Disclaimer: todo esto es, y seguirá siendo, propiedad de J.K Rowling. Por eso mismo, ella puede decir que Charlie prefiere a los dragones y yo, por hacer esto, no cobro ni un centavo.
Bueno, aquí estoy yo con mi nuevo pequeño proyecto, nada más ni nada menos que una serie de viñetas sobre Neville Longbottom, un personaje que me gusta un poco más cada día. Sin más preámbulos, aquí va la primera:
Lluvia de verano.
"Anda, niño¿es que no tienes aprecio por tu vida?"
"Noooooooo…"
El llanto fuerte y desconsolado del pequeño resuena en las inmediaciones de la amplia mansión. Rebota, como una piedra lanzada con demasiada fuerza, sobre el agua cristalina de las fuentes del jardín y hace que varios pájaros que descansan tranquilamente sobre los limoneros se asusten y emprendan una rápida huída. También, algunos gnomos del jardín que corrían alegremente por entre las glorietas –es lunes, y los empleados no vienen para echarlos hasta el jueves- se detienen sorprendidos por los agudos gritos de auxilio que de pronto inundan sus territorios y alzan la vista hacia la extraña escena que transcurre sobre ellos sin poder creérselo. No es para menos.
El sonido llega también al interior de la casa. Los ilustres invitados dan un respingo en sus asientos, algunos derramándose en el proceso una buena cantidad de té inglés sobre las túnicas, al tiempo en que la dueña de la mansión se pone de pie y comienza a ascender como un rayo hacia el piso superior.
Trac.Trac.
Trac.trac.
Taca.Trac.
"¡Algie!" el grito fuerte e indignado de la anciana mujer reestablece el silencio. "¡Algie¿¡Qué, en nombre de Circe santísima, te crees que estás haciendo?!"
El hombre robusto, de aspecto desgreñado y con el rostro ligeramente enrojecido luego de un par de copas de whisky de fuego, se vuelve hacia ella y le dirige la sonrisa cómplice de quien no ha roto un plato en su vida. Augusta permanece en silencio, durante varios segundos, procesando la imagen que tiene frente a sí. Su hermano, parado en su habitación con aire alegre y despreocupado, se dirige a ella como si tener colgado a su nieto de un segundo piso, agarrado sólo de los tobillos, fuera cosa de todos los días.
"Abueeee…"
"¡Neville¿Qué…?"
"Tranquilízate, Augusta, querida. No pasa nada…"
"¿Nada¿¡Nada!? Algie¡baja al niño ahora mismo!"
"Ya, ya, no te preocupes" le dice, aún sonriendo "Lo tengo todo bajo control. Mira."
Antes de que la mujer pueda replicar, Algie ya abrió la mano con la que tenía sujeto al pequeño de un tobillo, y este ya emprendió una limpia caída de seis metros hasta el suelo. Augusta grita y se asoma a la ventana, pálida como la cera, a tiempo para ver a su nieto colisionar contra la hierba… y luego, ser impulsado directamente hacia ella, como si de una pelota de goma se tratara.
"¡Neville!"
"Abueeeeee"
Augusta abraza a su nieto con todas sus fuerzas, frotando sus manos arrugadas contra su espalda intentando tranquilizarlo. El niño grita y llora, aún muy asustado, y aquello es sólo interrumpido por el comentario de su tío. Bastante decepcionante.
"¿Decepcionante¡Qué demonios quieres decir con eso¿¡A qué crees que estabas jugando!?"
"No jugaba a nada, Augusta" responde él, visiblemente abatido. "Sólo intentaba ayudar a mi pequeño sobrinito"
"¿Ayudar?" pregunta Augusta, arqueando ambas cejas "Explícame (porque la verdad, escapa a mi comprensión) cómo arrojar a un niño de siete años hacia el vacío es ayudar, Algie."
El hombre no responde. Se limita a asomarse por la ventana, con aire melancólico, y a buscar alguna cosa con la vista por los alrededores, sin éxito.
"Nada." Sentencia "Nada de nada. Increíble. Se salvó apenas por mi hechizo de rebote. Yo creo que hasta un squib se las arreglaría para hacer magia si lo arrojan desde la ventana, lo digo en serio." Camina hacia la otra punta de la habitación. "Este chico de verdad no tiene remedio¿eh? Si el pobre de Frank lo viera..."
El niño deja escapar otro sollozo, sin proponérselo. A Augusta, con los ojos abiertos como platos y la mandíbula desencajada, la invade una súbita ola de comprensión, o más bien la golpea, dejándola sin saber qué hacer.
"Creo...Creo que no eres la persona correcta para decir lo que MI hijo pensaría, Algie." Declara, pero su voz ya no se oye tan segura como instantes atrás "YO sí sé lo que pensaría si viera a su tío cometiendo una locura como esta¡por Merlín! Esa no es forma Algie, no es forma...Baja al comedor"
"Pero..."
"Ya serví el té. Baja al comedor."
El hombre se encoje de hombros y se voltea hacia la puerta de la habitación raudamente, murmurando algo sobre la poca apreciación que todos tienen por sus acciones.
Augusta y el pequeño Neville Longbottom quedan solos en el cuarto.
Aquel día la mujer va vestida con una de sus mejores túnicas de color rojo y un ligero saco de tweed de tela escocesa que su cuñada Enid le regaló en su cumpleaños. Sobre su cabeza se balancea el eterno sombrero con un buitre descansando sobre él que ahora se encuentra ligeramente ladeado, dando la impresión de que se quebrará y caerá en cualquier momento.
"¿Abue?"
"Y tú, Neville" le dice, con la voz extrañamente enronquecida "¿No podrías intentarlo un poco más?"
Cuando Augusta regresa al comedor, el tema de su nieto squib ya se ha esparcido entre todos sus invitados. Muchos hablan de ello con extrañeza, recordando lo aventajados que fueron sus padres. Otros lo hacen con pesar, ofreciéndole sus condolencias a la pobre Augusta, pero la mayoría lo comenta con aire hasta divertido, exagerando gestos de sorpresa mientras Algie repite su relato.Los gnomos del jardín simplemente corren a esconderse.
Plop.
Plop.
Plop, Plop.
Una densa llovizna comienza a caer sobre la mansión Longbottom. Azota las flores del jardín, empapa los vidrios y desborda las fuentes doradas.
Si alguien en el cálido y amplio comedor se asomara por los ventanales y observara con atención, se daría cuenta de que más allá de las verjas que separan la casa de las extensas planicies de Lancashire no cae ni una gota. Pero todos están demasiado ocupados para hacerlo, ¿Desde el segundo piso, dices?
Dos pisos más arriba, el pequeño Neville llora, ya no de susto sino de tristeza, preguntándose por qué no puede ser como los demás. Y la lluvia cae sobre la casa Longbottom al ritmo de sus lágrimas. Pero nadie le presta atención.
C'est Fini, por ahora. ¿Reviews¿Tomatazos?
atte.
Lyneth
