(INTRO)
Todo era blanco, las paredes, las luces, el techo y hasta la ropa. Era una noche de luna llena, la más brillante que había visto en toda mi vida. Las enfermeras corrían buscando sedantes, guantes y hasta medicinas para las pacientes embarazadas. Era una noche preocupante. No entendía como podría haber tantas enfermeras y doctores dejando que las mujeres paren bebés sobrenaturales, así como la ley lo prohibía. Quizás simplemente no lo sabían, además había varias mujeres que tenían hijos normales, como las de las habitaciones 24;86;90;44;51 y 83. Mientras que en la 88 se escuchaban profundos gritos de dolor. Me acerqué preocupada pensando que había sucedido una tragedia con la futura madre pero la puerta estaba cerrada. Lo único que se escuchaba era la voz de un hombre gritando:" ¡Vamos Querida! ¡Tu puedes! ¡Puja! ¡Puja!". Supuse que la puerta se había atorado. Jamás pensé otra cosa así que me puse en puntas de pie para alcanzar ver algo de lo que sucedía por el vidrio que se encontraba en la cima de la puerta. Se veía claro, jamás debí haber espiado, aunque no me arrepiento de haberlo hecho. Yo nunca antes hubiera creído en esas criaturas si no las hubiera visto. Pude ver, saliendo de adentro de su madre, un pequeño niño de cabellos plateados, pupilas doradas una marca violeta en cada uno de sus cachetes. También pude ver sus finas cejas negras y en sus pequeñas manitas pude encontrar unas garras filosas y peligrosas. Entonces comprendí que la puerta no estaba cerrada, estaba sellada. Los gritos de la mujer se calmaron y pude ver como abrazaba a su bebé suavemente y susurraba: "que hermoso eres, Inu No Taisho. ¡Se parece a ti, Cariño! Jaja.". El bebé comenzó a llorar como si algo le perturbaba. Yo no entendí mucho, por lo menos hasta que se escuchó el ruido del típico auto de la policía acercándose. Habían descubierto el paradero del crimen. Vi como, asustado, el padre del chico, al cual no pude verle la cara, le daba a su esposa un pequeño frasco con un liquido extraño mientras que ella se lo hacía beber al niño. Rápidamente del bebé desapareció toda señal sobrenatural. De repente, todo se volvió un completo silencio. Un silencio sospechoso. Luego, sentí olor a quemado. Estaba confundida hasta que escuche a una doctora desesperada gritando "¡ESTAN INSENDIANDO EL EDIFICIO!". Me asusté, mejor dicho, me aterré. Miré por ultimo a la sala 88 y vi como el padre del niño "engendro" lo tapaba al mismo con un especie de Haori rojo y le dijo a su esposa que era de lana de Ratas de Fuego, que venía de su generación pasada y que protegería al bebé del fuego. Ella asintió. Se pudieron oler muchos más gritos desesperados por el fuego quemando sus pieles y entendí que era el momento de escapar de aquel lugar. Corrí por los pasillos blancos dejando atrás el cuarto 88. Vi, al fondo del camino un cartel enorme que decía en letras verdes, grandes y brillantes: "Salida de Emergencias". Corrí hacia el cartel y empujé la puerta con todo el poder que quedaba en mi cuerpo. El humo me había agotado ya demasiado y la puerta estaba muy bien cerrada, así que empujé de nuevo y más fuerte y allí fue cuando vi la luz, la luz del sol, más bien, de la luna llena iluminando mi rostro. Observé en donde me encontraba. Había salido por la puerta trasera del edificio y curiosamente había esquivado a toda la policía. Corrí hacia la derecha encontrándome en frente a una de las partes del edificio en donde se veía la ventana de la habitación 88. Se escucharon los gritos aterradores de los padres quemándose. Hirviéndose mientras que sus huesos se hacían cenizas. Yo fui la única que sobreviví a ese incendio. Yo y ese pequeño bebé llamado Inu No Taisho...
