Alas de libertad
NANATSU NO TAIZAI © NAKABA SUZUKI
Sinopsis: Muchas veces aquello que sales a buscar toda tu vida, como tu alma gemela, puede estar a tu lado y jamás lo notaste. Porque a veces no importa el destino, sino el viaje, el viaje de la libertad de Ban y Elaine.
Nota de la autora: ¡Sean bienvenidos a otra historia de esta fantástica serie! Otra vez les traigo una historia de Ban y Elaine, pero esta vez una historia de solo tres partes.
¡Espero les guste!
Prólogo
Elaine observó la tarjeta de presentación que tenía en la mano antes de volver a echar un vistazo la puerta del apartamento en el segundo piso. Habitación 223. Miró la tarjeta nuevamente, confirmando que ese era el sitio y que ya había llegado. Tragando saliva, Elaine se quitó las gafas de sol de la parte superior de la cabeza y se las colocó en la cara, contemplando a su alrededor para ver si alguien estaba cerca.
No podía dejarles saber que ella, Elaine Harlequin, estaba yendo a este apartamento.
—Solo espero que mi hermano vea que me fui —pensó. King estaba festejando su aniversario junto a su novia, Diane—. Sí sabe que lo contacte, ¡me asesinara!
Recordar la forma en cómo había llegado hasta ahí era incómodo.
Todo había comenzado cuando Gowther, un amigo de su hermano muy extraño que, según palabras suyas, había leído el ambiente y sabía que estaba buscando a alguien le dio una dichosa tarjeta que podría ayudarla.
Esa había sido una de las experiencias más espeluznantes de su vida, empero, había aceptado y metido la tarjeta en su bolsillo antes de que King o Diane lo vieran interactuar con el raro del grupo con quien apenas solía conversar.
—¡Gowther, ninguna palabra a nadie sobre esto! —advirtió después de un rato donde todos vieron como casual y nada extraño que ambos mantuvieran una charla.
—¡Entendido, quieres ocultarle todo a tu hermano y cuñada! —dijo sumamente tranquilo.
Elaine no podía creer que estuviera siguiendo una idea de Gowther, después de todo, eso era muy embarazoso. ¿Cuáles serían las reacciones de sus amigos si supieran que en realidad estaba es ese lugar solicitando ayuda?
Sacudiendo la cabeza y respirando profundamente, corrió a través de la pequeña calle hacia las escaleras que conducían al segundo piso. Se detuvo frente al 223 e intentó hallar una última señal de porqué esto no era una buena idea, pero no pudo encontrar ninguna. Golpeando la puerta, esperó una señal que confirmara alguna presencia dentro.
No escuchó nada.
Llamó de nuevo, más fuerte y con mayor potencia. Esta vez escuchó un gruñido y el sonido de una botella de vidrio golpeando el piso.
—La puerta está bloqueada —una voz áspera desde adentro con tono gruñón gritó.
—Es obvio que no espera a nadie —especuló y decidió hablar—. Ban, soy Elaine, la hermana menor de King, ¿te acuerdas de mí?
Solo hubo silencio.
—Espera un segundo. Voy a abrirte —habló ahora en un tono más calmado.
Elaine suspiró. No había marcha atrás ahora.
Una inmensa figura que casi alcanzaba los dos metros fue lo primero que Elaine distinguió cuando se abrió la puerta. Ban no había cambiado después de una década sin verse. Seguía con el mismo cabello erizado donde solo un mechón caía sobre su rostro y la misma musculatura de la adolescencia.
—Hola, Ban…
—Elaine, pasa —dijo con sencillez y la condujo a un apartamento pequeño, pero pintoresco, apenas iluminado por la luz que entraba por las rendijas de las sombras.
Había muebles en minoría de buen gusto en la sala de estar. Una pequeña mesa de café estaba colocada en el medio de la habitación alfombrada entre dos lujosos sofás y con un par de plantas marchitas ubicadas en algunas esquinas.
La única cosa que rompía con lo minimalista del ambiente eran las numerosas botellas de cerveza que cubrían el suelo rodeando las cajas de pizza vacías, ropas arrugadas y esparcidas.
—No he tenido tiempo de ordenar. Además, nunca recibo visitas —expresó Ban con tono indiferente—. Mis únicas visitas son las del cartero con las cuentas que tengo que pagar.
—Y no es la visita más agradable que digamos, ¿cierto?
Ban dibujó una leve sonrisa en sus labios y procedió a sentarse en el sofá mientras volvía a masticar un palillo entre sus dientes. Considerándolo, Ban continuaba siendo desagradable, pero amable con quienes consideraba merecedores de ese lado de él.
El labio de Elaine se curvó mientras volvía a ponerse las gafas de sol sobre su cabeza. Estaba tan contenta de que no oliera a basura y que al menos Ban fuera educado, dentro de lo normal para él.
Elaine aclaró su garganta agarrando su mochila más cerca del pecho.
—Si estás aquí sola quiere decir que no harán una absurda reunión de clase, ¿cierto? —Ban abrió una botella de alcohol y le dio un largo trago—. Porque sinceramente no tengo ánimos de verle la cara a nadie, Elaine.
—No vine por eso, Ban —indicó riendo con ciertos nervios—. Vine porque Gowther me dio una tarjeta. ¿Eres al que llaman Zorro Codicioso?
—Sí. Ese soy yo.
—Bueno... ¿puedes encontrar a alguien para mí?
Lentamente, Ban extendió su mano, colocó una toalla y un paquete de hielo de su cara y cabeza. Elaine enarcó una ceja.
—¿Podrías aguantar un poco? Tengo una gran resaca.
—No has cambiado nada —respondió. Sus borracheras intensas no habían sido disipadas con el tiempo—. ¿No crees que eres muy poco profesional? Soy un cliente potencial.
Ban abrió los ojos. Dejó de lado el hielo, la toalla y se sentó lentamente, mirándola con molestia. Su cabello estaba desordenado y pasó sus dedos a través de este para deshacerse de los enredos antes de empujar el cabello hacia atrás, descubriendo su rostro.
Elaine estaba gratamente sorprendida. Creía que Ban iba a salir con un rostro magullado por tanto alcohol en la sangre, pero continuaba siendo tan atractivo y llamativo como cuando eran adolescentes.
—Bueno, entonces siéntate. Hay un sofá libre allí —le espetó con impaciencia—. ¿Quieres una cerveza o algo así? Aunque solo tengo una porquería que es barata. Sinceramente, desde que deje el Boar Hat no he conseguido nada decente.
Elaine negó con la cabeza mientras sacaba la ropa sucia del otro sofá junto con un extraño zorro de felpa y se sentaba lo más cerca posible del borde. Pateó algunas de las botellas cerca de sus pies con los talones.
—No, gracias. No bebo.
Él la miró con una mirada extraña, pero ligeramente burlona.
—Si, lo supuse. Siempre fuiste muy delicada en esos detalles y hasta llevabas una servilleta para limpiarte la boca cuando comías en la escuela, princesa.
Ella entornó los ojos. ¿Qué pasaba con ese tipo?
—¿Qué se supone que significa eso?
Ban la ignoró y en su lugar busco un maletín que estaba colocado en el piso junto a él, sacó un par de hojas de papel y un bloc de notas. Tomó un bolígrafo de detrás de su oreja y pasó a una nueva página en el bloc de notas.
—¿Nombre?
Ella frunció el ceño, confundida.
—Elaine Harlequin.
Ban enarcó una ceja.
—El tuyo ya lo sé, princesa —contestó con obviedad—. Me refiero al nombre de la persona que quieres que busque.
—Oh —sus mejillas se pusieron ligeramente rosadas—. Su nombre es Hellbram Yōsei*
Zorro Codicioso enarcó una ceja tras oír ese nombre.
—¿El amigo de tu hermano?, ¿qué pasa con el teñido ese? —increpó mientras anotaba el nombre y masticaba el bolígrafo. Elaine no respondió a su interrogatorio y Ban decidió reformular su pregunta—. ¿Tienes algo más?
Ella frunció el ceño, desilusionada por lo brusco que estaba siendo.
—Hellbram debe tener alrededor de treinta años y ya no recuerdo su cumpleaños. Por último, recuerdo y creo que estaba estudiando negocios —Elaine busco en su cabeza más información—. Rompimos hace unos cinco años.
Elaine había preguntado por ahí para ver si alguien conocía a Hellbram y dónde podría estar, pero al tener solo respuestas negativas, pensó que ya no residía en Liones. No había llegado a ninguna parte con su búsqueda y por lo que había entrado en desesperación.
Su travesía hacia al Zorro Codicioso comenzó en un almuerzo con su cuñada y unas amigas que de repente trajeron los rumores sobre alguien que era capaz de encontrar a quien quisieras, como un cazador de recompensas, solo que no buscaba tesoros, sino personas. Elaine realmente no había dicho nada durante esa conversación, pero los engranajes habían comenzado a girar en su cabeza a partir de ese momento y cuando Gowther la había confrontado, supo que ese era el factor decisivo. A partir de eso, había decidido ir hasta el departamento de Ban.
—No puedo creer que salieras con ese sujeto. ¡Es cómo salir con una copia teñida de tu hermano! —Ban soltó una carcajada limpia ante lo dicho por la pequeña rubia—. Dime, me estás jugando una broma. ¿No?
El hombre tenía una carcajada contenida en el rostro mientras la fémina lo miraba con el ceño fruncido. Aproximadamente un minuto después, Ban comprendió que hablaba enserio.
—¿En serio saliste con él?
—Sí.
—¿Es verídico?
—Sí, Ban —exclamó, ya impaciente.
—Está bien, está bien. Es que no esperaba que salieras con un sujeto como él —Ban suspiró y se pasó las manos por el cabello—. ¿Eso es todo lo que tienes? Esto no es mucho para seguir.
—Tu tarjeta de presentación dice que puedes encontrar a cualquier persona, incluso con solo un nombre —señaló Elaine, agresivamente.
Él rodó los ojos.
—Obviamente puedo encontrarlos. Es más difícil cuando todo lo que tengo es solo un nombre —Ban rascó algo en el bloc de notas—. ¿Qué hay de su apariencia? Describe cómo es él.
—¡Pero si lo conoces!
—Elaine, existe algo en el mundo de los negocios llamado protocolo y si no lo sigues tendré que pedirte que te retires —Ban sonó molesto ante la terquedad de la hermana de King por encontrar a Hellbram. ¿Desde cuándo Elaine dependía de un alguien así? —. Además, no voy a ir a buscarlo con mi verdadera entidad. Esto es un asunto del Zorro Codicioso, ¿comprendes?
—Está bien —suspiró y se cruzó de brazos, pero procedió—. Tiene ojos color avellana y cabello verde desordenado. Aunque ya no sé cómo se lo estiliza. No era mucho más alto que yo en ese momento, pero ahora podría ser mucho más alto. No estoy seguro.
Ban frunció el ceño.
—¿Sabes qué? Solo detente. Tu información apesta como comida del capitán.
La boca de Elaine se abrió en estado de estupor.
—Eso es grosero, Ban.
—Princesa, tu eres la grosera por desperdiciar mi tiempo —Ban gruño mientras miraba ceñudo a Elaine—. Describiste a cualquier sujeto que se puede hallar en la calle. Y otra cosa, ¿King sabe que estás aquí?
—Él no lo sabe porque jamás me permitiría buscar a Hellbram —y como si eso no fuera importante, prosiguió—. ¡Y lo siento por la escasa información! No he visto a Hellbram en cinco años. ¿No es tu trabajo encontrarlo de todos modos? Deja de maldecirme y sigue adelante.
Ban volvió a rodar los ojos y tomó las dos hojas de papel que sacó del maletín, las deslizó frente a ella junto al bolígrafo.
—¿Que son estos?
—Son la forma y contrato de acuerdo general. Solo algunas cosas que debes firmar antes de comenzar mi trabajo.
—¿Es probable que el precio cambie? —Elaine leyó algunos de los términos del contrato—. ¿Qué se supone que significa eso?
—Bueno, seré directo. Algunas personas son más difíciles de encontrar que otras. Especialmente si son celebridades o personas de un alto perfil. Dependiendo de lo difícil que sea hallar a una de esas personas, el precio puede subir. Sin embargo, hay un pago por adelantado es de mil doscientos.
—¿Mil doscientos? —Elaine no creía lo que oía—. ¿Por qué el precio es tan alto?
—Porque así pagó para obtener información de la gente para encontrarlos. ¿Por qué piensas?
Ella dejó los papeles, ligeramente molesta.
—¿Entonces usas métodos oscuros para hallar a las personas, como una especie de sicario?
Ban se encogió de hombros.
—La gente me contrata y yo solo cumplo con mi deber. Soy el Zorro Codicioso. ¿Qué esperas?, ¿algún convenio amistoso con el FBI y la policía local?
Elaine se enderezó, mirándolo fijamente.
—Eso quiere decir que solo reúnes un montón de información sobre las personas y las acechas para encontrarlas.
Ban asintió, con obviedad.
—Dime, ¿te parece un problema mis métodos para hallar a quien me piden? Porque nunca tuve queja, princesa.
—¡Sí, la verdad me parece un asunto muy serio! —se quejó Elaine con severo enfado y molestia. Ban le estaba tomando el pelo—. Eso significa que, si una persona cualquiera quiere encontrar a alguien, todo lo que tiene que hacer es pagar por el servicio, ¿y tú simplemente lo haces? ¡Eso es terrible!
—Auch, criticar así mi labor es horrible —dijo Ban fingiendo dolor en su voz.
—Pero ¿qué paso tu carrera de Gastronomía, Ban?, ¿por qué terminaste haciendo esto?
Zorro Codicioso abrió los ojos con cierta sorpresa, su expresión se volvió oscura y le dirigió una mirada tétrica a Elaine.
—Prefiero no hablar de eso.
—Pero…
—Elaine, ¿quieres que busque a Hellbram?
El hombre habló empleando un tono muy inusual en él, severo y tajante. Lo recordaba como un sujeto austero con personas que no eran de su agrado, pero con su círculo cercano era amable. Sí estaba hablando hostilmente ahora con ella, debía ser un asunto muy delicado.
—De acuerdo, lo siento —exclamó Elaine intentando ocultar sus lágrimas—. Es solo que no sé porque estás viviendo de esta forma cuando eras un prometedor cocinero hace diez años. ¿Qué pasó?
El rostro de Ban se ablandó al notar la forma y tono que Elaine usaba para hablarle. Se sintió asqueado por hablarle de manera tan grosera. Ella no era culpable de sus errores del pasado o los motivos que lo llevaron a ser una especie de acosador, recolector de datos y buscador de personas. Elaine no tenía nada que ver.
—Soy un tipo reservado y hasta hoy en día no tengo un buen trato con los seres humanos. Así que prefiero no hablar, ¿sí? —habló de manera tranquila y desinteresada del asunto—. La prioridad aquí es que veamos si accedes a que busque a Hellbram.
—¿Lo harás de todas formas?
—¿Acaso hay otra manera de que lo busques? —indagó, divertido.
—Está bien, tú ganas —ella comenzó a rechistar. Ban otra vez estaba jugando con ella—. ¡Pero! Eso no significa que me gustes.
—No lo creo. Apenas nos conocemos, aunque seas la adorable hermana de King —respondió suavemente, bostezando.
—Y tengo una condición —dictaminó Elaine mirando con seriedad al Zorro Codicioso. Ban la miró como si le hubieran crecido dos cabezas—. ¿Qué miras tan extrañado?
—¿Vas a imponer una condición? No puedes agregar condiciones, princesa.
—Sí lo hago, Zorro Codicioso. Y puedo garantizarte que pasaré el resto de mi vida tratando de encerrarte porque lo que estás haciendo está mal.
Ban carcajeó, altanero. Esa chica si sabía lo que era jugar sucio.
—También te arrestaran como cómplice, ¿sabes?
Pero él era el maestro del juego sucio.
—Está bien.
—Y descuida, accederé a lo que pidas.
Sus ojos se abrieron un poco, claramente sorprendidos por su respuesta.
—Ven conmigo cuando vaya a buscar a Hellbram.
Ban no entendió las palabras y frunció el ceño, parecía incrédulo y confundido.
—Sabía que estabas loca, pero no creí que tanto —fue lo primero que dijo. Elaine le arrojó una lata de cerveza vacía—. ¡Oye, tranquila!, ¿por qué quieres que te acompañe?
—Porque si accidentalmente te equivocas, podemos cambiar el rumbo de inmediato. Además, no tengo coche —señaló, solo que medias con sinceridad.
A decir verdad, tenía mucho miedo de encontrar a Hellbram sola, pero no podía decirle a su familia o amigos que iría en busca de su antiguo amante de la universidad. Pensarían que había perdido la cabeza. Además, Ban conocía su plan, por lo que no tendría que perder el tiempo con explicaciones.
—Bien —dino. Sí Ban sospechaba de su razón, no lo demostraba. Elaine estaba feliz con su discreción—. Firma la documentación y podremos comenzar este contrato.
Elaine leyó el contrato y Ban le señaló cuáles eran sus términos clave. Declaró que no era responsable de ningún rechazo por parte de la persona que había sido encontrada. Tampoco debía responsabilizarse por no tener éxito en encontrar a la persona adecuada.
—Sí no tengo éxito, el precio en su totalidad se reduciría en un cincuenta por ciento y el precio completo variará según la dificultad de encontrar a la persona —Ban terminó por aclararle el precio total por la cantidad de recursos utilizados—. ¿Tienes el anticipo aquí o hacemos una transacción bancaria?
—No, ten. Por suerte vine preparada —Elaine le entregó a Ban un manojo de billetes que deslumbró como un niño pequeño recibiendo un dulce. Aunque debía reconocer que era un contrato bastante razonable y tenía sentido para Elaine—. Pareces un niño mirando tu anticipo.
—Y tú eres una niña literal, Elaine —bromeó chasqueando su lengua. Elaine le arrojó otra lata—. ¡Oye, algunas son de colección!
—Más que por coleccionarlas, tienes estas latas por ser un almacenador compulsivo —suspirando y sabiendo que se había rebajado al nivel más bajo absoluto con esto, decidió firmar y retirarse de allí. Ya era suficiente—. ¿Cuándo tendré respuesta de ti?
—Apenas sepa algo, te llamaré. Sacaré lo que pueda de lo que me diste.
El silencio reino entre ambos y Ban solo soltó un suspiro guardando los papeles en una carpeta junto al comprobante del pago. Elaine tomó sus cosas y le dejó el bolígrafo a Ban, este lo tomó y miró a la chica con cierta incertidumbre en sus ojos de tono rojizo.
—¿Por qué quieres buscar a Hellbram? —indagó, aunque más que para responder allí mismo, Ban hizo su pregunta para que Elaine pensara.
—Porque es mi alma gemela y para lo que deseo alcanzar, debo hacerlo junto a él —dijo sencillamente sin procesarlo, la respuesta estaba armada en su mente.
—¿Y qué es lo que quieres?
—Libertad, Ban. Deseo libertad.
—Ya veo —Ban despegó su mirada de ella tomando el bolígrafo y dejándolo sobre la mesa—. Espero poder ayudarte a encontrar lo que buscas.
Ella asintió y se fue sin decir una palabra, tratando de convencerse a sí misma de que estaba tomando una buena decisión. Esto era para encontrar a Hellbram.
Independientemente del método, ella tenía que encontrarlo.
Curiosidades:
*El apellido que le invente a Hellbram es la palabra hada en japonés.
