PARTE 1: TIRA Y AFLOJA

- Ya te dije que no puedes ir, llamaras mucho la atención. – le dijo Kate por enésima vez a Castle que seguía insistiendo.

- Vamos, prometo que nadie me notará. – le aseguró.

- Sabes que es imposible. El alcalde y mucha gente de tu círculo estará allí. Serás el centro de atención. – le recordó. – Se supone que vamos de encubierto.

- Pero ya hemos ido juntos una vez a una fiesta, estando presente el alcalde y todo salió bien. – le recordó él.

- Si, pero eso fue hace años. No es lo mismo. Aparte, Connor dijo—

- ¿Connor? – dijo interrumpiéndola. – ¿Desde cuándo el Detective Dier es "Connor"? – le preguntó levantando un poco el tono.

- No me vengas con escenas de celos ahora, Castle. – le advirtió ella.

- ¿Yo? ¿Por qué tendría que estar celoso de "Connor"? – le dijo burlonamente. – Oh, ¿será porque salieron juntos por más de un año—

- Hace mil años. – le cortó ella. – No empieces con eso que no te conviene. – le advirtió. – El caso es suyo y nosotros solo lo estamos asistiendo. Por eso iré con él. Nada más. – le aclaró agarrándolo del cuello de la camisa. Castle la miró en silencio haciendo puchero pero luego dejó escapar un suspiro y se relajó.

- Está bien, pero eso no significa que me guste. – le dijo, y ella le sonrió. Subió las manos hasta su nuca y le dio un beso.

- Gracias. – Castle solo emitió un gruñido. Ella volvió a sonreírle y le dio otro beso, un poco más largo, muy lento, pura dulzura.

- ¿Ya viste que vas a ponerte? – le preguntó mirando las puertas de su armario.

- Todavía no.

- ¿Por?

- Porque desde que llegamos no paraste de insistirme con acompañarme y no he tenido tiempo.

- Bien. – le dijo él con una sonrisa.

- ¿Bien? – preguntó ella sin entender. En ese momento, sonó el timbre.

- Si, bien. Quédate aquí, yo atiendo.

- ¿Qué? ¡No! ¿Y si es alguien conocido? – le dijo yendo tras él pero Castle se volteó y le hizo un gesto con la mano para que se detuviera y le indicó que se metiera en la habitación. Ella dudó pero, a regañadientes, se metió. Él siguió camino a la puerta y miró por la mirilla de la puerta. Tal como había pensado.

- ¿Quién es? – preguntó.

- Entrega para el Sr. Richard Castle. – se escuchó del otro lado. Castle sonrió y abrió la puerta.

- Si, soy yo. – le dijo al muchacho que lo miraba del otro lado del umbral. El muchacho le pasó una caja y él la agarró.

- Firme aquí, por favor. – le pidió el mensajero mostrándole una planilla. Castle firmó, le dio una propina junto con las gracias por haber aceptado hacer la entrega a esa hora y cerró la puerta.

Caminó hasta la encimera para apoyar la caja y la abrió. Una sonrisa se dibujó en su rostro. 'Perfecto', pensó. Acomodó bien el contenido, la cerró y se dirigió con ella a la habitación. Cuando entró, se chocó con Kate que por lo visto había estado escuchando detrás de la puerta, lo cual le hizo sonreír.

- ¿Desde cuándo pides que te traigan cosas aquí? – le preguntó acusadoramente.

- Desde que me avisas a último momento de las cosas. – le retrucó él. Kate le miró intrigada y luego se percató de la gran caja que él cargaba.

- ¿Eso es lo que creo que es? – quiso saber.

- ¿Qué crees que es? – le dijo él sin contestarle, mientras caminaba hacia la cama y dejaba la caja encima.

- ¿Un… vestido…? - le contestó dubitativamente, sin sacarle la vista a la caja. Castle sonrió sin que ella lo viera. Se puso serio y la miró.

- Compruébalo tu misma. – le propuso haciéndole lugar para que se acercara. Ella sonrió y se acercó casi a los saltos, como una niña en navidad. La caja era grande. Deslizó los dedos por la tapa y la corrió hacia un costado lentamente, expectante. Cuando vio su contenido abrió los ojos bien grandes y la boca por la sorpresa.

- ¿Me compraste… esto? – le preguntó pasando su mano por un hermoso vestido. No lo podía creer. Castle quedó complacido con su reacción. Era todo lo que necesitaba.

- Si, aunque pensé que lo usarías conmigo. – le dijo sin intención de reprocharle, solo como un comentario. - ¿Te gusta? – le preguntó al ver que ella lo sacaba de la caja para verlo completo. Era un vestido color violeta oscuro. Era ajustado al cuerpo y sólo se sujetaba arriba por un bretel decorado con brillantes joyas blancas que subía en diagonal por el hombro izquierdo. La falda era larga y caía haciendo delicados pliegues pero básicamente era lisa. – Me pareció que el color no debía llamar mucho la atención pero tampoco quería que fuera negro. Aunque de todas maneras, no importa el color que lleves, siempre llamarás la atención. – terminó diciendo. Ella alzó la vista con una sonrisa de lado a lado.

- Me gusta mucho. – le dijo dejando el vestido delicadamente sobre la cama. – Pero no tenías que... – empezó a decir pero él le tapo la boca con la mano.

- ¿Te gusta? – volvió a preguntarle sin sacarle la mano. Ella asintió con la cabeza. – Entonces no hay nada más que hablar. – sentenció sacándole la mano. – Tienes que entender esto, el dinero va y viene, y en mi caso viene más de lo que va. ¿Qué mejor utilidad puede tener que usarlo con las personas que amo? – le preguntó colocando ambas manos en sus caderas y mirándola a los ojos, seriamente. Ella se quedó pensativa y finalmente sonrió y lo abrazó apoyando la cabeza en su pecho.

- Gracias. – le dijo. – Como recompensa, prometo que dejaré que me lo saques cuando vuelva. – le dijo haciéndole sonreír. Ella pudo sentir como se tensaba. – Siempre y cuando me esperes despierto. – le aclaró apoyando el dedo en su nariz. Él movió la cabeza y le besó el dedo.

- Lo haré, que no te quepa la menor duda. – le aseguró levantándole una ceja.

- Eso espero. – le dijo cerca de su boca y luego presionó sus labios contra los suyos en un suave beso. Cuando rompieron el beso no se separaron, sino que se quedaron abrazados con los ojos cerrados, con las frentes juntas. Él le acariciaba suavemente la espalda y ella la nuca, enredando lentamente los dedos en su pelo.

Y entonces el sonido del teléfono los sacó de su burbuja, sobresaltándolos. Ambos gruñeron por la interrupción. Kate buscó su teléfono y miró la pantalla, era Connor.

- Beckett. – dijo en su tono usual.

- Llamaba para avisar que en una hora pasaré a buscarte. – dijo Dier al otro lado de la línea.

- Una hora. – repitió. – De acuerdo. Aquí estaré. – le dijo ella.

- Bien. Adiós. – se despidió.

- Adiós. – dijo y ambos cortaron.

Kate dejó el teléfono donde había estado antes, sobre la mesa de noche y vio que Castle venía del baño.

- Te dejé el baño listo. – le avisó acercándose. – Será mejor que me vaya. – le dijo antes de que ella pudiera acotar algo.

- ¿No vas a esperar a verme con el vestido? – le preguntó intrigada. En el fondo esperaba estar un rato más con él, tal vez bañarse juntos…

- Prefiero no arruinar la sorpresa, para cuando vengas a casa a que te lo saque. – le recordó mirándola sugestivamente y ella sonrió.

- Está bien, si así lo prefieres. – dijo ella con falsa resignación mientras empezaba a desvestirse, tentándolo. Él se dio cuenta de la maniobra pero tenía otros planes para esa noche así que simplemente se limitó a rodearle suavemente la cintura y darle un profundo pero dulce beso en los labios.

- Tengan cuidado en la fiesta, estos sujetos parecen peligrosos. – le pidió.

- No te preocupes, lo tendremos. – le aseguró acariciándole la mejilla.

- Si necesitas auxilio me llamas. – bromeó él y ella sonrió.

- Lo haré. – le contestó siguiéndole el juego.

Castle esbozó una pequeña sonrisa y hundió la nariz en su cuello para oler su aroma por unos segundos. Se separó de ella y se dirigió a la puerta. Cuando llegó al umbral, frenó y la miró.

- No te diviertas tanto sin mí. – le pidió.

- De acuerdo. – le contestó ella antes de meterse en el baño.

Horas después, en la fiesta.

- Creo que hemos circulado bastante por el salón. – le dijo Dier a Kate. – Revisemos la pista de baile, podremos recorrerla sin llamar mucho la atención.

- De acuerdo. – le contestó ella.

Caminaron en dirección a la pista donde estaban pasando una música lenta. Había varias parejas bailando pero se podía recorrer tranquilamente.

- Esta música servirá, podremos ver bien las actitudes. – dijo Dier tomándola de la cintura y de la mano.

Kate no había querido admitirlo con Castle pero se sentía un poco incómoda estando cerca de Connor. No porque le pasara algo con él, sino todo lo contrario. Dier no sabía que ella salía con Castle y esperaba que él no confundiera las cosas ya que había sido ella quien había terminado la relación y sabía que él no había tomado bien la ruptura. Por suerte, hasta el momento, no había mostrado señales que le hicieran pensar mal pero le costaba mucho bajar la guardia.

- ¿Ves algo sospechoso, Kate? – le preguntó Dier sacándola de sus pensamientos.

- Eh, no… no veo nada... – contestó Kate distraída mirando la pista. Y entonces todo su cuerpo se tensó y se frenó en medio de la pista. – No puede ser… ¿Qué demonios hace aquí? – dijo furiosa en un susurro.