Se sentía tan desdichada y estupida, mientras corría de vuelta a su casa, intentando no golpear al alguien por error, evitando con algo de torpeza los obstáculos en el camino, mientras sus lágrimas trataban de escapar de sus ojos, comoun constante recordatorio, de lo infeliz que era en esos momentos,, a un que algo en su interior, le forzaba a mantener algo de la poca dignidad que le quedaba.
Choco contra una señal, sin prestarle demasiada atención, recordando los sucesos acontecidos, todo el esfuerzo de su trabajo, arrogados sin reparo a las profundidades del rio Sena, semanas de arduo ahínco, que se evaporaban como agua en el desierto.
Entro rápidamente en su casa, para subir las escaleras casi a tropezones, agradeciendo internamente que no hubiera nadie en la misma en esos momentos, finalmente llego a su habitación, dejando caer su bolsa de mano al piso, al mismo instante que se arrogaba llorando sobre la cama.
No más, se repitió mentalmente, no más, era el pequeño mantra que se repetía, una tras otra en su mente, no más Félix Agreste.
La pequeña kwami de la suerte, logro por fin salir del bolso, volando hacia su portadora, pensando en alguna palabra que pudiera consolarla ante los hechos ocurridos hacia menos de tres horas.
— —Flash back—
Sus boletos para el cine volaron incontrolables hacia el rio Sena, en un arrebato de molestia del rubio, que no podía tolerar tanta insistencia de parte de su acosadora, en realidad era molesto, no tener ni un momento a solas, sin que Bridgette apareciera hostigándole indiferente ante su molestia.
— — — No — replico molesto el muchacho — no iría contigo al cine, ni a un que fueras la última chica en el hemisferio occidental — sus palabras frías, sumado ante su mirada de irritación, lograron callar, los alegatos de la chica, mientras miraba como el objeto de sus amores se alejaba de ella.
Mientras una pequeña multitud rodeaban la escena, con una mescla de sentimientos, de indignación ante el comportamiento del joven, y cotilleo ante lo patética escena desarrollada por parte de la chica.
Sin mirar hacia donde se alejaba Félix, o algo parecido corrió, con todas sus fuerzas lejos de ese lugar, sintiendo cada parte de su corazón, romperse en mil pedazos.
— Fin del Flash back—
— — No mereces que llores por el — dijo su kwami, volando a su alrededor — es un patan — continuo, posándose sobre la cama, mirando preocupada a su portadora, que no dejaba de llorar — simplemente no sabe lo maravillosa que eres Bridgette — un movimiento rápido por parte de la chica, ocasiono que callera por un lado del colchón.
Arranco todas las fotografías, y recortes que tenia de su persona, no quería volverlos a ver, no necesitaba un recordatorio permanente de lo patética que podía llegar hacer.
—Tikki — llamo Bridgette, buscando a su pequeña amiga.
— Aquí — respondió la pequeña kwami saliendo a duras pendas del espacio que separaba la cama de la pared.
— Vamos a correr —
Media hora después, la chica sentía toda su frustración desvanecerse entre su transpiración, se detuvo para recuperar su aliento, no es que estuviera en mala forma, como ladybug, tenía que mantener una agilidad y destreza insuperables, pero no acostumbraba a ejercitarse tan demandante, mañana tendría que correr la misma distancia o los calambres acabarían con ella.
Plaine de Jeux du Polygone era hermoso en esa época del año, si tenía tiempo, visitaría el Parc Zoologique de Paris, tener la mente ocupada era necesario en esos momentos.
— ¿Otra galleta?—le pregunto a su kwami, la cual parecía algo cansada del hecho de volar siguiendo a su portadora por largos trechos entre los árboles.
— Si — respondió al instante de tomar entre sus manitas la galleta mencionada.
La paz en esa parte del parque era increíble, el lago era hermoso, el otoño recién comenzaba, convirtiendo al mundo en un lienzo en tonos cafés, que hacían la delicia de la diseñadora, dándole alguna que otra idea aislada para algún nuevo diseño.
— Bridgette — una voz grito su nombre, ocasionándole extrañeza — Bridgette aquí — continuo la voz, cuya dueña se acercaba trotando desde el lado occidental del lago.
— Madeleine — respondió la chica, dándose cuenta que era una de sus antiguas compañeras de grado, una chica de ascendencia siria de grandes ojos avella y cabellera negra.
Encontrarse con una antigua conocida, era lo último en lo que se podía imaginar, siendo de todos modos una grata sorpresa.
— — — Tienes que ir a mi presentación — Madeleine, la seguía intentando convencer de ir a una representación poética, en uno de los muchos cafés parisinos — te dejaran entrar conoces a la estrella — la risa contagiosa de la morena la hizo reír por primera vez en horas — ese es un si — comento ilusionada la chica.
Un ligero asentimiento fue la respuesta por parte de la guardiana del kwami de la suerte.
Un abrazo, y un ligero beso en su mejilla en señal de felicidad no se hicieron esperar — te veo en Volontaires en tres horas — explico la chica, dándole algunos detalles más, mientras intercambian números telefónicos.
Dos horas más tarde, Bridgette batallaba con que bufanda usar, ocasionando la leve risa de su kwami, que no podía evitar encontrar divertido el dilema que ocupaba a su portadora, que finalmente se dio por vencida tomando la más sencilla en tono beige que tenía.
Piso por error la bolsa, con fotografías y demás cosas que tenia de Félix, recordando de golpe su tristeza, negó rápidamente tomándola con su mano izquierda, mientras con la derecha tomaba su bolsa, echaba sus llaves y celular a la misma, mientras tikki se acomodaba velozmente en la misma.
— Voy a salir — le comento a su madre, mientras le daba un beso de despedida a su padre — Madeleine, me invito a una obra de teatro, apoyo moral más que nada, será su primer protagónico, y necesita gente para llenar el café — su risa contagio a sus progenitores que le recordaron pasivamente que su horario de llegada era a las diez y media — seré puntual — exclamo con una leve sonrisa — Mama tirare la basura por ti — tomo la bolsa extra que se encontraba posada a un lado de la puerta y salió de la casa, con una leve sonrisa, mientras dejaba el contenido de las mismas, en el contenedor de basura.
— Adiós Agreste — fue lo último que se dignó a decir sobre el tema, no volvería a derramar ninguna lagrima, por ese idiota nunca más.
