¿Azul eléctrico o Azul Violeta?

Capítulo Uno

Una Nota Misteriosa

Por Anako Hiten

El ruido causado por la lluvia lo había despertado. Salió del auto, dejando a su compañero profundamente dormido. Ya había amanecido, pero el cielo mostraba un color grisáceo algo entristecedor. Lo que lo alegró un poco fue el delicioso aroma de chocolate caliente que llegaba a su nariz; tenía un olfato prodigioso cuando se trataba de comida. Estaba idiotizado con el olor, y su estómago estaba comenzando a clamar por un poco de alimento. Siguió su camino, esperando que se apiadaran de él y le dejaran comer un poco, cuando sin darse cuenta, ya estaba frente a la puerta del Honky Tonk.

— ¡Buenos días!

— ¡Ginji-san¡Buenos días! —lo recibió Natsumi— ¿Tienes hambre?

— ¡Mi gran ruina ha llegado! —se quejó Paul desde el mostrador, leyendo su habitual periódico.

— ¡Ese chocolate huele delicioso, Paul-san! —dijo Ginji sentándose en la barra— Nee, Natsumi-chan¿podrías darme un poco? Hace mucho frío afuera...

— El jefe dice que tienen que pagar antes de que les demos alguna otra cosa gratis— dijo ella no muy animada de negarle algo a su amigo.

— Pero Natsumi-chan... no tenemos dinero, y tampoco hemos tenido un buen trabajo en estos días...

La carita de niño hambriento de Ginji enterneció a la muchacha, quien le sonrió alegremente:

— ¡Bueno, este lo pago yo, Ginji-san!

— ¡Tú también serás arruinada por estos dos si sigues siendo tan condescendiente!

— ¡ARIGATO NATSUMI-CHAN! —celebró Ginji en su forma chibi mientras se tomaba el chocolate de un solo sorbo.

— ¿Y dónde está tu siamés, chico eléctrico? —preguntó Paul, extrañado de ver a Ginji solo.

— Aún está durmiendo, yo salí porque me estaba muriendo del hambre... Nee, Natsumi-chan...— Ginji volvió a poner ojitos de cachorro en huelga de hambre— ¿me podrías regalar un pedazo de ese pastel?

— ¡AH, NO¡NO TE APROVECHES DE LA AMABILIDAD DE NATSUMI-CHAN!

— Ahora que recuerdo... alguien dejó esto para ti— dijo la chica de cabellos negros mientras se sacaba del bolsillo un pequeño sobre sin remitente, sólo decía el destinatario.

— Amano Ginji... —leyó el rubio muy extrañado— ¿Y quién lo dejó?

— No lo sabemos, cuando llegamos ya estaba bajo la puerta— dijo Paul cerrando el diario y poniendo la cafetera a trabajar.

— ¿Quién pudo haber sido?

— Si no la lees no podrás saberlo— dijo Natsumi cortando un trozo de pastel para el muchacho.

— ¡Natsumi...¡No lo hagas... por favor...! —lloraba Paul mientras observaba como el último pedazo de su mejor, y más costoso pastel era regalado a una persona que jamás lograba pagar la cuenta.

Gin abrió el sobre, que tenía dentro un pequeño papel doblado, con unas palabras escritas en tinta color violeta brillante. Se dispuso a leerla en voz alta, ya que confiaba plenamente en Paul y Natsumi.

— "Querido amigo Ginji-kun, no sabía a dónde podría enviarte esta pequeña nota, así que la dejé donde siempre te veo. Quiero invitarte a almorzar, para reivindicar los errores que cometí contigo en el pasado. Eres una muy buena persona y quiero que mi propuesta de ser amigos vuelva a ser vigente. El aburrimiento no me abandona en estos días, así que se me ocurrió la idea de invitarte, así podríamos hablar y dar un paseo... ¿qué te parece¡Toda la comida y los helados que quieras¡Yo pago! Pasaré por ti a medio día¡no me plantes! Firma… Yuki"

— ¿Yuki¿Otra admiradora de la fortaleza ilimitada? —preguntaba Paul alejando el pastel de manos de Ginji.

— Yuki... Yuki... —pensaba el Raitei rascándose la cabeza— No recuerdo ninguna chica llamada Yuki...

— ¿Y si quizás es un chico...? —dijo Natsumi recordando días atrás cuando vio a Kazuki y Juubei muy abrazados en un rincón— ¿Un viejo amigo que no recuerdes?

— ¿Un chico¡No me digas que juegas para los dos bandos, Ginji! —se quejó Paul.

— ¿Un chico? Yuki... Yuki...

Gin recordó unos grandes ojos de color azul violeta, y una voz muy dulce. Inconscientemente, sus labios pronunciaron suavemente un nombre:

— ...Yukihiko...

— ¿Yukihiko? — dijeron los otros dos a coro.

— S¡... debe ser él...

— ¿ÉL! —exclamó el dueño del Honky Tonk— ¿Entonces sí es un chico?

— Sí¿por qué tanto alboroto?

— Es que... no es que sea un chico, Ginji-san...— dijo Natsumi preocupada— Fue la forma en que dijiste su nombre...

— No comprendo.

— Esa expresión, como si hubieses recordado algo muy agradable...

— ¡AH, SÍ¡Es que la última vez que me invitó a comer habían cosas muy ricas! —dijo Ginji tratando se escucharse convincente— ¡Y me compró dos helados!

— Ah… ¡ya entiendo por qué esa cara!— suspiró Paul aliviado— ¡Ya pensaba que te estabas juntando demasiado con Kazuki!

Natsumi rió ante el comentario de su jefe, mientras que Ginji se limitaba a sonreír nerviosamente, ya que su último encuentro con el menor de los hermanos Miroku no había sido muy pacífico. Y eso de tener un amigo que compartiera el cuerpo con su maniático-psicópata-sangriento y obstinado hermano mayor no era algo que lo emocionara mucho. Dobló la nota nuevamente y la colocó sobre el mostrador. Se preguntó qué quería esta vez, pero se aseguró a sí mismo que no caería tan fácilmente. Sin embargo, accedió a la invitación; debía saber qué se traía Miroku entre manos.

— ¡GINJI-SAAAAAAAN!

— ¿Eh?

— ¡Tengo al menos diez minutos llamándote para darte el pastel! —dijo Natsumi luego de quitárselo a escondidas a su jefe.

— ¡Voy a descontarlo de tu sueldo! —chilló Paul un poco irritado— ¡Se aprovechan de ti y tú caes como inocente!

— ¡No se preocupe, jefe, puede descontar lo que quiera! —dijo ella sonriente y aún con la mano estirada hacia Ginji, ofreciéndole el pastel— Ginji-san…

— Es que… ya no tengo hambre…

En ése preciso instante, Paul y Natsumi cayeron al suelo. ¿Ginji diciendo que no tenía hambre?

— ¡Oh, no¡El fin del mundo ha llegado!

— ¡Ése no es Ginji-san, jefe! —chilló la muchacha montada en una mesa— ¡Debe ser un enemigo que puede transformarse en él!

— Ginji… muchacho… yo invito… si quieres Natsumi-chan te preparará una de esas tortillas que tanto de gusta— dijo Paul preocupado por el Raitei— ¡Gratis¡Puedes pedir lo que desees!

— Gracias Paul-san… pero no…

— ¿Tienes fiebre? —preguntó Natsumi— ¿Te sientes mal?

— Por lo general cuando se siente mal es cuando más come— explicó el jefe.

— ¿Qué hora es? —preguntó Ginji distraídamente.

— Hmm…— Natsumi buscó su celular y vio la hora— ¡Ya casi es mediodía!

— ¿En serio¿Me levanté tan tarde?

— ¡SERÁS IDIOTA¡TE LARGAS Y ERES INCAPAZ DE DESPERTARME!

Un poderoso puño aplastó la cabeza de Gin contra el mostrador, pero éste último pareció no sentir nada. Sólo un "ay" inexpresivo se escuchó de la boca del rubio.

— A ver si se le quita lo que tiene ahora— masculló Paul moviendo la mano para saludar al muchacho que acababa de entrar al Honky Tonk.

— ¡Ban-san¡Ginji-san está muy raro!

— ¡Oye, cabeza hueca¿Qué rayos tienes? —preguntó el mejor amigo de Ginji.

— …Ohayo, Ban-chan…

El muchacho de ojos azules le dio un fuerte golpe en la cabeza, pero nada, parecía que el alma del Raitei había salido de su cuerpo.

— Si no lo conociera tan bien, diría que está pensando en algo importante¡pero como es tan tonto lo dudo! —se quejó Ban, comenzando a preocuparse— ¿Desde cuándo está así?

— Desde que leyó esto— dijo Natsumi entregándole la nota de Yukihiko a Ban.

— ¿Y esto? —el castaño recibió la nota y la leyó. La aplastó con su puño y luego la hizo trizas.

— Ni siquiera ha comido— dijo Natsumi, nerviosa por el aire asesino que tenía Ban en ese instante.

— Esto no está bien… Ginji… no me digas que…

— ¿Será que el papel tenía alguna clase de droga?

— No digas tonterías, Natsumi— dijo Paul sirviéndole café a Ban.

— Es cierto— dijo Ginji levantándose de su banco y mirando hacia afuera— Estoy bien… ¡sólo estoy pensando más que de costumbre!

— ¡Pues pareciera que en el proceso tu cerebro comenzó a derretirse! — dijo Paul— Yo sigo pensando que tienes algo que ver con ese tal Yuki, nunca te había visto tan pensativo.

— ¿Y si así fuera, qué¿Tienes algún problema con eso, Paul-san?

Ban se molestó muchísimo por las palabras de Ginji, no solía ser tan agresivo a la hora de responder, a parte de que siempre que el menor de los Miroku era nombrado, Gin se comportaba de manera extraña, y cuando Gin se comporta de manera extraña, Ban pierde los estribos y recurre a medios violentos.

— ¡Yo tengo problemas con eso¿Sientes algo por el maldito Miroku?

— ¡Cálmate Ban-san!

Luego de recibir un tercer, cuarto y quinto trancazo en la cabeza, Ginji miró fijamente a su mejor amigo, y cuando estuvo a punto de responderle escuchó la bocina de un auto frente al local. Vio a través de la ventana y distinguió los ojos que lo tenían tan abstraído. Sin dudarlo, salió del lugar, dejando a Midou con la palabra en la boca, y subiéndose al auto de Yukihiko.

— ¡AMANO GINJI¡TE ESTOY HABLANDO! —gritó Ban poniéndose de pie— ¡GINJIIIII!