Harry Potter y todos sus personajes no me pertenecen. Son propiedad de J.K Rowling.

POV Hermione

Mis manos temblaban mientras lo tocaba.

Nos encontrábamos en una de las pocas aulas que no solían ser vigiladas por prefectos. Parecía como si él lo hubiera planeado todo. Caminaba tranquilamente por el pasillo, cuando unas manos heladas me sujetaron con fuerza y me arrastraron la sala. Al principio no sabía de quién era, pero mi miedo desapareció al ver que se trataba de él, cuando debería haber sido al contrario.

Vi en su mirada que lo que iba a hacer a continuación le daba tanto miedo como a mí. Quizás temía mi rechazo, pero no pensaba darle el gusto. Comenzó a besarme frenéticamente, con verdadera urgencia, como si así todas sus preocupaciones se esfumaran con cada uno de los besos que me regalaba.

No sabía cómo había acabado en esta situación, pero no me importaba. Lo único sustancial ahora mismo era no perder el ritmo de sus besos mientras me preguntaba cómo sus manos mimaban mi cuello con tal devoción. Simplemente me acariciaba, sin llegar a posarse más de dos segundos en el mismo punto de mi piel, como si el contacto le quemara.

Desde hacía días, había notado que sus insultos carecían de verdaderas intenciones. Cada vez que abría su perfecta boca para decirme algo, pronto sus ojos revelaban que realmente no quería hacerlo, que simplemente era una víctima de la educación que había recibido en su familia, por lo que se veía obligado a decir ese tipo de comentarios.

Sólo yo sabía bien lo que escondían aquellas palabras vacías. Sólo yo entendía el sufrimiento que estaba viviendo por ser quien era. Sólo yo conocía al verdadero Draco Malfoy, y aquello me abrumaba.

Me abrumaba porque no me veía capaz de ser buena para él. A pesar de que realmente no me lo había pedido, yo sabía que detrás de estos besos Draco tenía una fuerte necesidad de sentirse amado. No es que sus padres no le quisieran, pero el mundo en el que se habían visto envueltos le había transformado en un hombre estricto, sin poder demostrar sus sentimientos y eso le estaba volviendo loco.

- Joder Granger, pon un poco más de tu parte- decía furioso Draco-.

Me había quedado unos segundos de más pensando en todas las cosas horribles por las que había pasado, y aquello alertó a Draco, quien quizás pensaba que me estaba arrepintiendo, pero ni mucho menos iba a dejar pasar esta oportunidad de sentirlo tan de cerca, cuando secretamente había albergado esos sueños durante tanto tiempo…

Con una rapidez de la que hasta el mismo se sorprendió, le arranqué la camisa, dejando ver sus marcados abdominales. La erección en sus pantalones era claramente visible, y aquello me hizo pegarme contra su cuerpo mientras mis piernas rodeaban sus caderas. Él se frotaba contra mí a la vez que yo mordía su cuello. Su clavícula golpeaba mis mejillas con cada embestida, esperaba que mañana me dejara una marca para recordar lo que habíamos hecho.

Pronto se impacientó y exigió algo más que besos, pero yo también estaba preparada. Con verdadera agresividad, me despojó de mi camisa y sujetador, para después continuar con la falda y la ropa interior. Me encontraba completamente desnuda, a su merced, mientras él me posaba en uno de los pupitres. No sabía cuándo, ni cómo, pero ya estaba también desnudo. Supe lo que vendría a continuación, por lo que no pude evitar temblar. Estaba a punto de perder la virginidad con el mayor golfo de todo Hogwarts, pero algo me decía que no por ello me arrepentiría. Una sonrisa traviesa asomó de su cara mientras me decía:

- ¿Asustada, Granger?

- Mas quisieras –respondí mirándolo a los ojos-.

Su risa comenzó a sonarse por el aula, sin duda había descubierto que mi respuesta le llevaría a recuerdos.

La primera embestida fue dolorosa, la segunda aun peor. Pero poco a poco noté una sensación indescriptible en todo mi cuerpo, algo que nunca había imaginado sentir. Draco no perdía el ritmo, ahogando gemidos roncos que me excitaban aún más. Las sensaciones me abrumaban y, cuando creí que no podría soportarlo más, noté cómo se vaciaba. Como si también sus fuerzas fallaran, se recostó a mi lado, mientras yo poco a poco perdía la consciencia.

Desperté horas después. A pesar de tener mi túnica como manta, sentía frío. Me di cuenta con tristeza que él se había ido. Humillada, me vestí mientras lágrimas de rabia cubrían mi rostro. Di un gran grito de frustración cuando descubrí que se había llevado consigo mis bragas. Seguramente se los enseñaría a los estúpidos de sus amigos, para reírse juntos de mí. No podía creerme cómo había sido engañada. Cuando ya estaba a punto de marcharme, me percaté de que una esquina plateada asomaba del bolsillo de mi túnica. Saqué una tela verde y plata, arrugada. Era su corbata, no sabía con qué intención me la había dado, pero al menos contaba con alguna prueba de que esto había ocurrido.

Antes de salir del aula respiré el tejido profundamente, dejando que su olor a menta me inundara.


POV Draco

Llevaba días dándole vueltas a la cabeza. Quería saber por qué Granger me hacía sentir estas cosas. Cada vez que la insultaba, venían a mi mente a mis padres diciéndome lo verdaderamente importante, nuestro título. Durante mucho tiempo me había sentido orgulloso de mi familia, pero hasta aquello había comenzado a resquebrajarse. La guerra nos había dejado secuelas a todos, y una de ellas era esta y estaba decidido a descubrir que se sentía estando con ella.

No podía dejar de mirarla ni cuando estaba en la biblioteca. Fue así como estudié todos los rasgos de su cara y los gestos que me volvían loco. Cada vez que no entendía un hechizo, mordía su labio inferior, como si esa presión le hiciera pensar con más claridad. Y cada vez que lo hacía mi erección era más grande.

No podía soportarlo más, necesitaba saber que se sentía. Sabía que acostumbraba a salir tarde de la biblioteca los jueves, para luego escribir una lechuza a los estúpidos de sus amigos. Potter y Weasley no se daban cuenta de lo que dejaban atrás, pero yo me encargarían que pagaran por no haberla cuidado lo suficiente. Cambié los turnos de los prefectos en la pizarra de la vigilancia, por lo que nadie nos molestaría en toda la noche.

La esperé en el pasillo, escondido tras un tapiz, como un felino que espera pacientemente a su presa. Ni en mis mejores sueños podría haberme salido mejor. Hermione caminada sola, un poco antes de lo previsto, cuando notó como era arrastrada hacia el aula, previamente encantada para que nadie nos oyera.

Cuando la tuve delante, no sabía qué hacer. Me había concienciado que una vez la tuviera, se me quitarían las ganas de más, pero su inocente mirada me decía que esto sería algo de lo que jamás me cansaría.

Comencé a besar sus labios, que se volvieron calientes enseguida, así como todo su cuerpo. Mis besos iban a un ritmo frenético, pero no iba a aflojar. Con cada nuevo beso, con cada nuevo roce, mi cuerpo sentía una excitación que nunca creí posible. Pero desgraciadamente ella comenzó a ir más lento, y sus ojos a desenfocarse. Mi corazón dio un vuelvo, no esperaba que fuese ella la que se arrepintiera, por lo que decidí reclamarla como un Malfoy le haría a una Sangre Sucia:

-Joder Granger, pon un poco más de tú parte.

Eso accionó su cuerpo y, para mi sorpresa, arrancó mi camisa, desparramando los botones por todo el suelo. Aquello era demasiado para mí, comencé a frotarme contra ella como un animal mientras me mordía el cuello. Después de cada mordisco, mis piernas temblaban más y un instinto rudo se apoderó de mí. Le arranqué con la misma rapidez todas sus capas, mostrándome todo lo bella que era, mientras la colocaba cuidadosamente en un pupitre. Sus ojos se cerraron un segundo para disfrutar del contraste con el frio de la mesa y el calor de mi cuerpo, y aproveché ese momento para desnudarme. Pero noté como sus nervios aflojaban su cuerpo, seguramente era su primera vez. Sonreí para mis adentros… ¿qué estábamos a punto de hacer? Quise parecer despreocupado, sin mostrar lo verdaderamente ansioso que me encontraba.

- ¿Asustada, Granger?

- Más quisieras –respondió altanera-.

Me reí sin poderlo evitar. Había usado las misma palabras que Potter el día de nuestro duelo con el estúpido de Lockhart. Aquello había sido un juego de niños. Quise demostrarle que lo que estábamos a punto de hacer era muy diferente a lo que ella había hecho referencia y me hundí en ella, dejando salir sonidos que una mujer nunca me había hecho relucir.

Permanecimos largo rato con nuestros cuerpos unidos, sin yo perder el ritmo, mientras veía como poco a poco disfrutaba más y más. Con un último grito sofocado, acabé en ella y la acuné en mis brazos.

Se quedó dormida antes de que incluso mi respiración se tranquilizara. No quería irme, pero me atemorizaba qué me diría una vez despertara. Pero no iba a permitir que este fuese nuestro último encuentro. Me vestí tranquilamente, admirando el movimiento acompasado de su respiración, mientras sus pechos se veían tenuemente iluminados por la luz que se colaba en la ventana. Recogí sus bragas y las guardé, con una sonrisa. Nunca antes había hecho eso, pero tampoco me había acostado antes con una hija de muggles. Como no quería que pensara que esto acabaría, le dejé mi corbata para recordarle, con ella, que esto solo era el principio.

Mientras caminada hacia mi sala común, no podía hacer desaparecer la sonrisa de mi cara. Realmente deseaba repetir esta experiencia, esperaba que entendiera el juego de prendas que había comenzado. Supuse que, una muchacha tan inteligente como ella, sabría que esto no había acabado.


Bueno, un pequeño fic que se me ocurrió hace una hora. Espero que guste.

Saludos!