Disclaimer: Hetalia y sus personajes le pertenecen a Himaruya Hidekaz


- Llegó otra carta proveniente del Reino Unido, señor...

El muchacho que había perdido el juego para entregar aquella misiva con sus compañeros había entrado al salón donde se hallaba el rubio escribiendo y revisando algunos documentos que su superior le había dejado...

Ser una nación era difícil, ser independiente aún más...

Levantó la mirada al oír la mención de aquel país y sus gestos se endurecieron. El joven soldado tembló cuando vio al de ojos azules con un rostro al que sólo observo antes en el campo de batalla.

- Déjalas con el resto -lo dijo entre dientes a la par que reanudará su trabajo.

El humano suspiró, miró la carta con el sello del país europeo dibujado en la cera que sellaba el sobre y, sin pedir una confirmación de la orden, la lanzó a la chimenea. Sabía que era mejor acabar con eso lo más antes posible…

¿Qué podía decir? Simplemente desde esa última batalla contra Inglaterra, no había vuelto a ser el mismo.

Salió rápido de la habitación y cerró la puerta para luego ir corriendo a reunirse con sus compañeros. La carta le había sido dada y lo mejor era dejarle un poco de espacio...

¿No podía dejarlo en paz? Empujó los papeles con rabia haciendo que estos cayeron de la mesa. Se puso de pie y se acercó a la chimenea para observar al papel arrojado al fuego y darse cuenta que el sobre no se había quemado del todo y aún podía ver el remitente en una perfecta caligrafía.

"To: Alfred F. Jones"

Sintió un pinchazo fuerte en el pecho. ¿Por qué tenía que hacerlo personal usando sus nombres?

"From: Arthur Kirkland"

Fue por la varilla y atizó la leña esperando que pronto se esfumara. Se quedó observando el fuego concentrándose en cómo aquella pieza de papel se encendía.

- Me imaginaba que harías esto.

Se giró rápido al oír la voz a sus espaldas, topándose con unos ojos violetas que lo miraban impasibles. Miró el uniforme que portaba el rubio y suspiró... era un hecho de que venía en nombre de la Corona Británica.

- ¿A que has venido? -escupió las palabras a medida que su semblante cambiaba a uno más agresivo.

El menor metió la mano en uno de sus bolsillos y sacó una carta exactamente igual a la que hace unos minutos se había vuelto cenizas.

- Él quería que la leyeras -se acercó lentamente y le ofreció el escrito- Deberías hacerlo, América.

Alfred vaciló observando el sobre y las violetas frente a él repetidas veces, su mente era un revoltijo y la única opción posible en su cabeza fue la que tomó: golpear la mano contraria haciendo que el papel cayera a una distancia bastante considerable de los dos.

Canadá sonrió débilmente, Estados Unidos era tan predecible... sacó un sobre más de su bolsillo y volvió a ofrecérselo, manteniéndose tranquilo. No había sido fácil para ninguno de esos dos...

- Alfred, léela. ¿Crees que a Arthur no le ha costado hacerlo?

- ¿Y crees que a mí no? -lo miró con rabia. Canadá no estaba de su lado.- Se supone que eres mi hermano y lo eliges a él...

- No eres la víctima y mucho menos el victimario -Alzó la voz haciendo callar al mayor- ¿Crees que, si no fuera importante, se tomaría tantas molestias conociendo lo que haces con todo lo que viene de parte de él?

La nación independiente arrancó la misiva de las manos de la colonia británica, abrió el sobre sin ningún tipo de cuidado y sacó la pieza escrita de papel. La desdobló y leyó cada palabra con los ojos abiertos de par en par.

"No podía ser cierto..."

- Está listo... -Matthew se dio media vuelta y caminó en dirección a la puerta.- Felicitaciones, serás completamente libre, Estados Unidos de América.

Sintió el sonido de la puerta al cerrarse como algo lejano... su mente estaba concentrada en el texto escrito con el puño y letra de su ex tutor.

Seria completamente libre una vez que ese Tratado se firmara, aquel del que hablaba el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda... Por fin alcanzaría por completo su ansiada libertad pero...

¿Estaba preparado para romper definitivamente el último lazo que lo ataba a Arthur?

Un sabor amargo se impregnó en su boca, arrugó la hoja y la guardó en su bolsillo.

Sea lo que sea que fuera a pasar de ahora en adelante, estaba preparado para aceptarlo...