Holaaaaa, aquí traigo un nuevo fanfiction En un principio iba a ser un capítulo, pero como me quedó más largo de lo que pensaba, pues ale, son dos capítulos. Espero que eso signifique el doble de reviews, que me haría muy feliz XD.

A ver, aunque no lo parezca esto va a ser un SHONEN-AI, ligeramente subidito de todo pero sin llegar a yaoi. Y bueno,¿ qué significa eso por si hay algún despistado por aquí? Vamos, si piensas seguro que lo sacas: shonen es chico, ai es amor…Y no, no es que los chicos que aparecen sean un amor (que vale, también), sino que hay relaciones homosexuales. Así que si estas cosas no te gustan, no te lo recomiendo. Claro que si te dan igual, NO es de lo único que va el fic, aunque al principio tenía que serlo…Bueno, al caso, payaso. Quedáis todos avisados, y encima lo he puesto en negrita y subrayado, eh, eh. Luego no quiero reclamaciones.

Y ahora a mis tonterías…

Amo a estos dos, en serio xD. O sea, Roy Irresistible, EdwardIrresistible, Irresistible más irresistible pareja genial. Leer tanto yaoi últimamente ha pervertido mi mente, jiajia.

A lo que iba. Sobre llamar "Generalísimo"al Fuher…Al principio lo llamaba Fuher, pero como en el manga en español le han puesto Generalísimo, pues así no queda tan raro en medio de "todo en castellano". Si hay alguna cosa que veáis que no tengan que ver con la serie, perdonadme, por mucho que me guste mi memoria es un desastre, así que dadle imaginación a los errores. Y si los sucesos no tienen credibilidad, un poco más de lo mismo.

Mención a dos muertes que seguramente todos sabréis, no sé cómo advertir sin soltar el spoiler así que si sabéis de quiénes hablo, por dios si las habéis visto/leído tenéis que saberlo, podéis continuar.

No sé si me olvido algún comentario más…

Ah, el segundo capítulo ya está escrito. Quizá lo retoque, pero básicamente está todo (y ahí se concentra la gran dosis de shonen ai, sí). Eso significa que si ponéis reviews lo podré subir antes de que si no hay, porque claro me entrará la depresión y entonces habrá que esperar a que se me pase XD.

Disclaimer: Como ya sabéis, NADA de FMA me pertenece. Sólo lo he tomado prestado un momento, no cobro nada más que reviews por estas historias y espero no acabar en la cárcel por ello ¬¬".

Que disfrutéis, salu222 y hela2222

Como flechas en el corazón

Primera misión: El calor de Roy

-No quiero eso.-gruñó, arqueando una ceja.

-No seas estúpido, maldito enano.

-¿¿Qué puede saber a qui…??

-Que sí, que sí-lo interrumpió, frenándolo con la mano para que no se le lanzara encima y le golpeara hasta quedarse a gusto. Podía ser bajito, pero desde luego tenía una gran fuerza-, puedes quejarte todo lo que desees, pero son órdenes directas del Generalísimo, nadie externo al ejército puede ir a esta misión. Sólo los perros. Y que yo sepa, tu hermano NO pertenece a él, no mueve la cola de manera servicial.- al escuchar sus palabras, Edward fue rebajando su furia. Cuando el Coronel negó, decidió que era hora de ser liberado.

-Se lo diré a Al.

-Serán varios días, podría ir a vuestro pueblo natal mientras.-sonrió. Claro, siempre sonreía, sin embargo jamás de manera sincera. Aquello hastiaba de verdad al joven¿cómo podía existir alguien tan ególatra e irritante?

El rubio no respondió, simplemente le dio la espalda y se encaminó fuera del cuartel, donde Alphonse esperaba jugando con unos niños en la calla a los que parecía gustarle su armadura. Cuando vio a su hermano mayor, corrió hasta él para preguntarle sobre qué había hablado con su superior.

Edward metió las manos en los bolsillos de los pantalones, sintiendo el tacto del reloj que lo identificaba como Alquimista Nacional. Lo aferró con fuerza en su mano. Era por devolverle el cuerpo a Al, lo abandonaba allí para regresarle lo que perdió por culpa de su impertinencia.

-Al parecer la familia del Generalísimo se va de vacaciones, y claro se necesitan guardaespaldas para protegerlos. Han ordenado a ese imbécil que escoja un grupo de hombres fieles para evitar cualquier altercado durante las dos semanas de descanso. Sólo gente del ejército, Al. Lo siento, esta vez debo ir solo.

-…Está bien.-musitó después de unos segundos la armadura. Su voz sonó triste.

-¡Al, lo lamento, yo…!

-Está bien, está bien dije, hermano.

-Puedes ir a Rizembull. Él pagará el viaje.-al menos iba a vengarse con aquello.

-Sí, pediré a Tía Pinako y Winry que me limpien un poco. Hay sitios donde yo solo no puedo llegar.

-¿Y por qué no me pides ayuda?

-…Es que tu tampoco llegas. O puedes caerte dentro, hermano.

-…Al…-apretó el puño con furia y golpeó al aludido en broma, liberando así algunas tensiones.

Se encontraba mirando por la ventana del tren. Era la primera vez que no viaja junto a Alphonse y se sentía extraño que se hubiesen despedido en la estación. Tuvo que cambiar de posición, ya que se le dormía la mano de tener la cabeza apoyada en esta. Sus ojos se encontraron con los de su superior y le sacó la mano, estirándose en el asiento con las rodillas dobladas para no molestar a la rubia que se sentaba junto a él.

-¿Vas a dormir?-preguntó Hawkeye.

-¿Le molesto?

-No, ven, puedes poner las piernas encima.-ofreció, y sin darle tiempo a responder se las agarró y las puso sobre su regazo.

-Déjalo¿no ves que ocupa poquito?- Edward, dándole la espalda, le hizo un corte de mangas a Mustang y cerró los ojos, dispuesto a desplazar su mente a un tranquilo y bello sueño.

Llegaron dos horas después a su destino. La familia del Generalísimo que iba de vacaciones resultó ser su hermana, el marido de esta y los hijos. Dos personas grandes como mastodontes ya protegían sus espaldas, lo que llevó al adolescente a preguntarse qué necesidad había de pedir más gente¿quién podía atreverse a meterse con esos dos tipos?

El Coronel pasó por su lado para ir a saludar a la familia, después de enseñar su identificación a los mastodontes. Para la misión decidieron vestir de forma casual y hacer ver que eran simplemente un grupo de amigos que conocían y que coincidían en el lugar, para lograr así despistar a posibles enemigos. También por eso escogieron a su división para acudir a la misión: poca gente los reconocería por aquella gente, si no nadie. Roy llevaba una camisa de manga corta y unos pantalones tejanos, más unas gafas de sol que echaban hacia atrás su cabello como si de una diadema se tratara: iba vestido de manera sencilla, pero Edward notó que aún así fémina que lo veía, fémina que caía rendida a sus pies. Menos Riza Hawkeye, por supuesto, aunque tenía efecto parecido sobre los hombres: vestido de tirantes color rojo claro que se ajustaba a sus curvas y sandalias que dejaban unos pies bien cuidados. El largo cabello recogido en una coleta. Estaba hermosa y encendía a muchos individuos.

Edward se preguntó si sucedía algo malo con él¿por qué no le transmitía nada que no fuese admiración por sus habilidades?

Aunque el Coronel lo dudase, era un hombre.

-¡Bien! Pues vamos todos al mismo hotel¿no¡Qué gran coincidencia! Ah, dejadme que os presente a mi familia y amigos-escuchó llegar lejana la voz del moreno-. Ella es mi mujer, Riza Hawkeye- extendió la mano para que la rubia se acercara, reluciendo en su dedo un anillo de bodas. Hubo besos en las mejillas, saludos, continuó presentando a los compañeros de equipo- y finalmente, nuestro hijo, Edward.

¿Su…qué¿Cuándo habían decido que él sería…?

¡¡Otra cosa por la cual vengarse de ese…ese…!!

-¡Ey, ven aquí!-lo llamó- ¡Saluda como es debido!-le ordenó. Edward lo miró de manera asesina, odiaba recibir órdenes. Pero todo era por devolverle el cuerpo a Al, tuvo que recordar por enésima vez. Luego las misiones serían las de siempre, seguro.

Saludó a sus protegidos como si de verdad aquello fuese una reunión de viejos amigos y después, todos juntos menos los mastodontes, quienes se quedaron separados varios pasos llevando las maletas, se dirigieron al hotel.

Era un lujar lujoso, para algo eran familia directa del Generalísimo. Había una hermosa piscina interior que podía verse desde el apartamento que le fue asignado. Le tocaba dormir con el Coronel y Amstrong. Perfecto¿por qué no era como con Riza¡Igualdad de condiciones! Ella tenía su propio cuarto.

-Sólo hay dos cuartos.-hizo notar, repasando el lugar mil veces.

-Lo único que quedaba, enano.

-¡¡¡Maldito…!!! Argh, dormiré en el sofá si hace falta.

-Dudo que nos dé tiempo de dormir, estaremos de misión-le recordó-, o al menos no dormiremos todos a la vez. Así que con dos cuartos hay de sobras.- Edward asumió que debía darle la razón, por mucho que hacerlo lo repatease.

La familia del Generalísimo decidió que el primer día irían a la playa. Por supuesto, Edward y los demás hicieron ver que los acompañaban por el simple placer de bañarse en el agua salada. Riza sería la encargada de quedarse vigilando desde una casa cercana con el rifle preparado por si algún percance ocurría: por algo era la mejor disparando.

-Bien, Ed. Ahí va tu parte de la misión-Roy le apoyó una mano en el hombro, y al otro lado le habló en la oreja, rozándosela con los labios-, ve a jugar con el niño menor no sea que con los otros vayas a ahogarte.-Edward retorció en un pellizco la mano que tenía sobre él, obligándole a apartarla aunque no mostró signos de dolor.

-Lo mataré, lo mataré, lo mataré…-se repitió así mismo en voz baja mientras se acercaba a la orilla del agua donde el menor construía un castillo de arena.

-¿De verdad serán sólo amigos o militares?-inquirió una chica de largos cabellos rizados, aburrida mientras contemplaba la escena de dos familias bañándose juntas en la playa.

-No sé qué decirte. El soplo asegura que la única vigilancia son aquellos dos tipos gigantescos, pero me pregunto cómo es que para la familia del Generalísimo requieren de tan poca vigilancia.-respondió su mellizo, cruzado de brazos y apoyado en la pared a su lado. La chica dejó colgar los brazos por la ventana.

-Que asco, no sé cómo vamos a capturarlos si no podemos asegurarnos de que esa gente no se meterá.

-No te preocupes, los controlaremos. Esta noche es el ataque, así que prepárate y deja las quejas para si sale mal. Leivne depende de esto.

-Sí pero…No sé, ese niño coincide tanto con a ese que llaman el Alquimista Nacional a favor del pueblo o algo así…

-Bah, tonterías de la gente. El ejército existe para su propio placer, jamás para ayudar al pueblo.-la voz del muchacho se volvió fría y cruel, como siempre que la milicia era nombrada.

-…Tienes razón.- respondió con tristeza la chica.

Volvían caminando al hotel a las siete de la tarde. El niño pareció encariñarse con el rubio, por lo que se vio obligado a estar todo el rato junto a él para placer de la hermana del Generalísimo y su marido. En realidad a él no le importaba, le agradaban los niños…Sin embargo, le recordaban demasiado a la pequeña Nina.

Sólo se distrajo un segundo. Y durante ese segundo, el niño se lanzó sobre la carretera para recoger la pelota que se le había escapado. A continuación todo sucedió muy rápido: sin pensárselo dos veces, Edward saltó hacia el crío, lo empujó para apartarlo de la trayectoria de un vehículo que no lo había visto. Edward no fue tampoco golpeado, sin embargo tropezó con la pelota que seguía en el suelo y cayó justo cuando se escuchó el frenazo.

Todos se acercaron para saber su estado. Un hilo de sangre caía por su cabeza y había perdido la consciencia. Roy se aseguró de que las heridas no eran preocupantes.

- Havoc, llame a la ambulancia.-sujetó entre sus brazos el pequeño cuerpo del adolescente, sabiendo que aquel golpe no era muy serio para él y que lo moviese no iba a ser un problema para esa pequeña herida. Lo tumbó en la acera, después de que la hermana del Generalísimo colocara una toalla. Agarró su camisa, la rasgó por la parte inferior y después de examinar la herida, vendó con delicadeza la frente del rubio para detener la hemorragia. Varios peatones se acercaron a ver lo ocurrido, el conductor a pedir disculpas, hasta que finalmente se escuchó el sonido de la ambulancia acercándose.

-Al me va a matar.-murmuró, sin dejar de observar al chico. Se subió en el vehículo y sus subordinados supieron que su lugar estaba a la vera de la familia del Generalísimo. No obstante, la preocupación en ellos era palpable.

Llegaron al lugar y después de curar mejor la herida, llevaron al chico a un cuarto para asegurarse de que no había problemas internos y de que despertaba. Roy se sacó la camisa rota quedando con el bañador y se sentó en el asiento que había al lado de su cama. El rubio tenía el rostro vuelto al otro lado y de repente comenzó a respirar entrecortadamente y se giró hacia él. Se retorció y apretó la sábana con fuerza.

-Lo siento-logró escuchar el Coronel antes de llamar a las enfermeras-, lo siento-sollozó-. Madre, Al…perdón…

-Acero…-se acercó a él de nuevo, dejándose caer en la silla incrédulo de lo que veían sus ojos. Sabía que Edward sufría por lo ocurrido, se sentía culpable y la agonía lo recorría por dentro…Pero saberlo era una cosa, y verlo otra. Su mano se movió sola, primero a su rostro, acariciándole la mejilla para atrapar una de las lágrimas que caían.

Cogió su mano.

-Está bien, Ed. Está bien, descansa.

Y como un conjuro mágico, aquellas simples palabras calmaron el corazón del pequeño alquimista. Cuando Edward despertó, ya eran las doce de la noche. Intentó moverse, no obstante algo se lo impedía. Al fin se dio cuenta de que era la cabeza de su superior y le golpeó con fuerza en la cabeza, desperezándolo al instante.

-¿Cómo te encuentras?-fue el contraataque del Coronel.

-¿Eh?-estaba confuso de que no se hubiese vuelto contra él. Roy lo sabía…por una vez, dejaría estar aquel comportamiento. Ya tenía su recompensa por aquello: haber visto a Acero como en realidad era.

-Que cómo te encuentras. Aunque con el golpe que me has propinado, supongo que bien.- sonrió.

-Oh.-malditas sonrisas.

-Llamaré a la enfermera. Si estás recuperado, lo mejor es que volvamos al hotel y continuemos con nuestra misión.

-¿Pero qué ha ocurrido? –arrugó la frente-Está todo confuso…-Roy le señaló la frente y le golpeó ligeramente con el dedo- ¡Auch!- se llevó ambas manos al lugar, notando las vendas.

-Protegiste al otro enano y saliste tú herido.

-Usted…-quiso gritarle cuatro palabras bien dichas, pero el Coronel puso la mano en sus hombros y le empujó hacia atrás. No hizo fuerza, sin embargo al no esperarse algo así Edward se dejó caer hacia atrás.

-Descansa mientras relleno el papeleo del alta.-no era una petición. Cuando desapareció por la puerta, Edward se tapó hasta la nariz con la sábana.

-Así que es él quien ha agarrado mi mano…-dijo a la nada, notando todavía un calorcito en su mano de carne y huesos, reconociendo que el sobrenombre del Alquimista de la Llama pegaba con Roy demasiado.

Cuando estuvieron fuera del hospital rondaba ya la una de la madrugada. Edward fue a entrar felizmente en el hotel cuando Roy lo jaló del brazo y lo abrazó de sorpresa.

-¡Oh hijo mío¡Qué preocupado estaba!

-¿¡Pero q…!?

-Sssh…-susurró, pegando la boca a su oído. Otra vez tan cerca que sentía su aliento como si casi fuera parte de él mismo- Ha ocurrido algo. La ventana del apartamento de Riza está rota. No sé cómo nadie ha escuchado el estruendo, pero nos viene bien para saber que debemos actuar, enterarnos de quién se ha metido allí y rescatar a los objetivos.

-¿Cómo?

-Yendo a nuestro cuarto y haciendo ver que dormimos.

Edward asintió, separándose de él con una sonrisa radiante.

-¡Estoy bien, papá! Tranquilo, vamos a dormir.

Roy mantuvo una mano alrededor de Edward en sentido protector, y el chico intentó no olvidar que era por una misión y que morderle para que la apartase levantaría sospechas. Entraron en el apartamento, Roy comentó que Amstrong debía estar descansando en el otro cuarto y que ellos debían ir al otro.

-Toda precaución es poca.-respondió Mustang al gesto de la cara de Edward cuando hizo ver que lo mandaba a lavarse los dientes. Mientra Edward lo hacía, el apareció y cerró la puerta del baño. No había ventanas y al parecer, tampoco dispositivos de espionaje.

-Acero, este es el plan. Entraran cuando crean que estamos dormidos para encargarse de que así sea.

-¿Cómo lo sabe?

-Ellos han descubierto que somos militares, pero creen que nosotros dos no sabemos que lo saben. Bien, lo utilizaremos a nuestro favor. Cuando entren en la habitación, les rompemos hasta los dientes y después seguimos a esos con el rastreador que lleva la hermana del Generalísimo y que no encontrarán.

-¿Dónde lo lleva?

-Pequeño pervertido, no quieras saberlo.

CONTINUARÁ…

Segunda misión: La recompensa (capítulo final)

"-Si lo haces bien-dijo mientras lo soltaba, le rozó la mejilla con la punta de los dedos-, habrá recompensa."