Tuve suerte aquel d a. Despu s de largas semanas de duro trabajo, logr concluir a tiempo lo que ser a la m s temida vestimenta de la galaxia: la coraza de Darth Vader. S lo me faltaba mostrar el imponente a la par que operativo resultado al Emperador Palpatine, as como esperaba obtener una respuesta positiva del enmascarado Sith.
- He aqu el traje acabado, mi se or. - Casi no llegas a tiempo, Balkmir. Unas horas m s habr an bastado para que hubiera ordenado tu ejecuci n. Aunque a n existen posibilidades de que lo haga si es que tu creaci n posee alg n defecto. - No se preocupe, mi se or, mi tardanza se ha debido, en gran parte, a la comprobaci n de cada una de las piezas y puedo asegurarle de que todos los mecanismos funcionan correctamente. - Ve moslo. , dijo el Emperador mientras se levantaba de su trono y comenzaba a caminar hacia su irreconocible siervo, aquel que, seg n me hab an dicho, hab a sido considerado el Elegido y que ahora ostentaba el t tulo de Lord Oscuro del Sith.
- C mo te encuentras, viejo amigo? Del casco de Vader s lo se o a como respuesta su peculiarmente ruidosa respiraci n. El sudor del p nico no tard en empapar mi frente: me tem a lo peor. Deb a haberse estropeado alg n mecanismo del proyector de voz.
- Muy d bil, pero c modo en mi nuevo traje, mi se or. Fue todo un alivio escuchar aquella escueta contestaci n. De momento, parec a que iba a conservar la vida.
- Me alegro. Quieres alguna otra modificaci n? Aquel fue otro mal momento. Mi interior sufr a con tan s lo pensar en un s como respuesta. No quer a volver a arriesgar mi vida trabajando para aquellos diablos.
- No, mi se or, me quedo conforme con este resultado. Creo que ya hemos hecho las modificaciones necesarias. Ah, y por cierto, me gust mucho su idea de las botas desgarradoras, Balkmir. Seguramente me ser n de gran utilidad cuando pisotee al gran Maestro Yoda .
Surgieron entonces unas escandalosas y aterradoras carcajadas a las que no me qued otro remedio que seguir, no vaya a ser que les molestara y me mandaran al otro mundo mediante el triturador de basuras. Y es que no le encontr realmente la gracia a la frase, puesto que desconoc a qui n era el mencionado profesor. Intu que se tratar a de alguien de baja estatura, pero nada m s.
- Bien, Balkmir, has hecho un trabajo excepcional. Ahora, tal y como te hab a prometido, liberar a tu familia y a las de tus empleados, adem s de que te ingresar la generosa cantidad, por supuesto. - Much simas gracias, mi se or. En efecto, sigo creyendo que tuve suerte aquel d a. Ninguna pieza fall , Vader estaba a gusto con su traje y el Emperador cumpli su promesa, lo que, seg n los rumores, no era nada habitual.
As que me fui lleno de j bilo a mi casa con unas ansias terribles de volver a ver a mi familia y reestablecer mi vida tal y como estaba antes de trabajar para el Imperio, aunque con una cuenta bancaria mucho m s abultada, eso s .
Lo nico que no me dejaba tranquilo despu s de todo lo ocurrido era un pensamiento que durante mucho tiempo lleva produci ndome escalofr os y pesadillas varias: me volver a a ver en la misma situaci n una vez que Lord Vader necesitara un traje m s amplio?