Muy buenas señoritas.
No sé si les había mencionado acerca de este longfic, pero boe. Tenía la idea hace más de un mes, pero hoy después de una mala racha del LoL me decidí a terminar de escribir el primer capítulo. Va a ser bien slowmance, y de hecho se llevarán una pequeña sorpresa en este capítulo(?) Espero lo reciban de buena forma :) Sin más preámbulos, los dejo leer!
League of Legends y sus personajes no me pertenecen, son de propiedad de Riot Games.
Capítulo Uno: Estrictamente Prohibido
Tocaba su flauta pacíficamente, una dulce melodía que se perdía en la suave brisa que bailaba a las afueras de la liga. Sus dedos se movían a un ritmo lento, casi como haciendo un mantra de concentración. Solía salir de la liga para relajarse, ya que estaba rodeada por un hermoso y brillante parque, nada parecido a las sanguinarias peleas que a veces se llevaban a cabo dentro de ésta.
Pero hoy, sorprendentemente, la razón para Yasuo de estar en ese tranquilo lugar no era solamente el reflexionar.
En una décima de segundo se puso de pie, esquivando una cuchilla que iba directo a su frente. Soltó su flauta mientras observaba aquella navaja quedar enterrada en un árbol que estaba poco detrás de él, reconociendo de quien era soltó una risa un tanto burlesca.
-Linda navaja, ¿es un amuleto de la suerte que te dio tu noviecito?- dijo de repente volteándose para observar a quien se la había arrojado. Una chica un poco más joven que él, con unos ojos rojos vivos como la sangre y cabello albino. Era Riven, la exiliada.
-Talon suele perderles en el campo de batalla y pensé que te interesaría conocerlas- le respondió la joven, sonriendo de lado.
-¿Cortándome la cabeza con una? Interesante forma de hacerlo, espada rota- gruñó el ronin, avanzando un poco hasta Riven mientras la miraba directamente a los ojos con determinación. -Asumo que vienes por nuestro acuerdo, ¿cierto?- agregó, desenfundando su espada, la cual se encontraba ajustada a su cadera.
-Claro, ¿por cual otra razón vendría a molestarte?- respondió Riven un poco irritada ante el apodo provocativo que le había puesto Yasuo. Desde ya hace unas semanas que ambos se han estado avivando mutuamente, la espadachín reconociendo en una de sus discusiones que había sido ella la asesina del anciano, pero claro, como la relación entre ambos no era de la más optima, Riven se rehusaba a sacar a la luz tan lúgubres actos de su pasado, despertando la rabia de Yasuo.
El imperdonable sujetó con firmeza su larga espada, retrocediendo un par de pasos lentamente. -Saca esa cosa que usas como arma- dijo, observando a la chica con detenimiento, casi como si estuviera analizando qué planes tenía ella para este enfrentamiento.
Riven soltó un bajo gruñido desenfundando su espada. La sujetó con fuerza al retroceder la misma cantidad de pasos que había hecho Yasuo.
-Supongo que mantendrás las reglas del acuerdo, ¿o no?- preguntó la noxiana sin moverse de su lugar.
-Nada de gritos, y el primero en agotarse deberá resignarse a las peticiones del otro- respondió Yasuo, citando las reglas que él mismo había impuesto para el encuentro.
La razón para evitar el ruido era bastante clara, los invocadores más poderosos de la liga tenían estrictamente prohibido a todo campeón el enfrentarse dentro y fuera del establecimiento sin que haya consentimiento de los mismos. Y estaba más que claro que ambos luchadores no se darían el trabajo de solicitar un permiso de los invocadores para esta batalla.
-Este lugar es tranquilo, dudo que nos descubran... a menos claro, que termines llorando como una niñita- dijo Yasuo burlescamente, a lo que Riven solo respondió fulminándolo con la mirada.
Dejaron unos segundos pasar, lo único que se podía escuchar en ese lugar eran las respiraciones de ambos campeones y el pasto bajo de ellos menearse al compás del viento. Sus miradas se cruzaron nuevamente y se prepararon para pelear.
Casi como una danza coordinada, ambos saltaron al mismo tiempo hacia adelante, realizando un fuerte choque de espadas que mandó ondas de energía a los alrededores. Sus miradas se enfrentaron de manera penetrante, haciendo más fuerza en sus armas para ver quien cedía primero. Riven dio un giro completo y volvió a golpear la espada de Yasuo desde otro ángulo, pero el ronin era ágil y lograba detener sus movimientos sin mucha dificultad.
-¿Esto es todo lo que tienes?- preguntó sonriendo de lado, sin dejar de mirar a la chica.
-No has visto nada aún- le respondió Riven, saltando hacia atrás mientras su espada completaba de transformarse, tomando su antigua forma y un brillo cegador saliendo de ésta.
Yasuo al ver la verdadera forma de la espada de Riven soltó un silbido, simulando estar sorprendido. -Ok, te doy méritos por poder afirmar esa cosa con una sola mano, ¡pero no me ablandaré contigo!- dijo mientras cargaba su espada con energía y lanzaba una ráfaga de viento para levantar a Riven.
La chica alcanzó a esquivar a tiempo esa habilidad, y lanzando un grito de batalla se lanzó nuevamente a enfrentar al mayor. Otro choque potente de espadas, salvo que Yasuo tuvo que aplicar más fuerza en esta ocasión debido a la forma final de la espada de Riven.
-¡Yo tampoco lo haré!- gritó Riven mientras girando su espada logrando lastimar uno de los brazos de Yasuo. El ronin lanzó un ligero quejido al sentir el acero de esa arma rozar su piel, soltando un poco de sangre en el acto.
Retrocedió un par de pasos mientras que con una mano cubría la herida de su brazo, pero sin soltar su espada. No se rendiría tan fácilmente ante esa chica, jamás perdonaría a alguien que quisiera escapar de su pasado como si nada hubiera ocurrido. Para Yasuo esa joven noxiana no era más que una mente enferma que pretendía hacerle creer al mundo que estaba bien y que buscaba la paz de su nación. Era un rencor que se creó dentro de él desde el momento que la vio y supo su historia. Desde ese entonces no detuvo su persecución hasta que Riven reconociera lo que hizo, pero ¿de qué servía si ella se negaba a devolverle su honor?
El espadachín gruñó al momento que sus ojos se encendían con una llama de ira, sujetando con firmeza su espada volvió a enfrentarse a Riven, pero esta vez de una forma muchísimo más agresiva. Dando golpes rápidos a la espada de la joven, ésta no tuvo más remedio que comenzar a avanzar.
A la chica le estaba costando retener sus constantes ataques, debía pensar rápido ya que Yasuo había perdido la calma y ella estaba agotándose.
Reunió todas las fuerzas que pudo y dio un gran salto hacia atrás, pero la espada de Yasuo fue lo suficientemente rápida para rasgar parte del abdomen de la chica, obligándola a soltar un quejido de dolor.
Producto de la herida cayó de rodillas al piso, sintiendo un fuerte dolor en su cuerpo que le imposibilitaba el pararse, con la respiración agitada alzó la vista y vio como Yasuo a lo lejos se acercaba a gran velocidad... no podía perder así.
Cerró fuertes sus ojos al escuchar esos pasos fugaces acercarse, realmente no había ninguna forma de evitar ese ataque lleno de rabia del ronin.
-¡Sorieke...!-
-¿¡QUÉ DEMONIOS ESTÁ OCURRIENDO AQUÍ!?-
Yasuo se detuvo en seco al escuchar esa autoritaria y femenina voz, Riven abrió sus ojos de par en par al escucharla también. Una sombra se posó sobre ambos espadachines, una sombra con unas grandes alas capaces de surcar hasta las más violentas tormentas, era Kayle, la justiciera.
Apoyando sus pies en el pasto, la rubia obligó a ambos jóvenes a acercarse, sus penetrantes ojos azules reflejaban molestia. Kayle era la encargada de la seguridad dentro y afuera de la liga, al ser una de las más antiguas campeonas en ésta se había ganado la confianza y autoridad de los poderosos invocadores.
-¡RIVEN!- una voz masculina y juvenil se escuchó a lo lejos, la espadachín volteó al reconocer rápidamente quien era.
-¡T-Talon!- Riven corrió a los brazos del joven noxiano, apoyándose en el cuerpo de su novio con dolor, la herida que Yasuo le había provocado en su abdomen estaba comenzando a arder. Los ojos del asesino se posaron sobre ella, su cara se desfiguró al ver lo que Yasuo le había hecho.
-¡Maldito bastardo te vas a arrepentir!- Talon gritó, soltando a Riven y acercándose al ronin con pasos amenazantes, pero Kayle volvió a intervenir poniendo uno de sus brazos delante de él.
-Suficientes peleas por hoy Talon, llevaremos a estos dos ante reunión y ya decidiremos un castigo para las dos por el daño que se hicieron, ¿entendido?- hablo la justiciera con autoridad, pero el noxiano solo chasqueó la lengua.
-¿¡Por qué castigar a Riven!? De seguro este idiota la atacó sin razón alguna- dijo Talon mientras fulminaba a Yasuo con la mirada, el espadachín blanqueó sus ojos disgustado por aquella estúpida escenita de amor.
-¡Suficiente! Regresen todos a la liga de inmediato- Kayle frunció el ceño mientras apuntaba al gran edificio que estaba a unos cuantos kilómetros. Dicho esto extendió sus grandes alas y voló en dirección a la liga, los otros tres siguiéndola a pie.
Después de una pequeña sesión de enfermería con Soraka y Sona para curar las heridas de ambos luchadores, estos fueron directamente llevados al consejo. Los campeones e invocadores menores que eran descubiertos rompiendo las reglas de la liga eran llevados a este lugar para recibir un castigo. Algunos castigos constaban de baneos, misiones, prohibiciones, etc. Uno nunca sabía lo que podía recibir. La falta que Yasuo y Riven habían cometido era una de las peores, la peliblanca al pensar en qué les podrían hacer meneo incómoda su espalda, mirando a Yasuo con odio.
-¿Ves lo que logras con querer limpiar tu "honor"?- le susurró en voz baja, mientras seguía caminando detrás de Kayle, atrás de ellos habían dos grandes guardias, los cuales estaban encargados de asegurarse de que no hubiera ninguna fuga.
-Yo debería preguntarte eso- le respondió Yasuo devolviendole esa rencorosa mirada.
El grupo se detuvo frente a una gran puerta metálica de color rojo, Kayle la abrió con ambos brazos dejando a la vista una gran y lujosa oficina, y dentro de ella habían tres invocadores con capas más lujosas que las comunes, también una silueta que para ambos campeones era familiar, era Irelia.
-¿Riven? ¿Qué ocurrió Kayle?- la mujer dio un par de pasos hacia la justiciera, mirando a Riven y Yasuo con preocupación.
-Ambos fueron descubiertos realizando un duelo sin permiso de ninguno de nuestros invocadores, a unos cuantos kilómetros de la liga, se ocasionaron heridas leves- dijo Kayle con un tono que expresaba su molestia y decepción, Irelia al escuchar lo que dijo miró a su amiga Riven con sorpresa.
-¡Riven! ¿C-Cómo te arriesgas a algo así?- se acercó a pasos rápidos a la exiliada, tomando sus brazos y apretándolos un poco, la joven soltando un quejido de dolor, bajando la mirada avergonzada. -¡Mira lo lastimada que saliste! ¡No eres más que un asesino!- gruñó mirando a Yasuo con repudio.
-Tranquila Irelia, por lo que Kayle explicó al parecer ambos tienen la culpa aquí, también ambos salieron heridos- dijo uno de los invocadores dando un par de pasos al grupo.
-Como saben las peleas entre campeones sin permiso son completamente ilegales, sobretodo si se es conocido sobre relaciones de enemistad- agregó el segundo.
-Irelia, Kayle, quédense con nosotros para decidir a qué castigo someteremos a la exiliada y al imperdonable. Guardias, tengan la amabilidad de llevarse a ambos campeones fuera de la sala por unos minutos, por favor- dijo el tercero haciendo un gesto para que los espadachines salieran de la sala.
Riven y Yasuo fueron llevados fuera de la oficina, a una sala de espera donde habían muchos sillones amplios, casi por inercia se sentaron muy separados, pero sin dejar de mirarse, la rabia expelía de ambos cuerpos. Un silencio incómodo aumentaba el ambiente de tensión, donde la comunicación facial y corporal bastaba para expresar la enemistad entre ambos.
-Todo es tu culpa- masculló la joven apretando los puños sobre la tela del sillón donde estaba sentada. -Solo piensas en ti todo el tiempo, en tu orgullo, tu honor, tu pasado, pisoteas y matas a quien se entrometa en tu camino como si fueras el único importante- agregó poniéndose de pie, dando fuertes pasos en dirección a donde estaba sentado Yasuo.
-No eres la más indicada para decirme eso, espada rota- le respondió, soltando una risa un tanto burlesca después. -No puedes huir de ti misma, ya lo he intentado muchas veces-
-Yo seguía ordenes, eso es mucho más de lo que puedes decir sobre ti, ¿o no asesino?- dijo Riven acercándose amenazante al rostro de Yasuo, su ceño fruncido mostrando su enojo.
-No tienes voluntad propia, qué triste- Yasuo cerró sus ojos y se acomodó mejor en el sillón echándose para atrás, Riven chasqueó la lengua al ver que el sujeto no era más que un inmaduro en el fondo, aunque no le sorprendía. Pasados unos minutos se volvió a abrir la gran puerta metálica, los guardias acercándose a ambos campeones para tomarlos del brazo y llevarlos forzosamente de regreso a la oficina.
Una vez dentro, Irelia miró a su amiga con preocupación, la decisión que habían tomado los invocadores no le gustaba del todo, sabía que Riven correría mucho peligro con el castigo que se les sería asignado, no confiaba para nada en Yasuo. Kayle los miró a ambos con detenimiento y avanzó un poco hacia ellos.
-Como ustedes saben, la liga hace algunos eventos de caridad dependiendo de la fecha, también estamos ligados a un orfanato que queda cerca de Piltover- dijo la justiciera rompiendo la tensión del ambiente. -Como liga independiente de los eventos que se realizan dentro de ésta, nuestra prioridad es la paz entre campeones y ustedes carecen de esta, por lo que decidimos que queremos desarrollar su trabajo en equipo- agregó, moviéndose hacia un lado para darle espacio a los otros tres invocadores, Irelia tragó saliva mirando a su amiga, Riven no pudo evitar sentirse nerviosa, mientras Yasuo mantenía una expresión serena, incluso despreocupada.
-Mañana llegara una pequeña bebé que cumplió hace poco su primer año de vida, es una huérfana que fue encontrada a las afueras de Zaun- dijo el primer invocador.
-Una pareja adulta que vive en Aguas Turbias quiere adoptar a esta pequeña, pero como ustedes saben, estos dos lugares quedan muy lejos- agregó el segundo invocador.
-Por lo que vuestro castigo será trasladar a esta pequeña sana y salva a su nueva familia, deben ir juntos, no abandonarse, preocuparse de la bebé y realizar la entrega en menos de 2 semanas- terminó el tercer invocador, Yasuo y Riven tenían los ojos abiertos de par en par, sus bocas reflejando un disgusto casi cómico, ninguno de los dos podía creer lo que los invocadores acababan de decir.
-¿¡M-Me ven cara de niñera!?- exclamó Yasuo sintiendo su cara arder en rabia, apretó sus puños furiosos y apuntó a la noxiana. -¡Me niego a tener que pasar a solas tanto tiempo con alguien como ella!- agregó mirando a Riven molesto.
-¿¡Cómo pueden asignarnos una misión juntos sabiendo como nos llevamos!?- Riven extendió sus brazos mirando a los invocadores con tristeza y rabia. -¡Quizá intente matarme!- agregó, devolviendole a Yasuo la mirada de despecho.
Kayle levantó una de sus manos y miró a ambos campeones con molestia. -No actúen como niños, y no se preocupen por la seguridad de ambos, les pondremos unos brazaletes con rastreador, también con estos podremos chequear el estado de salud de ambos-
El ronin chasqueó la lengua meneando la cabeza de un lado a otro, no podía creer que algo así estaba ocurriendo. ¡Una misión! ¡Cuidar a un bebé! ¡Y con Riven por dos semanas! Debía ser un chiste, jamás pensó que los invocadores serían así de estúpidos.
-Suficiente, comenzarán su misión mañana, y de no cumplirla el castigo será mucho mayor... y uno probablemente del que de verdad se van a arrepentir- dijo un de los invocadores, dándoles la espalda para retirarse.
Riven bajó su cabeza apretando sus ojos, no podía ser. Estaba demasiado molesta con Yasuo y consigo misma, si no lo hubiera provocado tanto, quizá nada de esto estaría pasando. Irelia al ver mal a su amiga se acercó a ella, poniendo una de sus manos sobre su espalda. -Si llega a hacerte algo ese bastardo, me encargaré personalmente de él... y lo lamento, hice lo que pude- le dijo, dándole un abrazo.
El espadachín salió de la oficina a grandes pasos, estaba demasiado molesto y no quería saber nada de nadie. Riven e Irelia se fueron poco después, al salir de los pasillos a la primera persona que se encontraron fue a Talon.
-¿Q-Qué ocurrió? Vi al imbécil de Yasuo salir muy molesto- dijo el noxiano, tomando una de las manos de su novia, Riven le devolvió el apretón y lo miró con tristeza. Contándole el castigo detalladamente, pudo ver como la cara del joven se iba desfigurando cada vez más.
-¡No! ¡No quiero que te dejen sola con ese imbécil! ¡Haz algo Irelia!- exclamó Talon, viendo a ambas chicas con rabia.
-Hice lo que pude Talon, pero tú sabes bien como funcionan las cosas en la Liga- murmuró Irelia, agachando la cabeza.
-No te preocupes, no permitiré que ese idiota me haga algo, y cuidaré bien de esa niña y completaré el castigo como me asignaron los invocadores... ya no se puede hacer nada contra esto- dijo Riven de repente, haciendo que su novio la mirara preocupado.
En el fondo la exiliada temía, no solo por Yasuo, sino por todo los peligros que podían sufrir estando fuera de la liga, Runaterra era gigante y no se sabía nunca lo que te podía esperar a la vuelta de la esquina. ¿Y si le pasaba algo a la niña? ¿Si uno de los dos se accidentaba? Todo esto dejaba a Riven con una sensación de incomodidad en su estómago. Soltó un suspiro y se aferró al brazo de Talon.
-Todo estará bien...- murmuró, cerrando sus ojos como si deseara que todo esto fuera una pesadilla.
DUN DUN DUUUUUUUN! Y así finaliza el primer capítulo de esta mierda, nunca sé como terminar bien un capítulo, mis más sinceras disculpas. Tampoco soy buena describiendo peleas como pueden ver (?) Me agradaría saber qué opinan, y espero no me maten por haber emparejado a Talon y Riven, pero no se preocupen porque después del proximo cap no verán más al encapuchado (?)
Un review nunca esta demás, los aprecio mucho! y nos leemos pronto, intentaré ser constante con las actualizaciones :)
