Llevaba un tiempo con este proyecto en mente y, por fin, me decidí a escribirlo y publicarlo. Sé que puede parecer un poco "fuera de lo común" a primera vista, pero digamos que es mi pequeño reto personal.
¿Aclaraciones? Este Fan Fic formará parte de un conjunto de historias que iré publicando más adelante, cada una desde el punto de vista de un personaje distinto. Sin embargo, considero esta la "principal", por así decirlo, y la primera en ser publicada.
El primer capítulo se encuentra narrado en primera persona, pero el resto estarán escritos en tercera. Esto ocurrirá con el resto de Fan Fics del conjunto.
Espero que os guste y que compense que no haya podido actualizar Amigo Imaginario esta semana.
Advertencia: Crack-pairing (pareja muy poco "canon", por así decirlo) durante los primeros capítulos.
Disclaimers: Supongo que no tengo que aclarar que ni Kingdom Hearts ni sus personajes me pertenecen y que no gano dinero haciendo esto.
Sin añadir nada más, disfrutadlo.
- Definiciones del Amor -
El amor, por Roxas
Capítulo I
Todos conocemos los cuentos de hadas, estas historias de amor en las que con, sólo un beso, cualquier maldición puede romperse. Con sólo un beso y amor verdadero, tu vida puede pasar de ser una miseria a una auténtica fantasía.
Todos hemos escuchado alguna vez una de esas historias, y todos hemos creído en ellas durante un tiempo, o para siempre.
Pero, a la hora de la verdad, el amor no puede darte la felicidad eterna. El amor no te alimenta, no satisface tus caprichos y deseos más materiales… ni siquiera es capaz de curar enfermedades.
Un cáncer no desaparece con el beso de la persona que más te ama.
Y lo más desesperante de todo, es que el amor no dura para siempre. Se agota. Acaba el mismo día que esa persona se cansa de ti. Cuando esa persona te conoce de verdad, cuando descubre tus más oscuros y horribles secretos, deja de amarte y escapa de ti como una presa asustada huyendo de su depredador. El amor no es eterno y, cuando ha conseguido engañarte, te destroza para siempre.
He visto los daños que ha ocasionado ese sentimiento ficticio en incontables ocasiones: en mi familia, en mis amigos… Pero yo no soy tan descuidado como ellos. No soy ese ángel inocente que todos creen ver cuando miran mis grandes y, según ellos, puros ojos azules o mi hermoso cabello dorado y piel delicada.
No soy la princesa de una pastelosa película de Disney.
Mi nombre es Roxas. Para ti, sólo Roxas. Y voy a confesarte algo: el amor es sólo un eufemismo que utilizarán las personas que sientan el repentino capricho de hacerte gritar bajo ellos como la más vulgar de las rameras.
– Sector 7, Midgar –
17 de octubre, 8:07 a.m
Probablemente, si pudieras verme ahora, completamente desnudo, con el cuerpo bañado de sudor y aún medio dormido, pienses que soy un hipócrita. Seguramente, después de ver a ese hombre mucho más mayor que yo, mirándome mientras duermo, insistas en que sólo soy un maldito hipócrita. Y, sin duda alguna, pienses que, aún diciendo todo esto, lo que haya estado haciendo la noche anterior fuera gritar el nombre de ese hombre aún sabiendo que no me ama.
Y así es. Y no ha sido la única noche. Sé que, de aquí a después de comer, no podré levantarme de la cama después de la larga noche que he pasado bajo ese cuerpo.
Pero ese hombre, de aspecto atractivo y fuerte, fríos ojos color esmeralda y largo cabello plateado no me ama. Ni yo a él tampoco. Deberías haberlo deducido por ese generoso montón de billetes que ha dejado en mi mesilla.
-¿Ya te has despertado?
No voy a negarlo. Me atrae. Me gusta su voz profunda, especialmente en nuestros encuentros nocturnos, cuando, a veces, se le escapa algún jadeo, o incluso gruñido. También me gusta el olor de su colonia o el que deja después de irse, a tabaco y a sexo.
Y, por supuesto, es jodidamente bueno en la cama. Por algo es mi cliente favorito, además de por ser tan generoso con el precio…
Pero es, probablemente, la persona más fría y peligrosa que he conocido y conoceré jamás. Y sé que, aunque no me ame, soy su juguete favorito. Y no le gusta nada saber que otros se divierten también conmigo.
Y me encanta.
-Mmh… ¿sigues aquí? –pregunté, escondiéndome un poco en la almohada. No por vergüenza, el sol me molesta.
-Me gusta verte dormir.
Reí, coqueto. Ambos sabemos que no hay ningún tipo de intención romántica en esas palabras.
-Tu mujer va a empezar a sospechar, Sephy…
No me hacía falta verlo para saber que estaba frunciendo el ceño. Odia que le llame así, aunque no que le recuerde que está casado.
Eso, a ambos, nos da exactamente igual.
De hecho, a mi me divierte. ¿Qué cara pondría su mujer al saber que, en lugar de ir a esas supuestas reuniones de empresa, su marido se dedica a tener sexo con un adolescente de 19 años?
-No se atreverá a pedirme explicaciones, ya lo sabes.
No. Desde luego, si fuera su mujer, jamás osaría pedirle explicaciones a Sephiroth. Estoy seguro de que has podido sentir la amenaza en sus palabras desde aquí.
Confieso que no sé mucho de él. Sólo su nombre, ni siquiera su apellido, aunque tal vez sí lo haya mencionado alguna vez. Tampoco el nombre de su mujer, o si tiene hijos. Y, desde luego, no tengo ni idea de dónde trabaja exactamente, aunque sé que desde luego debe ser jefe de alguna empresa importante. De sus gustos, obviamente, tampoco a menos que sean sexualmente hablando.
No me interesa. Soy su amante, no su psicólogo. Y, para ser más realistas, ni siquiera soy su amante. Soy su prostituta. No me paga para que le escuche, me paga para que me tumbe en esa cama y, bueno, ya te imaginas el resto.
-¿Te duele?
Otra risilla por mi parte.
-Fuiste especialmente rudo anoche. Estabas enfadado, ¿eh?
Ninguna respuesta. Aunque me he atrevido a apartar la cabeza de la almohada. Ese ceño fruncido es, sin duda, un sí.
-¿Trabajo?
-Sí.
Suspiré. En realidad, le conozco bastante bien. No ha preguntado por mi estado porque esté preocupado. Sólo quiere más. Está especialmente enfadado.
Supongo que, después de casi un año juntos, puedo saber qué es lo que quiere sin preguntar.
-Si no tienes prisa, puedo aguantar otra ronda. –sugerí.
-¿Qué hay de ti? No parecías contento anoche.
Vaya… Eso sí que no me lo esperaba. No pude evitar reír de nuevo.
-Riku. –respondí, sin más.
-¿Tu amigo?
-Sí. –respondí, con un suspiro. –Supongo que… no entiendo a los chicos de mi edad.
-Eres… extraño.
-¿Y no te gusto así? Si fuera como él, estaría llorando porque mi amigo de infancia es heterosexual y no en esta cama contigo. ¿No me echarías de menos?
No puedo evitarlo. Me encanta cuando frunce el ceño de esa manera.
Y adoro cuando me obliga a mirarle a los ojos, sujetando mi barbilla con tan poca delicadeza.
-Eso sería un auténtico desperdicio…
Las únicas veces que he visto sonreír a Sephiroth, son antes de hacerlo. Y nunca son sonrisas amables, o cariñosas. Siempre desprenden deseo, lujuria y, desde luego, malas intenciones.
Malas intenciones que sin duda estoy dispuesto a satisfacer.
-¿Cuánto… tiempo tienes? –pude preguntar, lo que sus labios me dejaron.
-Poco.
-Entonces… deja que me encargue yo. –susurré, besando su cuello después.
Definitivamente, nos conocemos bastante bien. Esa mano en mi cabeza, presionándola, significa que quiere que sea rápido. Realmente tiene prisa, y mi trabajo no es preguntarle a dónde debe ir.
Ya sabes todo lo que debes saber de mí. Mi nombre es Roxas, tengo 19 años, me dedico a la prostitución y… este es mi cuento de hadas.
Así que, si me disculpas, debo seguir atendiendo a mi… príncipe azul.
