Me levanto como si estuviese de resaca. Joder, si ayer no bebí nada. De hecho no bebo. ¿Cómo se entonces como es estar de resaca? Mierda. La cabeza me da vuelta. Esta son las clases de preguntas que se hace uno cuando es evidente que no tiene nada que responder. Un café sentirá bien. O eso espero. Mientras se prepara, me miro la cara y me la lavo. ¿Tengo pinta de ir a trabajar? Tres clases por la mañana y tres por la tarde. Un gimnasio donde montón de crios gritan mientras tiran patadas, y otra donde varios adultos, intentando demostrase a si mismos que nunca es tarde para empezar, tiran gruñidos. Y ya solo con la el zumbido de la cafetera, la cabeza me da vueltas.

Fuerte mierda, pero es lo que hay.

Agarro la maleta con la boca, y cierro con llave mi casa. Aunque, pensándolo bien, no hay mucho que llevarse. Lo único que tengo es un coche de segunda mano, que traga gasolina como si la vida le fuera en ello, y tenga que pasar día si, día también, a echarle más. Con razón mi padre nunca alquilo uno cuando estábamos viajando en China. Bueno supongo que por eso, y porque no teníamos dinero ni para comer. Entro en el coche, famoso traga petróleo, e intento hacer contacto. ¡Oh maravilloso¡No me da ni para salir del aparcamiento¿Y ahora que se supone que hago? Mierda… ¿Como no me pude acordar de esto? Joder… No me da tiempo a ir a buscar gasolina y volver…Un día te vendo¿me escuchas, coche mierdoso!

Bien empezamos el día. La cabeza me da vueltas, tengo que ir a trabajar, el coche no tiene gasolina, y ahora voy corriendo a esperar el autobús. Autobús, que aparecerá cuando le dé la gana, evidentemente. ¡Ah! y como no. Mañana es san Valentín. ¿Que es peor que no tener a nadie en San Valentín¡Pues que antes recibieras montón de regalos, pero ahora no! Por lo menos los chicos que nunca han sido afortunados en estas cosas, ya lo tiene asumido como un día cualquiera. Pero cuando hubo una época donde te perseguían todas, esto lo sufres más. ¡A la mierda San Valetín¡Ya no aguanto más!

- ¿Diga? – me preguntan por el interfono. Era Sakura.

- ¿Sakura? Soy yo. Hoy no puedo ir a entrenar. Estoy enfermo – Excusa barata. Pero es verdad en cierto modo. Y más encima que gasta dinero en una cabina telefónica para llamar y avisar. Hay más maestros para suplirme. No soy el único. Pueda que sea el más dotado, pero no soy el único. Y no creo que por un día que entrene otro, vaya a pasar nada. Me dice algo así como que de acuerdo y que descanse. ¿Descansar¿Ahora que estoy listo? Voy a dar una vuelta será mejor.

Comida recalentada. Eso es lo que describe a un restaurante o un bar. Arroz cocido, miho, algo de verduras frescas o, arroz cocido recalentado, miho de la nevera, y verduras que parecen sacadas de la basura, en su contrario. Por lo menos el café sabe igual recalentado que recién hecho. Y es lo único que tiene de bueno este local. Habitualmente vengo a cenar aquí, no ha desayunar. Así que la gente de esta franja horaria no la conozco. Incluso la camarera es nueva para mí. La miro un momento como sirve un café a una chica. Pero curiosamente, la chica que me mira no es la camarera, si no la cliente. Tiene el pelo azulado y corto. La cara lacia y los ojos marrones. Me mira y me sonríe. Por una vez que una chica me hace caso, el autobús le ha dado por aparecer. Vete a tomar por culo, autobús de mierda. Me como ese malsano desayuno a toda prisa, me bebo el café de un sorbo, y agarro mis cosas. Ser artista marcial en estos casos ayuda, intentando llegar de brinco en brinco a la salida. Pero al darme cuenta, la chica simpática de cabellos azules, también parecía tener prisa. Le sedo el paso, y aprovecho para verle mejor el rostro. Era guapa, no lo puedo negar. Me vuelve a sonreír, y me da las gracias. ¿Porque las chicas que menos conozco son las mas amables?

Nerima es un sitio bastante soso. No hay nada nuevo. Parece como si el autobús pasara por sitios repetidos. Una casa, otra, otra, una escuela. ¿O debería decir LA casa de los Yamada, LA casa de los Yomimori, LA escuela Furikan? Todo es lo mismo de siempre. Que aburrimiento. Y lo mismo en el autobús. ¿Es que no hay nadie nuevo en esta zona? Los mismos pasajeros de siempre. Hace un año que he dejado de ir en transporte público, pero estos no cambian. Bueno, ahí en la ventana esta la chica del restaurante. También quería entrar en el autobús. Supongo que siempre hay alguien nuevo. Se da cuenta de que la estoy mirando y me sonríe de nuevo. Yo le devuelvo el gesto con una sonrisa y un saludo con la mano. A lo que ella contesta con otro saludo con la mano. Y ya está ¿ahí se acaba mi relación con el mundo¿Una sonrisa y un gesto con alguien que no conozco?

- Hola – escucho. Levanto la mirada de la ventana, y la veo ahí. La chica de la sonrisa, la del restaurante. La del "gracias", sentada en el asiento de adelante.

- Hola – le respondo. Me vuelve a sonreír.

- Gracias por dejarme pasar. Podrías haber perdido el autobús. –

- No te preocupes – le contesté con un gesto de despreocupación con la mano. Ella alzo la suya.

- Me llamo Akane y ¿tu? – yo me quede mirando su mano y se la estreche.

- Ranma – le conteste. Tenía la mano algo delicada.

- Parece un nombre de chica… - me sugirió. "Si, ha veces me convierto en tía, sobretodo cuando llueve", me dieron ganas de decirle. Seguramente nadie le habría dicho eso nunca en una presentación. Pero no creo que sea conveniente.

- ¿Vas a trabajar? – me preguntó.

- No, me he… tomado el día libre –

- Que suerte poder tener un trabajo en que lo puedas hacer… -

- Si ¿y tu? –

- Yo tengo el día libre – respondió Akane. Yo sonreí un poco.

- No creo que un Martes por la mañana tenga alguien un día libre – Dije sugiriendo que se había escapado, igual que yo. Sin embargo, en vez de tomárselo a broma, pareció disgustarla.

- Tu eso no lo sabes, no me conoces – Dijo enojada – Yo no me escapo de mis responsabilidades.

- Lo… lo siento, solo… - no sabía que decir – solo era una broma… -

- Ya – respondió ella. Mientras se sentaba en su asiento. Ya la había cagado otra vez. Por una vez que una chica siente interés por mí, voy y no mido las reacciones. Ahora estará callada todo su trayecto, se bajara, y si es un poco considerada, se despedirá una última vez. Y yo volveré a casa igual que como salí, sin nada nuevo que conocer. Y hasta ahí llega tu grandiosidad Ranma Saotome. Solamente vales dos minutos de conversación.

- Esto… siento haberte gritado – Akane, la mujer a la que le dije que se fugaba del trabajo, se sentó ahora al lado mío – Pero yo soy muy responsable, no… no me escaqueo del trabajo.

- Lo entiendo, solo… -

- No soy de las que trabajan cuando quieren… -

- Si, lo siento, yo…no debí insinuar eso - le dije finalmente. Nos miramos un momento y nos disculpamos con la cabeza.

- Siento haberte… bueno… tu ya me entiendes – dijo mientras se levantaba – Espero que nos volvamos a ver… - y se fue, sin antes dedicarme una sonrisa. Y se bajo del autobús. Bueno Ranma Saotome, vas mejorando. Al menos, se ha ido de tu vida sin odiarte.

Aunque por ello el día no mejora. Ha empezado a llover. Pero, ya desde hace años he empezado a traer conmigo siempre un paraguas. Así que tampoco es tanto problema ¿no? El problema real es tener que ir a buscar gasolina para el coche. Estas cosas no me tendrían que pasar.

- Hola de nuevo – Oí a mis espaldas. Akane, la chica sonriente, estaba apoyada en la ventana de una terraza. Evidentemente, cubriéndose de la lluvia. Me quede mirándola un momento, y supongo que sin pensar, lo suelto lo primero que me viene a la cabeza.

- ¿Quieres que te acompañe a casa? – A casa. Toma. Solo la conozco de un día, y me comporto como si la conociera de toda la vida. Su cara de extrañeza me lo dice todo.

- Mmmm¡venga! – dijo y corriendo se mete dentro de mi paraguas. Yo estaba chocado por dentro, normalmente la gente no se va con la primera persona que se lo dice. Te lo enseñan de pequeño. Sin embargo ella me mira, de nuevo, sonriendo.

- Pero no te creas que me meto con el primero que pase en su paraguas para que me lleve a casa… - me dijo – No se, contigo me siento como si ya te conociera –

- Bueno, ya nos conocemos – le dije yo – Nos conocimos en el autobús – Al decir esto, Akane me miro y se hecho a reír.

- Ja ja ja, tienes razón – contestó riéndose

Y aquí estamos. En la puerta de su casa. De su casa. Bueno, al menos, ya se donde vive. La acompaño al portal, donde saca las llaves y se dispone a abrir.

- Muchas gracias otra vez, señor Saotome – me dice. Yo le sonrió.

- Llámame Ranma, por favor… - Le dije. Ella me sonrió.

- Hace frío¿no quieres subir a tomarte algo? – Me preguntó. Es un poco tarde, y mañana tengo que trabajar. No me puedo volver a escaquear. Aunque… bueno, por estar un rato no pasará nada.

- Bueno, supongo que por una copa no pasará nada… - le dijo mientras me rascaba la cabeza.

- Bien dicho… - dijo mientras me dirigía a su piso.

El sitio en sí me resulta extrañamente familiar. No se, es como esas casa q8ue la decoración te traer un sentimiento de que ya has estado ahí. Algo extraño. Pero relativamente normal. Todo el mundo conoce este tipo de situación.

- ¿Qué quieres beber? – me preguntó de la cocina.

- Cualquier cosa… - le respondí. No bebo alcohol, pero supongo que dadas las circunstancias, no le voy ha hacer un feo si me lo ofrece.

- Toma. Mi especialidad: Un capuchino – Akane me guiñó un ojo – Café a la italiana –

- Esta bastante bueno – Y era verdad. Con esto se me quitó el frío del cuerpo.

- No soy buena cocinando, pero en lo que se refiere a cafés, soy la mejor – Me dijo sonriendo – Hace un tiempo trabajaba en una cafetería –

- ¿Qué cafetería? –

- Pues… precisamente en la que nos vimos esta mañana –

- Vaya quizás me suena tu rostro de eso – le dije – Yo voy habitualmente a comer ahí – finalicé. Ella se sentó en el sofá, y me hizo un hueco para que me sentara yo. Y así lo hice.

- Sabes, cuando trabajaba ahí, solía ponerme a mirar la cara de los clientes, y decidía con quien o con quien no saldría – Tomó un sorbo – Seguro que tu eras de los que si –

- ¿De los que sí¿Por qué? – le pregunté riéndome. A ella se le contagió la risa.

- No se, tienes algo en la cara, que me resulta extraño. Es como si me dijeras al verte que nunca me harías daño –

- ¿No es algo superficial decidir eso con solo mirar? –

- ¡No! Yo no miraba si eran guapos o feos, miraba su expresión, su aura… todo eso – Se me había terminado el café, y Akane empezaba a resultar algo extraño. No tenía miedo, eso nunca. Solo que, esa extraña forma de ver las cosas me atraía de un manera extraña. Supongo que será mejor dejarlo aquí por hoy.

- Bueno Akane… -

- ¿Ya te marchas? – Me preguntó. Esta algo nervioso, por la cara que ponía – ¿No te habré dado miedo? –

- ¡No, no! solo que mañana trabajo… ya sabes – le respondí. No quería darle una mala impresión. Ella sonrió mientras veía que me iba. Por lo menos se que no la he fastidiado al irme de repente.

- ¿Me llamarás? Te di mi número… - yo asentí con la cabeza mientras abría la puerta. Por nada del mundo perdería este número.

- No te preocupes, te… - Akane agarró el picaporte antes de que cerrara.

- Mañana es San Valentín. Llámame para felicitarme, me haría mucha ilusión – me dijo en la puerta. Yo le sonreí.

- Claro, te llamaré… - Le prometí antes de irme.

Y nada más llegar estoy, frente al teléfono, en mi casa. Tengo su número en la mano. ¿Pareceré desesperado? Acabo de llegar. Hace media hora que nos vimos. Resultaría extraño que al irme así tan rápido, la llamara en seguida. No se. Podría esperar hasta mañana. Claro, mañana es otro día. No parecerá que la he olvidado, ni tampoco pareceré desesperado. Es la mejor opción. Así que, entonces¿Por qué narices no puedo dejar de marcar su teléfono?

- ¿Diga? – Se oyó por el auricular.

- ¿Akane? –

- ¿Por qué has tardado tanto! – Me preguntó. No tuve más que reírme.

- Lo siento, acabo de llegar… -

- Ya lo se, tonto – Oí como ella también se reía.

- Bueno, ahora puedo decir que cumplí mi promesa –

- Si, si; dilo con orgullo – me dijo – Pero ¿Por qué no hacemos algo, dado que tienes tiempo como para ligar por teléfono? –

H.Battosai presenta

Akane saltaba la verja del instituto Furikan, mientras yo la veía, todavía afuera. No sé como he podido aceptar hacer esto. Es de noche, parecemos ladrones.

- ¿Tienes miedo? – me dijo Akane con una sonrisa pícara.

- ¿Miedo? – yo reí con malicia – solo que este instituto me tare recuerdos –

- ¿Tu también estudiaste aquí? – me preguntó mientras veía como saltaba la verja también.

- ¿Quién en Nerima no ha estudiado aquí? – le respondí. Ella me sonrió.

- Sabes, siempre me peleaba en este patio. Aunque no lo parezca soy muy fuerte –

- ¿Eras una marimacho! – Le pregunté. Después caí en la cuenta de que la pude haber ofendido. Sin embargo se rió.

- Marimacho, ja, ja. Puede que si… un poco – Me dijo aún riéndose.

- Bueno este instituto, siempre ha sido muy rarito – Le contesté, a modo de disculpa – Quien no se peleara era un extraño –

- Puede que tengas razón – Me dijo mientras me tomaba de la mano – Ven, quiero enseñarte algo.

Un fanfictión de Ranma ½

Akane me guió hasta la azotea del instituto. Ya había esta aquí otras veces, y me traía recuerdos. Ha veces me peleaba aquí o en el patio.

- ¡Ven, ven! – me gritaba. Cuando me di cuenta, estaba encima de l reloj de la escuela, sentada.

- ¡Cuidado¡Te puedes caer! – Le grité. Ella hizo un gesto de que no me preocupara.

- No va a pasar nada. Ya he subido aquí muchas veces – me dijo. Subí lo más rápido que pude, preocupado de que se cayera. Aunque finalmente, cuando subí, por el que tenía que preocuparme era por mi. Me senté rápidamente a su lado, en el borde. Estábamos en lo más alto. Si me colgara podría dar con mis pies a las manecillas del reloj.

- Se ve todo desde aquí. ¿No es fantástico? – Akane estaba muy alegre. Después de verla, miré el paisaje. Era verdad. Se veía todo.

- ¿A que no eres capaz de señalar mi casa? – me propuso ella.

- ¿Como que no? Te señalo todo desde aquí – le dije mientras alzaba la mano – Ahí está tu casa. Ahí está la mía. Esa es la estación – volví a buscar más referencias – El parque, la consulta del doctor Tofu, el Nekohanten, el Uchan's , el Dojo Tendo… - Al decir eso, me quedé callado un segundo. Tendo era el apellido de Akane. Ella me miró algo sorprendida.

Basado en un guión de Charlie Kaufmann

- ¿Conoces la casa de mi padre? – me preguntó. Eso si que fue una sorpresa. La miré extrañado.

- ¿Tu eres hija de Soun Tendo? – le pregunté. Me afirmó con la cabeza.

- ¿De que conoces a mi padre? –

- Yo… Estuve viviendo un tiempo en esa casa… - le dije finalmente, mientras nos mirábamos perplejos

"Eterno Resplandor de una Mente sin Recuerdos"

Capítulo 0: Prólogo

Fin del prólogo

Terminado a las 01:06 de la noche, horario de Greenwich

Cigarros en el cenicero: 19

Tazas de Café servidos: 2

NdA: Dado que el prólogo se publica a la vez que el primer capítulo, las notas están en este último. ¡Seguid leyendo!

H.Battosai