El inicio de esa gran amistad
-¡Baja ahora mismo!- Un grito resonó rompiendo el silencio desde la planta baja. -Voy madre- Sirius Black, un niño de apenas once años, cabello negro azulado y ojos grises bajó con desgana y murmurando cosas no aptas para niños. Al llegar al pie de la escalera miró a su "adorable" familia con desprecio y se apresuró antes de que Walburga hiciera otro berrinche, tomó la mano de Orión y con un crack se aparecieron en la estación de Kings Cross, para luego cruzar el mágico andén 9 ¾.
Los niños corrían de un lado a otro de la estación, saludando a compañeros o despidiéndose de sus padres. Sirius no cabía de felicidad, al fin, después de tanto tiempo, iba a estar lejos de su familia, de aquellos monstruos que decían ser sus padres, de esa vida de pesadilla, pero ahora, justo cuando subiera al tren y este comenzara a moverse, sería libre… libre y feliz por primera vez.
Iba tan sumido en sus pensamientos que no se dio cuenta cuando alguien se aproximaba a él casi a velocidad luz, era demasiado tarde, él ya estaba en el suelo, adolorido y con una pequeña cortada en el labio provocada por la caída. Se levantó con dificultad y solo alcanzó a ver a un niño con pelo azabache entre la multitud de gente.
Decidió dejar de lado ese asunto y se dirigió a despedirse de su familia quien se encontraba parada en medio del andén observando a todos con superioridad. -Espero que no nos decepciones- decía Orión Black, Sirius se quedó en silencio porque no sabía que contestar, por un lado si contestaba que no los iba a decepcionar, se estaría mintiendo a sí mismo, y por el otro lado si decía lo contrario, de seguro se ganaba varios crucios al llegar de Hogwarts.
Se despidió de su padre con un apretón de manos y de su madre y su hermano Regulus con un asentimiento de cabeza, tomó su baúl y subió al tren mientras veía como su familia se iba. -Gracias por su emotiva despedida- se decía el mismo sarcásticamente.
Buscó entre los compartimentos del tren hasta que encontró uno donde solo había una niña con cabello pelirrojo y ojos verde esmeralda, frente a ella, un niño con ojos color avellana, anteojos redondos y cabello negro azabache… azabache… -"Un momento, él fue el que me tiró"- pensó Sirius
-Tú fuiste el que me tiraste-
-Oh lo siento mucho, no me fije por donde iba-
-No importa, me quitaste unos minutos más de estar con mi familia-
-¿Y eso es bueno o malo?-
-Bueno- se produjo un silencio, que fue roto por Sirius -oh que torpeza la mía, que diría mi madre (sarcasmo), soy Sirius Black-
-Yo soy James Potter, pero solo dime James-
Pero se vieron interrumpidos por un niño de nariz ganchuda y pelo grasiento que acababa de entrar.
La niña pelirroja le echó una ojeada, pero siguió mirando por la ventana. Se notaba que había llorado.
- No quiero hablar contigo -dijo la niña con voz entrecortada.
- ¿Por qué no?-
- Tuney me… me odia. Porque leímos la carta que le envió Dumbledore.
- ¿Y qué?-
La niña le lanzó una mirada de profunda antipatía y le espetó:
- ¡Pues que es mi hermana!-
- Sólo es una… - se contuvo a tiempo; la niña, ocupada en enjuagarse las lágrimas sin que se notara, no le oyó - ¡Pero si nos vamos! - exclamo el niño de nariz ganchuda, provocando que se le moviera el grasiento pelo negro alrededor de la cara. - ¡Lo hemos conseguido! ¡Nos vamos a Hogwarts!-
Ella asintió, frotándose los ojos, y a pesar de su disgusto esbozó una sonrisa.
- Ojala te pongan en Slytherin - comento el niño, animado por la tímida sonrisa de la muchacha.
- ¿En Slytherin?-
El nuevo amigo de Sirius, James volvió la cabeza al oír ese nombre.
- ¿Quién va a querer que le pongan en Slytherin? Si me pasará eso, creo que me largaría. ¿Tú no?-
- Toda mi familia ha estado en Slytherin-.
- ¡Jo! ¡Y yo que te tenía por buena persona!-
- A lo mejor rompo la tradición - replicó Sirius, sonriendo burlón,- ¿A dónde irás tú, si te dejan elegir?-
- ¡A Gryffindor, dónde habitan los valientes! Como mi padre.-
El niño de pelo grasiento hizo un ruidito despectivo y James se volvió hacia él.
- ¿Te ocurre algo?-
- No, qué va. - contestó, aunque su expresión desdeñosa lo desmentía-. Si prefieres lucir músculos antes que cerebro…-
- ¿Adónde te gustaría ir a ti, que no tienes ninguna de las dos cosas?-
- Vámonos, Severus. Buscaremos otro compartimento.-
-¡Ooooooh!-
James y Sirius imitaron el tono altivo de la niña y James intentó ponerle la zancadilla a Severus cuando salía.
-¡Hasta luego, Quejicus! –
Después de eso comenzaron a hablar sobre temas sin importancia como su equipo de Quidditch favorito o la mejor travesura que han hecho, hasta que alguien los volvió a interrumpir.
