Bueno... Estos días, en fandominsano, (comunidad de LJ), se está llevando a cabo la actividad del Evil Plot Raven. Básicamente, cada viernes publican tres prompts y se secogen uno o varios para escribir lo que se nos ocurra.
La mayoría de mis entradas fueron de una historia original, y otras de fandoms conocidos. He aquí una de ellas.


Título: Miedo
Personaje: Ichigo Kurosaki.
Prompt: #1: "En ocasiones luchamos contra demonios y al vencerlos, resultan menos espantosos y rudos que en un comienzo. Otras veces, lo que menos parece intimidarnos se pronuncia y empuja un pánico en lo profundo de nosotros que se trasmuta en el más vivo, inestable, vehemente y trágico de todos los demonios. Éste desencadena la matanza más difícil de nuestra vida y sin unirnos a él, nos conduce sin sosiego a nuestra derrota."


De un momento a otro, enfrentarse a hollows se había vuelto su forma de vida, dejó de importarle mucho la escuela, ésa era al menos la impresión que le daba a sus compañeros al dejar de verlo todos los días; así mismo, ya no llegaba temprano a casa y cuando finalmente llegaba, se mostraba cansado.

Y es que su labor como shinigami había pasado a ser un factor dominante en su vida, algo que hacía parte de él de una manera tan profunda, que a veces el mismo Ichigo se sorprendía de lo rápido que se había acostumbrado a ello y de lo sencillo que le parecía ahora. Su zanpakuto, era, en todos sentidos una extensión de su propio brazo, una parte de sí mismo, que le ayudaba a alcanzar lo que a veces veía tan lejano, a proteger lo que más le importaba. Cuando sus manos no alcanzaban, allí estaba Zangetsu, siempre. Siempre. Zangetsu, su compañero, su ayuda, su alma.

Allí, encerrado, con la misma Zangetsu que lo había acompañado durante tanto tiempo, con la misma Zangetsu que jamás le había fallado. La desesperación se apoderaba de él mientras pensaba en la cantidad de cosas que sucedían en la Sociedad de Almas y sentía miedo, un miedo tan grande que casi no sabía controlarlo, un miedo que nacía desde lo más profundo de su ser y lo envolvía, retorciéndose y ahogándolo. ¿Qué iba a pasar? ¿Por qué no podía salir de allí? Agarró con fuerza su zanpakuto, decidido a no perder ante el miedo, si lo hacía entonces no habría salida alguna. Ni para él ni para nadie.