Disclaimer: Honestamente, si fuera dueña de FMA, ¿de verdad creen que haría fanfics?


SOBRE UNA CHICA

Capítulo 1: Cartas sobre la mesa


"You're insecure, don't know what for. You're turning hea"…(1)

Despertándose del peor humor que se pudiera esperar, Edward estiró la mano desde lo profundo de sus sábanas para callar el molesto ruido que estaba segurísimo, provenía de su celular.

—¿Qué carajo quieres, Winry? —vio durante un segundo el reloj digital sobre su escritorio y frunció su entrecejo todavía un poco más—. Son las dos catorce de la puñetera mañana.

La risita de Winry no se hizo esperar, mucho menos su comentario sarcástico.

—Siempre con tu buen humor, Ed. Y "hola" a ti también.

Edward gruñó en respuesta; se estaba molestando cada vez más. No podían culparlo. Era de madrugada, tenía sueño y más tarde debería levantarse para ir al colegio.

—Quería escuchar tu voz, Ed. No puedo estar sin ti —dijo Winry.

—Si no paras ya con tus comentarios irónicos voy a colgar —amenazó el rubio recostándose nuevamente en su cama, queriendo dormir otra vez aunque lo sabía imposible a corto plazo ya. A la primera hora tenía Literatura y él ODIABA Literatura. En muchas ocasiones le habían preguntado "¿Por qué? Tú lees mucho". Y sí, él leía mucho, pero en su mayoría libros de consulta o suplementos especializados, a veces el periódico o alguna revista; nunca novelas.

—Ya, ya —trató de serenarlo la rubia, procediendo con su explicación—. No podía dormir y vine. Pero déjame decirte, Ed, que eres de sueño pesadito. Llevo más de cinco minutos tirándole piedras a tu ventana y tres llamadas perdidas.

—Entonces decidiste que yo no podía dormir tampoco —respondió con acidez. Edward casi podía ver a la chica encogiéndose de hombros ante su comentario; eso lo molestó más, hasta que…— Espera, ¿dijiste "vine"?

—Asómate a la ventana.

Apresurado, Edward se asomó por el cristal y se encontró con una sonriente rubia en pijama amarillo, saludándole como si fuera lo más normal del mundo estar afuera de la casa de alguien en plena madrugada. Maldiciendo por lo bajo, Edward terminó la llamada diciéndole a la chica "ahora bajo". Se puso una chaqueta encima de la camiseta, un pantalón (dormía en calzoncillos) y zapatos; cogió sus llaves del segundo cajón a la derecha en su escritorio y se apresuró a bajar. Afuera se encontró con que Winry lo esperaba mirando fijamente hacia su habitación.

—Ya estoy aquí —dijo colocándose al lado de ella. La ojiazul le dirigió una mirada decepcionada.

—¿Saliste por la puerta? —se quejó—. Creía que harías algo mucho más guay, como bajar por las cañerías.

Edward chasqueó la lengua por lo absurdo del comentario.

—No soy un criminal. Además, en casa todos duermen como troncos, hace falta mucho ruido para despertarlos.

—Ya.

Ellos, Edward y Winry, eran amigos de la infancia junto con Alphonse, el hermano menor de Edward. Vivían a un poco menos de dos manzanas el uno del otro y, probablemente, nunca se hubieran dirigido siquiera una palabra sino hubiera sido porque hacía más de diez años una desconsolada Trisha Elric golpeó la puerta de los doctores Rockbell en medio de la noche.

Su hijo menor estaba muy enfermo y no había ambulancias disponibles debido a un accidente de tránsito grandísimo, asimismo su esposo tampoco se encontraba en casa. La pareja de doctores acudieron a la morada Elric para tratar de mejorar la salud del pequeño junto con su hija que se había despertado con el revuelo y era muy miedosa para quedarse sola. La dejaron esperando en la sala junto con Edward, un niño demasiado gruñón e inteligente para tener solamente cinco años. De cualquier manera, Winry era una niña explosiva con reacciones violentas. Ese niño no la intimidaba. Y así se había formado su amistad que duraba hasta el presente, con Edward diciendo sandeces a diestra y siniestra y Winry dándole puñetazos para castigarlo.

—Tengo hambre, Ed.

Llevaban ya un buen rato sentados en el pasto, charlando sobre su odio a ciertos profesores y la inutilidad de Edward para interpretar aunque sea a medias una fábula de Esopo.

—No soy una nevera.

A pesar de lo que había dicho, Edward ya se estaba poniendo de pie mientras revolvía su bolsillo con toda la intención de ir a la tienda veinticuatro siete que se encontraba a un par de cuadras de allí. Winry lo imitó, contenta de tener tan buen amigo.

En la tienda, compraron un yogurt bebible, unas galletas con gusto a limón y un descafeinado. Sinceramente, a Winry no le gustaban mucho esas galletas, pero sabía que a su amigo sí y lo menos que podía hacer era elegirlas para compartirle, siendo que él iba a terminar pagándolo todo.

—Siquiera debiste invitarme el café después de despertarme en medio de la noche.

—No traía dinero. ¿Con qué querías que lo pagara? ¿Con mi alma?

—Si era necesario… —siguió Edward con la broma.

Winry hizo un puchero muy lindo que involucraba una cara de niña regañada y un labio inferior sobresaliente. No era como si lo iba a admitir, pero a Edward le gustaba cuando hacía eso.

—Muy gracioso, Ed, pero no creo que la cajera tuviera un escáner para almas.

Siguieron peleando el resto del camino de regreso y ya frente a la casa Elric continuaron haciéndolo otra media hora más, no se cansaban.

—Deberíamos dormir —sugirió Edward después de un rato—. Ya casi amanece.

Estado Winry de acuerdo, caminaron hasta la casa de ella en silencio. La rubia se pasó más de la mitad del camino callada, preguntándose por qué el tiempo con Edward pasaba tan rápido. No se cansaba de estar con él. No encontró una respuesta más viable que "porque me divierto", aunque no estaba completamente conforme con eso. Bueno, como sea, tenía que dormir aunque sea un poco o no podría despertarse para asistir al Bachillerato.

Trepó por el árbol que se encontraba junto a su ventana y cuando estaba a punto de cerrar la ventana el rubio le susurró algo. No lo escuchó, sin embargo, no hacía falta.

"Deja de cambiar mi ringtone" había dicho.

OoOoOoOoOoOoO

Faltaban menos de quince minutos para las siete de la mañana y Alphonse ya salía de su casa con rumbo a la escuela. Había tratado de despertar a su hermano para que se fueran juntos. ¡Por Dios que lo había intentado! Pero ni jalándole las cobijas lo había conseguido, así que decidió irse él solo. Winry tampoco había llegado (parecía que se habían puesto de acuerdo, pensó) y, además, él no tenía tiempo que perder. Debía pasar por su novia, Armony Eiselstein(2).

Armony era una chica linda, dulce y agradable, también tranquila y lo mejor era que a Alphonse le gustaba mucho. La mejor novia del mundo, le repetía frecuentemente, aunque, a estas alturas (y el propio Alphonse lo sabía) su palabra respecto a esas cosas no valía ni un cacahuate, pues se lo decía siempre a su novia en turno. Pero ¡hey! Él no tenía la culpa de ser tan enamoradizo (y guapo), ¿verdad?

OoOoOoOoOoOoO

Lan Fan mordía distraídamente su lápiz. Un mal hábito suyo, debía admitir, pero era la forma más práctica que encontraba para concentrarse y no dormir. Además, la maestra de Literatura no ayudaba, tenía una voz que te adormecía como una canción de cuna (excepto cuando se enojaba) de lo bajo e inentendible que hablaba. Trató de prestar atención otra vez, puso todas sus fuerzas en ello, pero sus párpados caían por propia voluntad; de repente, la puerta se abrió violentamente, espantando todas sus ganas de dormir. No necesitaba virar para saber quién había llegado. Ya lo sabía. Y eran dos.

—¡Maestra, ¿podemos pasar? —dijeron Edward y Winry al unísono. La maestra checó el reloj de su muñeca; ya habían pasado los diez minutos de tolerancia para retrasos, sin embargo…

—Pasen —dijo con voz enfurruñada. Los rubios hicieron caso inmediatamente y ocuparon sus lugares farfullando cosas como "es tu culpa" y "tú te quedaste dormido".

La clase siguió como si nada y Lan Fan dio un largo suspiro; esos dos eran escandalosos a donde quiera que iban. Sin embargo, la chica miraba anhelante como bromeaban entre los dos.

"¿Qué hice?" se recriminó en su interior a sí misma; y la cara de Ling apareció en su mente.

OoOoOoOoOoOoO

El tan bendecido receso había llegado y Riza salía del aula de etimologías con su libro bajo el brazo y una cara de alivio. ¡Cómo odiaba esa clase! Su profesor era un chiflado de la política de primera categoría y no les enseñaba absolutamente nada acerca de latín. Ni siquiera a escribir un puñetero "hola". Aparte de todo, se la pasaba hablando hasta por los pliegues de su barriga acerca de su "súper campaña política para ser presidente de Amestris" y de cómo utilizaría al ejército en sus planes macabros.

—Loco chiflado, jamás le daría mi voto —le dijo Roy a Maes, que caminaban cerca de Riza—. Además, hay muchos fallos en su campaña política —y comenzó a numerarlos.

Riza se aguantó las ganas de girar los ojos, ¡hablando de chiflaos de la política! Siguió su camino hasta la cooperativa escolar, si no se apresuraba, no alcanzaría a comprar un almuerzo decente y quedarían las sobras, los lonches que nadie quiere.

Se abrió paso entre los cuerpos de otros tantos estudiantes con presteza y pidió su almuerzo, la despacharon rápido y, contenta, salió de entre la masa de gente que se peleaba por comprar. Ya estaba a unos pasos de la libertad cuando sintió que alguien le agarró el culo. No fue un agarre accidental como los que te dan en el metro o en el bus, fue uno con toda la intención de apretujarle el trasero. Se giró completamente molesta y localizó a un tipo con la mirada pervertida y una risa que lo delataba. Tenía que ser él.

"Archer" pensó molesta y tomó al tipo del cuello de la camisa, lo arrastró con ella hasta salir de allí y después le plantó tremendo cachetadón y se fue sin dar lugar a explicaciones; así aprenderían a no meterse con Riza Hawkeye.

Roy, que había visto todo, se acercó hasta ella y la abordó.

—¿Qué pasó?

—Se propasó —contestó simplemente.

—¿Estás segura que fue a propósito?

La rubia lo miró con cara de "'¿con quién crees que estás hablando?" y no respondió.

—Ya sabes, no es por presionarte ni nada, pero si fueras mi novia —dijo Roy abrazándola por los hombros— esto no pasaría.

—O pasaría más, contando que todos te odian por robarles a sus novias.

—Deja de hacerte la difícil, Riza. Por lo menos piénsatelo, ¿sí?

—No.

Roy dejó de seguirla y ella suspiró aliviada; si él seguía insistiendo ella acabaría aceptando, porque a ella sí le gustaba en serio Roy Mustang y no sabía si sus proposiciones eran serias o mera tontería.

Si por lo menos fuera menos mujeriego…

OoOoOoOoOoOoO

Mei rondaba el área de los comedores con una cara de depresión tan absoluta que bien parecía que había muerto alguien. Y bueno, tal vez sí que había muerto alguien: su corazón. Y la culpa la tenía Alphonse Elric porque hace tiempo, justamente el día en que ella iba a declararle su amor eterno (después de conocerlo por dos semanas, cabe aclarar), el rubio llegó sonriente a informarle al mundo que tenía ya una nueva novia. La tal Armony a la que Mei odiaba no tan secretamente.

Algo harta de estar cerca del área de los comedores donde Alphonse y ésa comían alegremente y no poder hablar con el objeto de su afecto, decidió irse por ahí a refrescarse un poco la cara o matar el rato. Lo que fuera estaba bien.

Llegó a los baños, que estaban hechos un asco y olían mal, pero no tanto como los de los hombres ¡ese sí ere hedor! Se metió a una de las cabinas y siguió con su rutina diaria de llenar de suspiros los alrededores mientras se imaginaba cuentos de hadas con Alphonse que no alcanzarían a hacerse realidad. De repente, una vocecilla aguda como campanitas que para su desgracia ella conocía muy bien se hizo eco en la solitaria habitación.

—Hola, Sophie(3) —dijo la voz que reconoció como Armony.

—¡Shhh! Alguien puede vernos.

—Es un baño y es de mujeres.

La tal Sophie hizo una cara de molestia, claro que Mei, encerrada como estaba, no la pudo ver.

—El plan va bien, Alphonse no sabe nada. No sospecha nada.

—Menos mal; pero debes apurarte, no me gusta verte con él —dijo la otra chica con algo de tristeza y luego agregó—. Y no olvides que le debes hacer exactamente lo mismo que él a mí.

—Lo sé, lo sé. Pero él no me parece mal chico.

El sonido del agua corriendo se escuchó, luego unos pasos ya más nada. Mei salió calladamente del sanitario en el que se encontraba y miró en todas direcciones. Ya no había rastro de las chicas. No entendió mucho sobre lo que hablaban, pero sabía que era malo y que era contra su adorado Alphonse; ahora bien, si supiera quien era la tal Sophie…

¡Winry! Sí, tal vez Winry supiera.

OoOoOoOoOoOoO

Winry se encontraba comiendo alegremente unas papas fritas mientras veía a su mejor amigo discutir con Ling sobre alguna estupidez. Para ella era muy gracioso verlos gritarse sobre cosas sin importancia como "has ensuciado mi pantalón" y cosas así. De vez en cuando gritaba "¡dale, Ed!" a pesar de que no se estuvieran lanzando golpes, pero bueno, ella debía apoyarlo en todo… excepto cuando la corregía en clase de Biología, ahí era mejor que él aunque Edward lo negara.

Escuchó que susurraron su nombre tímidamente, giró la cabeza a su derecha y solamente vio a Alphonse y a Armony en su "fase cariñosa", ella no quería verlos compartiendo saliva así que siguió buscando la voz. Encontró a Mei que la llamaba desde lejos y tímidamente. "¿Por qué no viene para acá?" pensó y luego recordó a la pareja a su lado. Winry sabía que era doloroso para Mei ver a Alphonse con Armony, para cualquiera sería ver al objeto de su enamoramiento con otra. Gracias al cielo a ella nunca le había pasado. Tenía suerte con los chicos.

—Hola, Mei —dijo la rubia con una sonrisa. La chica la miró algo dubitativa—. ¿Qué pasa? Si quieres pedirme algo sabes que no tengo problema.

—No es eso… bueno, algo así.

—Sólo escúpelo —habló Winry despreocupadamente.

—¿Conoces a una tal Sophie?

—¡Ay, Mei! Pero si hay cientos de Sophies en el mundo.

—Bueno, una que tú conozcas —dijo avergonzada.

—Umm… bueno, la ex novia de Al se llama así.

—¿Su ex novia?

—Sí, eso. Cuando terminaron, bueno, en realidad Al la terminó y ella acabó con el corazón destrozado —dijo Winry dramáticamente—. Le hizo un escándalo de los grandes. Fue a su casa a lanzarle por la ventana (la cual rompió) todas las cosas que le dio; yo me enteré porque estaba ahí haciendo una tarea en equipo con Edward.

—Gracias —y Mei se fue con un pensamiento similar al de "esto se va a poner feo".


1. Fragmento inicial de la canción debut del grupo británico One Direction, What Makes You Beautiful.

2. Armony es un personaje del primer videojuego para PlayStation 2.

3. Sophie es, también, un personaje de videojuego, del tercero.

Antes de que hagan los chillidos de "plagio" o "que corra sangre", les vengo a decir que yo soy Miss Pringles. ¿Por qué entonces esto está colgado en el perfil de doshi-san y en el mío ha sido eliminado? Fácil: porque se lo regalé. Desde abril estuve externando mi deseo de regalar este fanfic, pues no encontraba (ni ahora) los ánimos para sacarlo adelante. Lancé una convocatoria a la que únicamente doshi respondió.

Como su narración, aunque obviamente no igual, concuerda con la mía, decidí entregarle esta idea. Le pasé un documento con cosas que se supone sacarían adelante la historia, pero es su decisión tanto ponerlas todas como poner solamente algunas o hacer de la historia lo que ella quiera sin tomarme en cuenta. Yo seré una simple lectora más, como ustedes.

¿Quejas agresivas contra esta decisión? Por favor, háganmelas llegar a mí por medio de un MP o un review anónimo; no quiero que doshi se quede con la impresión de que son malos lectores. Si lo que van a decir está dentro de un marco de respeto pueden dejarlo libremente aquí, yo leeré los reviews del primer capítulo.

Supongo que es todo, me he explayado demasiado, como de costumbre. Ahora debo aclarar que todo lo escrito del capítulo 2 en adelante será hecho por doshi.

Muchas gracias a quienes me apoyaron en la historia, aprecié y sigo apreciando muchos sus comentarios.

¡Besos embarrados de Nutella para todos!