I. GRIMMAULD PLACE.

Las envejecidas maderas que conformaban el último tramo de peldaños hasta la planta baja, gemían bajo la presión decidida de los dos pares de pasos que descendían entre ahogadas risas por la escalera.

Un tímido repiqueteo, causado por la pesada aldaba metálica en forma de serpiente del otro lado de la puerta principal, denotaba que alguien esperaba fuera.

Molly Weasley apareció apresuradamente desde el fondo del vestíbulo, por el hueco de la puerta que descendía a la cocina, y atravesó la tenue penumbra murmurando algo para sí misma. Varita en mano, hizo descorrer la infinidad de cerrojos que aseguraban la entrada al número 12 de Grimmauld Place, pero demasiado tarde, pues en el mismo instante en que el primer cerrojo se abría con un chirrido, el repiqueteo metálico pasó a transformarse en un atronador timbre que resonó por toda la mansión haciendo temblar los cimientos.

- ¡Sí Molly!¡Demasiado tarde!- ironizó Sirius desde el pie de la escalera.

- ¡MUCHAS GRACIAS POR TU AYUDA!- los aullidos de la señora Black ahogaban las palabras de Molly- ¡PARA UNA VEZ QUE ALGUIEN SE DECIDE A LLAMAR A LA PUERTA ANTES DE USAR EL TIMBRE!¡No sé para qué necesitamos a nadie más en esta casa, si siempre he de ocuparme YO de todo!- refunfuñó, al tiempo que se aferraba al picaporte tirando de él mientras miraba a Sirius que la observaba impasible- ¡SIRIUS, POR DIOS SANTO!¡YA PODRÍAS DARTE PRISA Y HACERLA CALLAR, NO¡Oh, Remus!- añadió, volviéndose de nuevo hacia la puerta principal y mudando el tono de voz por otro caluroso y amable al dirigirse al hombre que se hallaba fuera- ¡No te esperábamos hasta más tarde!¿Qué tal el viaje?¿Cómo te encuentras?¡SIRIUS, MALDITA SEA!- volvió a vociferar Molly tras volverse nuevamente hacia el interior del vestíbulo donde los gritos de la señora Black aún se sucedían. Molly enmudeció por un instante y con la mandíbula levemente desencajada por la sorpresa continuó más irada que antes- ¡PERO CÓMO DIABLOS SE TE OCURRE, SIRIUS?

La figura de Sirius, que había descendido la escalera y se dirigía a un cuadro enmarcado por cortinas en el que se veía la imagen de una mujer mayor a tamaño natural que torcía el gesto con cada improperio e insulto que gritaba a diestro y siniestro, había dejado tras de sí, todavía ocupando los primeros peldaños de la escalera de madera, la silueta, algo más menuda, de una bruja que hacía levitar frente a ella una enorme y al parecer pesada caja, sujetando su varita teatralmente entre sus dedos índice y pulgar.

- ¡CÓMO SE TE HA OCURRIDO DEJARLA CARGAR CON ESO!- añadió Molly, como deseando hacerse oir exclusivamente por Sirius, pues a pesar de que era inevitable usar un tono de voz elevado, miraba fijamente a su interlocutor y vocalizaba con énfasis cada una de sus palabras, como quién quiere decir algo disimuladamente en un susurro pero a voz en grito- ¡Perdona querida, pero no es por ti, ya lo sabes!- añadió cariñosamente dirigiéndose a la joven bruja, cuyos oscuros ojos y puntiagudo flequillo asomaban tras un borde de la caja.

- ¡Vamos Molly!¡Es perfectamente capaz de hacerlo!- respondió Sirius, que había conseguido correr las cortinas del retrato, ocultándolo completamente a la vista, no sin un gran esfuerzo, y consiguiendo así que los alaridos que le acusaban de "mal hijo, canalla, traidor a la memoria de tus ancestros y deshonra para toda tu familia" cesaran- ¡No son más que platos!

- ¡Sí!¡YA!- dijo ésta en tono sarcástico, acercándose a Sirius y a la cortina y tantándola como para asegurarse de que hubiera quedado bien cerrada- Sirius, sabes sobrad...

Mientras tanto Tonks, que había descendido hasta el último peldaño de la escalera, hizo un ademán en el aire con su varita, que ciertamente a punto estuvo de resbalar de sus dedos, y la carga que transportaba descendió suavemente hasta el suelo del piso, yendo a aterrizar frente a ella.

- ¡Fin del trayecto!- dijo con voz sonora y un suspiro, sorteando a continuación de un salto la caja y dirigiéndose al recién llegado que aún en el marco de la puerta parecía observar la situación con cierto aire de sorpresa- ¿Qué tal si mientras discuten ...- le espetó- ,por enésima vez hoy,- apuntó cansinamente entornando levemente los ojos- pasamos a las presentaciones?- y tendiéndole su mano puntualizó- Soy Tonks.

Remus, que parecía petrificado por el recibimiento, o más bien por la falta de recibimiento, que se le había dispensado, se adelantó unos pasos y esbozando levemente una sonrisa estrechó la mano que se le tendía.

- Remus, Remus Lupin.

- ¡Estupendo Remus-Remus- Lupin!- bromeó Tonks- ¡Pero no conviene dejar la puerta abierta durante tanto tiempo!- y también con una sonrisa y un gesto de su varita, hizo deslizarse hasta el interior de la casa los tres bultos, un maltrecho baúl y dos bolsas de viaje envejecidas por el uso, que Remus había dejado del otro lado del umbral.

A continuación, tras haber cerrado nuevamente la puerta con sus incontables sistemas de seguridad y colocándose la varita sobre su oreja izquierda, dejando a un lado un corto mechón de pelo castaño, Tonks giró sobre sus talones y aproximándose nuevamente a Remus hasta prácticamente rozarle el oído con los labios le susurró con voz dulce:

- ¡Ah, y bonitos ojos Remus-Remus-Lupin!- y sin dejar de sonreir se perdió en dirección al fondo del vestíbulo, dejando la caja que al parecer había originado la discusión, la segunda discusión, entre Sirius y Molly al pie de la escalera y creando en su interlocutor una expresión de algo parecido a la incomprensión.

- ¡Vaya!- sonó la atronadora voz de Sirius- ¡Ya se me ha adelantado, no?

En ese momento Molly también desaparecía por la escalera descendente de la cocina, con cara de disgusto y sin mediar palabra con nadie.

- ¿Qué?- dijo Remus algo aturdido todavía.

- ¡Tonks!- afirmó con una carcajada- ¿Qué te ha dicho?¡Ya veo que te ha dejado algo ... descolocado, no?- añadió con naturalidad al ver la expresión de su amigo- A veces puede ser un tanto ...¿chocante?¡Ya te acostumbrarás!¡No hay remedio, nada que hacer!¡Ha heredado la sangre "defectuosa" que llevamos algunos Black, amigo!