Primero, Fairy Tail no me pertenece y escribo esto por puro hobbie.

Puede que haya OoC en algunos personajes, aunque trataré de evitarlo tanto como pueda, además de que seguramente no voy a poner terminaciones como "-san" o "-sama", aunque sean características de algunos personajes, ni palabras en japones.

Aún así, deseo que os guste y lo disfruteis.

Por fabor, dejen reviews para poder ir mejorando a medida que avancen la historia y mis otros fanfics, gracias!

UNA GATA BAJO LA LLUVIA

Gray estaba peleando con Natsu, como de costumbre, salvo que aquella vez no tuvo fuerzas para seguirle la corriente y se limitó a formar un muro de hielo entre ellos dos para marcharse calmadamente hacia la barra, dónde Mirajane le atendió algo extrañada. Gray no estaba de humor para eso y, encima, ella no se encontraba allí. Hacia cómo tres días que no la veía y comenzaba a impacientarse.

-Se te ve de mal humor, Gray.- Elfman se sentó junto a él y le pidió a su hermana que le sirviera un vaso de agua.

-Lo sé. Éstos días estan siendo muy extraños para mi.

-Compartir tus penas, ¡es de hombre!- El peliblanco se llevo la mano al pecho y dirigió una mirada al mago de hielo.- No necesariamente conmigo, ya sabes.

-Puedes hablar con las plantas.- Droy estaba cerca, escuchando la conversación, y se ofreció para darle una ayuda.- Dicen que eso ayuda.

-¡Es de hombre!

-No es de hombre, Elfman.- Aclaró Droy. Y, dirigiéndose a Gray, añadió: - Simplemente haz lo que quieras hacer.- Tomó una copa de helado que Mirajane le sirvió con animo mientras se marchaba de nuevo a la mesa, junto on Jet y Levy.

-Puedes adoptar un perro, o un gato.- Mirajane no pudo evitar unirse a la conversación.- Dicen que dan mucha compañía. Además, podrías ahogar tus penas con ellos.

-Yo creo que un gato le vendría mejor que un perro a Gray.- Cana cogió la copa de vino y se la bebió de un solo trago.- Un gato es más solitario, además de que un perro requiere demasiados cuidades.

-No sé. No me convence adoptar un animal...

Elfman posó una de sus manos en su hombro izquierdo y asintió con una sonrisa.

-¡Sólo sé un hombre!- Y tras beberse el vaso de agua, se marchó junto a Macao y Wakaba.

Tras aquello, Gray decidió ir a dar una vuelta por Magnolia para despejarse. El cielo estaba nublado y amenazaba con llover, pero a él no le importó. Y siguió andando entre las calles de la ciudad cuando la lluvia comenzó a caer con fuerza. El chico sólo se limitó a seguir su camino, aún confuso. No sabia qué era lo que ocurría con Juvia.

-Qué tipo de misión cogió para tardarse tanto en regresar?- Se preguntó a si mismo.

Giró un par de esquinas, hasta llegar a una plaza algo pequeña rodeada de casas pequeñas y acogedoras. Algo nostálgico, observó con tristeza cómo una gata estaba de pie, en medio de la plaza, soportando la lluvia algo encogida. Tenía el pelaje de un color negro-azulado y unos ojos azules que sorprendieron a Gray mientras la miraba. Sentía pena por aquel pobre animal, y la propuesta de Mirajane de acoger a un gato le vino en mente.

Se arrodilló frente al pequeño animal que se encogió al notar su tacto, y lo levantó con cuidado, tapandole con su camisa para que no cogiese frío, y lo llevó a su casa.

La casa de Gray era un pequeño edificio encajonado entre un restaurante y una pastelería que Erza solía visitar amenudo.

Constaba de un pequeño y acogedor comedor, y una cocina diminuta en la que apenas cabían dos personas. Su habitación era un pequeño cuadrado con una cama, una mesita pequeña y un armario, y el baño constaba de una bañera, un retrete y una especie de tocador que no le gustaba demasiado, pero que siempre dejaba ahi.

-Díos mío, estás empapada hasta los huesos, ¿eh?- Le dijo cariñosamente a la gata.

Ésta sólo se encogió entre la camisa y el pecho de Gray, provocando que éste sonriera con ternura.

Dejó a la pequeña gatita en el sofá, junto a su camiseta, para que se mantuviera a una buena temperatura, mientras rebuscaba algunas mantas en un cajón y algo de leche en la nevera para darle.

-Me pregunto si tendrás dueño. Debería poner un anuncio...- Habia cogido la costumbre de hablar consigo mismo hacia un par de días, cuando comenzó a sentirse algo triste y solo por su ausencia.- Aunque eres muy tierna.

La gata saltó a sus brazos en cuanto él estuvo lo suficientemente cerca como para que la cogiera, y maulló un par de veces, feliz.

Aquella noche, Gray durmió con la gatita acurrucada a su lado. Ciertamente, le dió bastanta compañía, o por lo menos la suficiente para que dejara de preocuparse tanto por Juvia en todo momento.