Capítulo 1: Cumple las advertencias

La lúgubre noche se extendía sobre aquel bosque, los lobos aullaban y las ramas se rompían en el suelo al paso de los cuatro niños, que inocentemente cruzaban el bosque para llegar a la casa que compartían junto a una adorable pareja de abuelos. Ninguno de los niños era de allí, pero tras el paso del tiempo comenzaron a conocerse el bosque como si fuera su hogar de toda la vida. Ya que ninguno tenía lazos sanguíneos, los dos abuelos les pusieron nombres atados: John, Nadia, Andrés y Shizuka. Siendo así, la menor era Shizuka y el mayor John, en medio estaban Nadia y Andrés, que se llevaban un año entre ellos.

Los cuatro hermanos siguieron caminando, cada vez cayendo más la oscuridad sobre ellos. Pero olvidaron algo que cumplir, un toque de queda ordenado por la policía del pueblo tras las misteriosas desapariciones de niños en los bosques. Los niños, que no creían en esas cosas mágicas y misteriosas, pensaron que nada ocurriría si iban por ahí solos. Pero, oh, que equivocados estaban aquellos niños. Sin dejar de caminar, la oscuridad los acabo tragando, como si un lobo inmenso se los estuviera comiendo. Para mala suerte, la menor se separo del grupo, quedándose sola en medio de la aterrorizante oscuridad que tanto pavor daba a la pequeña niña. Shizuka lloro y lloro, sin dejar de gritar el nombre del mayor, el hermano que ella más apreciaba. Shizuka estaba aterrorizada, escuchando los aullidos de los lobos y los crujidos de las ramas. La pequeña miro a su izquierda, un crujido realmente fuerte había llamado su atención. ¿Serían lobos? ¿O sus hermanos? ¡A lo mejor era un policía! La pequeña dio pequeños pasos hacía el lugar del cual había procedido el extraño ruido.

- ¿Hay alguien ahí? - murmuro la pequeña niña mirando con curiosidad el lugar del que había venido el ruido. De la maleza y la espesa niebla, una silueta salió. Cuanto más se acercaba a la pequeña Shizuka, más visible era esta. Shizuka pudo ver una mujer de pelo naranja con ojos del mismo color, pero tan brillantes que parecían dos linternas encendidas en la oscuridad. En la mano llevaba una especie de linterna, la pequeña creyó ver una calabaza. Pero su mundo se volvió oscuro, lo último que recuerda es que vio una gran sonrisa en la cara de la mujer.

Los tres hermanos restantes consiguieron llegar sanos y salvos a su casa, tras vivir una verdadera noche de Halloween, siendo perseguidos por seres que ni ellos mismos creían que existían. De la más pequeña, Shizuka, jamás se volvió a saber. El mayor siempre se sintió culpable por la desaparición de la más pequeña, por lo que su vida no fue muy feliz. Los otros dos no se atrevieron a salir nunca más de la casa. Cabe destacar que nunca más volvieron a incumplir las normas. Y aunque sus abuelos adoptivos deberían animarles, únicamente les dijeron unas palabras, las cuales desconcertaron a los jóvenes. Según dice el mayor las palabras eran algo de este estilo:

- "Siempre os dijimos que ella se llevaba a los niños malos. Dad gracias que solo vivisteis una nueva noche de Halloween."