NOTA: Este es mi primer intento, podríamos llamarlo Piloto, porque en realidad es lo que es. Me gustaría seguir con esta historia, porque es la primera en la que me estoy encaminando. Por favor, sean libres de comentar los errores que cometí pliz pliz.

Creo que seguiré publicando si no es tan estúpida como suena en mi mente. No presiones, caramba.

En fin, dejo de ser tonta y os dejo con mi historierijilla.

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Chapter One. (Flashback después de cada línea)

Lo único que podía ver eran las tenues sombras creadas por la lámpara que quedo abandonada en el suelo de la oficina del señor. Los ruidos habían cesado, haciéndome pensar que todo lo que había oído era nada más que una alucinación.


''Santana, ellos vienen'' Susurró tomándome de las mejillas y mirándome directamente a mis ojos con preocupación. ''Anda, ve a tu lugar seguro''

La miré con preocupación mientras el señor ocultaba las viejas notas en las que trabajaba todas las noches. ''Pero-'' intenté oponerme.

''Santana, no tenemos tiempo.'' Murmuró nerviosa ''Por favor, ve''

Mire a la señora con desasosiego y asentí con la mandíbula apretada. Ella me dio una sonrisa triste y una palmada en el hombro para despedirme. ''Gracias'' formuló.

Di media vuelta y subí las escaleras rápidamente, con pasos apresurados sin mirar atrás. Cuando llegué al pasillo regulé mi respiración y di diez pasos a la derecha, entrando a la oficina del señor. Había estantes cargados de libros con títulos que desconocía, un sofá amplio y un sillón con la lámpara encendida a uno de los costados. Corrí hacia el escritorio, pegado por una de las paredes de la habitación. Me agache un poco para localizar el ducto de ventilación y quité la rendija antes de detenerme por el pensamiento que cruzó mi cabeza. Me levanté de mis rodillas y miré alrededor de la oficina hasta encontrar lo que buscaba. Cuando finalmente lo hallé volví a girarme hacia la rendija para meterme en ella. Lentamente y con cuidado puse el pequeño soporte en su lugar y me movilicé unos metros lejos del ducto de aire.

Sólo me quedaría unos pocos minutos aquí, pensé mientras abría el pequeño libro de Dr Seus.

La señora vendrá dentro de poco.


Traté de agudizar mis oídos para escuchar algo, no sabía qué, pero tenía la sensación de que había algo ahí afuera. Intenté estirar mis piernas acalambradas tanto como me lo permitían las paredes frías de metal del ducto de aire. Bajé mis ojos a la página de mi libro y sonreí por las travesuras del Gato del sombrero.

De pronto. Otro estruendo. Forcejeo. Nada.

El sonido había desaparecido tal como había llegado. De la nada. Volví a mirar a la página del libro de Dr Seus, no sabía ya cuantas veces había releído este capítulo. Cuando tome una de las páginas para girar a la siguiente escena note mis manos temblorosas.

Suspiré.

Tal vez era hora de dormir.

La señora me había dicho que si cerraba los ojos por un momento, el tiempo pasaría más rápido. Que todo cambiaría en un pestañear de ojos. Sonreí ante el recuerdo del momento en que me lo había dicho, como curiosa le había respondido que cómo era eso posible si no volvería a abrirlos tan rápido si me quedaba dormida. Ella sólo sonrió con cariño y me pinchó las mejillas. ''Ese es el chiste, cariño'' me había respondido. Por supuesto, yo era experta en señalar lo obvio.

Puse el libro a un lado e intenté acomodarme en el frío metal.

Ya vendrán por mí, me volví a decir.

La señora estará aquí pronto.


''Santana, este será tu lugar seguro. Sólo tú y yo sabremos que este será tu escondite, debes mantenerlo en secreto, incluso del señor Frederick.''

''¿Por qué debo de esconderme ahí? Es frío, oscuro y da miedo''

La señora se movió un poco mientras intentaba poner una pequeña tranca a la rendija, yo solo veía ese lugar con un poco de pánico.. No quería meterme a ese lugar.

''Es por tu bien, amor. En este lugar nadie te podrá hacer daño''

''¿Y quién querría hacerme daño?'' pregunté mientras la veía trabajar.

Ella paró por un momento y se giró en sus talones con la pinza en mano.

''Santanita, hay muchas personas que no saben lo que hacen, que están locos por el poder. Hay personas ahí afuera, que podrían aprovecharse de tu talento''

''¿Mi talento?'' murmuré por lo bajo. Con el ceño fruncido. Pensando.

''Sí, lo que tienes es un talento'' murmuró, me mordí el labio triste tratando de creerlo ''Eres especial Santana, y que nadie haga que olvides eso. No eres ni cerca parte de este mundo. Eres mucho mejor''

Sonreí de repente, e hice lo que un niño pensaría que era lo más sensato. Abrazarla con todas las ganas. La señora se tambaleó un poco por la sorpresa, pero después de unos minutos me devolvió el abrazo.

''¿Puedo pegar algunos dibujos por las paredes?'' dije alejándome lentamente.

''No me tienes que pedir permiso. Es tu escondite después de todo'' sonrió.
Miré mis zapatos por unos segundos pensando, mientras ella volvía al trabajo. Giré a ver la habitación enorme que se presentaba ante mí, casi nunca me dejaban entrar a la oficina del señor por miedo a que arruinara sus libros. No los quería después de todo, todos ellos se veían aburridos. No creía que ninguno de ellos me interesara por el momento. Ninguna tenía imágenes como el libro de Dr Seus que me había regalado la señora. En ese libro había colores, aventuras, héroes, risas, gente combatiendo el mal.

Combatiendo el mal.

''¿Señora?'' me giré

''Uh-hu?'' murmuró mientras atornillaba la penúltima tranca de mi nuevo escondite. Parecía tan concentrada en terminarlo lo antes posible.

''Las personas de las que me habló..'' seguí insegura ''¿Son ellas malas?''

No sabía si había dicho algo incorrecto o fuera de lugar, porque ella paró lo que estaba haciendo para pensar un momento.
''No hay personas malas, Santanita'' murmuró ''Solo personas confundidas''

Me quedé pensando en lo que dijo, no comprendía muy bien lo que trataba de decirme, pero sonreí después de unos segundos.

''¿Como el Grynch?'' sugerí. Ella soltó una risa mientras reanudaba su trabajo.

''Sí, exactamente, como el Grynch''


Me levanté exaltada, sin recordar que todavía me encontraba en la ventilación, dándome un pequeño golpe en la cabeza sin querer. Espere que no haya hecho muco ruido, porque tenía mucho miedo de que el señor se cabreara conmigo por hacer alboroto mientras escribía sus cartas.

No sabía cuanto tiempo había pasado desde que cerré los ojos. Pero sonreí al escuchar unos pasos acercándose a la habitación.

La señora había venido por mí después de todo.

Mi panza rugía ante el pensamiento de salir finalmente de mi escondite. No podía esperar hasta llegar a la cocina y preparar chocolate caliente y wafles con la señora como cada vez que me escondía aquí.

La señora decía que era un premio por ser tan obediente y valiente, porque sabía que muy en mi interior no me gustaba entrar al ducto del aire. Intentaba compensarme, y disculparse por tener que pedirme entrar a él.

A veces, al señor no le molestaba que nos uniésemos a él. Actualmente se sumaba a nuestras charlas y me daba palmaditas en la espalda. Creo que no era tan gruñón después de todo.

Aunque a veces creo que la señora piensa de otra forma porque siento que no confía mucho en él, aunque al mirarlos parezcan muy enamorados. Ella actúa de formas raras algunas veces cuando no estamos a su alrededor.
Escucho la rendija abrirse y mi sonrisa se extiende de alegría, puedo estirarme lentamente hasta alcanzar los costados de la apertura del ducto del aire.

Cuando por fin salgo de aquel lugar, la luz de la lámpara me sega completamente.

Siento que me estiran del brazo y sonrió después de pestañear muchas veces. Mi mirada se enfoca ante la persona que está frente a mí.

''¿Podemos preparar wafles con fresas? Me gustan las fresas'' le digo con un saltito.

Pero mi ama no responde. Sólo se queda mirándome, sin más.

Miro alrededor esperando que responda, y veo todos los muebles de la oficina desparramados por el salón.

''¿No se enojara el señor por este desastre? '' pregunto preocupada ganándome una reacción de mi señora.

''Ven Sanny, preparemos algo''

Ella me sonrió un poco, antes de estirarme hacia la puerta de la habitación. Yo la sigo sin protestas, mi estómago estaba rugiendo por algo que comer. Me encogí de hombros luego de un rato.

Ya llegaría el momento de preparar wafles.

Cuando doblamos hacia la escalera el desastre parecía no cesar, los muebles estaban desordenados, hasta los cuadros desaparecieron de las paredes.

¿Qué le había pasado a las fotos?

Miré la expresión de la señora, se veía distante, con la mandíbula un poco apretada. Su agarre comenzaba a lastimar mi brazo.

Esperaba que no estuviera sintiéndose triste.

No quería que nadie se sintiera triste.

Cuando bajamos a el primer piso sentí mi brazo ser estirado un poco más de lo debido, y me tropecé con mis propios pies perdiendo el equilibrio, hasta caer de rodillas frente a mi señora.

Todo había pasado demasiado rápido.

''Aquí, pueden bajar el arma''

Intenté pararme de mis rodillas, pero la señora puso una mano en mi hombro. Miré al frente para ver lo que pasaba, y vi a un hombre apuntar el arma directo en la cabeza del señor.

De repente, mi espalda se había erguido y mi vista se había helado. ¿Quiénes eran esos hombres?

''¿Esto es una broma?'' gritó uno de ellos, uno de los cuales salió detrás de uno de los sillones del señor.

Miré al señor para ver lo que pasaba, pero él solo me miraba con el ceño fruncido tratando de comprender lo que había pasado, tanto como yo.

''No tenemos el dinero que necesitan'' escuché la voz ronca de la señora. ''Pero creo que la niña cubrirá una parte de ello''

No comprendía ¡Yo no tenía dinero! ¿Cómo es que podría pagarles?

Bueno, podía ir arriba a revisar mi alcancía, tenía unas monedas de más. Unos dólares que el señor me había regalado cuando realizaba las tareas de la casa cuando la señora no se encontraba. Creo que eso podría ayudar de todos modos.

''¿Es una broma!?'' gritó el segundo hombre volviendo a reafirmar el arma frente al señor.

''Doloris, no hagas esto. Encontraré la solución, lo prometo'' rogó el señor, me estremecí por escuchar su voz tan rota. Nunca lo había visto así.

''Basta!'' volvió a alzar la voz el hombre de arma. ''Doloris, sabes cuál es nuestro propósito. Tu marido nos debe un montón de dinero. Nos prometió efectivo, no una simple niña''

''No es una simple niña'' le cortó la señora mientras trataba de mantener el hilo de la conversación. ''Ella.. Ella..'' le tembló la voz. Levanté mi vista hacia ella, haciendo que nuestras miradas se encontraran. Ella negó con la cabeza tratando de pensar el algo que decir ''Ganarían un montón de dinero en la subasta, ella lo vale''

¿Subasta? ¿Cómo dónde se vendían obras de arte y reliquias elegantes?

''Mira, Doloris, no queremos-''

''Es una gran oportunidad, los europeos visitan la ciudad mañana. Posiblemente haya una subasta'' trató con la voz cortada.

Miré a los otros hombres mientras susurraban entre sí, moví mi mano para agarrar la de mi señora, mientras ellos se tomaban su tiempo. Esto hizo que ella bajara la mirada hacia mí. Yo le sonreí.

Pero.. necesitaba saber lo que pasaba.

''Señora, ¿Qué ocurre?'' pregunté tratando de mantener la calma.

Ella se rompió.

Su mirada se volvió triste y aparto su mano lentamente, como si yo la estuviera quemando.

Me hizo sentir un poco triste también.

Esto no era nada bueno.

''Aceptaremos la oferta, pero como parte de pago'' cortó el silencio el primer hombre ''Volveremos a vernos''

El segundo hombre guardó su arma en uno de sus bolsillos, y el primero se acercaba con sus ojos puestos en mí.

Me daba un poco de miedo.

''No, por favor. Podemos pagarles pero no ahora'' se levantó el señor rápidamente mientras el hombre se acercaba a mí ''No se la lleven''

El hombre me sujetó de los hombros y comencé a dar patadas. ''!Suéltenme! !Déjenme! Señora!'' grité. Tratando que alguien hiciera algo.

''Por favor, podemos hablar sobre ésto!''

''Señora!'' seguí pataleando impotente. El hombre me subió sobre su hombro y traté de moverme lo más que pude.

Por el rabillo del ojo pude ver como el señor comenzó a acercarse a nosotros, pero al hacerlo, el segundo hombre desenfundo su arma y lo golpeó en la cabeza hasta caer al suelo. Gemí mientras las lágrimas abandonaron mis ojos.

''!Señora!''

''Salgamos de aquí, John'' murmuró el segundo tras ver lo que había causado.

El primer hombre se dio la vuelta para caminar hacia la puerta principal, mientras el segundo abría el paso. Mis lágrimas no paraban de cesar mientras golpeteaba al hombre que me tenía en brazos.

Levante la vista un poco para ver a la señora parada en la habitación, con los puños apretados tan fuerte como podía. Sus nudillos estaban blancos y su mirada estaba baja.

''!Señora!'' grité tratando de que se diera cuenta de lo que pasaba. Tratando de hacerle ver que estos hombres me estaban asustando.

Al parecer mi grito volvió a llamar su atención, porque levantó su mirada perdida hacia mí. Haciendo que dejara de luchar contra aquel hombre mientras mi atención se dirigía a ella.

Mis pelos se pusieron de punta.

No tuve tiempo de reaccionar.

Porque último que vi antes de doblar hacia la entrada, fue como mi señora se derrumbaba en el suelo del salón sin apartar su vista de mí.

Y finalmente lo entendí..

Lo sentí.

Y me lamenté.

Sabía en ese momento, que no volvería a ver mi escondite de nuevo.

Nunca más sería retada a entrar en aquel sitio oscuro.

Pero, esta vez, no podía estar feliz por ello.

No podía estar feliz por ello, porque la señora se veía triste y confundida.

Triste y confundida.

Exactamente igual al Grynch.

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Por favor, leer la NOTA del comienzo.