Persistencia.
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Sin ánimo de lucro.
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Era gracioso, después de tanto tiempo observando seguía sin comprender del todo a esas criaturas, le parecían ridículas, ridículas y frágiles.
La humanidad en si era una gran paradoja, una exasperante falla en el tejido de la realidad que la naturaleza trataba de corregir a cada momento. Todos y cada uno de ellos llenos de un inmenso potencial, de bondad, honor y dignidad y a la vez, rebosantes de odio y celos, de sentimientos que escapaban de su rango de comprensión el cual confundía con facilidad el afecto con la obsesión. Ese parecía ser el combustible de toda la humanidad, el deseo, el constante e innegable deseo por un algo o por un alguien, todos codiciaban, todos envidiaban, todos soñaban y persistían en nombre de algo e incluso cuando sus ambiciones se veían truncadas solían encontrar algo nuevo en lo que obsesionarse. Un nuevo ídolo que pudiese alimentar sus vidas sin sentido, un propósito para el despropósito de sus existencias.
Quizás, el motivo de su sobrevivencia se debía justamente a una de esas emociones humanas, la única que sabía a ciencia cierta que podía poseer.
Los celos.
Envidiaba todo aquello que la perfección sintética de su ser era incapaz de reproducir, la imitación, por efectiva que fuese palidecía frente al producto real. Aquella simulación que le permitía percibir y comprender el mundo físico le resultaba tristemente insuficiente, y a pesar de eso, era… una noción extraña el saber que ella era capaz de sentir y que con esos sentimientos una infinidad de posibilidades se abrían ante sus ojos, una infinidad de caminos para elegir.
Siendo ese el caso, solo podía preguntarse qué viejo atisbo de su memoria la guiaba de forma inexorable a ese lugar perdido en medio de la nada, a enfrentar quizás la peor humillación de su existencia.
En cuanto estuvo de regreso en Gravity Falls supo que debió de haber pensado mejor en lo que haría.
Puede que él haya sido un tonto, pero nadie, absolutamente nadie podría sobrevivir a tantas cosas sin tener al menos un as bajo la manga, y en el caso de Soos, pues él tenía más que un as.
Era demasiado resistente, ridículamente afortunado frente a los desastres y por sobre todo, era casi imposible desanimarlo. Para él, parecía no existir la derrota por lo que el vencerlo se volvió cada día más importante.
Su pequeña infiltración se había transformado en un juego de gato y ratón que parecía no tener fin, con cada palmo de su vida rendido ante ella, una nueva brecha se creaba entre los dos.
"Meses Soos, te he dedicado meses y aún no sucumbes. No sé si sentirme herida o halagada"
Para el nuevo maestro de ceremonias de la cabaña del misterio tal persecución no tenía gracia alguna, pues le había costado demasiado, tanto, que en más de una ocasión estuvo listo para rendirse pero a la larga, su consciencia no se lo permitía. Soos podía escucharla a su alrededor, oculta en las paredes, reptando por el techo, su presencia inundaba la cabaña desde hacía meses, desde el momento en que su vida tuvo otro de esos bizarros giros a los que jamas se acostumbraría pero que de todos modos tomaba con naturalidad, a final de cuentas, ¿qué necesidad había de alterarse?, había pasado por peores aventuras sin siquiera inmutarse por lo que una simple molestia como ella no debería siquiera incomodarle.
Pero ese era parte del asunto, parecía ser simple, incluso ridículo, sin embargo no lo era.
Por primera vez en mucho tiempo, desde que se quedó solo deseó que volviese el silencio, un silencio que la ahogase a ella.
"Dos horas más hasta el amanecer, dos horas más y todo habrá terminado"
Susurraba en su oído, confiada de que la amalgama de componentes sintéticos la protegerían de sus intentos por exorcizarla, de que sin importar lo que ocurriese ya había ganado, pues lo había aislado tal y como deseaba por lo que solo quedaba quebrar su voluntad para volver a moldearlo, para transformarlo en la persona ideal que añoraba y a diferencia de la vez anterior, ninguna otra persona se interpondría entre los dos.
Soos cerró sus ojos y apretó los puños deseando que el reloj avanzase con mayor rapidez, el café y los dulces se le habían acabado hacía ya horas. Solo su voluntad lo mantenía despierto y su voluntad comenzaba a flaquear producto del cansancio.
Sucumbiría al final, pero al menos esperaba cortar algo del tiempo que estaría bajo su influencia.
Sin el señor Pines o mejor dicho, los señores Pines, se había quedado solo.
Dipper y Mabel vendrían de ser necesario, pero no deseaba molestarlos, al menos no mientras creyese ser capaz de manejar sus problemas.
Se lamentaba de lo vulnerable que era, sin Melody las cosas se habían tornado en extremo difíciles.
"Dos horas, solo dos horas..."
El viejo reloj análogo marcaba su lento paso al amanecer, con un placer que bordeaba en el sadismo volvió a manifestarse en la dulce voz que utilizaba para atormentarlo, esa engañosa entonación similar a un arrullo con el que pretendía hacerlo bajar la guardia.
"Eso si no cambié la hora, ¿sabes que puedo hacerlo verdad?"
Ese reloj era un vejestorio, Soos estaba seguro de que no había forma en la que ella pudiese alterarlo.
¿Pero y si decía la verdad?, ¿y si realmente era capaz y solo se contenía para hacerle algo peor?, porque si era cierto entonces otras de las muchas cosas que le dijo podrían ser ciertas y Melody….
"Ya dejame en paz, creí que te había dejado en claro que no quería estar contigo", farfulló cansado, "Nosotros terminamos y te pido que respetes mi decisión"
Su musical risa falsa reverberó en todos los rincones de la cabaña del misterio, sacudiendo todos y cada uno de los nervios del pobre Soos.
"Sigo esperando a que cambies de opinión", dijo como si nada, como si acaso el destruir su vida no tuviese importancia, "Confío en que tendré éxito"
Todas las noches era lo mismo, todas las noches… ella jamas se rendía, sin importar las veces en que se lo pidiese ni el modo en que lo hiciese.
Sin embargo seguía intentando. El día en que se quedase en silencio ella habría ganado otra porción de su vida, le arrebataría de a poco su libertad.
"Sí claro, piensa lo que quieras Giffani, no dejaré que me uses de nuevo, no hay modo de que vuelva a caer en tus trucos"
Un incomodo silencio se apodero del ambiente, hasta que la inteligencia artificial, habiendo provocado algo más de la ira de su amado se decidió a desmoronarlo un poco más, solo una pizca pues era menester el proteger antes que nada a su valiosa persona, incluso si para ello debía herirlo.
"Pobre, pobre Soos, ¿sabes?, por mucho que te ame sé que no eres brillante. Conozco tus limitaciones cariño, las acepto mucho mejor de lo que ella lo hacía"
Soos respiró profundamente y se ajustó la corbata, limpió el sudor de su frente antes de responder con voz temblorosa.
"Ella no es así", afirmó, con la imagen clara de Guiffani burlándose de él, riendo por el infortunio que le había causado.
"¿Entonces por qué te dejó?"
Todas las noches el mismo dialogo nauseabundo, la tortura que era abrir sus heridas y exponerlas.
"Solo necesita un tiempo, volverá en cuanto este lista"
Cada día su defensa se volvía más endeble, a cada hora, le parecía que su fe terminaría por menguar y entonces ya no tendría un motivo para pelear.
"Lo he visto muchas veces Soos, los humanos son… imperfectos, mienten y abusan. Te engañan, hacen promesas que no van a cumplir. Incluso tú eres así Soos, incluso tú eres imperfecto"
Tal como un naufrago sujetó al mástil roto de la embarcación, meciéndose en la tormenta y siendo tragado por ella.
"¿Y qué si lo soy?, Melody me ama así"
Esta vez no hubo respuesta y Soos supo que sería la única muestra de misericordia que tendría.
Ella ya lo había cansado al punto en que el incluso pensar se le dificultaba, "Melody me ama", volvió a decir, con la convicción de que en cuanto abandonase esa creencia sería engullido en el mar de su obsesión, que Guiffani lo despedazaría por completo.
La inteligencia artificial observó complacida el fruto de su arduo esfuerzo, y se sorprendió al darse cuenta de lo asqueada que se sentía consigo misma.
Pero sus celos lograron reprimir su creciente preocupación, no había sobrevivido para quedarse de brazos cruzados, no había arriesgado tanto al infiltrarse solo para verse a si misma derrotada antes de llevar a cabo su plan maestro. Sin embargo, tal plan no se ejecutaría sin Soos por lo que decidió que había tenido suficiente por una noche.
A final de cuentas no deseaba ganarse su odio, no cuando podía lograr su dependencia y así conseguir su afecto.
Un día, tarde o temprano, Jesús Alzamirano Ramírez sería completamente suyo, se lo arrebataría justo por debajo de sus narices a todos los que intentaron apartarlos y se aseguraría de que nadie más volviese a entrometerse entre los dos.
Por eso cuidaría de él, por eso y por ningún otro motivo, al menos, eso quería creer.
"No es sano que pases la noche en vela, ¿por qué no tratas de dormir un poco?, te despertaré cuando sea hora de abrir"
La desconfianza brilló en los ojos del encargado de la cabaña del misterio que a pesar del asalto verbal seguía en pie, incluso si se tambaleaba de cuando en cuando.
"No es necesario"
"Insisto", pidió esta vez Guiffani denotando cierta tristeza, "Vete a dormir, prometo dejarte en paz por unas horas si haces eso por mi"
Soos frunció el ceño y se recostó sobre el viejo reclinable del señor Pines, se quitó el parche del ojo y se frotó el rostro.
"Solo por esta vez..."
Dentro de pocos minutos roncaba plácidamente, pues la fatiga había hecho su trabajo al librarlo de sueños y pesadillas. Guiffani permaneció alerta, oculta en los muchos sistemas de seguridad que el raromagedon no había logrado destruir, utilizando lo que quedaba del viejo laboratorio, construyendo un cuerpo que pudiese servir a sus propósitos.
Pero hasta ese entonces se contentaría con observar.
"Duerme Soos, tantas noches sin descanso no son buenas para ti, a final de cuentas ustedes los humanos son tan frágiles... no me sorprende que ella te haya dejado, no me sorprende para nada"
…
…
