Broken
Por: SakuraCorazonn
- Los días pasan con demasiada lentitud. Demasiada. Ha veces me gustaría saber¿cómo hacen las mujeres que esperan a la luz de la vela por sus hombres para no desmoronarse?. O ¿Esas mujeres qué reciben en su puerta la noticia que el ser amado no regresara por parte de nuestra policía?. Me gustaría saber. Tal vez de esa manera pueda sobrellevar de mejor manera la amargura y el sufrimiento que siento por dentro por haberte perdido.
- ¿Porqué me dejaste sola¿Porqué no peleaste un poco más? Siempre lo hacías. Siempre peleaste por lo que pensabas y querías. No entiendo por qué te rendiste simplemente y dejaste que ella te arrebatará la vida de tu cuerpo. No lo entiendo. ¡No, no, no!
- Tampoco lo quiero entender. ¡No!. El dolor que recorre mi cuerpo, mi mente, mi alma y mi corazón son mí recordatorio de lo que sucedió ese día. De lo que perdí ese día.
- Lo que desearía entender es por qué no luchaste más. ¿Porqué te rendiste?. Te abandonaste a la suerte, ahí, delante de mí. Lo vi en tus ojos. Vi el momento en el que dejaste de luchar contra ella y te dejaste llevar manso borrego.
- ¡De verdad no podías pelear mas!. ¡No valía la pena hacerlo, pelear contra la muerte!. ¡No podías! No sabes lo que sentí cuando vi mis manos llenas de tu sangre. No lo sabes. No valía la pena aguantar un poco para vivir. Yo solo te pedía unos escasos minutos. Te lo pedí, te lo suplique. Ya casi lograba parar la hemorragia. Ya casi lo lograba. Y aun así no lo pudiste resistir. ¿Porqué no pudiste aguantar solo un poco mas?.
- ¡Demonios!.
- Me ofreciste una razón para vivir. Para luchar nuevamente y no rendirme. ¡Maldición! Eres tú mi razón de vida. Eres lo que me mantiene viva, atada a esté infernal mundo después de la perdida de mi hermano. ¡Lo sabias! Sabias que te necesitaba hasta mucho más que el aire que respiro. Claro que lo sabias. Y aun así, me dejaste sola. Te rendiste, y yo perdí todo. Ya no tengo nada por que luchar.
- Estoy cansada. Cansada de andar caminando por esta tierra estéril y llena de dolor. Estoy harta de ver el sufrimiento marcado en los rostros pálidos de los aldeanos cuando nos ven pasar para las misiones. De contemplar en quienes nos reciben cuando regresamos de las misiones con nuestros caídos a cuesta, esa mirada de angustia, de horror, de pavor, de compasión.
- No me gusto recibir, para nada, esa mirada cuando regrese contigo en brazos. Me hizo sentir miserable. Me hizo sentir sucia, que no era nadie. Que era una inútil. Que no pude salvarte, que no te merecía. Y que perderte sería mí castigo por amarte como te ame, como aun te sigo amando.
- Sentí primera vez repugnancia hacia la gente cuando los observé quitar sus rostros marchitos para enjuagar sus lagrimas de pena, de compasión. Por leer claramente en esas miradas tan mustias, perdidas y ajada, que ya estamos condenados a morir mucho antes de que suceda de verdad. Condenados a morir por ellos, por quienes luchamos. De sentir esas palmadas de aflicción en nuestros hombros, mí hombro, mostrando su oscuro sentir como condena predeterminada en nosotros inocentes pecadores. De observar sus semblantes llenos de misericordia, con lagrimas diminutas, por nosotros los sobrevivientes.
- ¡Estoy harta de todos!.
- Entiendes que estoy rota. Como el espejo en el que me refleje cuando me levante esta mañana. Espejo en el cual solo observe fragmentos de lo que soy, de lo que fui, de lo que nunca volveré a ser. Solo observe un rostro marchito, acabado, que no puede ofrecer nada más. Que no tiene nada mas realmente que ofrecer, solo lagrimas, lastima y dolor. Reparé en mis lagrimas amargas recorriendo mis mejillas ajadas. Lo que observe no me gusto. Lo que vislumbre fue una muñeca frágil, quebrada y desbaratada en medio de la habitación.
- ¿En dónde quedo la mujer fuerte que creí ser?. ¡Dímelo¿Dónde se encuentra la medico orgullosa que cura a sus pacientes con sus manos milagrosas¡Dímelo por favor¿Dime dónde estoy yo? Por qué yo no lo sé, lo que críe saber se fue contigo.
- El ambiente está lleno de tanto sufrimiento por una guerra sin sentido. Gracioso no. Cuando te encontrabas a mi lado tenia un sentido, una razón y una lógica. Ahora, esa razón y esa lógica se perdieron para mí. Realmente todo perdió el sentido para mí. Ya nada vale.
- Ya no quiero más de esté dolor comiéndose mis entrañas. No lo quiero. Estoy cansada de sufrir. De perder a la gente que amo. Primero fue mi pequeño hermana y ahora tú. De ver eso rostros tristes cuando paso por las calles del pueblo. De no tenerte a mi lado para conversar. No poder besar tus labios me destroza. El no abrazarte fuertemente y sentirme protegida me destruye el alma. Me siento tan perdida sin ti.
- ¡Quiero morir!.
- ¡Quiero encontrarme sentada a tú lado y recostar mi cabeza sobre tu hombro para ver los dos junto las estrellas!. ¡Anhelo estar nuevamente al lado de mi hermano y reír de sus tonterías mientras caminamos por la ciudad!. De volver a tenerte entre mis brazos y ser feliz siendo amada sin reserva. ¡Quiero volver a sonreír!.
- No más sufrimiento. ¡No, ya no más!
- ¡No quiero más esté dolor consumiendo mi alma día a día!
- ¡No lo deseo!. ¡No!.
- deseo ver mas a los que quiero muerto. De ver pasar a mis amigos, compañeros de batalla y saber con cierta certeza de que no regresaran nuevamente con nosotros.
- No quiero vivir siendo una sombra. Sí, una sombra. En eso me he convertido sin ti a mí lado. En una maldita sombra que vaga por las noches sin un lugar al cual llegar realmente.
- ¡No quiero vivir así!.
- ¡No quiero vivir sin ti!.
- ¡No quiero vivir!
- Irónico no, resulte ser la más débil del grupo después de todo, no maestro.
Las suaves gotas de lluvia caen con insistencia sobre el rostro triste de la mujer. A ella no le importa estar mojada, y tampoco le importa el frío de la noche. ¿Cómo puede llegar ese frío de la noche a su cuerpo? si por dentro de ese cuerpo solo hay frío, dolor y soledad. Verdaderamente no importa. A ella no le importa nada.
El sonido del sollozo doloroso y desgarrador de la mujer cubre parte del bosque. Ese llorar que es quedo y triste; punzante y amargo como hiel, como solo puede ser cuando se pierde a quien se ama profundamente. El cielo no se detiene, más bien intensifica con fuerza la lluvia que cae sobre el bosque, pareciera que sufre al igual que ella la perdida sufrida.
La suave corriente que fluye siempre por el río se ha vuelto un caudal que no le importa llevarse lo que encuentre a su paso.
La mujer se levanta de pronto. Su rostro muestra esa locura de que es capaz de hacer una estupidez sin medir las consecuencias de las acciones tomadas. Camina hacia el río. El agua helada toca los delicados pies; lentamente mientras ella se va a adentrando a la corriente, el agua sube por las piernas. Ella se detiene cuando le cubre parte del muslo.
Su cuerpo de repente se estremece ante el embate del viento helado. La frialdad del agua como afiladas cuchillas se entierran en la tierna piel. El cuerpo se resiste a cometer la locura que su mente le ordena, más no puede y la duda del momento es disipada. Sigue su camino.
Una sonrisa apagada cubre el rostro triste. El chal que abriga sus hombros se pierde en la corriente. Ella silenciosa lo ve irse. El agua le llega a la cintura. Que importa eso. Delicadamente levanta la mirada hacia el cielo oscuro esperando ver algo, mas las nubes pesadas no muestras nada. Repentinamente, como si la naturaleza quisiera complacerla, una nube se quita del medio dejando ver un hermosos firmamento estrellado, igual a los que veía con su amado en ese mismo lugar; y a la luna menguante juguetona se revela confidente un instante para después esconde detrás de otra nube.
Cierra pesadamente los párpados. El rostro sigue con el mismo semblante. Se deja caer, se deja llevar por el caudal que sin pensarlo mucho la recibe dichoso en su corriente.
La baja temperatura del agua la sume en un letargo sombrío, oscuro, del que quizás no pueda regresar. Una sonrisa plácida cubre el rostro. Ella se deja ir. ¿Para qué resistirse al destino solicitado?. Pronto podría estar al lado de sus seres amados. Dejaría de sufrir inútilmente por lo perdido; de llorar en las noches amargas; de perder a su gente amada; de estar perdida en ese mundo cruel, de ser débil. Dejaría todo.
Se abandona, se permite llevar de la mano por esa mujer alta y bella que todo lo sabe y por ello es tan cruel cuando arranca sin misericordia a los seres amados.
Parpadea. Algo cambia. El frío se vuelve más agudo, doloroso, penetrante. No es una mujer quien la sostiene de la mano, es su amor. Le sonríe como la primera vez que lo vio. Amor, cuanto amor ahí en esa sonrisa.
¡Respira! – escucha de repente de esos labios amados. – ¡vamos respira! – impotencia tiñe la voz masculina. Algo falta, algo cambia. Dolor, ahí dolor en esa voz amada.
¡Vamos Tsunade¡No te atrevas a rendirte ahora¡No lo hagas! – replica vehemente esa voz varonil que es tan familiar. – ¡Vamos respira¡Respira¡no te atrevas a darte por vencida –
La suplica es escuchada. Tos. La mujer tose, y el sonido de una fuerte inhalación se escucha. Otro más, seguido de otro y otro.
Dan – gimotea de pronto la mujer. Siente el olor inconfundible de hombre cuando la abraza con aprensión esos brazos fuerte. Se deja llevar por ese calor delicioso, siente la protección que quiere, que necesita. Lo ultimo que ve ante de cerrar los ojos, de ser tragada por la oscuridad, es ese rostro marcado inconfundible de Jiraiya.
