Título: Si las tramas originales pudieran satisfacer a todos, las historias alternativas no serían tan necesarias.
Fandom: Gintama.
Personajes: Kagura, Soyo Tokugawa, Sougo Okita.
Rated: T, por lenguaje.
Género: Parodia, Humor.
Advertencias: OOC, fanservice.
Disclaimer: Gintama pertenece a Sorachi Hideaki, eso es obvio.
Resumen: ¿Es posible menstruar por los ojos o Kagura tiene un serio caso de conjuntivitis? [OkiKagu… sort of] [Semi AU]
N/A: El primer fic nuevo que subo en el año… y desde agosto del año pasado no los escribo y seguiría bajándole dos de no ser porque al fin cuaja la idea XD. Tendrá varios capítulos.
Éste es mi headcanon escrito por diversión, sin intención de ofender. Sí, habrá demasiado OOC, pero es necesario para este fic, ya lo verán. Como en las actualizaciones que he posteado, no usaré honoríficos y me salgo del formato Sazae, Kagura tendrá diecisiete años.
Aclaración: Los fragmentos en cursiva son de mi creación (Intento experimentar aquí),no hay plagio aquí.
Capítulo 1: Cualquier cuaderno tirado en medio de la calle es sospechoso.
Kagura carga bolsita en mano, dentro tiene cuatro cajas de sukonbu. Hace un rato ha aprovechado para tomar dinero de la cartera de Gintoki, dejándolo más limpio que talón de lavandera y salir montada en el lomo de su fiel Sadaharu. La tienda donde siempre se abastece no está laborando y por eso les ha tocado caminar varias cuadras más. Sadaharu no parece molesto con pasar más tiempo fuera, es obvio que disfruta caminar en vez de estar limitado a los pocos metros cuadrados del apartamento.
En verdad Kagura se siente culpable por no sacarlo a pasear, permitiendo que se le atrofien los huesos de tanto estar echado en el piso. La lluvia (o más bien diluvio con truenos y relámpagos) no los ha dejado salir y el trabajo está escaso —tampoco necesitan ayuda del clima para algo normal, honestamente—. Su consuelo es tener ropa limpia gracias a Shinpachi.
Por fortuna está nublado y así se mantendrá durante todo el día... según lo que ha conseguido escuchar del pronóstico de Ana Ketsuno, entre el fanboy de Gintoki gritando incoherencias frente a la televisión. Por eso no lleva su parasol y de todos modos sólo sale por su snack favorito.
Toman un atajo menos concurrido para regresar al piso; a lo lejos escuchan el griterío y estruendos. Ambos no prestan atención, acostumbrados como están al bucólico Distrito Kabuki y ocupados en apreciar los alrededores hasta que algo aterriza en medio de su camino.
Kagura detiene a Sadaharu. No baja de él, asomándose con ojos curiosos para ver el inesperado objeto que —literalmente— ha caido del cielo: Es un cuadernito negro de aspecto común con letras blancas occidentales en minúscula, no es la gran cosa.
—Chipo nope —lee ella como le suenan las palabras Ship Note. Todavía le cuesta el japonés como para preocuparse del todo por un idioma occidental. Sadaharu sacude la cabeza, resignado.
Ella desmonta aun cargando la bolsa, caminando con los ojos entrecerrados. En apariencia, ese es un simple cuaderno; pues Sadaharu no gruñe, ni está en posición de alerta.
Confiada, lo agarra del suelo y...
—¡Katsura! —el suspenso temporal es roto por un grito seguido de fuertes pisadas que rompen la poca armonía de ese vecindario.
—Apareció una mierda con patas, si —masculla apretando el cuaderno entre el pecho, irritada.
Sougo Okita —con su espada en mano— escupe órdenes a sus subordinados, a su espalda lleva su fiel bazooka. Como cosa rara, está trabajando.
Para molestia de Kagura, la nota cuando ya está solo.
—No te pega llenar un diario, tienes la feminidad en el suelo —es su saludo, notando el cuaderno.
—Me chupa un huevo y parte del otro lo que opines —Kagura no se va a molestar en aclarar nada con su rival.
—Qué guarra. ¿Estás insinuándote?
Kagura le muestra el dedo medio en réplica.
—Veo que alguien tiene el valor de sacarte a pasear —Okita mira brevemente a Sadaharu, quien le ladra.
—¿Qué tal si te sientas y levantas la patita? Como perro del gobierno debes tener tus trucos.
Okita tuerce la boca, desdeñoso.
—Puedo llamar a la perrera para que encierren a un animal salvaje como tú —él sugiere.
—Puedo hacerte una monotonía aquí mismo, si —ella ofrece, esperanzada.
—Es «lobotomía» —dice Okita con desgano—. Eres de lo peor.
—Anda a que te castre el matasanos de animales.
—¿Ah, sí? Entonces...
—¡Capitán Okita! —una voz interrumpe la discusión.
Si la mirada de Okita tiene la capacidad de matar a través del walkie-talkie, del pobre incauto no queda ni el rastro.
—¿Qué quieres? —pregunta Okita con tono frío.
—Lo-localizamos a Ka-katsura y su cómplice por e-el lado norte, señor —desde allí es evidente lo aterrado que el subordinado está de su superior.
—Bien. Dame tu ubicación.
A Kagura no le interesan los tecnicismos y como el bastardo sádico mangonea a distancia. Su inquieta mascota orina la pared de una casucha y ella recuerda que no ha traído una bolsa para recoger los desperdicios. Menos mal que Sadaharu no se ha antojado de dejar un ambientador espontáneo por allí.
—Será otro día que te dedique tiempo, China —anunció Okita, condescendiente.
—Zura va a echarte tierra en los ojos —asegura Kagura con fastidio.
—O tal vez no.
Okita se voltea, yéndose. Kagura resopla, enojada por perder el tiempo con ese idiota que le amarga la mañana. En serio, después de tres años, él aun le cae peor que un dolor de muelas.
-oOo-
De costado en el lado izquierdo, giro de ciento ochenta grados al lado derecho; se tumba de estómago, boca arriba; se coloca en posición fetal, como burrito; se tapa de pies a cabeza, patea la sábana y sigue buscando el sitio todo lo que el oscuro armario le permite.
Pero nada resulta. No puede dormir.
Con un gruñido y ojeras descomunales, enojada por no conseguir su necesario sueño de belleza; Kagura abre la puerta, dispuesta a encontrarle solución a su inoportuno problema.
—¡Gin, mueve el culo y ayúdame a dormir! —Kagura en su pijama amarillo se toma la libertad de abrir la puerta de la única habitación del piso.
Ni rastro de Gintoki, excepto por un desarreglado futon que su dueño nunca se molesta en ordenar. Bufando, Kagura va a revisar la cocina y el baño.
No tiene éxito, se tira en uno de los sofás convencida de que lo más probable es que Gintoki ha salido a empinar el codo quien-sabe-donde.
Kagura está acostumbrada a recurrir a Gintoki cuando tiene uno de sus repentinos insomnios. Recuerda la primera vez que le ocurre: él intenta echarla de vuelta al closet con cualquier pretexto (Kagura sabe de sus reservas con su espacio personal, él es una pesona muy privada), eventualmente termina cediendo a regañadientes, aguantando el susto de ese programa nocturno de radio por ella.
Ahora, sin pedir explicaciones; él extiende el futon extra a un lado. Es un patrón muy frecuente a sus catorce años, ya a sus diecisiete es raro cuando Kagura exige una dosis de sueño.
Como ahora.
Ignora porque se está desvelando; no se ha echado la siesta en el día, ocupada en apoderarse del maltratado control remoto y ver repeticiones de doramas y recitales de Enka. Tampoco recordaba haber tenido alguna pesadilla. Sólo ha cerrado los ojos y ha visto manchas raras, de resto sus ojos seguían muy abiertos.
Quiere conversar con alguien de naderías por la noche aparte de Gintoki. La Jefa trabaja de noche en el bar, Soyo está ocupada con sus deberes reales —o algo así, cree—, Shinpachi... quizá está en su cuarto dándole uso a sus afiches de Otsuu, quien sabe. Incluso se conforma con las viejas de abajo, pero están vacacionando en las aguas termales y se llevaron a Tama.
—¿No hará cortocircuito un robot si se mete en el agua? ¿Necesitan destornillador de pala o estría para desarmar a Tama? —Pregunta Kagura a la sala en penumbras— ¿Catherine no le teme al agua si es una gata ladrona? ¿La vieja terminará de arrugarse? ¿Cuántos milenios suman esas dos? ¿Sugita seguirá teniendo pelo dentro de unos años o terminará calvo como papi? Nuestra existencia depende de sus folículos pilosos. ¿El live-action será un desastre y tendremos que disculparnos con una versión «Lo sentimos 2.0»? ¿Y por qué hablo sola como la propia pendeja?
No hay respuesta, ni sueño.
Kagura sigue forzándose en busca de hospedaje en los dominios de Morfeo. Sin embargo, no se le ocurren ideas luego de filosofar con tantas preguntas superficiales. Bebe lo que queda de un cartón de leche —normal, claro está, porque Gintoki arrasa con la de fresa— y termina con gases (Gintoki dice que las chicas que están buenas también se pedorrean y cagan; y modestia aparte, ella es preciosa, especialmente después de pasar por la pubertad). Las ovejas que ha contado mutaron a animales extraños con súper poderes que protagonizan su propia versión de una guerra civil y ya sabe cuántos agujeros tiene el techo de la sala.
—¡Claro! —exclama de golpe, corriendo a su closet.
Regresa al sofá, encendiendo la luz. Sus ojos están fijos en el cuaderno que ha encontrado y no ha enseñado a nadie, arrumbado bajo el futon. Ella no lo ha revisado.
Ahora que hace memoria, Sadaharu y ella se lo han encontrado al mismo tiempo de las redadas de los ladrones de impuestos, obviamente ambas cosas tienen relación. ¿Y si ha pillado evidencia o ha alterado una posible escena del crimen sin intención?
Por supuesto, a ella le importa un reverendo pepino. ¡Qué se fijen mejor cuando trabajan esos polis! Si es una lista de nombres, una agenda de reuniones o algún registro prohibido, ella lo ignora. Con tal de que la ponga a dormir, lo demás es irrelevante.
Abre el cuaderno y lo primero que ve es una lista de direcciones web, nada de reglas en idiomas extraños. No hay nada identificando al propietario, con excepción de un seudónimo. Lo hojea con desgano para sólo encontrar tachones con bolígrafo en la mayoría de las páginas e iba a darse por vencida cuando por fin encuentra algo más legible y comienza a leer con grandes expectativas.
-oOo-
Se hizo un esguince en el tobillo derecho, no puede caminar bien a la casa. Está muy lejos y el autobús no pasa sino hasta dentro de un par de horas y no tiene dinero para un taxi.
Él detiene el coche patrulla al encontrarla cojeando por las calles y sin decir nada, la carga estilo princesa. Kagura no puede articular palabra para exigirle al bastardo sádico que la baje, hipnotizada por la cercanía con ese fuerte y cálido pecho donde recarga la cabeza...
-oOo-
—¡¿Qué coño es esto?!
Sadaharu ladra en protesta, queriendo dormir.
Kagura mira consternada ese infame trozo: Ésa no es ella. Puede arreglárselas bien con un tobillo lastimado y si el desgraciado viene conduciendo es capaz de atropellarla al verla y... ¿dónde se ha metido Sadaharu para llevarla a casa en su lomo? ¿Qué tan lejos ha estado? ¿Protegida con ése cargándola? Más segura está exponiéndose al sol.
Cuando lee «OTP» cree que es una nueva sustancia psicotrópica y Sadinejo Hardcore Fan el alias de un traficante. Pero no, es peor: Una historia del flojo con placa y ella.
Aunque sus ojos no se despegan de la apresurada caligrafía, torturándose con las mini-historias (fanfics, según lo escrito en katakana) sin necesidad.
-oOo-
Él la atrae hacia sí, rodeándola con sus brazos. Kagura no puede evitar que el corazón le lata desbocado, amenazando con salírsele de las costillas que lo protegían cuando siente las calientes manos sobre su cintura. Kagura no sabe qué hacer con sus manos, le sudan las palmas a pesar de la fresca brisa de verano de esa noche que sirve como fondo al contacto de almas gemelas.
Una nariz roza a la otra. Ambas respiraciones entrando en contacto. Una mirada azul chocaba con una carmesí y los dos lo comprenden. Es algo destinado a suceder.
El mensaje cobra vida en forma de una cálida boca masculina buscando someter a voluntad al inexperto músculo femenino con ayuda de una persuasiva lengua trazando su contorno para aprenderlo de memoria. Finalmente, el permiso es concedido con un leve jadeo; dedicándose a explorar cada rincón de territorio hasta ahora desconocido…
-oOo-
—¡Qué porquería! —Kagura suelta el cuaderno como si le quemara las manos— ¡No, no, no, no, no, no, no! Menuda cursilería, hasta Gin se empalaga con esto.
Las únicas partes de la anatomía de Kagura con el sádico que tienen contacto son puños y patadas, ella no va a cambiar eso en la vida. Así que no sabe de dónde sale la espantosa idea de intercambiar fluidos con semejante enfermo. Para ella, la idea es repugnante.
—¡Puaf! ¡Qué asco! ¡Me dará pesadillas!
Furiosa, arroja el cuaderno por la ventana que estaba detrás del escritorio, dejando un gran hueco entre las rejas de madera —y la pancarta clavada encima de la ventana donde se lee «Contenido de Azúcar» se inclina varios grados hacia abajo, amenazando con caerse—, fuera de su perturbada vista.
Siente dolor en el estómago y culpa al sádico imbécil por hacerle tener ganas de evacuar en medio de la noche, sin saber si la leche de hace un rato quizás está caducada. Una punzada la manda corriendo al baño y continua recordándole la madre a Sougo Okita por hacerla sufrir sin estar cerca.
¿Ahora cómo demonios va a dormir?
Yep, me refiero a la supuesta carta de Sorachi donde comentaba lo del cabello de Sugita y el live para el 2018... mmm... amanecerá y veremos lol.
Sí me es posible, la próxima semana actualizo este fic. Ya está casi terminado.
Muchas gracias por leer :)
