sido una mujer muy hogareña. Todo lo contrario a Ash, quien era un aventurero de primera.

¿Por qué entonces lo siguió durante todo su viaje cuando pequeños?

-"No podía separarme de él, así de sencillo"- cerró sus ojos con fuerza, furiosa por no poder apartar a ese hombre de sus pensamientos ni por un segundo.

Tenía que aceptar que era cierto. Siempre había seguido a Ash con el pretexto de la deuda de su bicicleta, pero ella sabía muy bien que a sus doce años, Ash no podía pagarle tal cosa. Aún así, lo siguió siempre, excusándose con esa maldita bicicleta. Ja! La bicicleta, las peleas, todo se podía ir por un tubo. Ella amaba a Ash, por eso había dejado su hogar para seguirlo.

Recordó con amargura el día que tuvo que separarse de él. Había llegado a su casa y no había parado de llorar toda la noche, recordando esos ojos castaños y esa voz recordándole que se volverían a ver. Sonrió al recordar el momento. Pensar que ahora Ash tenía una vida tan distinta, en donde las mujeres, el dinero y la fama eran cosa común para él. No es que se hubiera vuelto una persona superficial; al menos la última vez que lo vio, seguía siendo aquél niño crecido de siempre, solo que más hermoso….y conquistador.

Tenía que admitir que ese hecho la ponía a rabiar. Ash ya no era ningún niño, ni mucho menos un santo.

La última vez que lo había visto, dos años antes, le había contado de sus novias y conquistas como si ella fuese todo menos una mujer. No lo culpaba. Después de todo, toda su vida se habían llevado así; la Misty de doce años era todo menos femenina. El punto era, que en ese entonces tenía tan solo doce años.

Pero Ash la había visto crecer, sin embargo, este pareció no notarlo nunca. A sus quince años, cuando de buenas a primeras había decidido soltarse su hermosa y larga cabellera, el joven solo se había reído diciéndole que se veía como niña boba. En ese entonces solo pudo rabiar y golpearlo hasta quedar satisfecha.

Y por ello Ash nunca la vio como una mujer. Para él era su amiga, su compañera, su confidente, la niña con la que podía pelearse. No una mujer en la cual el podría fijarse. ¿Cómo rayos lo iba a hacer si ella siempre fue tan descuidada? Cuando se convirtió en una adolescente y comenzó a mostrar su feminidad, era demasiado tarde para que el joven le prestara atención. El ya estaba concentrado en convertirse en un maestro pokemon. Lo logró y se convirtió en todo un hombre, lejos de ella.

Lo que no le cabía en la cabeza, era la forma en la que la había tratado la última vez que se habían encontrado. Tenían veintidós años ya! Él seguía tratándola igual, como si no fuese una mujer, como si siguiera siendo igual de molesta…pero había algo diferente….le había costado mucho mantenerle la mirada mientras conversaban.

-"Estupideces, es en lo único en lo que piensas Misty"-

Se levantó de su lugar, sacudiendo su hermoso vestido blanco. Vestidos, collares, anillos, maquillaje, ahora usaba todo lo que debió haber usado antes para que Ash volteara a verla a tiempo. Aunque, tal vez y con todo eso, Ash no hubiera dejado de verla como una amiga.

Se alejó del lugar con el corazón oprimido, con ganas de llorar a la inconsciencia debido a los recuerdos que la asaltaban y no la dejaban vivir en paz. Subió a su hermoso convertible y se alejó de su lago preferido, tal vez, sería la última vez que lo vería.

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El joven bajó de su auto sin quitarse sus lentes de sol, consiente del efecto que producía en las mujeres que pasaban a su alrededor y se le quedaban mirando de manera casi descarada, a lo cual estaba más que acostumbrado. Sonreía a todas cada vez que pasaba por su lado, obteniendo una sonrisa como pago y una mirada insinuante. Aunque todos sabían que tenía por novia a una modelo, parecía que a ninguna mujer le importaba en lo más mínimo. En un lugar como Londres, eso no importaba demasiado.

Atravesó el campo caminando a paso lento, con su cabeza y su cuerpo erguido, denotando que nadie podría burlarse de él y mucho menos era alguien que se doblegaba ante los demás. Era el maestro pokemon más alabado y elogiado mundialmente, le llovían mujeres por donde fuera y para él, una novia era algo más que se podía desechar. Tal vez Natalie había sido la excepción después de mucho tiempo.

Pikachu siguió a su maestro por el campo, hasta que por fin saltó a su hombro como siempre hacía. Esa costumbre, después de doce años, aún no se había esfumado ni se esfumaría nunca.

-Pero que calor! ¿Verdad amigo?- El joven volteó la mirada a su pequeño y único amigo en ese medio, y pudo ver su expresión cansada, lo que delataba que efectivamente, tenía demasiado calor.

El entrenador acomodó mejor sus gafas, las cuales le daban un aire simplemente irresistible. Su camiseta negra se pegaba a su ancho torso y denotaba los hermosos y marcados músculos de su abdomen y brazos. De algo le había servido entrenar tanto junto a sus pokemon.

Se limpió el sudor de la frente y siguió caminando, colocando sus manos en los bolsillos de sus vaqueros. Llegó al enorme edificio, entró tal como siempre hacía, causando que todas las miradas se posaran en él. Sonrió de medio lado mientras se quitaba sus lentes, revelando unos hermosos ojos castaños.

-Buenos días Lía- saludó el joven de manera coqueta a la recepcionista, la cual se puso nerviosa y solo atinó a asentir de manera torpe.

-Buenos días señor Ash- la mujer se sonrojó mientras volteaba su mirada a otro lado, sacándole una sonrisa de satisfacción al joven. Siempre producía el mismo efecto en esa mujer el saludarla así, la torturaba un poco para después tratarla como una amiga, lo cual tranquilizaba a la joven.

-Deja de decirme así Lía!- bufó exasperado, no le gustaba que las mujeres como Lía, calladas y serenas, lo respetaran tanto al punto de tenerle miedo.

Sonrió, solo había una mujer de su lista a la cual no le infundía el menor miedo. Pero ahora ella estaba del otro lado del mundo.

-Dime ¿A que horas es mi primera clase hoy?-

-Veamos-la mujer se relajó, buscando entre los horarios el del muchacho- Es a las 9:30 joven, con el grupo C-

-Perfecto- miró su reloj, agradecido de tener una hora para hacer lo que quisiera- Volveré en un rato, nos vemos Lía!-

-Hasta luego!- la mujer sonrió viéndolo caminar a la salida del lujoso edificio. Ash Ketchum podía ser tachado de superficial, pero una vez conociéndolo, eso era solo una máscara. Una estrella como él tenía que guardar ciertas apariencias, y vaya que lo hacía.

Ash salió del inmenso edificio, sintiendo el aire veraniego de Londres. Era extraño tener días calurosos en ese lugar, pero cuando los había, eran insoportables. He soportado calores peores. Pensó con una sonrisa. Definitivamente los había soportado.

Antes de transportarse al pasado, recostado ahí en el jardín de la universidad, llegó al que podría considerar su amigo en ese lugar. Declan Lewis. Con un metro ochenta, unos intensos ojos verdes y un cabello castaño, Declan había sido el conquistador número uno en la universidad Pokemon, eso había sido hasta que Ash había llegado a ese lugar, y hasta que Declan había conocido a Melody, esa amiga de la infancia del entrenador Pokemon, la cual había sido parte de una verdadera aventura de su niñez.

-Hey! Maestro estrella!- el hombre se sentó a su lado, sacando a Ash de sus cavilaciones.

-¿Qué haces aquí a esta hora? ¿No deberías estar con tu adorada Melody?- preguntó exasperado, lo había sacado de tan buenos recuerdos, quería siquiera recordar sus hermosos ojos por un momento!

-Wow, a mi también me da mucho gusto verte amigo- a pesar del seco saludo por parte del hombre, Declan conservó su sonrisa intacta, después de todo, conocía los bruscos cambios de temperamento de Ash- Debería preguntarte lo mismo a ti ¿Dónde has dejado a Natalie?-

-Ella no se dedica a dar clases, idiota, está en Italia cerrando unos tratos y terminando una revista- Ash cerró sus ojos mientras se recostaba de nuevo, colocando sus brazos en su nuca.

Declan sonrió de medio lado e intentó contener su risa. Era más que obvio que Ash estaba de mal humor por lo mismo de siempre, lo mismo que lo ponía de mal humor cuando no estaba con Natalie, y no era precisamente porque ella estuviera lejos de él. Era por otra cosa que atormentaba al entrenador, se llamaba, cargo de conciencia.

-Entiendo, ¿Por eso el mal humor eh?- su sonrisa se ensanchó más al ver como Ash se tensionaba y se ponía alerta, a pesar de seguir con sus ojos cerrados, sabía muy bien lo que estaba pasando por la cabeza de su amigo.

-No sé de que me hablas, a menos que te refieras que estoy así porque Natalie no está conmigo-

-Sabes bien de lo que hablo Ash, deja de hacerte el tonto. Odias que Natalie se vaya, no porque no este a tu lado, sino porque los recuerdos te asaltan y no puedes soportarlo- Ash abrió sus ojos de golpe ante el comentario tan cierto y perturbador.

-No sabes lo que estás diciendo Declan- Ash se levantó bruscamente del jardín, sentándose mientras miraba de manera asesina a su amigo, que se había propuesto a atormentarlo de diario.

-Por supuesto que lo sé, no soportas el hecho de recordarla a cada instante! Te pesa la conciencia cuando regresa Natalie, porque en todo el tiempo en que no está no piensas en ella, piensas en otra mujer!-

-Basta ya!! Natalie es mi novia, no estés diciendo tantas estupideces!- cerró sus puños con fuerza y lo miró con enojo, pues sabía que tenía toda la razón. Declan no decía las cosas por decirlas.

-Claro, es tu novia porque llega a la altura del gran maestro Pokemon, porque es una hermosa modelo que causa mucha más polémica a tu lado, porque ambos ante todo el mundo son la pareja perfecta, pero cuando están lejos de las cámaras son todo lo contrario. Esa mujer es insoportable Ash!- guardó silencio, dejando al entrenador pensando y con su mirada pérdida- Sinceramente, empiezo a pensar que Misty es mejor que ella, y ni siquiera la conozco-

Eso fue el colmo para el joven. Se levantó del suelo, mientras Pikachu se escondía detrás de su pierna, temeroso de la reacción de su dueño. Ash volteó a ver a su amigo sentado en el suelo, el cual seguía inalterable. Declan había aprendido a conocer a Ash, sabía cada una de sus reacciones y sabía que esa era una que corroboraba que tenía toda la razón.

-No vuelvas a mencionar su nombre- la respiración del joven se volvió pesada y dificultosa, su ira contenida en sus puños cerrados con fuerza- No vuelvas a meterla entre Natalie y yo-

Declan suspiró, por más que había intentado que Ash se deshiciera de esa insoportable modelo, nada parecía conseguirlo. Ash había encontrado en esa mujer algo que tal vez no había encontrado en las demás, pero aún así, esa relación era hueca. Melody era la que conocía a Misty, era ella quién le había hablado de esa amiga de la infancia de Ash, y por lo que podía notar, Ash solo se engañaba a sí mismo.

-Aunque no te la mencione, eso no hará que dejes de recordarla-

Ash se dio la media vuelta bruscamente, Declan tenía toda la razón pero no pensaba aceptarlo, no frente a él, ni frente a nadie.

-Será mejor que me vaya, tengo que dar una plática dentro de quince minutos- le dijo como si no hubiesen hablado absolutamente de nada importante, colocó sus manos detrás de su nuca mientras Pikachu se subía a su hombro.

Declan observó como Ash bostezaba despreocupadamente. No pudo hacer más que cerrar sus ojos resignado, jamás podía hacer entrar en razón a ese cabeza dura.

-Ve entonces, quedé de verme con Melody aquí- Declan se levantó, sabiendo que Ash no estaba enfadado con él, después de todo, se había "olvidado" ya de todo lo que le había dicho.

-Anda, ocúpate de tu novia, que yo me ocupo de mis propios asuntos- comenzaron a caminar hacia el enorme edificio, cada uno perdido en sus cavilaciones.

-Melody si la conoce…a Misty- Declan observó la expresión de su amigo, y dándose por vencido, decidió dejar el tema. No deseaba que Ash lo dejara sin rostro.

-Cállate ya Declan, eso esta olvidado-

Diciendo esto, el joven de cabello azabache entró al edificio, levantando su mano a manera de despedida y sin siquiera voltear a verlo. Declan solo confirmó todo. Ash se ponía de ese humor tan insoportable cuando tenía la oportunidad de pensar en Misty libremente y darse cuenta de lo infeliz que era. Natalie solo era una careta para Ash, solo una mujer que lo mantenía ocupado en otras cosas, para no sumirse en los recuerdos y en el deseo de estar con su amiga de la infancia.

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-Hola mi amor!- Melody saludó a su novio con un beso, recibiendo una respuesta emotiva por su parte. El beso entre ambos se profundizó hasta que se tuvieron que separar por falta de aire.

-Te extrañé preciosa- le susurró Declan a la joven, abrazándola por la cintura mientras jugaba con algunos mechones de su largo cabello castaño.

Melody sonrió divertida. Su novio tenía una manera de poner las cosas que la volvían loca. Lograba mandarla al cielo con un simple beso y hacerla sentir la mujer más amada del mundo. Pensar que Ash había sido el cupido entre ambos. Ese necio, el maestro Pokemon más admirado del mundo, y con la vida más vacía que se podía imaginar. ¿Hasta cuando su amigo iba a dejar esa terquedad de lado y darse cuenta que su felicidad no estaba con Natalie?

-Yo también mi cielo- Melody dejó de sonreír al ver como su novio suspiraba cansado, como si hubiera hecho algo muy pesado para él, algo que suponía una gran carga- ¿Qué pasa?-

-Volví a hablar con él…acerca de Misty- al decir esto, el joven se sentó en la mesa del café, Melody frente a él.

La joven apoyó su mejilla en una de sus manos, mirando a su novio de manera comprensiva. Sabía bien lo que era hablar con Ash, más cuando se trataba de Misty. Después de todo, llevaba años intentando convencerlo de buscarla y construir su propia felicidad a lado de esa pelirroja. Pero Ash nunca aceptaría algo así, jamás admitiría frente a todos que estaba enamorado de ella, a pesar de que siempre que se hablaba de ella reaccionaba de una manera que lo delataba. Tanto que Declan, sin conocer a la bióloga marina, aseguraba que Ash estaba enamorado de ella.

Para Ash, Misty no podía ser más que una amiga. Habían sido amigos toda su vida, se habían peleado siempre y nunca se habían preocupado por ser amables entre ambos. Melody sabía que ese amor era de los más puros que existían, aquellos en los cuales los amigos eran ellos mismos, sin máscaras ni secretos entre ambos. Pero para su amigo, ese amor era simplemente imposible.

Es imposible por que le aterra. Pensó sonriente. El estilo de vida que llevaba Ash no se comparaba en nada a lo que él mismo soñaba con Misty. Era una persona famosa, a la cual le llovían las mujeres hermosas, las aventuras de una noche eran comunes en su vida, vivía de noche y dormía en el día, después de haber pasado toda la madrugada en centros nocturnos. El inmaduro de Ash se había acostumbrado a esa vida vana y sin responsabilidades. Tenía miedo de que Misty entrara en su vida, simple y sencillamente porque no se creía merecedor de ella. Creía que su vida tan vacía no merecía a una mujer como Misty en ella.

Y en parte era cierto.

-Mi amor, será mejor que Ash se de cuenta por si solo, si sigues así, solo lograrás que el se disguste contigo, y esta vez en serio-

-Pero es que no soporto a esa mujer!! Me tiene harto…No soy quién para meterme en la vida amorosa de Ash, ni siquiera conozco a Misty, pero todo es mejor que esa modelo hueca!- contestó el joven exasperado, cruzando sus brazos y frunciendo el ceño como siempre solía hacer.

Melody no pudo evitar reír ante el semblante tan tierno de su novio. Pero Ash debía darse cuenta por si solo de todo, y mientras tanto, era preferible que Ash tuviera una novia a que siguiera teniendo una "amiga" diferente cada semana. Antes de Natalie, Ash no podía tener una pareja más de dos semanas, si es que se le podían llamar parejas.

-Declan- Melody tomó la mano de su novio, llamando su atención- Ash no es ningún niño. Llevamos mucho tiempo tratando de hacerle ver que Misty es lo mejor para él, yo lo sé y me consta pues conozco a Misty y sé muy bien lo mucho que Ash la ama- acarició la mano del joven con su pulgar, entreteniendo su mirada en la caricia- Pero sinceramente, creo que lo mejor es dejar que todo siga su curso, Ash es demasiado necio, tanto que ni siquiera ha admitido ante nosotros que está enamorado de Misty!-

-Ni lo hará, ese cabeza hueca no va aceptarlo jamás-

-Ay mi amor, parece que hasta ya te has encariñado de Misty, sin conocerla siquiera-

-Créeme preciosa, cualquiera es mejor que Natalie…y más si se trata de una bióloga marina-

Melody sonrió, mientras disfrutaban de su intimidad y su rato libre juntos. Tendrían que dar una conferencia o "clase" como ellos ya le llamaban a sus pláticas en la universidad, mismas que Ash daba.

Siguieron conversando, sumidos en su atmósfera de amor y felicidad, en la cual nadie podía interferir…


-Y por ello, los Pokemon mitológicos son los más escasos que hay entre las especies- terminó el entrenador, recibiendo un aplauso de parte de todos los alumnos.

Tomando un sorbo de su botella de agua, Ash esperó a que todos los alumnos y oyentes salieran de la enorme sala. No sabía como un hombre tan polémico como él, podía convertirse en una persona tan serena y sabia cuando se trataba de los Pokemon.

Miró a Pikachu con una sonrisa y dejó que este subiera a su hombro, para comenzar a caminar a la salida del lugar y largarse a tomar una copa por ahí. Pero sus planes de huida se vieron truncados al observar al director de la universidad plantado en la puerta del lugar.

-Que bueno que lo encuentro señor Ash- el hombre canoso y de intensos ojos celestes lo observó con una sonrisa, entrando al lugar e invitando a Ash a hacerlo.

El joven maldijo por dentro. Lo único que le faltaba. Un sermón de media hora en el cual el director le hablaría de los nuevos temas que tenían preparados para que él los impartiera. O tal vez algún reacomodo en el cual tuviera que entrenar a los Pokemon más fuertes del campo de observación de la universidad. O tal vez, un simple discurso que le quitaría el tiempo y le impediría llegar a su casa a descansar.

-Estaba por salir señor- el pelinegro se sentó al igual que el director, esperando que le dijera lo que tuviera que decirle y rápido- Pero lo escucho- y realmente lo haría, a pesar de todo, el director le caía de maravilla y aunque le aburría cualquier cosa en ese momento, tal vez hablar con él lo distraería de pensar cosas estúpidas.

-Verás Ash…como has de saber ya, estamos en medio de un proyecto muy importante para la universidad, para la corporación y para todos los que la formamos- comenzó el hombre, recibiendo un asentimiento por parte de Ash- Para ello, hemos traído a los mejores especialistas Pokemon de todas partes del mundo, principalmente a especialistas en Pokemon acuáticos-

Los mejores, pero no como ella. Pensó con una sonrisa para después sacudir su cabeza de manera brusca, ese no era el momento para pensar en esas cosas, se suponía que no debía hacerlo, por su propio bien.

El proyecto del cual hablaba el director lo conocía a la perfección. Una nueva especie acuática estaba por desarrollarse, para ello, biólogos especializados en Pokemon de agua habían sido reunidos en el laboratorio de esa enorme universidad, el punto clave de una poderosa corporación Pokemon a nivel mundial. Él había sido requerido en la universidad para dar conferencias, lo único que lo llenaba en su vida realmente, además de los duelos que solía tener y que solía ganar casi siempre. No por nada el mejor maestro Pokemon del mundo.

-Lo sé señor, aunque sinceramente, no sé que tiene que ver eso conmigo-

-Si, es cierto Ash, solo estoy aquí par avisarte que tu conferencia será cambiada de horario, ya que comenzaremos a impartir conferencias enfocadas a biología marina Pokemon- el director sonrió al ver que Ash aceptaba sin chistar- En unos cuantos días recibiremos a la que será la directora del proyecto, quién dará las conferencias y estará a cargo de todas las observaciones e investigaciones-

Esos cinco minutos de charla fueron suficientes para Ash. Lo único que quería era llegar a su departamento y dormir o tomar un poco para olvidarse de todo. No había cosa que no le recordara a ella, y el oír hablar de Pokemon acuáticos no estaba ayudando en nada. Todo le traía recuerdos, todo lo atormentaba y le recordaba esos ojos verde azulados, ese cabello de fuego y esa piel nívea y cremosa.

-Entiendo señor, entonces daré mi conferencia una vez que ella termine con la suya…-

-También quería hablarte de eso Ash. Me gustaría que tu y esta reconocida bióloga trabajaran juntos- ante este comentario, Ash solo pudo ladear su cabeza confundido, no sabía a que rayos se refería el director con eso.

-Pero señor….yo no me especializo en Pokemon de agua, más bien, no me especializo en nada…- se sintió estúpido ante ese comentario. Pero era la verdad, no sabía que podía tener él en común con una bióloga Pokemon.

-Por eso mismo Ash, eres un entrenador Pokemon- colocó su arrugada mano en el hombro del joven, que estando sentado era fácil de alcanzar- El proyecto consiste en serias investigaciones, pero más que nada en observaciones a estos Pokemon, eres excelente para ese trabajo! Así, esta joven y tú podrían formar un buen equipo, piénsalo-

Se sintió mareado de pronto al escuchar esas palabras. Lo que el director le estaba diciendo no era nada del otro mundo, pero algo en esa última frase le había hecho sentir un hueco en el estómago.

-¿Qué dices? ¿Aceptas?- el director esperó la respuesta pacientemente, pero simplemente Ash parecía no estar en ese mundo.

Se levantó, sin poder soportar una palabra más. Por alguna estúpida razón, esa frase del "Buen equipo" no cuadraba en sus planes. Sacudió su cabeza sintiéndose idiota. ¿Qué rayos tenía de raro un trabajo así? El sabía que nada.

Los recuerdos de nuevo lo habían acechado. No era conveniente que mezclaran las palabras "Bióloga marina" y "Buen equipo" en una sola frase, pues los recuerdos se volvían más latentes e insoportables.

-De acuerdo señor- dio la media vuelta a la salida luego de aceptar la propuesta. Para no delatarse, debía salir lo más pronto de ahí y pensar con tranquilidad muchas cosas.

Definitivamente no se sentía nada bien.

Sin dar tiempo al director de darle más detalles a cerca de su nueva compañera, el joven entrenador salió de la sala aprisa, despidiéndose con su mano alzada y desapareciendo por la puerta.

-Pero si ni siquiera sabe su nombre! Dios! Los muchachos de ahora! Nada lo toman en serio-

El director sonrió, seguro de que su proyecto sería un éxito. Con un equipo como Ash Ketchum y la exitosa bióloga Pokemon.


Dos de la mañana. Y seguía mirando la ciudad por el enorme ventanal de su lujoso departamento.

Tomó un sorbo de su copa, y se acarició la sien con los dedos, harto de sentir ese dolor de cabeza y ese hueco en su estómago. No sabía como rayos sacársela de la cabeza. Como rayos dejar de recordar, de sentir, de desear y anhelar.

Pikachu se acercó a él y se colocó a su lado, observando todo a través del ventanal, con sus orejas caídas. Sumidos en la oscuridad del departamento, tan solo las luces de la agitada ciudad llenando con un poco de luz el espacio de la lujosa recámara.

El entrenador volteó a ver a su viejo amigo, el cual se encontraba ya cerca de la mesita de noche, observando una foto con atención. Él también la vio. Una foto, de diez años atrás.

Se acercó a su cama y se sentó en ella, tomando la foto entre sus manos. Parecía un recuerdo tan lejano y a la vez tan presente en su corazón. En aquellos días era un chiquillo inexperto, inocente podría decir, con sueños y metas por alcanzar. Y ahora que tenía todo aquello, se sentía tan vacío. Que ironía, vacío cuando estaba repleto de todo con lo que alguna vez había soñado.

Observó con atención la foto. Tres niños y sus pokemon eran los protagonistas de aquel cuadro. Él sentado en una roca, a un lado de un hermoso lago, el sudor de su frente y lo mojado de su camiseta denotaban que hacía un calor infernal. Pikachu en su hombro, con una expresión feliz en él. A un lado de él y sentado con su espalda apoyada en el tronco de un frondoso árbol, Brock, su mejor amigo de la infancia. Su expresión serena contrastaba con la enorme sonrisa que el niño de cabellos negros tenía plasmada en su rostro.

Del otro lado, con una sonrisa enorme y hermosa. Ella. Su mejor amiga. Su recuerdo presente. Su confidente y compañera.

Misty.

Se veía tan pequeña e inocente en esa foto. Con su cabello rojizo suelto cayéndole por los hombros, revelando que era una niña convirtiéndose en una mujer. Su tez pálida, sonrojada por el sol que dejaba caer sus rayos sobre ella, y esos ojos turquesa, con ese brillo tan especial que seguía conservando a pesar de los años. Vestía un simple short muy corto debía decir ahora, una pequeña blusa naranja, que descubría por completo sus delicados y pequeños brazos y combinaba con su cabello de fuego.

Siempre tan hermosa, tan única, tan Misty.

Y el siempre tan estúpido. Que solo le hacía ver lo contrario a la joven, que solo se peleaba con ella en cualquier ocasión. Jamás fue capaz de decirle algún cumplido, pero no era ciego. Cuando comenzó a crecer, a ver en lo que esa niña se iba convirtiendo, no fue capaz de reprimir los sentimientos que bullían en su interior cada vez que la veía. No soportaba el hecho de verla tan hermosa y de sentir cosas que no debía sentir por ella. No por Misty.

Así que continuo tratándola igual que cuando niños. Pero él sabía que ya no lo eran, eran dos adolescentes, y él era uno que estaba sintiendo cosas que lo asustaban, que no podían ser.

Pero no podía ignorar los casi imperceptibles cambios en la joven. Su respiración se agitaba al ver su hermosa piel expuesta, su cabello rojo ahora suelto y dándole una aire más femenino, un aire de mujer. Sus ojos azul marino que brillaban cada instante, que también brillaban para él.

A pesar de todo, siguió su sueño, se alejó de su hogar, de su familia, de sus amigos, de ella. Y tal vez huía de ella. Tal vez ese sueño de convertirse en maestro Pokemon se vio alentado a continuar por esos intensos sentimientos que comenzaba a tener por esa niña. Por esa casi mujer.

Pero sabía que su vida simplemente no tenía sentido, no si no estaba ella a su lado, ofreciéndole esa hermosa sonrisa cada día, regañándole siempre, mostrándole ese hermoso gesto cada vez que se molestaba con algo, lo cual solía ser con frecuencia.

Con el paso de los años, fue apagando esa ilusión de estar con ella. Se convertía en una figura reconocida, las mujeres de una noche lo ayudaban a olvidarse de aquella pelirroja que había dejado cuando apenas habían cumplido los dieciséis años. Los centros nocturnos, la vida de noche, las fiestas, el alcohol, la fama, el dinero, todo eso lo engañaba y lo hacía "feliz", si no contaba el hecho de recordar y anhelar su vida anterior, en donde realmente era amado. Amado por todos, amado por ella.

Como le gustaba pensar en ello. Y solo lo recordaba, hasta esa noche de Navidad, esa noche en la que volvió a verla después de seis años. Ver a una mujer. Y no cualquier mujer, una hermosa mujer.

El vestido negro delineaba sus curvas, curvas que él no había apreciado hasta esa noche, esa noche en la que procuro estar lo más distante con ella, por miedo a cometer una estupidez colosal. Las podía cometer con cualquier mujer hermosa que se le insinuara, pero no con Misty. Su cabello rojo estaba ensortijado y recogido en un moño mal hecho, dejando su cremoso cuello al descubierto, para tortura del entrenador. Tenía veintidós años ya, y los años habían hecho su labor en ella, una gran labor.

Suspiró al recordarlo. Esa noche había bebido más de la cuenta, esperando que el alcohol calmara sus bajos instintos y sus deseos reprimidos de besarla y tocarla de manera descarada. Platicó con ella de tantas cosas al día siguiente, en la cual no traía ese vestido revelador, sino un simple sweater de lana lila y unos vaqueros ajustados. Pero por alguna razón, no había podido ver esos ojos claros, le recordaban demasiadas cosas, entre ellas, su amor por ella.

Y es que la amaba.

Tal vez demasiado. Por ello intentaba olvidarla un poco, por ello su vida había tomado un rumbo tan vano, tan superficial, tan lleno de todo y a la vez de nada.

Pikachu lo sacó de sus cavilaciones, el pokemon tocó la foto con una de sus pequeñas patas, observando con atención a la única jovencita de la foto.

-¿También la extrañas, verdad Pikachu?- al hacer esta pregunta, el joven se cubrió el rostro con sus manos, apoyando sus brazos en sus rodillas, se sentía tan solo, tan vacío, tan idiota.

-Pika…Pika- el Pokemon colocó una de sus patas en la cabeza de su dueño, a manera de consuelo, a pesar de ser un pokemon, comprendía a Ash a la perfección, después de todo, doce años a su lado no eran cualquier cosa.

-Yo también la extraño amigo- Ash siguió mirando la fotografía embelesado, acariciando con su mirada cada una de las facciones de esa niña.

De esa bella y extraordinaria mujer, a la cual no merecía.

Después de unos momentos de admirarla en silencio, de anhelarla y desearla, se quedó dormido, agotado por los sentimientos y pensamientos que lo asaltaban, asfixiándolo poco a poco. Pikachu dormido a su lado, siempre junto a su dueño y amigo.

Pensar que al otro lado del mundo, una mujer admiraba el extenso mar a sus pies, recordándolo y amándolo en silencio.

Dos almas en común en ese mundo, dos amantes que no podían consumar su anhelo, su amor.

Por su orgullo y su terquedad. La cual les costaría caro.


Aeropuerto Internacional de Florida.

Misty suspiró por cuarta vez intentando no derramar más lágrimas, abrió sus ojos y la escena que vio le partió el corazón, amenazándola con quebrar la poca serenidad y compostura que según ella tenía.

Eran las cinco de la mañana, y a pesar de ello todos estaban ahí para despedirla.

Un grupo de jóvenes se encontraban apilados, tan juntos que parecía que por un momento se abrazarían entre sí. La expresión de las mujeres era dudosa, algunas contenían el llanto, otras intentaban sonreír sin mucho éxito.

Los hombres miraban a la mujer pelirroja con una sonrisa reconfortante, solo uno de ellos, de cabellos rubios y ojos celestes, parecía estar a punto de salir corriendo de ahí, totalmente negado a soportar esa despedida.

-Mantente en contacto Misty, por favor amiga!- se adelantó una mujer, la única que se permitía llorar a sus anchas, mientras abrazaba a Misty.

-Claro que si May, voy a Londres, no al fin del mundo!- intentó hacer la situación más ligera, y lo logró, pues la mujer asintió convencida de que Misty se mantendría en contacto con ella.

-Te voy a extrañar mucho…-

-También yo May, también yo…-

Después de un abrazo prolongado por parte de las dos amigas, el grupo de jóvenes se acercó a ella para despedirla, y una vez que todos lo hubiesen hecho, solo el joven de ojos celestes y cabellos dorados se quedó rezagado, con sus manos en los bolsillos y su mirada en el extremo opuesto del aeropuerto.

Misty sonrió de medio lado al verlo, se acercó a él y lo abrazó fuertemente, sintiendo que las lágrimas se acumulaban en sus ojos. Definitivamente odiaba las despedidas.

-No me hagas esto tan difícil Dylan, por favor- murmuró pegada a su cuello, sintiendo los fuertes brazos del joven entrelazarse en su espalda y pegarla a su pecho.

-Lo siento mi florecita de agua….pero no soporto la idea…- el joven la pegó más a él, el separarse de ella le suponía una cruel tortura que no quería experimentar, pero sin embargo y por el bien de ambos, debía soportarla.

Misty sonrió de medio lado mientras Dylan enterraba su nariz en la cabeza de fuego de la joven, la cual despedía un aroma que se había convertido en su favorito: lavanda.

-Les llamaré, estaré en contacto, te lo prometo…- diciendo esto en un susurro, la joven se separó de él, mientras Dylan apretaba sus puños a los lados de su cuerpo para dejarla ir…tenía que dejarla ir.

Suspiró pesadamente mientras la miraba acomodar las cosas de su bolso de mano, ayudada por todos los demás a poner todo en orden. Y escuchó la maldita voz de una mujer anunciar al siguiente vuelo, el vuelo que le arrebataría a esa mujer, la mujer que amaba, que había llegado a amar después de todo ese tiempo. Y aunque sabía que no era correspondido, la simple idea de perderla de manera definitiva era el peor de sus tormentos.

-Pasajeros con destino a Inglaterra, favor de abordar por la puerta lateral- la voz de la mujer resonó en el inmenso aeropuerto- Pasajeros con destino a Inglaterra, favor de abordar por la puerta lateral-

Misty cerró sus ojos con fuerza, intentando contener las lágrimas que hacía tiempo amenazaban con salir de sus cuencas. Se había mudado muchas veces, pero ahora era diferente, pues se alejaba de un lugar que había llegado a considerar su hogar. Un lugar en el cual se había sentido querida y valorada, pero ahora Inglaterra sería su nuevo hogar…¿Podría llegar a serlo realmente?

Odiaba todo aquello, pero sabía que ese proyecto la lanzaría a la cima de su carrera, y Roxanne estaría complacida con ello.

Se acomodó su bolso en el hombro y sonrió a sus amigos. Era el momento. Y no había manera de escapar o evitarlo.

Era un adiós definitivo.

Dio media vuelta y lanzando un beso con la mano y lágrimas en sus ojos, caminó hacia la puerta que la conducía a su avión.

No se atrevió a volver la cabeza, por miedo a arrepentirse y quedarse en ese lugar. No podía hacerlo, tenía que irse le gustaste o no. Aunque se muriera de miedo por lo que podría llegar a encontrar en Londres, su vida ahora sería en ese lugar y tenía que hacerse a la idea.

Entregó su boleto a la azafata y siguió caminando, atreviéndose a lanzar un último vistazo para despedir a sus amigos con la mano y permitirse llorar a sus anchas. Tal vez, esa sería la última vez que los vería en mucho tiempo.

Conmovida hasta la médula por el cuadro que le ofrecían sus amigos se permitió sonreír, oliendo las rosas que todos le habían regalado, y entre todas aquellas rosas rojas, se encontraba una blanca. Una rosa de Dylan, él único que sabía que sus flores favoritas eran aquellas raras flores blancas.

La tomó entre sus manos y procurando que Dylan la viera, besó la hermosa rosa, para mirar a su amigo sonreír con ternura y lanzarle un beso con la mano. Solo así, Misty se permitió dar una media vuelta y salir hacia la penetrante luz del sol, y justo frente a sus ojos, a través de sus lentes de sol pudo apreciar el enorme avión que la llevaría al otro lado del mundo.

-Bien- alzó sus cabeza mientras acomodaba su bolso y comenzaba a caminar con su paso lento y elegante, con la actitud que había conseguido con el paso de los años, ese temple inquebrantable y decidido.

Sus tacones resonaron en el piso y su vestido acompañó sus delicados pasos, limpió sus ojos de los restos de lágrimas y se colocó sus lentes de nuevo. Suspiró.

- Aquí voy Londres…veamos que me tienes preparado…-

Ni siquiera se lo imaginaba.